Partida Rol por web

En cuanto el agente vio la cabaña, centro sus ojos en las inmediaciones. Dudaba, porque hasta el momento no se habían topado con ningún vigilante o guardián.

Espero unos segundos antes de seguir andando, revisando con la vista, indicios de una emboscada.

Llegar a una puerta en mitad de la nada, y dar la espalda a todo un bosque era una mala idea, y su trabajo estaba lleno de malas ideas.

No pasaría nada por cerciorarse de que no los atacarían a la primera de cambio. 

Mientras caminaba por aquel oscuro sendero, Eva podía notar como su corazón latía desbocado en su pecho. Estaba realmente nerviosa y algo en su cabeza le suplicaba que saliera de allí. Pero la necesidad de conocimiento, la ambición de respuestas, la empujaba a seguir. A cada paso que daba, se mordía el labio mientras contemplaba desde atrás, las nucas de todos sus compañeros con la frase de sus sueños repitiéndose una y otra vez en su cabeza, como una obsesión.

Entonces llegaron a la cabaña, una edificación en medio de ninguna parte que helaría la sangre del hombre más valiente. Y todos se dirigieron a ella. Pero Eva no quería estar ahí. No, esto no estaba bien. No debía estar ahí.

- Entren ustedes, yo… prefiero quedarme fuera. Si necesitan mi ayuda solo deben gritar mi nombre –

Y con torpes pasos avanzó hasta un árbol sobre el cual se apoyó. Su rostro se mostraba cansado y su respiración agitada. Uno a uno, sus compañeros accedieron a la vivienda.

Fue entonces cuando se incorporó y dejó de fingir. No quería estar en esa casa. Necesitaba comprobar si la cruz de sus sueños también estaba aquí. Cuando se cercioró de que sus compañeros no podían verla, se escabulló por entre los matorrales y al amparo de las ramas, se dirigió rápidamente pero lo más en silencio posible hacia el lugar señalado en sus sueños. Mientras caminaba, no podía evitar tocar el bolso que llevaba y sentir la navaja que portaba. Mientras lo hacía, la frase se seguía repitiendo.

"Matar o morir"

No sabía que estaba haciendo, pero necesitaba saber.

Duncan revisó los alrededores. No parecía que hubiera nadie allí vigilando la cabaña. Pero cuando se aproximó a la puerta escuchó ruido de patas moviéndose rápidamente sobre un suelo de madera seguido de unos fuertes ladridos y rascaduras en la desvencijada puerta desde el interior. Había por lo menos dos perros de gran tamaño en el interior de la misma y por la ansiedad con la que se movían y ladraban podrían ser peligrosos.

.-Perros tras la puerta. Preparense para ser atacados-.

Y con estas escuetas instrucciones, el agente mas antiguo en todos los sentidos, se apoyo con el hombro, coloco la pistola en la cadera, y con la otra agarro el pica porte. 

-.Tres-.

El agente novato sonrío, estaba deseando hacer esto, tirar una puerta y entrar dentro de una casa. Sacó su pistola y comprobó que tenía una bala en la recamara y el seguro quitado. –Dos- Susurro, y espero con ansias el “uno”. La puerta estallaría en pedazos y el entraría gritando alto la policía.

Loretta estaba a la expectativa de lo que ocurriría en el lugar, así que cuando los polis decidieron abrir a la puerta estaba intranquila, "¿los atacarian los perros?, ¿habría hombres armados?", eran unos de tantos pensamientos que  surgieron en su interior, por eso  decidió evaluar el contexto,  quería ver si tras abrir la puerta si se escondian  enemigos en las esquinas, o si los perros estaban amarrados.

-Tengan cuidado- murmuró mientras trataba de evaluar si había un peligro inminente

Sabía que si eran solo perros pues estos cumplian su función de vigilar, pero sus ladridos podrían  alertar a los de la legión. 

Loretta miró inquiera los alrededores con el temor de que los ladridos alertasen a algún posible vigilante. Cuando Bushmeyer le pegó la patada a la puerta para gritar aquello de '¡alto policía!' su frase no llegó al final porque, efectivamente, los dos enormes rotweillers que estaban en el interior no tenían cadena y se abalanzaron sobre el agente.

McRae estaba atento y abrió fuego en cuanto vio salir a los perros. No logró impactar al que se le venía encima pero al menos el ruido del disparo asustó al animal lo suficiente como para evitar una primera dentallada¹. El perro dio vueltas alrededor del agente ladrando furioso. Su enormes comillos se mostraban peligrosamente cerca del veterano. ¡Demasiado cerca para su gusto!²

Aprovechando la confusión reinante y que toda la atención estaba puesta en la pelea de los policías contra los perros Eva se escurrió entre los matorrales siguiendo el camino de sus sueños. Encontró un amplio claro que entre los árboles. Alguien había cortado allí varios troncos. Los tocones que quedaron atrás lo atestiguaban, así como multitud de astillas de madera.

Loretta desde donde esta saca el arma que ocultaba en su cartera y dispara a uno de los animales siendo conciente de que  no les habia impactado, lo que hacia esto era ponerla un poco más nerviosa, pues si bien los disparos asustaban a los perros  no sabia si eso los haría huir.

El corazón de Eva latía desbocado en su corazón mientras corría aprovechando la distracción de aquellos perros que parecían estar entreteniendo a sus compañeros. Normalmente se hubiera preocupado por ellos, pero la obsesión por saber si se estaba volviendo loca o si sus visiones le intentaban guiar hacia una revelación más allá de todo lo que conocía.

Quería saber. Necesitaba saber. Era una necesidad que la ahogaba, que la asfixiaba. Cuando encontró el claro, se detuvo un instante, respiraba agitadamente. Sus ojos se movían rápidamente en sus cuencas intentado encontrar algo, pero no parecía haber nada en aquel lugar. Sin embargo, si se habían llevado esa leña es que estaban preparando una hoguera ¿La encontraría más adelante? ¿Era acaso el hombre que grita en mis sueños el mismo que habían secuestrados? ¿Y qué quería decir el extraño acompañante? ¿” Matar o morir”? Eran demasiadas preguntas y ya no podía detenerse. Debía saberlo, debía ver a donde llevaba este camino. Recordando su sueño, se encaminó hacia donde sabía que estaba la cruz y la hoguera.

Mientras caminaba, intentaba mantenerse oculta. Aun no se había encontrado con nadie, pero ni quería que aquellos miembros de La Orden Negra la encontraran antes de tiempo ni que los policías la descubriesen y la impidieran encontrarse con su destino.

Loretta abrió fuego con su arma pretendiendo ayudar. Por desgracia para ella aquello provocó que el perro que hasta ese momento daba vueltas alredor de Duncan se abalanzase sobre ella intuyendo que era una amenaza. El perro le mordió en una pierna, pero por suerte para ella estaba tan asustado por el ruido de los disparos que fue más un rasguño que una mordida con presa fuerte².

En ese momento de confusión todos se dieron cuenta de que Eva no estaba con ellos.

De pronto Eva se dio cuenta de que parte del escenario cambiaba en su sueño. Cuando la herían y veía la cruz era un bosque mucho más espeso, un lugar más lejano. Se dio cuenta entonces de que aquel lugar era parte del suceso pero no la parte final.

Allí se había fraguado la primera parte... quizás habían cortado la leña para la hoguera o las propias cruces pero ¿dónde tendría lugar el suceso final? Eva intentó concentrarse. Era de noche. Iba a ser de noche. Sintió entonces algo extraño en su estómago, una sensación de miedo que procedía de la zona donde habían quedado sus compañeros. De aquella cabaña. Algo acechaba allí... Algo peor que los perros... Y entonces oyó dos disparos que procedían de aquel lugar.

.- ¡Putos sacos de pulgas!-.

Dijo mientras veía cómo el perro brincaba a su alrededor, ese era el problema de disparar a un perro. No se estaban quietos, ni entendían una mierda.

Justo cuando consiguió encañonarlo otro disparo a su derecha le hizo dar un respingo, y el perro cambio de objetivo.

.-Mierda, es que quiere matarnos a todos-.

La loca ha sacado una arma. Si pudiera, le metía por el culo al capitán el tener que hacer de niñera de todos estos tarados.

Lo bueno de no tener enseñándole los dientes, era qué podía apuntarle, más o menos bien.

Duncan estaba tirando del gatillo una segunda vez. 

El segundo disparo de McRae ahuyentó al perro que se abalanzaba sobre Loretta, que huyó despavorido hacia el bosque¹. En ese momento se dio cuenta de que Bushmeyer tenía serios problemas: el otro rottweiler se había abalanzado sobre él y le estaba trabado mordiéndole el brazo con fiereza². El novato ya no estaba tan animado como antes de darle la patada a la puerta. De hecho ¡se preguntaba si aquella habría sido la última acción que haría en su vida!