Partida Rol por web

La mujer blanca sacudio la cabeza y sonrio.

- Puedes ser aquel que lleve a mi hijo hasta una nueva era o bien desaparecer para siempre... tu decides.

Sus palabras despejaron todas las dudas del indio. ¿Que devia hacer?

"Qué debía hacer"

Palideció de terror el joven guerrero cuando escuchó y entendió perfectamente las palabras de la mujer blanca. Se confirmaba su peor presentimiento. "El espíritu del Mal ha poseído a ese niño. Y ella lo sabe, no le importa. ¿O tan bien ha sido conquistada, dominada por el demonio?

Ichii no podía pensar. Estaba paralizado. Le costaba respirar. Temblaba en su mano el tomahawk. ¿Iba a golpear al niño y a la mujer? ¿Y si los mataba y el espíritu malvado escapaba igualmente? Asesinaría a dos personas inocentes" .

Una idea relampagueó en su castigada mente. 

-¿Qué nueva era es esa? Dime primero qué es lo que quieres. ¿Dónde están los demás? Si se más de ti, tal vez te ayude.

Consiguió, no sin esfuerzo, pronunciar esas frases. Trataba de ganar tiempo mientras se le ocurría algo mejor, aparte de salir corriendo.

La mujer hizo un gesto de desgana con su cabza y continuo andando.

- Estan muerto... como lo estaras tu si te interpones en su camino.

La mujer abrazo con fuerza a su "hijo" con el rostro un tanto apenado, quiza como si recordase a su esposo muerto. Luego recobro la compostura y reanudo su marcha sin fijarse en el indio.

Mientras Antonio y Reimond forcejean el Predicador intenta encontrar alguna piedra cercana, logrando asir entre sus manos un arma improvisada y saltando sobre Antonio, golpeándole justo cuando James se lanza sobre los tres, derribándoles al suelo del tunel mientras Live trata de pasar corriendo.

En ese momento un gran estruendo sacude toda la cueva. Todos comprendeis que el tiempo se ha acabado... primero la deflagración se extiende por la galería, luego la onda expansiva que, finalmente, hace derrumbar toda la oquedad.

En momentos la oscuridad se cierne sobre vosotros, sumiendoos en ella y dejándoos descansar finalmente...

La mujer respondió solo una de sus preguntas, y con una amenaza tras ella. El chico no sabía qué hacer. No quería creerla, no quería pensar que todos habían muerto, aunque lo sucedido en el interior de la cueva, la explosión, no parecían indicar otra cosa.

Necesitaba ahora el apoyo de sus ancestros, de sus padres, de sus abuelos. Y se veía solo, asustado, derrotado. Podía tirarse en un rincón, dejarla pasar y macharse a las montañas y desaparecer en ellas para siempre. No podría vivir así y terminaría por cortar su vida.

Arrasados sus ojos por lágrimas incipientes, comprendió que solo le quedaba una posibilidad. Si mataba a la mujer y al niño, ¿derrotaría al maligno?  ¿Serviría de algo acompañarla, decirle que él quería participar de la nueva vida? Eso era horrendo.

Se abalanzó sobre ellos dos, tomahawk en alto.

El joven indio salto sobre la mujer derribandola a suelo y dejando que el niño cayese de sus brazos. La rostro palido reacciono como una hiena salvaje, clavandole sus uñas y rasgandole la piel como si no fuese humana pero Ichii reunion todo su valor y su fuerza para clavar su tomahawk contra ella, abriendola en canal y golpeandola una y otra vez pues era como si no sintiese nada, ni dolor, ni pena, ni miedo.

Finalmente Ichii se encontraba malherido por aquella "bestia" con forma humana, ensangrentado y con el hacha aun en lo alto... agotado... cuando se percato que el niño estaba en pie, mirandole friamente con ojos vacios, y con una perturbadora sonrisa en sus labios.

- Gracias.

La voz del niño golpeo al indio como una losa derribandolo al suelo y sumiendole en la mas absoluta oscuridad. En su mente solo una voz ronca, sombria, aterradora y la nada.

- No sois mas que fuego encerrado luchando por salir... mientras viva en vosotros vivira en mi...

Cuando Ichii desperto alli aun permanecia el cuerpo destrozado de la mujer del sheriff pero nada mas. Apenas le quedaban fuerzas pero podia ver con claridad el rastro del niño alejandose.
Hoy no, ni mañana, quiza no pasado, pero intentaria por todos sus ancestros, por su propia vida, que daria caza a aquel ser antes de que pudiese volver a causar mal y expandirse por las tierras del hombre.

Ichii no sabia como, no lograba comprender como, pero lo haria.

Cansado y derrotado el joven indio habia abandonado la inexperiencia de la juventud para convertirse en el ultimo de su tribu, en un guerrero con una sola mision, en un luchador sin tregua. Esa era su promesa.