Códice detuvo su avance, retrocedió y suspiró aliviado cuando vio que Rivoel no sólo no había olvidado el verdadero objetivo de aquel encuentro, sino que realmente parecía plan un plan. A medida que el bardo hablaba explicaba al Puma (en un tono muy distinto al usado hasta el momento) lo que el grupo quería a cambio del trabajo, y aunque todavía estaban entre alimañas y, en el mejor de los casos, a punto de meterse en la boca del dragón, Códice se fue tranquilizando.
Al principio. Luego el bardo le pidió al Puma dos de sus hombres. No contento con eso, a continuación le explicó que los compañeros no sólo tomarían el libro, sino que también se llevarían el oro. Pero lo mejor vino al final, cuando Rivoel le dijo al Puma lo que el propio Puma debía hacer con su vida de ahora en adelante. No hay palabras en la lengua común para describir lo abiertos que tenía los ojos Códice llegado a este punto. Incluso había dejado de respirar. ¿Era posible que su compañero conociera algún conjuro de control mental? En tal caso, el fraile rezó para que también conociera uno que les sacara de allí volando en el mismo momento en el que los hombres del Puma decidieran que aquel semielfo había dicho su última palabra.
Códice no dijo nada: simplemente se llevó la mano izquierda hasta el cuello, donde inconscientemente acarició el cordel del que pendía una talla de madera con forma de rosa.
El hombre se había resignado, su expresión corporal denotaba un poco de rabia porque había sido derrotado en su propio juego y parecía que los aventureros no fueran a aceptar su oferta. Cualquier buen observador que lo viera en esa posición no creería las cosas que dicen del gran puma, que ahora parecía un pequeño gatito de piel morena.
Caminaba hacia su puesto, cuando códice habló con su gruesa voz.
El semblante de aquel hombre cambió de un momento a otro, como si un conjuro lo hubiera poseído y de un solo movimiento se volteó hacia el padre oriundo de Hondonada de Anathar -Te ezcucho -Respondió con evidente curiosidad y atención justo cuando Morgan se levantaba dejando caer las monedas de nuevo al cofre, pareció no importarle que Morgan hubiera hecho aquel gesto de desconfianza y por el contrario le prestó una media sonrisa.
-Me pareze, mi buena amiga, que ya he ofrezido máz que lo merezido por esta empreza, ofrezí una cantidad inizial de oro y ahora la eztoy elevando conziderablemente. Me temo, mi buena amiga mestiza, que eztán cruzándo una linea que yo no me atrevería a cruzar, zzi me permiten el conzejo.
En ese momento Rivoel tomó la palabra, con una actitud relajada que calmó el ambiente..... Al principio al menos.
A medida que el bardo hablaba, el gesto de sorpresa y rabia se apoderaba del puma, parecía iracundo y sorprendido por lo que acababa de escuchar, ese grupo había llegado hasta Qark y había llegado hasta su guarida exigiendo y demandando, eso quizá lo hubiera tolerado, pero que lo hayan engañado de esa forma era una cosa que un hombre con su orgullo y su poder no estaba dispuesto a aceptar.
Iba a interrumpir al Bardo, pero Rivoel siguió con su imponente presencia avasalladora, imponiendo su palabra al murmullo que aquel mal hombre iba a trasmitir. La situación no mejoró, todo lo contrario.
Para cuando Rivoel terminó de hablar, el gesto de El Puma era de completa indignación, su cejo completamente fruncido y sus dientes apretando su mandíbula. Con un rápido movimiento sacó una daga y la tiró al suelo terroso de la caverna, la daga quedó clavada a un par de centímetros de la bota derecha desgastada de Rivoel.
-Ezcucháme bien maldito Elfo, escúchame bien que solo lo diré una sola vez. -Para ese momento, los hombres del bandido tenían sus armas desenfundadas, entre ballestas y espadas y un hacha de Vizko. -No conozez quien zoy, y creéme que nadie querrá hazerlo. Me conzidero honorable, y por tu inzolenzia voy a permitir que zalgan con vida de aquí. -Las palabras que salían de su boca parecía el aliento de un gran dragón rojo. -Volverán a Qark, e inmediatamente zaldrán del pueblo y jamáz loz volveré a ver, no voy a garantizar zu zeguridad mientraz eztén en ezte territorio.
El hombre se apresuró y con un par de zancadas volvió a su trono de piedra, a uno de sus costados había un zurrón de cuero. Lo agarró y lo arrojó a los pies de los héroes -Y llévenle eze regalo de mi parte al alcalde, él zabrá qué hazer con ezo. Ahora largo! - Sentenció mientras cogía la cimitarra.
100 px a todos por postear
100 px adicionales a Rivoel por echarse al hombro la negociación
Próximo post: Esto se manejará como una conversación a tiempo real, yo iré contestando a medida que vayan posteando, sin embargo, para el martes todos deberán haber posteado al menos una vez!
@Rivoel: Ya una vez te dije que las tiradas no son todo, las tiradas son, en mi concepto, para los casos en que haya alguna duda por parte mía. Puedes tener +50 a diplomacia, pero eso no hará que la gente haga lo que deseas, te dije una vez que no iba a permitir que el juego se rompiera por una alta puntuación en convencer!
“¡NO!” Códice no lo podía soportar: sentía que la única oportunidad que tenían para conseguir el libro era a través del Puma, que de lo contrario acabaría vendiéndolo tarde o temprano a los orcos, y que esa única oportunidad se les estaba escapando de las manos. Aterrado, no pudo contenerse más y reventó en un torbellino de honestidad, como había hecho antes tantas veces y como haría muchas veces más... si la Diosa no decidía antes que había llegado su Hora de la Cosecha.
—¡Esperad...! —exclamó, lanzándose hacia delante y apoyando una rodilla en el suelo, algo fruto de su desesperación, pero también con la intención de mostrarse humilde ante el Puma—. ¡Esperad, señor! ¡Escuchadme, por los dioses! —Iba calmándose, o al menos conteniendo el tono, a medida que fue hablando—. Hemos luchado muy duramente hasta llegar aquí: a través de los valles, de las montañas, a través de la Infraoscuridad donde no crece ninguna planta decente... ¡Todo para conseguir ese libro! —Ya no ocultaba su vieja forma de hablar.— No queremos nada más: ni oro, ni informaciones, ni hombres... Sólo el libro. —Se puso en pie de golpe y dio un atrevido paso hacia adelante, los puños tan apretados que su correosa piel parduzca se volvía blanca en sus nudillos—. ¿Queréis la cabeza de un monstruo? ¡Nosotros la segaremos! ¿Queréis una mina de plata? ¡Os libraremos de las malas hierbas, por el Verde! ¡Y quedaos con el oro también! —gritó alterado, sin medir bien sus palabras—. Todo, a cambio del libro. —Miró a todos los hombres en la sala, pero no los vio—. Es más: osaré decir, con vuestro permiso o sin él, que esta oferta es vuestra mejor opción: los orcos con los que negociáis son alimañas, semillas de planta venenosa como sólo un orco puede ser —exclamó, ruborizándose momentáneamente al darse cuenta de lo que acababa de decir sobre sí mismo—. Si les dais el libro, nada los detendrá: caerán como una plaga sobre el valle. ¿Queréis que sean los señores de la Daga? ¿Pensáis que podréis disfrutar de vuestra cosecha de plata con un amo pielverde, no sólo en Castillo de la Daga, sino también en Cataratas, en Puente de la Serpiente...? ¡EN FUERTENUEVO! —Sus palabras eran tajantes como puñetazos en una mesa.— Con lord Alba tenéis a un enemigo rondando la viña, pero un enemigo al que conocéis, un enemigo con el que habéis llegado a una especie de equilibrio, ¿verdad? —Ahora no se dirigió sólo al Puma, sino también a sus hombres: confiaba en que, aún siendo ex-miembros del Zhentarim, odiasen a los pielesverdes—. ¿Qué os espera bajo los orcos? ¿Qué le espera a Qark? ¡Una guadaña pendiendo de un hilo, eso es! —No le importaba la cimitarra del Puma, ni las ballestas, ni la daga clavada en el suelo a pocas pulgadas de su amigo el bardo.— Os rogamos... ¡No, señor! Os ofrecemos, a vos y a Qark, que aceptéis nuestro trato. Por el bien de todos.
Un zurrón de cuero permanecía también frente a él. No le echó ni un vistazo.
Rivoel tenía la esperanza de poder convencer al Puma para que dejara de oprimir al pueblo de Qark, pero fue demasiado optimista. Por las primeras palabras del sureño no le pareció tan malo como lo pintaban y pensó que podría hacerle cambiar. Pero al final se vio de qué calaña era el Puma. Egoismo y ambición a costa de todo.
Mientras Códice intentaba negociar de nuevo, Rivoel se acercó lentamente hacia el zurrón y sin cogerlo, empezó a abrirlo lentamente apartando ligeramente la vista del cuero, pensando en que quizás pudiera ver en su interior algo que no deseaba.....
Esperaré a ver lo que hay en el zurrón antes de continuar....
El hombre respiraba fuerte, su respiración se escuchaba clara desde la posición donde se encontraban mientras su pecho se expandía y se encogía.
El puma estaba furioso, pero no era estúpido y aún en tono amenazante escuchó lo que el semiorco tenía para decir, mientras se sorprendía por lo que decía del libro.
Al mismo tiempo, Rivoel se acercó lentamente y cuidando de no hacer movimientos bruscos que se pudieran interpretar como amenazantes, abrió el zurrón y el olor hizo desviar la mirada y torcer el gesto, olía a sangre derramada. Aún así, Rivoel quiso saber que tenía en su interior y se llevó una desagradable sorpresa una vez reunió las fuerzas estomacales debidas para hacerlo.
Era una cabeza humanoide, el horror se combinó con el asco cuando determinó que lo que había en el zurrón coincidía con el tamaño de la cabeza de un niño ¿cómo podía un ser terminar con la vida de algo tan indefenso?, no podía creerlo y su naturaleza hizo que revisara una vez más para percatarse de su error. Era la cabeza de un mediano y Rivoel lo conocía, o al menos lo había visto en Qark. Era el mediano que acompañaba al alcalde cuando se reunieron en aquel molino de la aldea.
Al levantar la mirada, Rivoel percibió una sonrisa maligna dibujada en el rostro de aquel despreciable ser.
Morgan no podía creer las palabras que salían por la boca de Rivoel, el rostro de la mestiza continuaba como una máscara y sus ojos estaban atentos a los movimientos de los esbirros, por dentro sabía que eso no acabaría bien, pero había que jugar con las cartas que tenían y seguir hasta el final. Por eso cuando el cuchillo se clavó en el suelo a los pies del elfo, solo su puño se crispó en un acto reflejo, calculó que le daría tiempo de llegar hasta el hombre y usarlo como escudo. Estuvo tentada de llevar a cabo su plan de huída, había aprendido que cada uno se debía cuidar solo pero también se había dado cuenta que no se podía ir siempre solo por la vida y que llegaba un momento en el que tenías que confiar en alguien. Había tres personas mas con ella y no podía asegurar su bienestar, se quedaría en el sitio y seguiría atenta a lo que sucedía.
Las palabras de Códice, si bien ciertas, tampoco gustaron a la guerrera. Cierto era que lo mas importante era que el libro no cayese en las manos inadecuadas pero ellos no podían vivir eternamente del aire. Comenzó a rumiar una forma de sobrevivir, y de poder salir de allí con el libro y algo de dinero.
- Solo alguien que espera obtener un gran poder pagaría tanto por un simple libro. Si lo obtienen mas nos vale huir bien lejos, yo fuí esclava, - comentó Morgan con voz apesadumbrada, recordando esos días - y no es algo que le desee a nadie.
Y por desgracia, las sospechas de Rivoel se confirmaron. Al ver tan macabro mensaje el bardo soltó el zurrón de inmediato y cayó de espaldas al suelo. Se arrastró varios metros hacia atrás preso del pánico y de la repugnancia que la imagen le había causado.
Ahora se daba cuenta de la clase de persona que tenían delante. Apenas levantó la cabeza su mirada se cruzó con la de El Puma y éste le dedicó una inquietante y amenazadora sonrisa. Al segundo siguiente Rivoel no aguantó más , pues las tripas se le habían revuelto tras ver la decapitada cabeza del mediano y empezó a vomitar sobre la piedra de la cueva. Demasiada tensión acumulada y rabia contenida que Rivoel no supo sacar de otro modo. Tambaleándose por el esfuerzo se dirigió hacia el pasillo de salida y apoyando las manos en la pared, continuó arrojando lo poco que tenían ya sus revueltas entrañas. Algunas arcadas más de bilis y saliva siguieron estremeciendo el cuerpo del medioelfo, cuya tez era tan pálida como una luna llena.
El bardo se quedó en el sitio jadeante, sin fuerzas ni voluntad para volver a donde estaba, esperando a sus compañeros mientras se recuperaba de las fuertes emociones que acababa de sentir.
La sonrisa del puma se acentuó al ver la reacción de Rivoel hasta convertirse en una carcajada.
-jajaajaja -Rió sonoramente, relajando un poco la tensión con la que estaban sus hombres y el grupo de la pluma blanca.
Relajó su cimitarra y volvió a hablarle al semiorco -Odio loz orcoz, pero ofrezían buena paga por una baratija que no dize máz que cozaz sobre una familia de meztizos, no entiendo porque lo anhelan con tanta vehemenzia, pero zi tiene tanto poder como dizez ¿no ez mejor deztruirlo ya? ¿o ez que acazo lo quieren para uztedez mizmoz?
Permaneció dubitativo durante unos instantes, no le interesaba en lo más mínimo la respuesta que pudieran darle.
- Largo de aquí ahora, zolo vuelvan zi ez con la cabeza de la beztia negra o zi no, no vuelvan a Qark nunca. A cambio lez prometo únicamente la zeguridad en el pueblo y el libro eze que tanto anhelan, Vizko irá con uztedez como garante de que ze cumpla el trato, zi le paza algo a él ez como zi me pazara a mi y no creo que quieran ezperar a ver como me vengo -Dijo ante la cara de sorpresa de su esbirro, era claro que él no quería bajar a esa montaña y era evidente su incomodidad por la orden que el puma había acabado de emitir. -Él ze encargará de proveerlez todo lo que nezeziten.
Volvió a sentarse en el trono de piedra, rodeado de sus pieles pero sus hombres aún mantenían las armas en alto, esperando un movimiento en falso de los héroes para atacar. -Largo ahora! -Sentenció ahuyentándolos con las manos como se ahuyenta alguna alimaña de una casa.
-Ahh una coza máz. Haze un día llegó un Enano, un paladín a Qark vizitando a zu familia, quizá quieran convenzerlo de que vaya a las minaz con uztedez.
300 px a cada uno por conseguir el trato con el Puma y evitar que los orcos se llevaran el libro! (era una pequeña quest interna)
Pueden coger cualquier cosa del manual del jugador (incluso armas y armaduras de gran calidad) excepto las armaduras semicompleta y completa.
Siempre en una medida racional.
Cuando Rivoel soltó la bolsa y una cabeza salió rodando de ella, Códice dio un respingo y retrocedió varios pasos, espeluznado. “¡Asesino!”, gritó en sus adentros. La risa del Puma no le tranquilizó: al contrario, la combinación de crueldad y diversión le puso los pelos de punta. En ese estado de shock, no fue capaz (por suerte) de dar respuesta a las preguntas del Puma. Habiendo conseguido no sólo la palabra del Puma (el libro a cambio de la cabeza del dragón), sino incluso provisiones (¿y equipo?), el fraile sólo quería obedecer las palabras del calishita y largarse de allí. Miró a sus compañeros, esperando que ellos tuvieran la misma idea. En ese momento, el Puma mencionó la presencia de un paladín en el pueblo. “Perversamente brillante”, tuvo que reconocer Códice. “Sabiendo que no puede convencer al justiciero para que trabaje para él, lo deja en nuestras manos”. ¿Habrá sido su intención desde el principio? Con todo, también le alegró descubrir la existencia de un posible aliado, tanto contra el dragón como contra el Puma. “Puede que no todo esté escrito...”
Voy mirando qué coger... ¡Y mis conjuros!
No bien la guerrera acabó de hablar cuando el bardo se dejó caer al suelo soltando el zurrón que había abierto, en el proceso de dentro de la bolsa salió lo que no hacía mucho era la cabeza de... -¡¿Un niño!?- pensó con horror Morgan pero de inmediato pudo captar los rasgos -un mediano-. Se fijó un poco mas pero no reconoció en ellos a Benen, el que los había acompañado desde Fuertenuevo. -Al meno uno sobrevivirá- fué el pensamiento funesto que le vino a la mente, pensamiento que fué cortado por la estentórea risa del Puma y sus siguientes palabras.
Relajó la pose y expuso su odio compartido -A lo mejor no está todo perdido- pensó la mestiza pero no le dió tiempo de darle la razón e instarlo a tirar el libro al fuego en el que se cocía el jabalí. Inmediatamente cambió de tema, les dió una salida para conseguir el libro y un acompañante, al que la guerrera le dedicó una mirada de especulación sobre sus fuerzas y su valor -Lástima que debe volver-. Era mas de lo que Morgan esperaba, pero parecía que la vida de proscrito tenía muchas carencias, una de ellas debían ser las conversaciones estimulantes. Con todo dicho por su parte, el Puma se sentó sabiéndose rodeado por los suyos y a salvo de todo -Pero eso un día cambiará-.
La última frase que dijo como a la ligera, llamó la atención de Morgan -Un paladín... no sé por qué nos ayudaría. Bueno, quizás le convenzamos que a la larga el dragón será peor que el Puma-, y sin mas se dió la vuelta y se dirigió a la salida con pasos decididos, como si no tuviese varias flechas apuntadas a su espalda. Por el camino puso una mano en el hombro del clérigo para ayudarlo a salir de su estupor y que comenzase a andar en la dirección indicada, le hizo un gesto a Lirian para que encabezase la marcha y al llegar a la altura de Rivoel lo ayudó a avanzar -Los bardos no suelen tener estómago para disimular según qué cosas- pensó mientras se tragaba el nudo que tenía en la garganta.
Cierto era que Lirian se encontraba un tanto desubicado en aquel lugar pero la última sentencia que dejó caer el Puma lo devolvió al mundo real como una bofetada. ¿Acababa de decir que el único pago que recibirían sería el libro? Miró a sus compañeros con los ojos abiertos de par en par buscando los de Rivoel y Códice para preguntarles con la mirada si era cierto lo que acababa de escuchar, sin embargo el estado de estupefacción de ambos por la cabeza de aquel mediano lo hizo imposible. - Olvídate de la flota de barcos Lirian... - Se dijo un tanto desilusionado al darse cuenta que aquellos aventureros no parecían llevar la fortuna monetaria con ellos. Espero que eso cambie...
Cuando Morgan se lo indicó Lirian abrió la marcha por el estrecho corredor por el que escasos momentos antes habían descendido. Era una incomodidad llevar a aquel Vizco con ellos puesto que no se fiaba de él en absoluto como para hablar abiertamente con sus compañeros acerca de su opinión de todo esto. Por lo menos - concluyó una vez pensó en las minas y la criatura que estaría esperándolos - ese monstruo es tan enemigo nuestro como suyo, aunque tenga que pelear únicamente por salvar su miserable vida nos vendrán bien sus músculos en la lucha... y mejor nos vendrá su cuerpo si ese dragón se le escapa un garrazo o un mordisco.
¿Supongo que nos vamos todos ya no?
Yo en caso de que nos permita coger algo, elegiré una cota de mallas de gran calidad y un arco largo también de gran calidad (Si lo tiene reforzado mejor que mejor :D )