PRELUDIO
El día de la prueba de Ekat Kassen se acercaba y los cuatro seleccionados para realizar tan heroica prueba ya habían sido escogidos entre los jóvenes del pueblo nirmathiano y sus nombres habían sido revelados. Hoy era el día de la presentación de los mentores, ya que la tradición siempre había marcado que días antes del peregrinaje en busca de la llama eterna los seleccionados fueran tutelados por diferentes personalidades del pueblo afines a las habilidades de los escogidos, quienes ofrecerían su consejo y ayuda para prepararles para el reto que años atrás ellos también habían superado.
En esta edición del festival de la cosecha de Kassen los cuatro escogidos habían sido el menor de los hermanos Smallholder, novicio del templo local de Erastil, cuyo hermano mayor había muerto años atrás en las guerras contra la siempre en pie de guerra Molthune y era por todos conocido que tal tragedia había marcado para siempre al joven clérigo. El segundo elegido había sido el hijo adoptivo de los Todhoff, conocido y evitado por todo el pueblo dada su reputación como bribón y busca problemas local, aunque dotado de una puntería con el arco envidiable, pero sin oficio ni beneficio respetable. El tercer elegido era el leñador semiorco de gran tamaño llamado Bronco, conocido también por ser amigo de los animales y cuya evolución en el pueblo siempre ha sido algo enigmática desde que sus padres adoptivos trataron de abandonarlo en el bosque. El cuarto y último elegido para completar el grupo había sido uno de los hijos del herrero Oldshield, quien había estado durante un año ausente de la aldea, viajando junto a un extraño de Xian aprendiendo a combatir utilizando una simple cadena.
Los cuatro elegidos habían sido ya señalados por el siempre certero arco de Erastil, ahora el destino de ellos sólo dependería de sus acciones, que les llevará a ganarse la gloria o el fracaso con su comunidad nirmathiana....
La anciana mujer de pelos rizados y gestos siempre afables caminaba descalza arrastrando su túnica verdosa por los límites del bosque colindante a Kassen en busca de algo o alguien. Como druida de Kassen que era, Olmira Treesong siempre solía frecuentar aquella parte del bosque, tal vez la más tranquila y segura debido a la cercanía de la comunidad nirmathiense, esta vez sin embargo sus ojos curiosos delataban un interés especial en encontrar lo que buscaba.
Tras unos minutos, se detuvo. A escasos metros observó la presencia de una criatura muy corpulenta arrodillada en un claro del bosque en estado meditativo. Lo que más llamaba la atención de la criatura, con rasgos de orco y una gran hacha colgada de su espalda, no era sólo su presencia, sino la otra criatura que lealmente parecía guardarle las espaldas entre dos arboles, un oso que tumbado mantenía sus sentidos atentos a cualquier movimiento. El oso alzó la cabeza al notar la presencia de la druida, sin embargo su tranquilidad no se vio afectada y simplemente se mantuvo alerta como un animal que espera a que se le de alguna recompensa. Olmira le sonrió afectuosamente y luego dio dos pasos hasta situarse detrás del semiorco.
- Estoy segura que tu madre estaría muy orgullosa de ti, Bronco... - dijo con un susurro que parecía emanar de la fría brisa que envolvía al lugar mientras posaba una mano en su hombro. - las perdidas de los seres queridos nunca pueden ser perdidas en tanto conservemos en nuestros corazones su memoria y recuerdos... - continuó la anciana druida mientras se mantenía atenta a la reacción de Bronco.
Bronco se levantó al oir la voz de Olmira. Su planta era la de un verdadero titán, sacándole más de palmo y medio a la anciana druida. Recogió el bacinete de hierro con el que solía cubrir su rostro, y se lo puso antes de de darse la vuelta. Luego viró lentamente con rostro serio, aunque también afable
- Ya...- exclamó con cierta pesambre -... Pero eso no cura el peso que siento en mi pecho, Olmira- Afirmó el joven mientras echaba una última ojeada al ramillete de flores que acababa de dejar. - En breve me enfrentaré a la Travesía de la Llama eterna... y espero que todo lo que me has enseñado me permita completarla.- Añadió el semiorco poniendo una de sus grandes manotas sobre el hombro de la mujer. - Has sido muy buena conmigo y Haggar.- Finalizó Bronco mientras con la mirada señalaba al pequeño osezno garra de runa.
Haggar se levantó y corrió contento hasta llegar a los pies de Olmira. Aquella humana le caía genial al pequeño y travieso osezno, pues en más de una ocasión había degustado los jugosos pasteles de miel que cocinaba para vender en Kessen... Algunas de ellas, de manera furtiva incluso.
Olmira acariciaba su pelaje mientras hablaba con su amigo Bronco. Bronco estaba triste... Echaba de menos a su mamá... Él también... pero... ¡¿Habría traido Olmira más pasteles?!...
Sin pensarlo, comenzó a mordisquear de forma juguetona, la túnica de la mujer. Con un poco de suerte, llevaría algunas bayas o frutos del bosque. Tenía hambre...
Olmira observo en silencio al semiorco con un rostro que emanaba serenidad y tranquilidad. En los últimos años, tras el renacimiento del mismo en el bosque y la bendición que recibió en la naturaleza al ser abandonado, la druida había seguido de cerca su evolución y había enseñado a Bronco a entender un poco mejor los dones que le habían sido entregados.
Cuando Haggar se acercó la druida le sonrió afablemente y extrajo en un pañuelo un pequeño pastel recubierto de miel y arandanos que ofreció con una mano al animal mientras que con la otra le acarició la cabeza.
- Haggar ha sido el segundo regalo que la madre naturaleza te ha hecho... la amistad y lealtad de este oso hacia tí es un vinculo muy poderoso que debes seguir cuidando. - dijo Olmira con un tono pensativo y de súbito añadió:
- Supongo que no te sorprenderá saber que el alcalde Uptal me ha elegido como tu mentora en estos días previos al peregrinaje. - dijo con una sonrisa afable. - ¿Cómo te sientes al haber sido uno de los escogidos para traer la llama eterna a Kassen? -
Bronco rascó su descuidada barba negruzca. La palabras de Olmira estaban llenas de sabiduría como siempre, pero al recio leñador le suponía un gran esfuerzo exteriorizar sus sentimientos. Nunca había sido una persona que expresara abiertamente su estado de ánimo, y su devenir en los bosques que circundaban Kessen, siempre estaba impregnado por una sensación de depresiva tristeza. Bronco daba cierta impresión de ermitaño taciturno, pero en su corazón y comportamiento se daban muchas paradojas...
- Debería decirte que me hallo ilusionado, pero... Sinceramente no sé cómo se lo tomará el resto del mundo...- Bronco era un semiorco y como tal, sabía que muchos eran los que sentían cierta animosidad hacia los mestizos orcoides. - Igualmente, estoy preparado para ayudar en lo que pueda a mis compañeros de travesía.- añadió mientras acariciaba a Haggar, demasiado ocupado ingiriendo su pastel de miel. - En cuanto a ti... No existe nadie mejor para ser mi mentora.- Sonrió el muchacho de casi dos metros. - Sólo espero que mis hermanos cuiden de Ernest... cada vez está mucho mayor y su malhumor no tiene remedio...- afirmó con sentido pesar, aunque el uso del nombre de pila de su padre adoptivo, dejaba entrever que en su relación no existía amor.
En cuanto Olmira extrajo ese pañuelo, el dulce aroma de la miel difundió por las enorme narinas de Haggar. El oso no tardó ni un solo segundo en engullir de forma apresurada el pringoso pastelito, e incluso se apartó unos metros de Bronco... ¡¡No fuera a ser que le diera por pedirle una pequeña porción!!
Tras ese tentempié, el osezno corrió nuevamente hasta donde estaban sus dos amigos. Llevaban mucho tiempo hablando... Cosas serias seguro...
Bronco rascó su cabeza... ¡¡Qué gustito!!... y luego se estiró sobre la hierba.
Olmira se limitó a observar el claro mientras se paseaba escuchando las palabras de Bronco. En un estado casi meditativo cerró los ojos durante un instante y al abrirlos miró al semiorco druida. - Probablemente ser acceptado por los otros tres elegidos para el peregrinaje sea una prueba adicional para tí, es cierto. Pero nada debes temer, sabes que en Kassen los lazos entre nosotros son fuertes a pesar del color de nuestra piel o procedencia. De hecho... el peregrinaje trata precisamente sobre eso, lograr un objetivo cooperando entre vosotros, aportando cada uno aquello en lo que más destaque... así que debes luchar contra ese temor - la druida realizó una pausa y siguió paseandose por el claro en movimiento circular alrededor del semiorco.
Al llegar detrás de él, le miró y añadió: - ¿Qué crees que podrás aportar tu, hijo de la madre naturaleza?-
Sabía que esa pregunta formulada por Olmira llegaría tarde o temprano... ¡¿Qué podía aportar él?!...
Bronco observó con sosiego el claro del bosque al igual que su mentora. Aquel era en el único lugar del mundo donde su corazón se sentía en paz y calmado, pero sabía que en su esencia era mucho más salvaje, pues por sus venas corría con fuerza la vitalidad e incluso brutalidad de los orcos. Miró a la anciana y después de una larga reflexión, recogió el enorme hacha con el que solía talar árboles. Con gestos precisos, la cruzó tras su enorme espalda y luego se atrevió a afirmar:
- Al igual que la naturaleza, aportaré fuerza y tenacidad.- Su respuesta fue corta y concisa, pero cada una de sus palabras estaban llenas de sabiduría. La naturaleza no detenía su avance ante nada, mostrándose adaptable y fiera. Y así debía ser el druida oso.
Con esos preceptos bien aprendidos, estaría en disposición de ayudar al resto de sus compañeros.
Olmira sonrió como si hubiera adivinado la respuesta de Bronco de antemano. - Fuerza y tenacidad... si, son formas en las que la naturaleza puede manifestarse, como los fuertes vientos o las tormentas de verano. Aún así, nada son la fuerza y la tenacidad sin un equilibrio que permita medir su uso. - dijo la druida mientras alzaba ambas manos y cerraba los ojos de forma calmada, pareciendo respirar la tranquilidad y sosiego de aquel claro, dando más enfásis a sus palabras.
Olmira conocía al semiorco lo suficiente como para conocer también sus debilidades, la sangre que fluye por las venas del semiorco le predisponía de manera inevitable a una mayor agresividad que otras razas, y Olmira sabía que ese podría ser un potencial peligroso para un druida.
- Hay quienes han recibido los mismos dones que nosotros pero han desechado el equilibrio, guiandose y ansiando aumentar su fueza y tenacidad sus dones se han ido corrompiendo como una rosa marchita y la destrucción de todo lo que vive y crece ha pasado a ser su anhelo más oscuro. - añadió la druida con un tono algo más serio y severo que el anterior - para poder utilizar tu potencial, tanto físico como mágico, debes aprender a medirlo y controlarlo... o nunca hallarás el equilibrio necesario para honrar a la madre naturaleza. - sentenció mientras bajaba los brazos de nuevo y abría los ojos, clavando sus enigmáticos ojos de color esmeralda en el semiorco.
Bronco escuchaba las palabras de Olmira con apasionada atención. Había ciertos aspectos en aquella anciana que evocaban el recuerdo de Ada, y eso complacía al vetusto semiorco. Había pasado los últimos años de su vida rodeado de árboles y animales, realizando el oficio que sus hermanos y ernest le habían instruido, y no era dado a acercarse a los límites de Kessen. Pero ahora, todo aquello acabaría en la Festividad de la Cosecha...
- No debéis temer Olmira... Entre mi fuerza y el mundo habrá el equilibrio necesario para que todo rija según los principios de la naturaleza.- Afirmó nuevamente Bronco, mientras realizaba un gesto para que su cachorro de oso garra de runas se levantara. - ¡¡Vamos Haggar!!... No es momento de descansar.- se dirigió al osezno como si éste fuera capaz de entender cada una de sus palabras.
Olmira pareció convencida de las palabras de Bronco, le conocía,y sabía que su corazón era bueno y capaz de mantenerse alejado de las tentaciones de ambición y poder que a veces conlleva la responsabilidad de poseer poder.
- En dos días deberás ir a la plaza de Kassen para encontrarte con tus compañeros e iniciar tu peregrinaje... y ya he pensado cual será mi forma de prepararte - dijo extrayendo de la bolsa una especie de semilla redondeada y del tamaño de una almendra - quiero que utilices un espacio de este claro para plantar esta semilla y la veas crecer bajo tu protección, no es una semilla cualquiera, es especial, ya que se convertirá en un pequeño árbol en tan sólo dos días. - dijo mientras le extendía una mano con la semilla - quiero que en tu observación de su desarrollo logres contemplar la belleza del crecimiento y la vida en las cosas y puedas aumentar así tu sabiduría...
Después extrajo una especie de pequeño trozo de pergamino doblado y se lo tendió al semiorco:
-Y esto... esto forma parte del peregrinaje. Cuenta la tradición que Ekat Kassen y nuestros antepasados tuvieron que colaborar entre todos para lograr localizar en esta extensa floresta el campamento invasor que sitió nuestra aldea y entre todos realizaron un mapa para elaborar una estrategia de ataque. Este trozo que te entrego es una pieza del mapa que os guiará hasta la cripta de la llama eterna. Cada uno de vosotros tiene un trozo y deberéis lograr reconstruir la senda correctamente. -
Tras darselo, la enigmática druida se dió media vuelta dispuesta a marcharse,no sin antes sonreir de forma dulce a Haggar, pero antes de desaparecer del claro dijo unas últimas palabras:
- Te deseo lo mejor, Bronco, hijo de la tierra y el bosque. -
Bronco recogió ambos presentes con sus enormes manotas. Luego miró fijamente a Olmira y le sonrió una vez más. Sabía que ésa, podía ser la última vez que viera a la anciana druida y por ello deseaba que tuviera un buen recuerdo de él. Luego, mientras Haggar saltaba por aquí y por allá, buscando que Bronco jugara con él, el semiorco se dedicó a plantar y regar la semilla que Olmira le había donado.
Tras esto, se tendió sobre la fresca hierba, y mientras degustaba algo de carne sazonada, le echó un vistazo al mapa. Le había tocado el pedazo del Lago Gris...
- ¿Cómo crees que nos irán las cosas?- preguntó mirando a Haggar, el cual saboreaba su porción de carne sazonada sin hacer mucho caso a Bronco- Eso, eso... ¡¡Tú a lo tuyo!!- dijo el chamán protestando ante la pasividad del oso garra de runas. - ¡Pues disfruta de este par de días porque nos vamos a Kessen, pequeñín!- le renegó como lo haría una padre a su hijo.
El oso se quedó apenado cuando Olmira emprendió la marcha, pero ahora seguramente podría jugar con Bronco... pero Bronco no quería jugar. A pesar de eso, el osezno se las ingenió para jugar dando botes y peleando imaginariamente contra árboles tumbados.
Luego llegó la hora de comer y Haggar estaba preparado para ello... realmente siempre estaba preparado. Mientras degustaba la carne especiada, Bronco le decía que no debía ser tan gandul... Tenía razón, pero se estaba tan bien en ese claro...
Los dos días pasaron y la semilla que Olmira le había mandado plantar fue convirtiendose con el paso de las horas en un pequeño árbol de aproximadamente dos metros que creció sano y fuerte bajo la protección de Bronco y Haggar. El pequeño árbol permaneció en el claro, inmovil, como un monumento a la memoria de algo o alguien.
Mañana era el día, mañana Bronco y su fiel oso se unirian al resto de los elegidos de Kassen para ir en busca de la LLama Eterna...
NOTA DM: Fin del preludio, puedes poner últimos posts interpretativos si quieres.
Tal como dijo Olmira, la semilla creció rápidamente hasta convertirse en un pequeño árbol de un par de metros. Tanto haggar como él, estaban orgullosos de haber cuidado a dicho presente de la naturaleza, y a partir de ese instante, el claro sería conocido como el Vado del Árbol Solitario. En ese claro, cualquier persona sería bien recibida, y sería como el lugar emblemático del chamán oso.
- Mañana comienza nuestro viaje Haggar...- le dijo al osezno, mientras éste lo observaba con unos grandes ojos rojizos de alegría.- ... Y llevaremos nuestro hogar con nosostros.- afirmó bronco cogiendo un trozo de rama del árbol que estaba ante ellos.
Aquel pedazo de madera les daría el calor y el cobijo necesario para avanzar en sus días de viaje.
Por mí ya está.
NOTA DM: Me mola!!!!! Por cierto todos los escogidos sabéis que no debéis llevar ningún equipaje para el camino de Santiago... digo para peregrinar a la cripta, se os proporciona a la salida.
Mi equipo de combate sí ¿no?.
NOTA DM: Si, me refiero a la típica mochila de viveres, cuerdas y demás.