Partida Rol por web

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Quellen estaba abriendo el cofre cuando vió salir de la espesura otro goblin, no esperó y disparó un rayo mortal en su dirección

Justo cuando estaba a punto de encargarse de darle al ettin el golpe de gracia, el gólem de Quellen intervino para robarle la gloria. Su sed de combate no estaba totalmente calmada, pero al menos el goblin le había refrescado lo suficiente. Así que, ante la retirada de Mutilador, procedió con altanería hacia el objeto que había visto nada más penetrar en aquel claro, dejando que aquellas dos cabezas tuvieran algo de tiempo para desesperar ante la perspectiva de su inminente muerte.

-¡Mira cómo corre, Buldar! Parece que tanto andar junto a goblins ha hecho que se vuelva tan cobarde como ellos. ¡No te des mucha prisa en acabar con él, porque quiero ver cómo cae pero antes tengo que resolver un asunto pendiente!

Encontrarse con todo un cofre no hizo apenas mella en su ánimo, pues con su hacha y su barba tenía todo lo que necesitaba para afrontar cualquier peligro. Sin embargo, le agradó no quedar por detrás del elfo en lo que a botín se refería. Esperando encontrar algo de valor, para poder restregárselo a su compañero, pateó una vez para romper el candado, y aun otra más para voltear la tapa.

Donde estas pequeñin? Donde te has metido dice el enorme barbaro mientras avanza en busca del gran Ettin. Hasta que da con el. Vaya, te encontre, ja, ja. Da un giro con su espada, pero la fuerte piel del Ettin le hace un solo rasguño sin importancia a tan colosal enemigo.

Al ver aparecer otro de aquellos pequeños seres, Andira esperó pacientemente su turno para emplear su maza contra él, y solo cuando la magia de Quellen hubo hecho la mayor parte del trabajo, la discípula empleó su arma para acabar con la vida de aquella vil criatura. Con el goblin muerto, la joven volvió su atención al cruce, donde Buldar parecía decidido a acabar con el segundo Ettin sin ayuda de nadie.

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Cuando Andira vió como primero Buldar y posteriormente Krutz caian bajo los temibles golpes de Mutilador, la discípula olvidó cualquier otra idea que tuviera en mente, y vertido todo sus esfuerzos en intentar salvar las vidas de sus compañeros, salió a la carrera, esquivando incluso la piedra invocada por Quellen. Cuando sus piernas, en un notable esfuerzo, la trasladaron al lado de sus compañeros, fueron sus conocimientos, los que se pusieron en marcha, vertiendo todo su poder en curar precariamente a ambos caídos héroes.

- Vamos, arriba, esa mole cree que puede derrotaros así de fácil. Demostradle que se equivoca!

Lo único que Andira sintió fue el no tener más fuerzas para terminar de curar las muchas heridas de ambos.

Gracias a las palabras de la muchacha, Buldar volvio en si. El enano le estaba gritando que fuera a por el cofre, que el se encargaria del giganton, y no queria decepcionarlo tampoco. Corrio hacia el cofre y encontro una muñeca

- Una muñeca? jaja, mi vida por una muñeca, jaja.

Los golpes de Mutilador habían resultado ser mucho más duros de lo que el enano anticipara. Allí tirado, compartiendo con Buldar el repugnante hedor de la derrota, con la sangre huyendo de su cuerpo en anticipo del colapso final que tan cerca se encontraba, la idea de la muerte no le desesperaba tanto como el hecho de haber sido derrotado por aquel pastor de goblins. Concentrando sus últimas energías en aferrarse con determinación a su fiel hacha, ni siquiera se enteró de la llegada de Andira.

Las atenciones de la discípula devolvieron entereza a su cuerpo, pero su mente seguía vagando entre fantasmas de vergüenza y deshonor. Sintiéndose resucitado, las manos apretaron el arma hasta casi partir la madera del mango, y tras un rápido movimiento el torso de Krutzbeck volvía a encontrarse en perpendicular al polvo que había estado a punto de morder. Pero ese polvo ahora revoloteaba en derredor suyo. Más y más arena se levantaba del suelo a cada nuevo paso de aquel loco que, sintiéndose esquizofrénicamente a gusto bajo un adobo de sudor, sangre y rabia, casi parte en dos a su benefactora con los frenéticos movimientos de su hacha. Su única respuesta: un gruñido más propio de un animal salvaje que de una criatura inteligente, y un puñado de babas saliendo despedidas del interior de su boca, abierta en un rictus de locura al que la tensión de su mandíbula impedía diluirse.

Tras calcular de forma puramente instintiva un ángulo que le permitiese a la mole que gobernaba con sus manos describir un arco letal, y sin pararse ni por un momento a considerar la posibilidad de dañar de forma accidental a su compañera, se detuvo al lado de ésta, frente a su adversario. El hedor había desaparecido por completo, reemplazado por el perfume de Andira, que en el idioma secreto del olfato de Krutzbeck significaba triunfo, superioridad, brutalidad y, sobre todo, devastación.

Empleando la totalidad de su cuerpo para reforzar el peso del hacha, que descargaba ya sobre el ettin, proyectando en ella toda su furia asesina, el júbilo rebosó más allá de su alma cuando escuchó a la carne rasgarse, a los huesos quebrarse, y al dueño de ambos aullar de dolor. Lejos de dar por terminada su labor, comprimió al máximo la musculatura de sus brazos, notando cómo heridas antiguas se reabrían y las costras le rebotaban contra las mejillas, sin ser capaz de pensar, sino de sentir, otra cosa más que un intenso deseo de ver a la vida despedirse de la horrenda caricatura en que su ataque había convertido la otrora orgullosa figura de Mutilador, el ettin que ya no lo era.

Andira no pudo rematar al goblin y no pudo sino observar como este se escabullía iba a seguir tras él para rematarlo pero otro salio de la espesura ¿ Cuantos iban a venir?¿ No se acababan ?

No espero para fulminar al nuevo goblin con un rayo mortal y viendo a sus compañeros enzarzados en combate con mutilador dirigió un rayo en su dirección mientras Krutzbeck asestaba un brutal golpe con su hacha sobre el cabecilla de los goblin

Las heridas diezmaron al enorme ettin, que se derrumbó sobre sus piernas gritando con furia y desespero con aquella cabeza menos locuaz. El suelo se teñía con la sangre y pronto contaminaba aquella pequeña charca enturbiando sus aguas. Aquel desagradable sonido encogió las almas de los débiles goblins que huyeron descontrolados, regresando a la frondosa maleza y perdiéndose en su densidad.

La otra cabeza gastó su aliento por contra para amenazar a sus ejecutores exhalando sus últimas fuerzas. Aunque Mutilador muera, no somos más que peones del grandioso Señor Supremo. Nuestro Señor triunfará y no podréis detenerlo. ¡Arhynn caerá! Su cuerpo se desplomó entonces en la charca y el fango fue consumiendo tan magna criatura lentamente.