Partida Rol por web

Te lo tomas con tiempo. Empiezas por la cama, y das la vuelta al colchón con facilidad.
Se trata de una cama bastante mediocre, y debajo una tabla de luterma actúa como somier. Puedes, si lo deseas, obtener uno de los alambres de la cama, para usarlo como improvisada ganzúa.

Luego te acercas a la pantalla. La revisas. Sin prisas. Algo debe estar, en alguna parte...

Pero no parece haber nada. Hasta que de pronto, tocando la pared de la izquierda, oyes un sonido distinto. Como a hueco.

Sigo golpeando, despacio, intentando reseguir el espacio que está hueco. Y palpo por si hay una puerta camuflada. Con mucha atención. Pego también la oreja a la pared, mientras golpeo, por si hay alguien al otro lado, que responda de algún modo...

De pronto oigo la voz de una mijer. ¡Ha abierto el cajón!

-¿Qué hay ahí? ¡Yo no lo he intentado aún! ¿cómo lo has hecho...?

Ante la extraña respuesta de la voz de aquella que ha conseguido abrir su cajón, dejo las paredes, y recojo un alambre de la cama.

-¿¿QUË HAS ENCONTRADO?? ¡¡DILO!!

Y empiezo a hurgar con impaciencia, para ver qué diablos esconde ese receptáculo, que no pueda decirse en voz alta...

Justo cuando estás alejándote del lugar en donde has estado palpando la pared, notas como parte de la misma, un cuadrado de unos diez centimetros de lado, puede presionarse.

Me doy la vuelta, y presiono. Carcomida por la curiosidad por saber qué narices contiene el cajón, pero también por lo que puede ser ese recuadro...

Al presionar el recuadro, escuchas un repentino movimiento, y el cajón de encima de la cabecera de la cama se abre por si solo. Desde donde estás solo puedes ver una maraña de cables e instrumental médico.

Pero aun mas importante, y hasta cierto punto aterrador, es que la puerta de la habitación se abre. Parece que la puerta da a una especie de pasillo

La sensación ha sido tan sorprendente, que en un primer momento me he quedado inmóvil, en blanco. Reacciono poco a poco, lo que he estado buscando está ahí. La puerta abierta, el cajón abierto... respuestas.

No sé si estoy preparada para ellas, no sé si ahora quiero saber.

¡Claro que quiero!

-¡HE ABIERTO LA PUERTA! Y EL CAJÓN...

Me encaro a la puerta, al pasillo. He de salir. Pero antes, regreso a la cama, y miro el contenido del receptáculo con cuidado. Material médico, cables...

Despacio me acerco a la puerta. Saco la cabeza por el dintel, asomándome. ¿dónde estoy...?

El contenido del cajón es el propio de un instrumental médico. Lleva bastante tiempo sin uso, y a pesar de que no está en un lugar lo suficientemente higiénico (al menos en apariencia) es de una indiscutible calidad ténica. Hay un aparato electrónico, desenchufado, que estás casi segura serviría para medir las constantes vitales y, tal vez, otros parámetros médicos. Luego hay abundantes vias, así como cables para medir las pulsaciones, e incluso el ritmo cerebral.

También te das cuenta que hay conexiones, que probablemente servirían para que otros aparatos diagnósticos pudieran conectarse a este mismo lugar. Crees que todo eso podría implicar las objetivas posibilidades de hacer un profundo diagnóstico, dilatado en el tiempo, a un paciente.

Reconozco lo que veo. Como si... claro. Mis muñecas... ¡he estado usando ese material! Esto parece ser una clínica de algún tipo... entonces... ¿por qué tanto secreto, tanto encierro, tanta soledad...?

Me enrollo la sábana encima, me dirijo a la puerta abierta, y salgo por ella.

Solo luces de emergencia alumbran un largo pasillo. A tu espalda quedan las puertas metálicas de cinco habitaciones, todas ellas cerradas menos la tuya. Con ellas termina el pasillo. En frente... todo parece estar devastado. Hay un evidente rastro de destrozo, de desolación. Todo está sucio, y viejo. Como si el lugar hubiera sido apresuradamente abandonado. Hay cinco puertas de madera y luego el pasillo gira hacia la derecha.

Con aprensión, lentamente, paso a paso voy recorriendo el pasillo. paso ante las puertas, pero no las abro. Voy hacia la esquina, para doblar el recodo. Si me atrevo....

Regreso del recodo a las puertas de nuevo. Y una a una intento abrirlas, y si no lo consigo las voy golpeando, las cuatro, a la espera de que respondan las voces con las que estoy hablando... o que no lo hagan... o que respondan otras voces.

Llegas al final del recodo. Al otro lado hay una habitación enorme, que se asemeja a un laboratorio. Hay diversos ordenadores, pero todos ellos parecen haber sido destrozados a conciencia. Del mismo modo sillas, mesas y el material, probablemente médico o químico, que se amontonaba en estanterías y armarios metálicos, ahora mismo abiertos. Todo el lugar es un caos. No hay ventanas, aunque sí localizas varios conductos de ventilación en el techo. Además del pasillo en donde te encuentras, al otro lado de la estancia hay otro pasillo.

Todo el lugar tiene la tenue iluminación de las luces de emergencia.

Tras mirar desde el recodo, te das la vuelta. Las cinco primera puertas de madera están parcialmente carcomidas, y en su interior hay, respectivamente, dos baños, un trastero, una sala donde debió almacenarse material médico y una sala con anaqueles en donde se debió almacenar comida.

Respecto a las otras cuatro puertas metálicas situadas detrás de la tuya... la del fondo acaba de abrirse

Me doy la vuelta, y después de llevar la mirada de uno a otro estante, de una a otra puerta, de uno a otro objeto, me quedo esperando ver quien sale de la puerta metálica que acaba de abrirse. Imagino que será alguno de los propietarios de las voces que he escuchado, y que están en mi mismo caso. Pero, naturalmente, no lo sé con certeza.
Así que, inmóvil, desconcertada, aguardo...

Miras, pero nadie sale de la puerta situada al fondo del pasillo. Por contra, mientras esperas, dos puertas más se abren. Las situadas a ambos lados de la puerta de donde nadie ha salido.

Ya todas las puertas están abiertas menos la situada enfrente de ti

Voy de nuevo hacia atrás, hacia las puertas que se han abierto. Alguien lo ha hecho, pienso.

-¿Quién hay ahí...?

No puedo negar que tengo miedo...