Partida Rol por web

Una vez a una distancia razonable de cualquier amenaza tangible y habiendo pasado unos controles preliminares de seguridad al pad de datos, el grupo decidió por fin echar un ojo a ver qué clase de información contenía para que Kazimir estuviera dispuesto a matar para conseguirla, aunque tras el breve encontronazo que habían sufrido, bien parecía que Kazimir tenía bien ganada su fama de estar dispuesto a matar por bien poco.

Tras indagar durante un rato, Vincent concluyó que el pad contenía tres secciones de datos diferenciadas bajo diferentes niveles de encriptamiento. La primera parte de la información era de acceso libre, pero la mayoría de los archivos se encontraban cifrados. A Vincent le llamó la atención que había dos sistemas de encriptamiento distinto, uno parecía razonablemente sencillo y, con el tiempo suficiente, estaba seguro de ser capaz de superarlo. El otro era un tema muy distinto, un enrevesado encriptamiento nuevo para él, pero que Randolph le aclaró que se trataba de encriptamiento militar de la AuMe... Dado que Karlo Drei pertenecía al funcionariado civil de la AuMe esto ponía las cosas mucho más interesantes, y no era seguro ahora que el mismo funcionario supiera completamente qué información estaba vendiendo... o quizá lo sabía.

La parte no encriptada es un conjunto de logs generados por los sistemas de observación (balizas, estaciones, naves...) que gobiernos planetarios, instituciones, sociedades, Imperio y AuMe tienen repartidos por todas partes. En concreto, detalla una serie de coordenadas estelares correspondientes sin duda a ataques de piratas espaciales. Tras ser analizados por la computadora de la nave pudisteis llegar a una serie de interesantes conclusiones: todos los ataques habían sido realizados por la misma nave mismo atacante (había un conjunto de datos que se repetía en todos los logs) y todos los ataques estaban situados en una profundidad intermedia en la zona conocida como La Fosa, un lugar en el que solo se encuentran comerciantes muy osados, muy desesperados, alguna nave militar y... piratas, claro. Es más, en una zona muy concreta de La Fosa, un cubo de unos 10000 km de arista, lo que en términos estelares era muy poco.

Aunque la información es fiable, hay algo que no termina de cuadrar. Los ataques no parecen seguir un criterio lógico alguno (es como si se hubieran dirigido a cualquier nave que  atravesase esa zona en concreto) y son insuficientes en número e importancia como para haber generado la granizada de rumores a la que habéis estado sometidos últimamente (y que probablemente era la responsable de haber atraído una fauna tan diversa a El Limbo) y, lejos de recrudecerse en el tiempo, han disminuido en gran medida en las últimas semanas.

Estaba claro que había gato encerrado. Interrogar a Karlo Drei hubiera sido de gran ayuda para contextualizar estos datos y la forma en que habían sido obtenidos. Pedir que la nave buscara información en sus biblioteca sin datos más precisos o un contexto era como buscar una aguja en un pajar. Lamentablemente, la entrevista con el desdichado ya no iba a ser posible así que solo quedaban dos vías fáciles de obtener más información: recabarla sobre el terreno o desencriptar aquel maldito chisme.

Una vez en el espacio estaban a salvo. La inmensidad del mismo que asuataba a muchos era un balsamo para Zacharias, el cúal podía pasarse horas y horas en el asiento de pilotaje viendo pasar las estrellas. Un buen puñado de cigarros, un buen brevaje y el firmamento y era la persona más feliz del mundo. A veces se ponía a pensar en épocas pasadas cuando los marinos estaban en mar abierto mirando el horizonte que creían infinito, les entendía perfectamente.

Pero no había tiempo para desperdiciar. Habían dado esquinazo a Kazimir, de momento. Pero eso no quería decir que estuvieran a salvo o que fuesen los primeros en tener el premio. Si aquel funcionario lo había "cogido prestado" era obvio suponer que que la AuMe tenía la misma información. Tenían que averiguarla lo antes posible. Pero al parecer no era tan fácil como creían en un principio. Al estar encriptada la información iban a tardar. Vincent era bueno en lo suyo, y seguro que lo acabaría sacando, pero dado el tiempo que disponían lo mejor era ayudarle con las partes fáciles.

-Vincent, centrate en el mensaje pricipal. Los cortafuegos laterales que protegen el núcleo central de datos los descifraremos los demás. Así podrás pasar antes y averiguar qué leches hay ahí dentro.
Venga chicos. Que el premio está ya cerca. De esta nos retiramos, ya veréis.-

Los chicos habían salido magullados de la trifulca en el Limbo, algunos más que otros, por lo que necesitaban ver que había sido por algo importante.

Theodore ya se había quitado la venda del tobillo. La cura había sido perfecta y no presentaría ninguna secuela, andaba perfectamente y sin dolor, pero tampoco quería forzar. Vincent se había dejado también curar sin problemas y tras una última revisión Theodore la había dado el alta, se encontraba totalmente recuperado.

Una vez más repasó a fondo la enfermería, apenas había gastado suministros por lo que se encontraba totalmente equipada. Todo estaba guardado en su sitio y en perfecto orden de revista, todo como a Theodore le gustaba.

En su tiempo libre aprovechó para sintonizar las noticias, tanto las imperiales como locales, esperando encontrar algo significativo, pero la realidad es que tampoco buscaba nada activamente y su cerebro divagaba sin centrarse en nada concreto.

Vincent iba a trabajar la decodificación de los datos que habían conseguido. Theodore intentó colaborar en la tarea, esperando reconocer alguno de los patrones de la misma. Pero no encontraba nada en aquel galimatías, para él aquellos datos eran absolutamente incomprensibles.

Dejó trabajar a sus compañeros y regresó de nuevo a los canales de noticias, mientras su mano buscaba una taza de té que no tenía con qué llenar.

Prácticamente en cuanto el Gavilán salió del hangar de la estación Limbo, Vincent se había caído hacia un lado en la silla y se había desmayado. Seguro que Randolph habría podido jugar al magnetotenis durante dos horas con una herida de bala, pero él no era ningún super humano y en cuanto la adrenalina se fue, perdió el conocimiento. 

No era la primera vez que se desmayaba y lo primero que veía a continuación era la siempre pulcra enfermería de la nave, y la cara de Theodore mirándole con el ceño fruncido. Por lo menos aquella vez no había sido por unos muslos de mutapollo en mal estado. 

Palpándose el costado pudo ver que la recuperación había sido total, y que no notaba la zona ni dolorida ni tirante. 

—Maravilloso como siempre —le dijo a Theodore, antes de salir de la enfermería e ir a la cabina con los demás. 

Una vez allí, le dio las gracias a Randolph por su heroica actuación en el hangar, y se pasó un buen rato hablando de lo buenos que eran los láseres de la nave antes de que Zach cortase su charla por fin metiendo el pad de datos en el ordenador de la nave. 

Vincent se puso a examinarlo, y por desgracia descubrió que el cifrado de los datos no era cosa de broma. Aquello era encriptación de alto nivel. 

—Esto son códigos militares. Lo que haya dentro tiene que ser bueno si merece esta protección— dijo sacando el pad y conectándolo a la computadora auxiliar de la nave—. Muy bien, vamos a ello. 

—Vincent, céntrate en el mensaje principal. Los cortafuegos laterales que protegen el núcleo central de datos los descifraremos los demás. Así podrás pasar antes y averiguar qué leches hay ahí dentro. Venga chicos. Que el premio está ya cerca. De esta nos retiramos, ya veréis

—De acuerdo —respondió chasqueando los nudillos—, ocúpate de los cortafuegos y bloquea las subrutinas de datos dinámicos. Theodore, si vas a ayudar desactiva la configuración de AHM/2B antes de que me eche del sistema. 

Y, sin más, se puso a ello, con sus dedos pulsando con fuerza las teclas de la terminal. Vincent no era ningún informático, y su verdadero talento estaba en la ingeniería mecánica y electrónica, pero había aprendido alguna cosa de forma autodidacta y algo sabía de los encriptados de la AuMe. Theodore no fue de mucha ayuda, pero el capitán sabía lo que hacía y le permitió centrarse en reconocer el patrón. 

—Eh, ¿os he contado la de aquella vez que me picó un escorpión de Myxla?— comenzó a decir, como siempre que trabajaba, como si hablar, lejos de distraerle, le ayudara a concentrarse—. Esa sí que fue buena, un trabajo en la maldita jungla de ese sitio. Los humanoides tribales tenían allí una pieza los antiguos xenos de Kôr, ni idea de cómo había llegado allí, y la adoraban como un ídolo, cantando a su alrededor y tirándole frutas raras. A mí, qué queréis que os diga, me parecía una estatua de acero de un váter espacial, pero el comprador estaba dispuesto a pagar una millonada por aquella cosa —los dedos de Vincent sobre el teclado no disminuyeron su velocidad, seguía descifrando el código, pero era como si su lengua se moviera independientemente de su voluntad—. Total, que llegamos al planeta, dispersamos a los indígenas a base de un par de bombas de humo y unos cuantos petardos, todos se ponen a correr hacia la jungla. Voy a coger el ídolo, pero entonces un viejo se me adelanta y me grita no sé qué, y yo voy a apartarle de un manotazo cuando ¡zas! El muy cabrón se gira ¡y me lanza un escorpión a la cara! Hay que joderse —Vincent lo dice como si fuese una falta de respeto o algo por el estilo, no como si estuvieran robando a las tribus—. Lo aparté con la mano, pero el cabrón me picó en el dorso. Os juro que nunca he sentido más dolor, me acaban de disparar y lo prefiero antes que uno de esos. Era como tener la mano metida en un reactor de plasma de triple núcleo. Estuve tres días con fiebre y con un pie en el otro barrio. Pero eso sí: nos llevamos el ídolo, y le sacamos una buena pasta. Una pena que fuese menos al repartirlo entre tantos que éramos, buscar en la jungla no es fácil. 

Por fin, Vincent se calló, un suceso tan raro y preciado como un amanecer triple sobre Tarkis III, y fue solo porque había logrado desencriptar los datos del pad y se encontraba leyéndolos. 

Tras varias horas de picar código, buscar rutas de entrada, tratar de crear acessos por puertas traseras, probar varios centenares de algoritmos de desencriptados (con la inestimable ayuda de la computadora de la nave), pudisteis al fin acceder al nivel más bajo encriptado. Durante un momento, Vincent había acariciado el éxito con la punta de los dedos (su jerigonza sin filtro solía ser buena señal), pero la configuración de seguridad AHM/2B, un conjunto de subrutinas de detección de hackeo de diseño militar, había dado al traste con sus intentos en repetidas ocasiones a pesar de los desesperados esfuerzos de Theodore, que había cumplido un papel muy digno. Era una tarea para especialistas que se tomasen su trabajo con calma, y ellos ni eran lo uno ni disponían de lo otro. Los intentos posteriores de forzar electrónicamente el hardware habían tenido un éxito similar y se habían detenido antes de llegar a niveles que pudieran dañar irreversiblemente el soporte de la información.

La información encriptada de nivel bajo era una ampliación de los datos públicos que incluía los datos sin procesar* obtenidos por los sensores, estaciones y balizas, bastante más completa que los logs generados por los sistemas informáticos, así como algunos datos obtenidos directamente de las naves atacadas, que tenían que haber sido emitidos justo durante el ataque o bien recuperados posteriormente. Se trataba interminables secuencias de datos aparentemente indescifrables, lineas y lineas de secuencias alfanuméricas interminables que fue necesario interpretar mediante computadora. Para más inri, gran parte de los datos estaban incompletos, corrompidos o directamente dañados. Curiosamente, todos la información procedente de naves atacadas procedía de naves independientes o comerciales.

El Gavilán Errante, o más bien su cerebro central, tardó más de 5h en traducir la información a algo digerible y aún así fueron necesarias otro par de horas más hasta que leistes y analizasteis las traducciones. Podíais deducir que la nave atacante era una nave de tamaño medio, lo que descartaba cargueros (por desgracia, porque constituían magníficas presas) pero también, afortunadamente, acorazados, cruceros y otra serie de leviatanes interestelares. Sin embargo, parecía claro que estaba equipada con armamento pesado y, analizando los registros de combate, se movía a una velocidad inusitada, superior a la de cualquier nav comercial y más propia de una nave de intercepción.

Zacharias había visto muchos datos de navegación a lo largo de su vida y había llegado a un punto en el que era capaz de adivinar a menudo las características de las naves solo por los datos sin procesar con los que trabajaba su nave. Y Zacharias notaba que había algo raro en esos datos. Había ciertas similitudes con los datos propios de una nave de la AuMe si uno los miraba en conjunto, pero analizando los detalles individualmente, no encajaban. Y esto solo aumentaba la sensación de que algo estaba fuera de lugar, y tenía esa sensación desde que había entrado en el Gavilán.

La misión había sido intensa y se habían jugado la vida más de lo que le hubiera gustado, pero ahora, viendo a todos sentados trabajando en el pad casi parecía que aquello quedaba lejos. Le alegró ver a todos bien, sanos y salvos y dispuestos para el siguiente combate. Con pose orgullosa, pasó a la sala en la que estaban todos y se dirigió a Theodore y VIncent.

- Ha estado cerca esta vez ¿eh chicos? – sonrió exageradamente, claramente no era natural – Demasiado cerca, casi me frien el culo. – Se apoya en ambos y su rostro se torna serio – Ambos me debeis una y me la pienso cobrar en la próxima cantina en la que paremos a algo más que a pegar tiros.  Barra libre. No hay excusas –

Esta amenaza que en boca de otros podía parecer superflua, en boca de Randolph era una amenaza al bolsillo del amenazado. El ex-militar era un bebedor nato y era capaz de aguantar muchas copas antes de que su cabeza pudiera siquiera notar el efecto del alcohol.  Esto tampoco pilló de sorpresa a los compañeros ya que no era la primera vez que Randolph intentaba sacar tajada extra de una misión.

Entonces se centró en el pad y escuchó a los expertos en tecnología hablar de su Mumbo-Jumbo. Una jerga que él no entendía. Sin embargo, si escuchó que parte de los datos eran militares por lo que tal vez pudiera hacer algo para contextualizar los datos.

- Oye Zach, mientras ellos están haciendo... lo que sea que estén haciendo con el pad, creo que yo puedo revisar la red militar con los antiguos códigos que tengo a ver si encuentro algún dato que ayude a contextualizar lo que sea que encuentren -

Randolph se fue hacia su habitáculo y abrió su pad de datos personal y empezó a navegar. Sus claves militares estaban obsoletas pero muchas aun le permitian acceder a algunos rincones de la red permitiéndole conseguir información. Quizás así pudiera encontrar algo.

Randolph se afanó en ser de ayuda pero, evidentemente, aquel maremágnum de datos estaba muy lejos de sus capacidades. Acudió a su pad de datos personal, donde intentó comparar la información obtenida, pre y post traducción con los archivos que guardaba de su época como militar y aquellos adquiridos más tarde a través de los contactos que conservaba en aquel ambiente, pero no encontró correlaciones. Quizá con más tiempo y en un planeta con acceso a bases de datos mucho más extensas podría haber encontrado algo, pero allí, en el vacío estelar y con la nada despreciable pero a todas luces insuficiente biblioteca digital del Gavilán Errante todo su esfuerzo había sido en vano

Cuando por fin consiguieron sacar la información del pad era obvio que no le habían sacado todo el jugo que se podía. Pero habían hecho lo posible, no se les podía pedir más. El resto sería a la vieja usanza. Lo cual tampoco era malo.

Una vez estuvo toda la información disponible Zach se la leyó varias veces. No le gustaba demasiado lo que auguraba aquello. Y no porque un famoso y retirado (por no decir presuntamente muerto) pirata estuviera haciendo de las suyas. Si no porque las pocas pruebas que tenían podían indicar otra cosa peor.

Se fumó un cigarrillo pensativo. Era consciente de que los demás habían leido lo mismo que él, y que seguramente esperarían que dijera alguna cosa. Se fumó otro en silencio. Después, cuando vió que alguno de los tres estaba a punto de estrangularle ya se decidió a decir algo.

-No me cuadra.-

Al poco añadió.

-Creo que no es Alacuervo quien está haciendo esos ataques.
Por un lado las naves atacadas no concuerdan con su perfil. A menos que la edad, o la muerte, le hayan vuelto loco. Sus presas siempre habían sido a naves oficiales del Imperio o la AMEG.-

-Por otro está la zona donde está atacando. Casi siempre fueron por la zona del borde exterior. Si vas a atacar naves que sea en lugares que conoces bien para poder escapar en caso de necesidad.
Y estos han sido por la Fosa. Y todos sabemos lo que hay en La Fosa. O al menos lo que las potencias quieren que creamos que hay.-

Encendió otro cigarrillo.

-No sé. Me parece que alguien o algo está muy interesado en que esa zona del espacio esté fuera de los límites de cualquier nave. Lo que quiere decir que nosotros tendremos que ir a ver qué es eso tan valioso que no quieren que se sepa. ¿No creéis?-

Theodore asintió a Randolph

- Te debo más de una, ya nos las tomaremos a la primera ocasión.

Centrándose en el tema del pad, escuchó las conclusiones a las que habían llegado sus compañeros tras las horas de estudio. AL final todo se resumía en una serie de ataques perpetrados por una nave un tanto peculiar.

No era su especialidad, entendía de naves lo suficiente como para hacerse una idea, pero se perdía en los detalles.

- Es muy típico de la AMEG levantar una cortina de humo sobre aquello que no quiere que salga a la luz - respondió amargamente. Era rara esa actitud por parte de Theodore. No solía opinar mucho acerca del imperio ni de la política aunque, contrariamente a lo que se podía pensar, pasaba largas horas viendo los noticiarios y estaba muy claro que sus conocimientos en política interestelar deberían ser considerables.

- Será difícil obtener información si el servicio de inteligencia está interesado en ocultarla, pero es igualmente muy difícil controlar el inmenso flujo de noticias. Puedo buscar información adicional de la zona por los rincones de la red a ver si encontrase alguna facción política o un macro-consorcio empresarial con algún interés en la zona. Quizás un recurso importante...

- Independientemente de ello, creo que cualquier información adicional será interesante, pero tampoco quiero levantar sospechas innecesarias.

Contempló como Zach devoraba los cigarrillos uno detrás de otro.

- Las reservas de suero anticancer no son infinitas, Zach. - Le recriminó señalándolo con el dedo. Si no fuera por la limpieza que le hacía periódicamente hacía tiempo que Zach hubiera enfermado. Haciendo un gesto de abandono con la mano dejó el tema - No se ni para qué me preocupo...

Con la enfermería impoluta como siempre, Theodore regresó a los canales de noticias y uso la limitada conectividad de la nave para indagar en el underground de la red interestelar buscando información acerca de las Fauces que se hubiera escapado de los filtros imperiales.

Cuando la frustración fue mayor que su voluntad, apagó el pad y dejó de intentar encontrar nada entre aquel maremágnum de información. Rendido, volvió a la cubierta con el resto y se abrió una cerveza mientras esperaba que el resto terminara su trabajo. Cuando todo se completó y el capitán sacó sus conclusiones, a Randolph no le gustó lo que escuchó. Asintió a las aseveraciones de Zach.

- Se asemeja a una artimaña de la AuMe para mantener a extraños y curiosos fuera de la zona. ¿Qué coño han podido encontrar que les requiera semejante pantomima? – Randolph se quedó dubitativo, fuera lo que fuese, no estaba seguro de que pudiera merecer tanto la pena - ¿Estamos seguros de querer meternos ahí, capitán? Tal vez solo sea un negocio turbio o algo demasiado grande para nosotros. –

Randolph perdió la mirada en el mapa, fijando su vista en aquella región sin explorar.

- No me gusta Zach. No me gusta una mierda –

A pesar de su sensatez, se imaginaba cual sería la respuesta de su capitán y por ello, decidió a revisar el armamento que les quedaba para ponerlo a punto. Como dice el dicho, hombre precavido...

"...No se embarca en esta misión"

Suspiró con resignación

Por desgracia, fue más complicado descifrar aquello de lo que había parecido en un principio. Aquellos datos estaban corruptos, dañados, incompletos, y, para colmo, enterrados bajo un código endiablado. Al final, de tanto probar, Vincent casi ni notaba la diferencia entre los números y las letras, como si saltaran por la pantalla. Se frotó los ojos y probó un enfoque más directo: guardó la información en la computadora de la nave y desconectó el pad. 

-Ya tenemos una parte de los datos, pero por culpa de esta consola el cifrado militar se resiste. Voy a ver si me lo salto a lo burro. 

Abrió el pad con un destornillador y accedió a la placa base. Trató de conectar el núcleo central a los auxiliares mediante una microsoldadura, pero dio lo mismo. El sistema seguía echándole en cuanto detectaba la intrusión. Si seguí, podía destruir el pad. 

-Maldito aparato-gruñó-Si estuviéramos en otra parte, lo descifraría, pero con estos medios imposible. Es culpa de ese maldito funcionario. ¿Quién guarda datos corruptos en un pad sin arreglarlos?

Todos estaban ya acostumbrados a la irritante costumbre de Vincent de echarle siempre la culpa a otros, y en este caso no iba a ser diferente. 

Escuchó a los compañeros debatiendo sobre el cáncer de Randolph y sobre los datos que ya habían logrado descifrar. Sobre lo primero no tenía mucho que decir, pero sobre lo segundo lo tenía claro. 

-Hay que ir-dijo-No sé lo que es, pero ahí está pasando algo gordo. Y siempre hay que estar en el centro de la acción para enterarse bien de las cosas. No puede ser que nos quedemos al margen, si hay una oportunidad vamos y la cogemos. Y por si acaso... iré a revisar el estado de las armas. 

Se levantó y se dirigió a la sala de máquinas, para comprobar que todo estuviera en orden. 

Tras discutir brevemente las posibilidades, revisar otra vez la información y buscar cuantas alternativas parecieron sensatas, Zacharias había tomado la decisión de ir a investigar sobre el terreno y, aunque a menudo solicitara opiniones o consultara con su tripulación, en el Gavilán Errante solo había un capitán y un único hombre tomaba las decisiones. Aunque en este asunto en concreto no todos los miembros de la tripulación estaban plenamente de acuerdo con él, sabían su lugar en la nave y confiaban en las decisiones de Zacharias. Casi siempre. Porque les había llevado por el camino correcto. La mayoría de las veces, al menos. Y aunque estuvieran en bancarrota.

Decidido cómo proceder y mientras Zach se ponía manos a la obra para preparar el salto hiperlumínico (mucho más complicado esta vez por las anomalías en La Fosa, incluso en su parte externa), Randolph se fue a revisar el armamento y asegurarse de que todo estuviera cargado y tuvieran munición suficiente (esta vez iban a dejarse tomar el pelo con lo de las armas no permitidas), Vincent se fue a revisar el estado de la nave, sus armas y los trajes de vacío y Theodore a investigar una corazonada política. Había oído en alguna ocasión posibles planes de negocio para extraer los recursos vírgenes de La Fosa, pero hasta donde sabía, todos ellos se habían tornado agua de borrajas porque el riesgo superaba con creces los beneficios. En ese momento deseó estar en la civilización y no en aquel agujero inmundo perdido en un sector olvidado que no interesaba a nadie pero allí, en el vacío estelar, la única información que una nave podía captar era el eco de sus propias emisiones*. Estaban tan ocupados en sus tareas que casi no fueron conscientes del salto al hiperespacio.

Era un salto largo, de 1,27 parsecs, que duró algo más de 31 h, y la vuelta al espacio real fue tan brusca como suave había sido la salida, ya que nada más poner un metafórico pie en la fosa, Zacharias se vió obligado a hacer slalom entre un grupo aparentemente infinito de asteroides recubiertos de hidrógeno sólido. La cosa era peliaguda, porque si una de estas piedras recubiertas de hidrógeno helado perforaba el casco aunque fuera solo un poquito, podían inflamarse o explotar espontáneamente en contacto con el oxígeno. Durante unos interminables minutos, pudisteis sentir el violento golpeteo de pedruscos de pequeño tamaño aporreando la nave. Esquivarlos todos era imposible, el truco consistía en esquivar los grandes. Ocasionalmente, un asteroide de tamaño algo mayor rompía el ritmo homogéneo de los impactos, y podíais imaginar, u oír, cómo Zach se tensaba y maldecía a los mandos... y de pronto todo acabó, de golpe y sin aviso previó. El contraste fue muy acusado, de pronto os invadió una sensación de aturdimiento, como si os hubiéseis quitado tapones de los oídos y ahora todo se oyera fuerte y con claridad, cristalino. Pero de fondo, aún podíais oír el ruido fantasma de los impactos.

Os reunisteis en el puente para contemplar aquel lugar casi mítico, del que tanto habíais oído hablar en el pasado pero sobre todo recientemente. Había pasado un buen rato desde lo de los asteroides y el Gavilán se encontraba ahora próximo a la zona de los ataques. Por una vez, Zach había sido prudente y había decidido no salir del hiperespacio justo en medio de la zona cero. La visión que allí presenciasteis os resultó sobrecogedora. Todo el visor frontal de la nave, los sensores térmicos, químicos, lumínicos, las pantallas de datos estaban llenas de... nada. Una nada completa, un vacío absoluto. Os encontrabais completamente rodeados de una ausencia total de estímulos: todos los sensores de la nave registraban únicamente la línea base y frente a vosotros se extendía la vasta negrura infinita de La Fosa. Había algo conmovedor en ella, provocaba una sensación parecida a la que habían debido provocar la inmensidad de los desiertos arenosos de Tarkis III o la densidad de la selva myxliana en los primeros colonizadores. Y ese vacío también había belleza, pues esa negrura, que parecía densificarse hacía el interior de La Fosa, estaba jaspeada por el resplandor de millares de estrellas, constelaciones y galaxias que desde allí se veían como nunca antes. Y había algo más, una sensación que no podíais describir, como si todo estuviera invadido por un color difuso que a veces parecía un azul zafiro nebuloso y otras se tornaba casi un púrpura intangible, pero era algo sutil, que iba y venía a ratos, de forma casi intermitente. O quizá se trataba solo los efectos secundarios de un viaje hiperlumínico prolongado.

Lo que era cierto sin duda es que aquello estaba tremendamente tranquilo, como la superficie del mar en calma.

Tras la sacudida inicial a través de un campo de asteroides inesperado, pero nada que Zach y el Gavilan no pudieran manejar, llegaron al punto en cuestión. Un punto algo más vacio de lo que esperaba.
Vale que no es que esperara algo en concreto, pero sí que esperaba...algo. No toda aquella nada.

-No puede ser. Tiene que haber más ahí delante. Theodore, dale caña a los sensores. Tenemos que captar alguna cosa. Emisiones de energia, comunicaciones. Algo.-

Zach estaba nervioso mirando todo aquel vacio. Y eso no era normal, pues lo que solía pasarle era justo lo contrario.

-Si no encontramos nada dejaremos una baliza y nos adentraremos más. A las malas haremos de cebo de lo que sea que haya por aquí. No será nada que no podamos manejar.-

Theodore había barrido la información disponible en la nave a la vez que las noticias que había grabado en el último atraque, pero no había nada relevante en ellas acerca de la Fosa.

Tampoco era raro, la zona era inmensa y prácticamente vacía, no tener información podría ser simplemente porque no existía. Aunque también si la hubiera y se hubiera encubierto daría la apariencia de normalidad.

Estaba ya harto de buscar y no encontrar nada, pero al menos ya habían llegado a la zona. Se acercó al puente para ser partícipe de lo que se descubriera allí.

Solo para tener una nueva decepción, allí no había nada.

Ante la orden de Zach, Theodore se sentó en el puesto de observación. La nave contaba con sensores de diversa índole que Theodore conocía muy bien. Activo los sistemas que no estaban en automático y procedió a escanear la zona a corta y larga distancia.

- Estoy en ello, Zach. Escaneando la zona... - durante unos interminables minutos Theodore seguía con mirada inquisitiva las diferentes pantallas según los sensores iban enviando sus respuestas.

Finalmente habían llegado y tras pasar una peligrosa zona que su capitán había capeado con su buen hacer a los mandos del Gavilan, se encontraban ahora ante un enorme vacío. No había nada en aquel lugar. Tras esa sensación de vacío, agradeció tener sus armas a punto pues odiaba las sorpresas y tenía la impresión de estar a punto de recibir una.

No nos confiemos. La ausencia total de cualquier cosa ya es bastante sospechoso

Randolph se dirigió a las pantallas y a los ventanales y observó ambos con detenimiento en busca de cualquier cosa que pudiera llamar su atención.

- Está claro que hay algo que se nos escapa, esta zona no es de las más concurridas pero ha tenido naves a través de ella y según nuestras fuentes, recientes ataques. Debería haber chatarra, emisiones perdidas de comunicaciones lanzadas tiempo atrás. –

Volvió a las pantallas y se fijó con más detenimiento buscando cualquier cambio por imperceptible o extraño que pareciese. Entonces calló en que podían notar si esta ausencia de todo era natural o inducido.

- Capitán, ¿Tenemos comunicaciones con el exterior? ¿Nuestras balizas están DE VERDAD devolviendo información? ¿O estamos ciegos? Podríamos estar siendo afectados por inhibidores militares y no darnos cuenta lo que implicaría que, en efecto, aquí hay algo, y que estamos atrapados salvo que encontremos la fuente de los inhibidores.

Randolph esperó estar equivocado.

La salida de la hipervelocidad fue bastante más accidentada que de costumbre. Vincent se encontraba apretando las tuercas de la tubería de combustible auxiliar cuando un impacto le tiró al suelo. Se movió como pudo por entre las tuberías y los cables y se agarró a una de las consolas mientras los asteroides (eso tenían que ser) se estrellaban contra el casco como una lluvia de piedras. Finalmente, tras unos minutos en los que Vincent sentía cada impacto como si se lo dieran a él, por fin terminó y pudo levantarse y subir a la cabina. 

La infinita inmensidad del espacio era siempre una bonita vista, pero a Vincent le gustaban más las abarrotadas salas de máquinas. Aquello estaba simplemente demasiado vacío. 

-Vaya, qué tremenda cantidad de... nada-dijo observando la negrura inmensa ante él. 

-Capitán, ¿Tenemos comunicaciones con el exterior? ¿Nuestras balizas están DE VERDAD devolviendo información? ¿O estamos ciegos? Podríamos estar siendo afectados por inhibidores militares y no darnos cuenta lo que implicaría que, en efecto, aquí hay algo, y que estamos atrapados salvo que encontremos la fuente de los inhibidores.

Era un pensamiento inquietante, sin duda, y Vincent asintió a las palabras del soldado, aunque había otra posibilidad. 

-Iré a comprobar que los asteroides no se hayan cargado ningún sensor externo-dijo dirigiéndose de nuevo a las entrañas de la nave. 

La insoportable quietud aún se prolongó varias horas más. Nada perturbó esa tranquilidad paradójicamente desquiciante. Ni mediante los barridos de escáner registraron ningún tipo de señal, ni a través del resto de sensores, que se encontraban en perfecto estado según pudisteis comprobar, pudisteis captar nada, y lo único que perturbó aquel silencio opresor fue la propia actividad dentro de la nave. El tiempo se desdibujaba allí, alargándose exponencialmente conforme aumentaba vuestra ansiedad. A todos pasó por la cabeza la posibilidad de largarse de allí, estaba claro que había algún error o la información era errónea. Pero aguantasteis. La paciencia hace al pescador. Aunque no teníais claro si esta vez eráis el cazador o la presa.

Y, de pronto, cuando empezabais a ser presa de un tedio insoportable, cuando vuestras esperanzas más profundas empezaban a flaquear, cuando las miradas silenciosas se encontran con peligrosa frecuencia, repentinamente y con perfecta sincronía todas los sensores, escáneres, registros y pantallas cobraron vida al mismo tiempo, gritando estrepitósamente que había algo además de vosotros en aquel océano infinito. Y se aproximaba