Tranquilo. Dijo Daniel. Estate quieto. No pasa nada. Daniel fue hacía David y le sujetó la cabeza y comenzó a ladearsela por la fuerza.
Calma. Decía con palabras suaves. Calma..
- ¿Qué ocurre?- Volvió a repetir. Unos segundos pasaron como si hubieran sido borrados de su mente, y entonces vio que se encontraba todo tendido a lo largo en el suelo, y Daniel sujetándole la cabeza como si quisiera ver algo.- Pero acaso esto es real.-
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Temo... temo que le haya pasado algo... No sé si estará bien... Se llevó el rifle y... y...
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Jane apenas sabía nada de los paises extranjeros, y menos sobre acentos y otras cosas semejantes.
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Tan solo la jaula donde estaba Daniel, con él dentro.
Me guardo el mensaje, por si borras algo porque pienses que no es el momento adecuado o que esto jamás ocurrirá.
Un rayo de luz que se colaba a través de las rendijas de una persiana fue lo primero que vió David puesto que la luz golpeaba en sus ojos. Veía todo borroso, sin conseguir enfocar algo en sus retinas. Todas las imagenes se multiplicaban. Dos siluetas sobre él trataban de sujetarle y calmarle mientras él incoscientemente luchaba pro liberarse. Una voz dulce y tranquila trataba de calmarle.
Calma... calma.. Repetía una y otra vez. Solo un poco más. Un escozor terrible en la cabeza, un mareo agudo y un tremendo zumbido que no parecía querer cesar nunca. Era lo que David sentía. Notaba como si estuvieran perforando dentro de su cabeza con un taladro.
Las dos siluetas comenzaron a coger forma en los llorosos ojos del sargento. Eran dos enfermeras. Sus ojos lograron enfocarlas a duras penas, miró hacía los lados. Era una sala blanca, aún le costaba enfocar las imagenes. Trato de hablar pero no pudo.
Una mujer sujetaba la cabeza y el cuerpo de David mientras la otra hacía algo que él no podía ver. También había un médico junto a ellas pero la imagen era confusa. Tenia una jeringuilla. David pestañeó.
Se despertó rato después, aunque él ignoraba cuanto. Seguía sintiendo nauseas y ganas de echar la papilla. Pero logró contenerlas. Aún no lograba enfocar con claridad. Trato de moverse pero no pudo.
Giro la cabeza y vió una sala de hospital, a su derecha había otro hombre, parecían faltarle brazos y piernas. David miró horrorizado su propio cuerpo y se sintió aliviado de encontrarlo intacto. No tenía ningún rasguño, ninguna venda, o al menos aparentemente a simple vista. Sin embargo no podía moverse un apice.
Borré el final de tu post. Tal vez tarde un poco en volver a postear.
David intentaba moverse pero por alguna razón no podía. Tras rezar para sí mismo para que no fuera porque se hubiera quedado paralítico, y tras haberse calmado, el sargento pensó en que quizás había otra explicación, como por ejemplo que había permanecido en coma durante bastante tiempo, lo suficiente para que sus extremidades hubieran visto sus capacidades motrices casi mermadas por completo.
Tenía que descubrir de que se trataba realmente, así que cuando una preciosa enfermera, cuya complexión y rasgos físicos eran muy parecidos a los de Jane, paso por el pasillo a la altura de los pies de su cama, la llamó.- Enfermera, por favor.-
Si hay otra explicación para que no pueda moverme, como o parecida a que estoy atado con correas a la cama, te rogaría que me lo dijeras en tu siguiente mensaje.
La enfermera se sobresaltó al escuchar la voz de Singht.
-¡Doctor Harrison, doctor Harrison! Comenzó a llamar a gritos. Echó a correr hacía él y con voz dulce trató de calmarle. No hables, muchacho. Le dijo la dulce voz de la enfermera. El doctor ahora viene.
Un hombre de pelo y barba canosos apareció por la puerta, era tan alto que casí chocaba con el marco. El color de su pelo y su barba hacía juego con su bata completamente blanca.
-Tranquilo joven. No te resistas, todavía tienes que descansar. Enfermera, inyectele un sedante. Dijo con voz experta.
La enfermera hizo caso y comenzó a hablarle dulcemente, para que David no se resistiera al medicamento. Tranquilo, tranquilo... Poco a poco los ojos del sargento se fueron cerrando y se sumergio en el mundo de los sueños nuevamente.
David no se resistió ante la jeringuilla que se le acercaba, o mejor dicho no pudo, puesto que seguía sin poder mover su cuerpo por una razón que siguió siéndole desconocida puesto que antes de que se diera cuenta ya estaba volviendo a ser transportado al mundo onírico.