El fuego de la hoguera sigue encendido cuando Innari se despierta un rato antes de su guardia, ella desea hablar con Ateruk con un poco más de calma. Puede observar el campamento de mercaderes a la lejanía, que parece dormir plácidamente. Hace frío, el viento mece con delicadeza las ramas de los árboles y las coloridas plantas del lugar. Los olores a naturaleza lo impregnan todo y se pierde, por un instante, por las sensaciones que la llevan a una fugaz y efímera calma. Hay un silencio que pesa en el lugar, solo roto por una conversación entre dos personas: Dirige la mirada a su amigo Ateruk y observa como está hablando con Kalam de modo grave, sin alzar mucho la voz; el hombre tatuado escucha atento y parece comentarle algo que avergüenza al joven sacerdote. kalam apoya una de sus manos en el hombro de Ateruk y -en silencio- observa el rostro de Innari, la luz de la fogata hace que los ojos de Kalam parezcan rojizos por un leve instante, hipnóticos y portadores de enormes secretos..., gira la cabeza y se marcha a dormir alejado a unos pocos metros del campamento.
Mientras Innari se acerca a Ateruk, este acerca sus frías manos al vivo fuego y después tira un par de leños para avivar y mantener la hoguera, está tapado por la gruesa capa y sentado en un tronco caído cubierto de musgo y de pequeños brotes de lo que serán, si es que los dioses de la creación quieren, unos nuevos y esbeltos árboles. La vida siempre se abre paso entre los muertos y los cadáveres... El aspecto del sacerdote es de cansancio y de intranquilidad y, con un gesto claro, invita a sentarse a su compañera. Tenemos que hablar más detenidamente, seguro que tienes muchas preguntas..., intentaré responder a todas ellas. Creo que será una larga noche- susurra mientras el viento mece el cabello de Ateruk con delicadeza.
No estaba nada contenta con la situación. Ni con la respuesta que le habían dado sus compañeros, ni con los secretitos que se traía Ateruk con aquel hombre extraño, ni con lo que tenían por delante. Por un momento, se le pasó por la cabeza que Ateruk no era tan buena persona como ella creía y la estaba utilizando igual que Olgum, el annun que la había criado.
- ¿Te ha parecido verle los ojos rojizos?- susurró, en voz baja inclinándose hacia Ateruk para que nadie pudiera escucharla cuando Kalam se hubo marchado -¿O es que aún no estoy muy despierta?
Realmente, llevaba todo ese tiempo conteniendo las ganas de moverse para parecer que dormía y que nadie la molestase.
- ¿Quieres un poco? -dijo, ofreciéndole su odre con vino. Ella echó un trago largo. Luego señaló hacia el lugar dónde estaban sus heridas-. ¿Qué tal te encuentras?
Era una forma de romper el hielo tan buena como cualquier otra.
Ateruk niega con la mano el vino y continua mirando al fuego absorto en sus pensamientos, pasan unos segundos y se atreve a hablar.- Me encuentro mejor, aunque estas heridas tardarán en curarse.- su expresión es enigmática y parece cargada con un significado que se escapa a Innari.- He sido un necio..., os he puesto a todos en peligro por proteger fantasiosos ideales de libertad y paz. -musita como si estuviera en soledad con sus pensamientos.- No debería haberme buscado enemigos tan poderosos..., Mantuus..., ¿por qué me traicionaste? Ahora deberé abandonar los territorios de Edelth.; adentrarme en las tierras ignotas y desaparecer para siempre de mi amada tierra.- continua ya mirando a Innari.- Lo siento, estaba pensando en voz alta, ¿cómo te encuentras tú? Supongo que no estarás nada cómoda con esta difícil situación. Entenderé que no accedas a tamaña y peligrosa misión, estoy preparado para pagar por mis actos.- afirma totalmente convencido de sus palabras.
Le escuchó en silencio, echando un buen trago al vino y arrebujándose mejor en su capa. A veces uno idealizaba tanto a las personas que se olvidaban que eran eso, personas. Por muy bueno que fuese y muy santo no dejaba de ser una persona.
- Ser buena persona es muy fácil cuando tienes todo a tu favor, salvo que seas un bastardo- dijo, Innari con voz dulce-. A mí me has hecho mantener la esperanza de que hay cosas buenas en la vida. Además, si no hubieras sido un idealista quizás no me hubieras ayudado a poder huir de Olgum y ahora no podría ayudarte a tí.
Innari se detuvo un momento, fijando la vista en el fuego. Se arropó en su capa de la que sacó una mano solo para echar un nuevo trago y echar un par de troncos al fuego. Se preguntaba si ser directa no iba a ser demasiado doloroso para su buen amigo, pero hay veces que uno debe serlo.
- Me gustaría hablar contigo de muchas cosas que tienen que ver con lo que tenemos entre manos. Pero lo primero que me gustaría saber es qué te ha sucedido. Eras un santo para las gentes de Edelth, ¿por qué actos tienes que pagar? ¿Qué te ha pasado, Ateruk? ¿Quiénes te han hecho eso? ¿Por qué?
He sido acusado de traidor a los dogmas de fe de la Santa Unión, mis acciones me han conducido al desastre..., creía de veras que podría ser capaz de terminar con el conflicto del norte, con las matanzas de la etnia Daonh y la esclavitud de los Väatar.- mira a su compañera con atención.- Aunque te sorprenda, muchos Annun se aliaron a mi causa, pero un buen "amigo" -Maltuus Corax- testificó contra mis decisiones que, según él, posibilitaban que el culto de Nix penetrara dentro de estas sagradas tierras. Parece que detrás de este movimiento esta en uno de los tres grandes cancilleres de la Santa Madre, el Gran Sharir, encargado de los asuntos exteriores y de la moneda.
Hace un pequeño parón, parece contemplar de nuevo las vivas llamar que iluminan su rostro en esta oscura noche.
No me di cuenta que mi figura era un simple peón de una oscura lucha palaciega entre los Annun y los tres cancilleres..., Sharir quería mi muerte de manera inmediata pero los Annun vieron más apropiado torturarme para sonsacar algún tipo de información útil...
Le tiemblan las manos y una rabia contenida se apropia de él.- Todas..., todas las noches Sharir bajaba a la celda para disfrutar de mi tormento..., ¡maldito sea!
Prosigue de nuevo una vez más tranquilo.- En cuanto a los Annun..., parece ser que les debo la vida de alguna manera que aun desconozco.- y durante un leve instante mira el lugar donde duerme Kalam, aparentemente tranquilo.
- Entiendo -dijo, Innari con voz queda. Se tomó un momento para intentar pensar algo que le aliviara pero le resultaba difícil. Aún así, dibujó una sonrisa amable y se sentó junto a Ateruk. Luego dió un fuerte abrazo de oso, aunque con la escasa fuerza de sus bracitos más sería de pollo que de oso, pero el ímpetu se lo puso igual-. Sé cómo te sientes. Yo me sentí igual cuando supe que Olgum me había engañado . He sido una estúpida. Estaba tan empeñada en buscar a mi familia que no me di cuenta que tú eres mi única familia y me necesitabas, aunque no lo dijeras. Si hubiera estado contigo nada de esto hubiera sucedido.
Cuando volvió a mirarlo tenía una mirada brillante y cargada de culpa. Apartó la vista, restregándose el ojo con la mano para que pareciese que simplemente le picaban, en lugar de apartase el nacimiento de una lágrima.
- Cuando esto termine yo seré tu rabia. Déjame eso a mí, no enturbies tu ánima con eso.
Se arrebujó a su lado, susurrándole casi al oído para que su conversación no pudiera oírse más que por ellos.
- Después de los enemigos que tienes, de lo que han hecho contigo ¿estás seguro que cumplirán su palabra? - preguntó - Quizás sea más conveniente ir por tu madre, si sabes dónde está. La infiltración y las ejecuciones selectivas son mi especialidad. Ellos no están preparados para entrar en combate como grupo. Quizás tengamos más posibilidades rescatandola.
Ateruk se resguardo durante unos segundos en el protector afecto de su compañera, pero, a pesar de esto, la vergüenza y culpabilidad seguían presentes en el rostro del joven humano.- Si estoy con vida es gracias a vosotros, haré lo que estimes mejor para salvarla, confío en ti plenamente..., aunque rescatar a mi madre supondrá que vosotros también seréis unos proscritos.- se queda pensativo buscando una respuesta que no logra encontrar.- Supongo que los Annun cumplirán su palabra, sus promesas son sagradas y jamás las rompen..., es de Maltuus de quién tenéis que preocuparos; su ambición no conoce límites y solo desea ganarse el favor del canciller Sharir, aun a costa de mi muerte.- su semblante es tremendamente hermoso bajo la tenue luz del fuego.- Ayar se encuentra en algún lugar de Tukkana, posiblemente en el palacio de verano de Maaltus..., estará custodiado por guardias a los que conozco y tengo aprecio..., su derramamiento de sangre no puede ser una opción.-
Como master me niego a dirigiros hacia una u otra opción. Tendréis que decidir vosotros y vosotras cual de las dos opciones estimáis mejor: Hacer la misión encomendada por los Annun o rescatar a Ayar en el palacio de Tukkana ;-)
Han pasado ya varios días desde esa negra noche, el joven sacerdote aun recuerda las conversaciones con Ayira, Tassarion e Innari y como estos finalmente decidieron ir a la Fortaleza de Earthas, la base de los mismísimos Annun. En estos momentos Ateruk va andando con seguridad por la bulliciosa plaza mayor de Tukkana. La gente va apartándose abruptamente y con sus rostros visiblemente sorprendidos o asustados; y no es para menos, le acompaña -justo a su lado izquierdo- el majestuoso Urogón que camina también con paso seguro. Los dos se dirigen a una sinuosa callejuela que desemboca finalmente en un amplio y esplendoroso palacio de mármol y piedra grisácea. Justo enfrente se encuentra el carro donde descansa Ayar, la observa de nuevo y la vieja Väatar sonríe como bien puede. -Hiciste todo lo que pudiste, ellos lo conseguirán.- Ateruk escucha con un poso de nerviosismo..., los Annun han cumplido, son libres de dejar las tierras de la Ciudad Estado de Edelth, aunque lo principal es buscar cura a la maldición que pesa sobre su madre adoptiva. -Es hora de marchar a las Tierras Ignotas, acompañaremos a un grupo de tres Sáhiras que se dirigen también al norte..., todo irá bien Ayar, es hora de partir...- comenta Ateruk entre susurros. Conduce el carro y finalmente se encuentra enfrente de un elfo Annun de pelos blancos y porte marcial, también podemos observar una elfa versada en las artes arcanas y, por último, un humano con una mecha blanca oriundo de la misma Kramnigur "Espero que tengamos mejor fortuna a partir de ahora" piensa mientras se dirige a lo que será una nueva y, por desgracia, fatídica aventura...
Finalmente no se va a poder continuar la partida, al menos nos quedará la Luz de Edelth :-)