Partida Rol por web

Resignada, encojo los hombros y comienzo a examinar la cueva, a los pocos minutos y tras comprobar que nada más hay de interés en este extraño lugar, salgo junto a los demás.

Repito mentalmente las palabras del cadáver animado, intentando desentrañar su significado.

Sentíme aliviado al comprobar que tanto Ahmed como la montura andaban ambos de entera pieza. ─Habedes obrado con bravura Ahmed. Pocos tienen los redaños necesarios para guardar la gruta de una bruxa, et menos en aqueste siniestro pantano donde hasta los árboles parescen mirar de soslayo. ─apoyé mi mano en su hombro ─non olvidaré vuestro temple.

Recordé entonces las palabras de Valentí sobre el ermitaño: ─Dos días valentí... Dos días de marcha et penuria por aquestos parajes extraños et peligrosos; ¿en verdad creedes que vale la pena tal riesgo? ¿et más aún sin saber que respuesta encontraremos allí? ─mantúveme pensativo, pues la opinión del de Besalú non era cosa baladí para mi ─credo en Ribes necesitan más de la nuestra presencia que rumbo al Oeste. Además, recordad cual es el asunto del nuestro viaje. Aquí habemos cumplido, más que de sobra, credo es momento de partir tras recuperarnos un día, a lo sumo dos, en el pueblo.

Et que ahí dejé el asunto, esperando la réplica de Valentí et la opinión del resto...

Los minutos y las horas pasaban lentamente para el moro que esperaba cobijado por la manta a que sus compañeros volviesen del interior de la cueva. La compañía del caballo lo aliviaba y para tranquilizarse le hablaba de bien que estaría el jamelgo en las cálidas tierras sureñas, le contaba los dulces que le regalaría y las buenas yeguas que le harían compañia.

Cuando por fin salió el grupo las palabras de su amo más que enorgullecerle le llenaron de temor, por sentir de repente que había estado expuesto a un gran peligro. Simplemente asintió tragando saliva. Las únicas palabras que se atrevió a preguntar hacian referencia a lo que habían encontrado en el interior.

- ¿Habéis... matado a la bruja?

Recuerdas una cosa:

Hoy es la noche de difuntos. Una noche sagrada en la que se dice que los muertos están más cerca de los vivos que de costumbre, que la línea que separa ambos mundos se estrecha. Al recordarlo , hilvanas acontecimientos, te parece que a lo que se refería es que su misteriosa hermana va a resucitar a los muertos y atacar a los aldeanos de Ribes. Es muy difícil que lleguéis a tiempo, pero todo el pueblo está en peligro.

Cuando disponíame a dar respuesta a la cuestión de Ahmed et mencionar las últimas palabras de Caritat, vínome algo a la mente; una corazonada funesta de esas que, cuando llegan, fazen bombear la sangre con tal fuerza que paresciere que el pecho saliérase por la boca...

─Aquesta noche, es noche de difuntos. Aquesta es noche sacra donde los difuntos andan más cerca de nos, los vivos, que cualquier otra noche del año. ─persigneme mientras fablaba ─temo por Ribes, temo que las últimas palabras de Caritat cúmplanse aquesta noche. Habemos de partir con premura, poco tiempo nos resta.

Aquesta nocha la delgada linea que separa el mundo de los vivos del mundo de los muertos será más fina que nunca... ¿Qué momento más propicio habría para que cumplierase la venganza de Caritat et la tercera de las "predicciones" del tarado Pau?...

¿en verdad creedes que vale la pena tal riesgo? ¿et más aún sin saber que respuesta encontraremos allí?

Nada creo -respondile al caballero-, mas ninguna respuesta era certera también al venir todos nos aquí. -Miré a Ahmed para responderle-. No, ya era muerta, tan sólo encontramos sus huesos, mas éstos no estaban polvorientos ni carentes de... habla. Que resultó decir -le decía burlescamente- que arrasaría Ribes en breves... Volvamos pues, quizá esa gente nos necesite -no insitíle más al de Ferriol, mas no volvería a aquella otra cueva de ser necesario volver-.

El grupo marcha forzadamente a Ribes, se temen lo peor. Si es verdad la amenaza de la bruja, el pueblo peligra enormemente. Quién sabe si decenas o cientos de muertos se levantan y atacan a las pobres gentes del pueblo, nuestros héroes sólo encontrarán cadáveres destrozados, pues necesitan un auténtico milagro para llegar al pueblo a tiempo.

Atravesar un espeso bosque en mitad de la noche sin casi conocer el terreno y a una distancia muy considerable, será toda una prueba de Resistencia y seguramente, también suerte.
 

Tornábase dificultoso el retorno a Ribes: La oscuridad de la fronda, lo complicado de la senda, et el frío atenazador eran amenazas suficientes para evitar que llegaramos prestos al pueblo.

Arrebujéme en la capa de paño et ajustéme a conciencia los guantes de carnero. Aún ansí, aquello non fue suficiente para evitar que los mios agarrotados dedos dudaran, por instantes, si mantenerse firmes en derredor de la antorcha, o dejarla caer et rendirse al frío atenazador. Vi como mis compañeros, menos curtidos et peor pertrechados que yo, sufrían los estragos de aquella caminata. Las vaharadas de vapor que emanaban de sus bocas et las siniestras sombras proyectadas por las antorchas et los retorcidos árboles hacían de aquel lugar una pesadilla de oscuridad, frío, incertidumbre, et temores personales...

─Firmeza hermanos, pues un mar tranquilo nunca fizo bueno al marino.

Volvíamos sobre los propios pasos, pensando si no habríamos hecho mal en volver tan a las bravas. Y en verdad no es que uno fuera natural de Ribes y tuviera que "salvar" el pueblo de aquella apestosa hija del Demonio, pero en tanto que habíamos decidido ayudar a las buenas gentes que nos acogieron del frío, de seguro hubiera sido atajar el problema de raíz, e ir a ver a ese... ermitaño, o lo que fuera. Quién sabe si nos mataría nada más vernos, pero aqueste frío y dureza en el camino, fruto sin duda de los hechizos y fantasías de la "recién viva", no nos haría perecer al momento.

Sin decir nada, ni tan siquiera por las arengas del caballero, continué andando como pude (más mal que bien...).

Encadenando un paso detrás de otro, ando sin apenas pensar, apenas si siento ya los dedos de los pies, y todo ¿para qué? Por momentos intenté protestar, pero sabía de antemano que no serviría de nada, y la idea de quedarme sola en aquellos parajes me daba más terror que lo que pudiera acontecernos en el pueblo.

-Maldita sea la persona que os enseñó a tratar a una dama de aquesta forma,- murmuro entrecortadamente con una media sonrisa, mientras trato de respirar el aire frío que parece congelar mis pulmones.