Martes 24 de Febrero de 2004. - Louis Armstrong Park, Nueva Orleans.
Notáis como vuestros cuerpos son arrastrados por todo el parque, hasta que os paran violentamente. Aún estáis adormilados y vuestros músculos no responden. Pero escucháis y véis todo.
Estáis rodeados por seis... vampiros. Jamás creeríais ver eso, pero lo son. Os lo han demostrado mordiéndoos.
La primera que habla es una muchacha menuda, y temerosa, de pelo negro, con una sudadera con capucha.
La muchacha se muerde el labio inferior.
- ¿Y vamos a dejarlo así, sin más? ¿Aquí tirados?
La chica oriental a su lado bufa, aburrida.
- Andrea. Sabías lo que íbamos a hacer, y aceptaste venir. Ahora no estés incordiando.
La chica se muerde el pulgar de la mano derecho, mientras habla.
- Ya, pero es que...
- Andrea. Basta.
Un hombre enjuto, bajito, con gafas redondas y abrigo largo.
- No me hagas quedar mal delante de nuestros hermanos. Demuestra que te eduqué bien.
Un hombre con un traje de ejecutivo y gafas de sol rió.
- Deja a la chica, Warren. Todos sabemos que has hecho lo mejor por su educación, pero es la juventud. No está acostumbrada a tratar con Dragones.
Luego se aclaró la garganta.
- Bueno, Mary. Haz lo que debes con ellos. Yo me voy, que no creo que a Vidal le haga mucha gracia que esté rondando por su bonita ciudad. Warren, Andrea, ¿os acerco?
Los otros dos vampiros asintieron y se fueron en silencio en medio de la noche.
Un chico rubio, con el pelo revuelto, se agacha y comienza a mirar a Romy desde más cerca.
- Es preciosa...
La mujer madura negra se acerca y le dice con autoridad.
- Nathan. No te atrevas.
Pero es demasiado tarde. El cuerpo de Romy es levantado por Nathan, que comienza a correr. La voz de la mujer madura retumba.
- ¡Deja el cuerpo, ahora!
El chico, congelado, obedece y mira hacia atrás.
- Tendrás consecuencias. - le dice la mujer desde la lejanía al muchacho.
Y se escapa, corriendo a toda prisa.
Victoria cabecea. Luego mira vuestros cuerpos. Poco a poco vais recuperando la movilidad.
- Vamos, Mary. Bórrales ya. No tenemos más tiempo. Van a despertarse.
La mujer asiente y uno a uno, se arrodilla frente a vosotros.
Poco a poco, todos los recuerdos de esa noche se funden, y se van... No existen...
- Listo. Vámonos.
Martes 24 de Febrero de 2004. - Louis Armstrong Park, Nueva Orleans.
Abres los ojos y miras a tu alrededor. Tu visión se toma un momento para aclararse, pero puedes oír a la gente y a la música, el sonido del Mardi Gras. Sin embargo, suena distante. No parece que estés en el Barrio Francés.
La noche es fría, y sientes una brisa fluyendo sobre tí desde el norte. Debería enfriarte, pero no tiemblas ni se te pone la piel de gallina. La luz de las farolas parecen distantes y apagadas, y tus prendas se pegan frías y rugosas contra tu piel. Algo es diferente, algo está terriblemente mal, pero no tienes fuerzas ni siquiera para mostrar miedo o indignación. Sin embargo, sí que sientes algo. Sientes hambre.