El garito de pachinko que buscaban se encontraba situado en el centro de Osaka pero alejado de todo el circuito turístico. Allí iban pocos gaijin y si aparecían era más por alojarse en uno de los hoteles próximos que eran de los más económicos del centro.
Se encontraba oculto a simple vista, en el callejón que se abría en el hueco que se abría entre un restaurante especialista en tonkatsu1 y otro de pescados. Todos los salaryman que salían por allí, después del trabajo, veían aquellos sitios de comida, incluso habían hecho en algún momento cola para comer en ellos, pero extrañamente nadie parecía advertir aquel agujero de corrupción en el que se abrían hasta cuatro pachinkos consecutivos durante la noche.
Lo que nadie sospechaba era que, donde acostumbraban a tomar cerdo empanado, pertenecía a la Yakuza. Paradójicamente estaba bajo la protección de uno de los kanbu de Hashimoto-sama. En su entrada posterior, prevista para sacar las basuras, se canjeaban algunos de los inútiles peluches que se ganaban en los cercanos pachinkos por dinero en efectivo.
Anochecía cuando la pareja de Yakuzas llegó a al local de pachinko en el que esperaban encontrar a Hebi. No parecía tener nada en especial, incluso la monocorde y estridente música era la misma que la de cualquier sitio, pero Tetsuo estaba seguro. Ése era el sitio2.
1Plato típico japonés que consiste en cerdo empanado
2Estáis en la puerta, qué hacéis. ¿Cuál es el plan?
Sanosuke se detuvo y miró los locales que se encontraban a su alrededor.
-Un sitio discreto, desde luego. ¿Cómo sabes que es este y no cualquiera de los otros tres? ¿Qué tiene de especial? -le preguntó a Tetsuo, intrigado, mientras se disponía a abrir la puerta del local de Pachinko que el callado matón había indicado.
Voy a dejarle algo de creatividad a Chemo que la idea ha sido suya. Luego ya me inventaré un plan xD
—Hebi nació en aquel edificio.— le contestó Tetsuo señalando un portal que se encontraba al fondo de la calle como si aquello lo explicase todo en una sola frase.
Sí, había nacido allí y se había criado en aquellas mismas calles. Durante un tiempo fue colega de Hideki pero algo se torció. Quizás un amor compartido, quizás un negocio que salió mal, quizás un malentendido que con el tiempo se había acrecentado hasta crear un abismo insalvable. El caso es que Hebi era de los que dejaban más suspicacias que amigos a su paso y al final siempre acababa retornando al barrio de toda la vida, donde los colegas de infancia seguían siendo hermanos de sangre que le apoyaban pese a todos sus defectos.
Tenía que estar allí. Cerca de su madriguera.
-Ya veo... -dijo sosteniendo la puerta- Bueno, tú señalamelo cuando lo veas y le hacemos unas preguntas amistosas, ¿eh? -le dijo al grandullón guiñando un ojo, pero este le miraba impávido. La sonrisa de Sanosuke desapareció mientras entraban al local y farfullaba en voz baja sobre lo soso y rancio que era su compañero.
Aquel lugar les recibió con una vaporada de humo en toda la cara, y el olor a tabaco y sudor de los parroquianos que impregnaba el ambiente. Luces de colores relucían por todas partes procedentes de las distintas maquinitas de pachinko, así como una incesante algarabía de sonidos llamativos y musiquitas irritantes, que se sobreponían a la conversaciones que allí se producían.
-Joder, luego ya puedo lavar el traje, que puta peste.
Como dos halcones sobrevolando los arrozales en busca de un apetitoso ratón, deambularon por entre los pasillos y pasillos del local, buscando a la escurridiza serpiente. Aquel lugar no parecía tener fin.
La pareja recorrió los pasillos con cierta delicadeza, intentando no molestar a los que jugaban salvo por alguna mirada casual para confirmar que la nuca que estaban viendo era o no la del tipo al que buscaban, no era su estilo pero no debían llamar la atención. Uno de los trabajadores que vestía uniforme rojo se apartó de su camino para permitirles el paso y seguir ayudando a los jugadores a almacenar las bolitas metálicas que iban escupiendo las máquinas.
Llevaban recorridos la mitad de los pasillos cuando Tetsuo hizo una señal a su compañero. Aquella no pasó desapercibida para un japonés de mediana que vestía una camisa hawaiana de manga corta, éste hizo otra señal al que estaba jugando quién alzó la mirada para reconocer a los que llegaban. Pareció musitar una maldición como si se resignase a aceptar lo que quiera que tuviera que pasar, y antes de terminar el último suspiro se levantó de improviso tirando al que le había dado el chivatazo para obstaculizar a sus perseguidores.
La cámara se detiene tal cual tira a su compañero, parece que va a echar a correr. ¿Qué hacéis?
Tetsuo recogió al vuelo al chivato lanzado. Lo agarró con los hombros y sin mediar palabra lo lanzó como si fuera un balón contra el que se disponía a salir corriendo1. Pero aquel desgraciado pesaba más de lo que el matón había calculado y en lugar de caer sobre su objetivo se estrelló contra una de las máquinas de pachinko.
—Sólo queremos hablar, pero si escapas vas a enfadarme.— dijo Tetsuo mientras avanzaba como una especie de Terminator a través del pachinko sin acelerar demasiado su paso —Y si me enfadas lo vas a lamentar.
Mientras decía esto cogió una de las bolas de metal de pachinko que había en una de las máquinas. ¿Tenían el tamaño adecuado para ser digeridas o se atragantaría con ella? Como aquel imbécil les diera mucha guerra lo iba a comprobar de forma empírica.
Motivo: Proeza de Fuerza
Tirada: 2d6
Resultado: 6(+3)=9 [1, 5]
[1] Proeza de Fuerza va... Y éxito parcial. Como mi objetivo era tumbar al fugitivo considero que no lo logro pero al menos aparto al masilla a un lado para que corra Kawauso. A Tetsuo en esta escena me lo imagino como una mezcla de Terminator y Bud Spencer.
-¡Kuso! ¡Otra carrerita no! Tetsuo, ve tras él, yo bloquearé la puerta principal.
No tenía sentido que los dos lo persiguieran por aquellos pasillos estrechos y llenos de gente, pues sólo se entorpecerían. Eso y que Sanosuke no quería darse otra paliza a correr como la de antes. Mientras Tetsuo perseguía con la calma a la culebra, Sanosuke fue directo hasta la entrada principal y se aseguró de que las puertas estaban cerradas. Cogió un poste de los que sujetan las típicas sogas de terciopelo rojo de estos lugares y lo usó para atrancar dichas puertas. Después agarró otro de aquellos postes, por si acaso. Y esperó, siguiendo con la mirada por encima de las máquinas de pachinko la carrera que protagonizaba su escurridizo objetivo, así como la destrucción que provocaba a su paso, mientras Tetsuo avanzaba unos cuantos metros por detrás como si fuera un maldito gundam1 de juguete.
-¡Pero corre, joder, bakayaro! -gritó Kawauso frustrado.
Sólo esperaba que no hubiera una puerta de atrás en este sitio, o que si la había, Hebi no la conociera.
1Gundam: Un tipo de robots, de estos gigantes con espadas y cosas así, muy famosos en japón. Como el Megazord de los Power Rangers, vamos.
Coñe, Chemo ha escrito mientras preparaba mi post y no me ha dado aviso esto.
Lo he retocado un poco pero creo que cuadraba bien todo.
No sé si hay algún movimiento que encaje aquí, así que lo dejo narrativo.
El estruendo provocado por el cuerpo arrojado contra una de las máquinas de pachinko provocó que toda la sala se levantase para ver qué había pasado. Al ver el conato de violencia, los que estaban más cerca de la salida empezaron a largarse de allí. No esperó Hebi a ver si Tetsuo había terminado, optando por la misma elección.
El desgraciado hizo amago de dirigirse a la salida pero se adelantó Kawauso cubriendo la entrada impidiendo que más gente saliese de allí convirtiendo aquello en una situación caótica. Tocaba entonces improvisar, especialmente al ver cómo Tetsuo se acercaba de manera inexorable como si se tratase de un T-800 tomó entonces una botella que empezó a balancear de un lado al otro como si pretendiese mantenerlo alejado.
—¡Qué quieres! ¡Cabrón, por qué me buscas joder!
—De momento quiero hablar contigo pero como no bajes esa puta botella voy a querer hacerte daño. Mucho.
Tetsuo jugaba con la bola de pachinko, haciéndola pasar de una mano a otra pero sin quitarle el ojo de encima a Hebi.
—Vamos a un sitio discreto. No seas tonto: ni siquiera va contigo la cosa. Queremos cierta información.
El otro pareció comprender que era mejor no echar leña al fuego. Cuando bajó la botella Tetsuo dejó con calma la bola en uno de los recipientes y le dijo a Kawauso:
—Venga, vamos a la tetería del final de la calle.
Nadie se interpuso para detenerlos. Los tres salieron del local ante las atemorizadas miradas de todos los presentes. El tipo que había sido lanzado contra la máquina de pachinko se levantó agarrándose con una mano la cabeza pero no hizo amago alguno de ayudar a su colega. Hebi, por su parte, iba flanqueado por los dos yakuza mirando nervioso alrededor. Quizás se tranquilizó un poco cuando entraron en la vieja tetería del final de la calle y se sentaron una mesa que había en un patio interior. La dueña se apresuró a servirles unos tés y dejarlos a solas cuando Tetsuo le entregó una considerable propina. De momento parecía que la cosa iba a hacerse de forma civilizada.
Tetsuo miró a su acompañante. Ahora le tocaba a él hacer las preguntas.
Motivo: Impresionar al pringado
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+3)=10 [3, 4]
Uso Impresionante, que es Manipular pero con Duro.
—¿Qué quieres saber? —preguntó Hebi de manera patética, se frotaba los ojos con fuerza como si le molestase algo en el exterior—. Joder parecía que veníais a liarla, especialmente después de como tiraste a Moritaka-san.
Una vez pareció confirmar que Tetsuo no le había mentido les hizo un gesto con la cabeza.
—¿Tenéis humo? ¿Tabaco, un cigarrillo?
Tetsuo sacó una cajetilla con un cigarro extendido. Cuando el otro lo cogió se limitó a guardar la cajetilla y encenderle el pitillo sin quitarle la mirada de encima.
Aquí haciendo de tipo duro y mordiéndome la lengua XDDDD
Acorralado, Hebi reaccionó con cabeza y se sometió a la custodia de los dos yakuza para no empeorar más su situación.
-Bien, vámonos pues -dijo desatrancando la puerta y apartando a todos los mirones y jugadores que habían intentado huir pero se habían quedado allí atrapados, y ahora no sabían muy bien dónde meterse.
Anduvieron un trecho, teniendo a aquel hombre bien vigilado entre los dos, hasta la tetería del final de la calle donde se sentaron y le miraron fijamente durante un tiempo, creando el ambiente propicio de temor y respeto.
Finalmente, Kawauso habló.
-¿No sabes lo que queremos? Te has estado juntando últimamente con malas influencias... peores, quiero decir. Si no quieres que tu buena relación con la yakuza termine inmediatamente, ya puedes decirnos todo lo que sepas sobre Hashimoto-sama, sobre Hamasaki-san, y sobre sus negocios. Si nos dices lo que queremos saber, te irás de aquí enterito, con un buen pronóstico de futuro, y sin que nadie sepa que has abierto la boca.
Motivo: Manipular
Tirada: 2d6
Dificultad: 7+
Resultado: 9(+3)=12 (Exito) [3, 6]
Yo también me hago el guay.
Más de Manipular, porque seguimos intimidándole. Éxito completo. Que empiece a cantar.
La elección de aquel sitio tan característico puso aún más nervioso a Hebi. El pandillero no sabía si sentirse tranquilo por no creer que fuera a pasarle algo malo en una tienda de té o si precisamente aquella elección de sitio era lo que debía ponerle nervioso. Los tres se miraban, él apartaba pronto la mirada por no resultar desafiante. Miraba incluso hacia la puerta cuando se abría para dar paso a alguien apurado que pedía una bebida para llevar.
—¿Qué desean? —preguntó una voz que provocó que Hebi diese un bote ante lo imprevisto de aquella situación1.
En cuanto tuvieron el pedido sobre la mesa, el ambiente estaba creado. En ese momento optó Kawauso por pedir lo que quería.
-¿No sabes lo que queremos? Te has estado juntando últimamente con malas influencias... peores, quiero decir. Si no quieres que tu buena relación con la yakuza termine inmediatamente, ya puedes decirnos todo lo que sepas sobre Hashimoto-sama, sobre Hamasaki-san, y sobre sus negocios. Si nos dices lo que queremos saber, te irás de aquí enterito, con un buen pronóstico de futuro, y sin que nadie sepa que has abierto la boca.
—Yo sólo hice lo que me pidieron —se dispuso a explicarse, provocando que algunas miradas se dirigiesen al trío. A una señal discreta se tranquilizó y bajó el tono aproximándose para que sus palabras llegasen a su interlocutor. Su aliento olía a los cigarrillos que acababa de fumarse, sus dientes estaban también amarillentos.
—A Hashimoto no lo he visto nunca... Quiero decir, hay niveles, pero 'el Hamasaki-sama' sí. A ese sí que le conozco. Primero me contactó para ayudarme con el tema de los pachinkos, a cambio de una mordida. Un día le dije que iba mal de pasta y me metió en el tema de la droga.
Aspiró su nariz con fuerza como si en lugar de sorber sus propios mocos quisiera subrayar algo.
—Ya sabéis cómo va eso: me pasa uno de los suyos la merca y debo distribuirla con ayuda de mi gente en el área asignada, anfetas ya sabéis, para los estudios. Que entre los que quieren ser el número uno y los que quieren entrar en la Todai... Después debo darle la pasta, suele pasarse por donde los pachinkos todas las semanas... Pero cada semana lo hace un día distinto así que tengo que pasar ahí muchas horas. Eso es todo lo que sé.
Debió creer advertir un atisbo de decepción en el rostro de sus interlocutores que se dispuso rápidamente a hacer lo posible para intentar arreglarlo.
—Bueno esperad... Al Hashimoto ese no le he visto nunca pero bueno, una vez escuché a uno de los de Hamasaki-sama que su jefe había tenido que llevar al pez gordo, al Black Lotus. Tuve curiosidad por saber qué tipo de sitio era por si estaba de puta madre y eso y joder, un sitio de putas de lujo.
Se hizo el silencio mientras Sineko Damori, también conocido como Hebi, intentaba calibrar si una vez más, había logrado librarse encalomando el paquete al objetivo adecuado.
1Ala, una tortura china en una casa del té (vaya sitios me elegís xD)
Sanosuke se sonrió un poco para sí mismo. Era una buena pista. El Black Lotus... tendrían que hacer una visita por aquel lugar. La información sobre Hamasaki también era de agradecer, pero si no sabían qué día iba a pasar por el pachinko, lo mismo les daba, no pensaba quedarse allí más tiempo esperando a un intermediario. Pero ahora tocaba seguir haciéndose los duros, había que mantener una imagen.
-No sé -dijo con una leve cara de asco, como si lo que les habían revelado fuera de no mucho valor- ¿tú qué opinas? -preguntó mirando a Tetsuo pero sin nombrarle, puesto que aquella cucaracha cantaría tan fácil en una dirección como en otra, mejor si no sabía quiénes eran- ¿a ti te parece suficiente?
—Hideki. ¿Dónde está? Ha desaparecido.
Tetsuo sabía que aquello no tenía nada que ver con su actual problema pero Hideki era amigo suyo. Puede que el grandullón no fuera de los que mandaban postales de cumpleaños pero tampoco dejaba tirada a la gente a la primera de cambio. Una corazonada le decía que aquel mamón sabía algo1.
[1] No quiero liar el Desafío Mensual con una doble trama así que diga lo que me diga quedará como un tema aparte que ya se resolverá 'fuera de cámara' ;)
Mientras Tetsuo intentaba averiguar algo más de su viejo amigo, Sanosuke recibió una llamada de Tobu así que se levantó para contestar, alejándose un par de pasos de la mesita.
—Tenemos la dirección de Hamasaki. Está frente al teatro de Umeda. Os esperamos por los alrededores, salvo que hayáis averiguado algo mejor.
-Buen trabajo, Tobushiro-san. Nosotros de Hamasaki sólo hemos sacado que suele venir por un local de pachinko una vez a la semana, pero que va cambiando así que no era muy útil. También nos hemos enterado de que Hashimoto frecuenta un local de prostitutas de lujo, el Black Lotus. Pero vuestra pista parece más sólida. Hamasaki seguro que sabe con certeza dónde está su jefe ahora mismo.
Miró a Tetsuo un momento, para ver cómo iba su interrogatorio.
-Está bien, nos vemos en el Teatro de Umeda en una media hora. Cogedme algo para picar por allí, que me estoy muriendo de hambre.
—¿Hideki? Ah si... La última vez que supe algo de él buscaba gente para un trabajo—dijo mientras Kawauso se había levantado para revisar su móvil—. Si no sabes de él supongo que se torció el asunto, si quieres pregunto por las calles.
Una vez tuvo confirmación pidió permiso para levantarse. Parecía que no querían nada más de él y no quería tentar el destino aguardando a que el asunto se le complicase más de lo que lo había hecho. En ese momento intercambió la pareja sus últimas impresiones y pagaron la cuenta.
Atrás quedaron un par de depedientes que durante una quincena de minutos no supieron cómo actuar, finalmente el miedo se vio sustituido por el alivio, y con ello vino la excitación por lo vivido.
-Fin de escena-