Después del golpe a Abrahel el enano vio una apertura, un hueco entre las rocas que formaban el elemental justo donde cualquier humanoide tendría las costillas, adelantando un pie realizó un golpe en arco, el arma golpeo en silencio la piedra mientras el paladín puso toda su fuerza en los brazos y la cintura, la piedra cedió quebrándose, un gruñido de esfuerzo y victoria salió de la garganta del enano aunque solo el la sintió al quedar silenciado por el hechizo e Códice, los brazos le dolieron mientras la rabia por sus compañeros heridos infundía el golpe, craneoroto atravesó al elemental de lado a lado mientras restos de roca salían disparados.
Momentos después el enano respiraba agitado delante de un montón de rocas y polvo, su mirada apunto al Puma, dijo algo, pero nadie pudo escuchar sus palabras
Motivo: ataque a elemental
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 20(+8)=28 (Exito)
Motivo: confirmar critico
Tirada: 1d20
Dificultad: 18+
Resultado: 18(+8)=26 (Exito)
No tiro daño porque no es necesario quedandole 2 al elemental
Sé que el elemental no coge critico, pero me hacía ilu
Motivo: [Zhork] Iniciativa
Tirada: 1d20
Resultado: 14(-1)=13
Motivo: [Lirian] Iniciativa
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+6)=10
Motivo: [Rivoel] Iniciativa
Tirada: 1d20
Resultado: 3(+1)=4
Motivo: [Morgan] Iniciativa
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+2)=4
Motivo: [Abrahel] Iniciativa
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+2)=6
Motivo: [Puma] Ataque vs Morgan
Tirada: 1d20
Dificultad: 17+
Resultado: 12(+4)=16 (Fracaso)
ESTADO DE LOS COMBATIENTES
Iniciativas, CA, daño recibido, estados
25. El Puma (CA17) / daño 6 PG
24. El Príncipe (CA16) / daño 27 PG MUERTO
18. Elemental de tierra (CA18) / daño 30+X PG DESTRUIDO
17. Códice (CA17) / daño 16 PG, DESARMADO
14. LIRIAN (CA19) / daño 5 PG / +1 a atq y daño
13. MORGAN (CA17) / daño 2 PG / +1 a atq y daño, DERRIBADA
12. Snarruk (CA16-2) / +1 a atq y daño
10. Abrahel (CA18) / daño 8 PG / +1 a atq y daño
09. RIVOEL (CA13) / +1 a atq y daño
04. DORN (CA17)
El Puma consiguió zafarse del agarre de Morgan, e incluso del espadazo de Rivoel y de las estocadas de Lirian, pero su imprudente movimiento y el final de su último aliado -el elemental, al que Dorn de un golpe redujo a pedazos- le habían metido de lleno en las fauces del lobo: estaba rodeado. Sin escapatoria. El malhechor mantuvo durante unos largos segundos su guardia en alto, girando sobre sí mismo, hasta que la obviedad de su derrota caló en él. En ese momento, irguiéndose, desnudo como estaba -salvo por el batín-, relajó los brazos y bajó la espada. Su rostro no estaba asustado, sino pálido, hundido, sin esperanza. Desarmado, me moví para salir de la zona de silencio y escuchar lo que dijera. Su amante, que había visto todo el combate, hipaba entre cojines, sollozante, expectante.
—Me habéiz vencido. —Una corta y cansada risa se escapó de sus labios.— Azí que ezto ez todo, ¿no? Ez azí como acaba…
Sus ojos se posaron sobre el cuerpo sin vida de su animal. No dijo nada. También miró de soslayo a su espalda, a Morgan y a Lirian. Me miró brevemente a mí, y un poco más a Rivoel, y finalmente se detuvo en los dos paladines: Abrahel llevaba el arma del propio Puma desenvainada y se acercaba con los ojos brillando de determinación. Estaba claro que ella no iba a aceptar ninguna negociación, ninguna otra cesión: el Puma iría ante la justicia. Nada iba a impedírselo.
—Ahora me zacaréiz de aquí por donde habéiz entrado, ¿verdad? —El miedo y el instinto de supervivencia habían dado paso a una mezcla de rabia contenida y resignación.— Me llevaréiz por el camino que eze hijo de puta dezagradezido... -dijo, venenoso— ...oz enzeñó y antez de que miz hombres puedan cogeroz me entregaréiz a eze Almadura para que me cuelgue delante de todo el mundo y oz ponga a una puta medalla... Ez ezo, ¿no? —Meneó la cabeza como haciendo memoria.— Ah, sí: y el puto libro.
Una mirada hacia uno de los baúles de sus aposentos nos reveló la localización de lo que buscábamos. No me moví. Nadie se movió.
—Mil vecez maldigo el día que llegó a miz manos, pero mil millarez de vecez oz maldigo a vozotroz. —Respiró profundamente.— No me lo puedo creer… Yo, zuperviviente de la locura de Manzhoon... —Su puño se apretaron en torno a la empuñadura de su espada.— Yo, que llegué a capitán de zu Red Negra... ¡Que he zobrevivido a la perzecuzión de Lord Alba! —Su cara se fue congestionando de rabia con cada palabra.— ...voy a morir colgado por la mano de un alcalducho de mierda, de un pueblo perdido, de ezte agrezte valle… ¿¡Por culpa de un grupo de aventureroz ociozoz!? —exclamó, arrebatado, indignado—. ¡NOOO! ¡ME NIEGO! ¡NO ACEPTO EZTE FINAL!
Y nada más proferir esas palabras, girándose sobre sí mismo con pasmosa velocidad y moviendo su brazo en un arco, dirigió un brutal ataque contra Morgan, que se encontraba a su espalda, quizás decidido a vengar con su último aliento a su felino amigo.
Yo -junto con Lirian, que estaba al otro lado de Morgan aún- corrí a interponerme, pero Morgan estuvo más rápida que cualquiera de nosotros y levantó su arma para detener el golpe. Ella y el Puma se quedaron congelados en esa posición, las armas trabadas, mirándose a los ojos.
—¡ALTO, PUMA! —grité, preocupado, aferrándole el brazo, a un palmo de su cara—. ¡Depón las armas! ¡Se acabó! ¡Se acabó para ti! ¿¡Lo entiendes!?
Los ojos del Puma estaban abiertos de par en par, fijos en Morgan, atónitos… ¿Por la rabia?, pensé. Pero, entonces, una inesperada tos le llenó la boca de sangre, que escupió manchando la cara de mi compañera, y su mirada -la de él, y las nuestras detrás- bajaron hasta su vientre: la cimitarra de Lirian, que también se había pegado a él como yo, penetraba en el cuerpo del Puma hasta la empuñadura, saliendo por mi lado, manchada de rojo. Me separé de ellos y Morgan hizo lo mismo. La espada del Puma cayó de sus manos y rebotó en el suelo con un tintineo. Lirian también se apartó. El Puma cayó de rodillas. Alzo el mentón. Sus ojos vidriosos miraban a la nada. La sorpresa inicial había dejado paso a una especie de satisfacción, de paz incluso.
—Z-zí… —Tosió.— Azí… azí zí.
Y cayó de bruces, inerte. El malvado líder de los Pumas Negros, azote de Qark, había muerto.
Disculpa que te robe al personaje así, Skethel. Doy explicaciones en el off topic.
Los latidos del corazón retumbaban en su cabeza como golpes de tambor, la cueva daba vueltas y los gritos de Códice llegaban atenuados, como si un pesado manto se interpusiese entre ambos. Todo había sucedido de forma tan rápida y precipitada que, cuando quiso darse cuenta, el Puma yacía inmóvil ante él, tendido boca abajo sobre un charco de sangre que crecía por momentos. Dueño y mascota compartirían el viaje al otro mundo.
— Lo…lo…siento, – se sorprendió al poner voz a sus pensamientos. — No po…podía dejar que… —apartó la espada del bandido con el pie para confirmar que en verdad había tratado de apuñalar a Morgan.
Al levantar la vista encontró a sus compañeros acercándose hasta la escena. Todo había acabado, o al menos eso parecía, pues allí donde instantes antes se había erguido aquella inmensa mole de piedra, ahora sólo existía un montón de rocas dispersas. Unos sollozos de mujer lo sacaron de su ensimismamiento.
¿Se…se acabó? — No era una pregunta al alguien en particular, era simplemente una forma de autoconvencerse de que, en efecto, había escapado con vida de lo que, por unos instantes, se había convertido en la antesala de la muerte, de su propia muerte. — Hay…hay que salir de a…a…aquí.
Después de semejante experiencia, ni siquiera pensaba en despojar al Puma de sus pertenencias. Tenía claro que su vida era el mayor de los tesoros. Además, los esbirros de aquella alimaña bien podían darse cuenta de que algo pasaba. Sí, el acceso a la cámara estaba bloqueado, pero para aquellos entonces, el norteño ya no se fiaba ni de su sombra.
Rivoel seguía cantando, pero su canto se detuvo de golpe cuando el bardo vio como el Puma dirigía su arma hacia Morgan con determinación - ¡¡¡¡¡CUIDADO MORGAN!!!! NO!!!!!!!
El semielfo intentó interponer su espada para evitar que Morgan fuera alcanzada, pero el inexperto Rivoel no pudo reaccionar ni mover su filo con la misma rapidez que el ágil forajido. El bardo se temía lo peor, pero de repente el Puma frenó su ataque. La cimitarra de Lirian lo atravesó por completo. La rapidez y fuerza del norteño salvó a Morgan de una muerte segura.
Rivoel suspiró aliviado, aunque todavía no podía creer que hubieran conseguido matar al Puma. No lo creyó hasta que lo vio tirado en el suelo sobre un charco de su propia sangre.
Tras eso, un corto silencio se hizo en la sala hasta que Lirían habló, titubeante como siempre y el bardo le contestó - No Lirian, no se acabó, queda hacer lo más importante. Aquello por lo que llevamos semanas arriesgando nuestras vidas. - Decidido, Rivoel se agachó y registró al Puma hasta que encontró una llave colgada sobre su cuello a modo de collar. Sacó el cordel con cuidado y se acercó hacia el cofre que el malvado personaje había mirado antes de atacar a Morgan. Pero no se atrevió a abrirlo, ni siquiera llegó hasta él. Temía que estuviera protegido con algún tipo de trampa. De modo que el bardo comenzó a pronunciar unos ensalmos mágicos hasta que una figura borrosa e inmaterial apareció junto a él. Le dio la llave y le ordenó que abriera el cofre y buscara el libro de los Bosquelado. La llave voló por el aire sujeta por la esa mágica e invisible forma, se introdujo en la cerradura y giró dentro de ella. Un seco y sonoro click, se escuchó en toda la sala mientras Los Compañeros de la Pluma Blanca esperaban con la esperanza de que la mágica creación del bardo sacará del baúl el valioso libro que llevaban tanto tiempo buscando.
Puestos a inventar cosas, aquí dejo mi aportación.
Lanzo el hechizo de sirviente invisible por si las moscas. Tenía pensado utilizarlo así desde antes de entrar en la cueva.
Vamos, que ya lo tenemos!!!
El enano observo la llave seguir su camino todo había concluido de modo que se acerco a la mujer que estaba en la cama del puma, su cara denotaba pánico.
-¿quien sois?
Apenas formulo la pregunta se sintió intranquilo, miro en rededor buscando el origen de la sensación, el sirviente de Rivoel había abierto el baúl.
El libro es un libro normal sin adornos, esta inmaculado pero parece antiguo.
La sensación la nota cualquiera que no sea neutral autentico y viene a ser que algo no anda bien, precaución y aléjate, todo a la vez, se siente siempre que el libro no este cubierto.
Para abrir el libro hay que pasar un chequeo de voluntad, si no se pasa no se puede intentar de nuevo en 24 horas + 24 cada vez que se falle de nuevo.
Los seres no inteligentes o los artilugios no pueden abrir el libro, los seres sin voluntad, tampoco, de hecho los seres sin voluntad no pueden ni cogerlo o manipularlo(eso incluye al sirviente invisible).
No se siente miedo ni nada, sencillamente no abre el libro, como si perdiera el deseo de hacerlo(algo asi como perder el apetito)
Cuando el Puma pareció aceptar su derrota la guerrera aprovechó y se levantó, lo hizo con cuidado y sin perder de vista en ningún momento al bandido, así como no perdió detalle de sus palabras. Por eso conforme avanzaba en su discurso más creía que no acabaría ahí la escaramuza, que el hombre se sacaría otro as de debajo de la manga y desaparecería en una nube de humo, cual villano de cuento de troupe.
No fue así, en un fluido movimiento descargó un golpe contra Morgan y ésta lo paró con su mangual, sosteniendo el mango con la diestra y la cadena con la siniestra. Mientras sus ojos miraban con determinación al ladrón una salpicadura de sangre manchó la piel verdosa de la mestiza y la expresión de la mujer cambió por una de interrogación, sus ojos vagaron por el cuerpo descubierto del hombre y encontraron la respuesta a su muda pregunta. La cimitarra de su compañero atravesaba de lado a lado el abdomen y estaba acabando con la vida de su enemigo.
Morgan dio un paso atrás destrabando su arma, oyó al Puma y supo que ese era el final que había elegido: morir luchando. Lo entendió, en cierto modo compartía ese pensamiento. Parecía que al final la manga del batín había estado tan vacía como sus ojos ahora.
-Gracias Lirian. -contestó a las disculpas del norteño.
Y cuadró la mandíbula y los hombros mientras le dedicaba una última mirada al cuerpo sin vida a sus pies.
Vio como Rivoel se hacía con la llave del cofre y utilizaba uno de sus trucos para abrirlo, la guerrera supuso que era por precaución, por si había alguna trampa, pero ella no creyó que la hubiese. En esas estancias el Puma se había creído totalmente a salvo. Cuando sintió su vello erizarse dio un paso adelante, dispuesta a enfrentarse a lo que fuese, cuando nada ocurrió avanzó hasta el cofre para sacar el dichoso libro. Si hubiese un fuego encendido lo tiraría a él, a pesar de que le habían dicho que eso no funcionaría, pero como no era así se conformaría con guardarlo en las profundidades de su mochila. Sin ni una sola mirada, con la determinación en su cara.
Paro aquí por si pasa algo ^^
Mientras Rivoel se ocupaba del cofre, Abrahel también se acercó a Lirian y juntos miraron el cadáver del Puma.
—Habría preferido verle colgado… —comenzó en un tono seco, como de reproche— ...pero no nos dejó otra opción. —La paladina miró a Lirian mientras le daba una palmada en el hombro.— Los dioses le juzgarán en el Otro Lado. Qué mayor justicia que esa.
Yo también quise compartir gestos de camaradería con Lirian, pero en ese momento el silencio mágico se disipó y, gradualmente, unas voces llegaron hasta la cueva. Venían del túnel: los hombres del Puma habían sentido la activación del mecanismo de seguridad -¡cómo no, si temblo el suelo!; el ruido tuvo que ser tremendo- y estaban tratando de llegar hasta nosotros. Un pesado golpe -¿un ariete?- nos confirmó las sospechas. Snarruk se puso a bufar y a vagar por la sala, nervioso.
—Coged ese libro —masculló Abrahel, que no había envainado la espada—. Voy a ver cuál es la situación —añadió, ya saliendo de la sala.
Donde los cojines, Dorn hablaba con la mujer sollozante:
—M-me llamo Linay —le contestó la mujer. Tenía tanto miedo de Dorn que había dejado de lloriquear.— N-no me matéis, por favor. Yo s-sólo le hacía compañía… Él me mantenía...
Sus ojos miraban de vez en cuando hacia el túnel, aunque la expresión era la misma: miedo, indecisión. Pero Dorn ya no atendía: el ser invocado por Rivoel acababa de abrir el cofre. El libro estaba al fin a nuestro alcance.
Llegados a este punto debo confesar que, después de todo lo que habíamos sufrido, el libro me resultó algo decepcionante: había esperado encontrar un gran volumen, pesado, recio, antiguo y majestuoso, con las tapas de madera forradas de un cuero soberbio, quizás vitela, o quizás en brocado; remaches de bronce y acero, un aristocrático escudo de armas labrado -o bordado en hilo de plata- sobre la piel de la portada, y pan de oro en el canto de las páginas. Un códice que llegara acompañado una fanfarria de añafiles y cornetas, o un coro de ángeles, o de voces condenadas. No sé... Algo. No fue el caso: el libro parecía nuevo y no era especialmente grande, ni especialmente vistoso. En el cuero de su encuadernación, simplemente aparecía grabado “ARBOLE XENEALOGICA E ISTORIA DEL MUY ANTIGVO LINAGE DE LOS BOSQVELADO DESDE LOS TIEMPOS DE NETHERYLE HASTA LA FUNDACIÓN DEL REYNO DEL VALLE DELLA DAGA”. ...y ya. Ni fanfarria, ni coros, ni nada.
Sí noté, como los demás, una cierta inquietud -como que algo no anda bien, una llamada a la precaución, un “aléjate”-, pero la atribuí a la situación, más que al libro.
—Tengo un mal present...
Pero me quedé con las palabras en la boca: Morgan había cogido el libro -con bastante mala leche- y lo había metido en su mochila. Sólo quedaba llevárselo a Shaibar Trahel, nuestra patrona. En ese momento, reapareció Abrahel.
—Están echando la puerta abajo, pero aún tendrán que retirar las rocas que han bloqueado el túnel. Calculo que eso nos da algunas horas, pero deberíamos aprovecharlas para poner tierra de por medio, reavituallarnos y salir hacia donde sea que debamos llevar ese libro.
—Algunos de los hombres del Puma conocen la salida secreta —añadí, recordando lo que había dicho Kraum. También había dicho que rodear la montaña llevaba unas cuantas horas, pero no podíamos confiarnos—. Debemos darnos prisa.
La mujer Linay no mostrará oposición ni a que la dejéis ni a que la llevéis. Decidís vosotros.
Cuando Morgan levantó la mirada de su mochila, Abrahel volvía con noticias sobre los ruidos que ya habían comenzado a oírse y la muchacha miraba a todos con el horror pintado en su rostro, la guerrera suspiró para alejar la sensación incomoda que le había dado el libro. Ya llevaba dos objetos así, pensó que como siguiese cogiendo cosas extrañas al final lo lamentaría, pero se encogió de hombros de forma pragmática sacudiendo esos pensamientos y se encaminó hacia el otro pasillo que salía de la cámara*.
-¿Hay algo distintivo de El Puma para poder atestiguar que ya no sigue vivo? -preguntó a Lirian y a la paladín ya que estaban cerca del cuerpo y podrían decidir mejor, pero sin esperar contestación se dirigió a la mujer conforme se acercaba a la entrada del túnel -No os mataremos si no lo intentáis antes vos con nosotros, a él le dimos varias oportunidades de rendirse pero prefirió acabar así.
Directa y sencilla, la explicación de la mestiza fue como era ella, y siguió su camino para investigar ese punto ciego que había.
*El del sur ;)
Por un momento Rivoel temió lo peor. Su sirviente no respondía a su mandato de coger el libro, su poder debía ser muy peligroso y ¿Quién iba a atreverse a tocarlo? Pues como no , la valiente e inquebrantable Morgan que sin pensárselo ni un momento, se acercó al cofre, cogió el libro con sus propias manos y lo metió en su mochila sin más. Nada más allá de una especie de suspiro colectivo sucedió, aunque una extraña sensación de amenaza recorrió la cueva calando en los aventureros.
Los hombres del Puma estaban intentando entrar y La paladina tenía razón, tenían que salir de allí cuanto antes. Pero no podían dejar aquellas riquezas allí, primero porque no podían caer en manos de aquellos villanos y que los invirtieran para sus malvados fines. Y segundo porque seguro que gran parte de esas posesiones no hace mucho pertenecían a las gentes de la ciudad.
- Sí debemos salir de aquí cuanto antes, pero no podemos dejar todo esto aquí - refiriéndose a todo lo que el Puma atesoraba - No podemos permitir que caiga en las manos equivocadas. Cada uno que coja todo lo que pueda.
- Mi fiel, toma la sortija de oro del dedo del hombre muerto y entrégaselo a la mestiza.
El sirviente invocado obedeció y uno de los anillos que adornaba, junto a otros aros enjoyados la mano de el Puma, salió del dedo del bandido y se acercó hasta llegar frente a Morgan. Un bello anillo dorado con los ragos de un Puma parecía servir de sello para lacrar los mensajes y pergaminos del villano. - Además de eso debe tener una daga dorada como la que yo porto, no creo que ande muy lejos... - Pronunció Rivoel mientras comenzó a llenar su mochila de gemas, joyas y monedas de oro que abundaban entre los cofres y baúles que adornaban la zona del lujoso aposento de el Puma.
- Aunque sí dejaría algunas bagatelas y monedas para que sirvan de motivo de confrontación a estos ladrones. Con un poco de suerte se maten entre ellos por convertirse en el nuevo Puma.
- Vamos mujer, tú también toma todo lo que puedas y sabremos recompensarte. Ahora serás libre y podrás mantenerte tú sola. - animó el bardo a la concubina
¿ Snarruk nos puede ayudar a llevar algo? hay alforjas o algo para poder cargarlo en sus lomos?
Esa mujer los tiene bien puestos… - Se dijo al ver a Morgan tomar el libro sin pensárselo dos veces par, acto seguido, depositarlo en la mochila. Dejó escapar un pesado suspiro al ver que nada sucedía, hecho que no pasó desapercibido para ninguno de sus compañeros.
Lirian había preferido mantenerse en un segundo plano en lo que se refería a la manipulación del libro y qué debía hacerse con él una vez estuviese en su poder. Al fin y al cabo, no conocía prácticamente nada del artefacto, sólo las breves pinceladas que Rivoel y Códice habían compartido con él el día en que se unió a la compañía, y de eso…bueno, no hacía tanto tiempo que había sucedido. Si alguien le hubiese dicho en aquel momento que su destino sería el enfrentarse a orcos, bandidos y dragones, sencillamente no lo hubiese creído. ¿Hubiese aceptado la proposición de haber conocido de antemano? Probablemente tampoco. Pero allí estaba, erguido ante el cadáver de un felino más grande que él mismo y del cuerpo sin vida de su dueño, el Puma, quien había controlado y subyugado a los habitantes del Qark durante años.
Pero no era el momento ni la situación para hacer balance. Tal y como Rivoel y Abrahel apuntaban, los hombres del villano trataban de abrirse paso hasta el interior de la cámara. Si lo lograban, de poco habría servido todo lo logrado hasta entonces. Bastaba echar un ojo a los cuerpos magullados de sus camaradas para darse cuenta de que otro combate más supondría un desafío demasiado elevado para ellos.
Así, la pregunta de Morgan sirvió de acicate para que el norteño se pusiese en movimiento de nuevo. — Co..co..coge lo que pu…puedas por mí. — Dijo al semielfo a la vez que se sujetaba la cimitarra y bajaba la vista al suelo. — No…no la trai…traigáis aquí hasta q…que… aca…aca...acabe, sssseguro que no qui…qui…quiere ver esto. — Añadió para referirse a la muchacha.
Tratando de no vomitar, el norteño emprendió la poco grata tarea de decapitar al Puma. No fue algo fácil, pues, aunque hubiese sido su enemigo, no dejaba de ser una persona como ellos, alguien que de no haber elegido aquel camino en su vida bien hubiese podido ser un miembro respetado de la sociedad. Tres golpes hicieron falta para desprender la cabeza de los hombros, y tres veces maldijo para sus adentros el hecho de tener que hacerlo, pero claro, no estaba dispuesto a cargar con el cuerpo del bandido montaña abajo hasta el pueblo.
Creo que con esto servirá. - Indicó a Morgan. - Dad…dadme un sa…sa…saco. – Pidió al levantar por los pelos la cabeza de su rival.
— Maldita sea, qué puto asco…los Dioses me perdonen.
-Muchacha, será mejor que no te quedes aquí
Dicho esto se dedico a reunir mantas y telas en la entrada por donde intentaban entrar, también dedico un rato a buscar cualquier liquido combustible con el que empapar los tejidos y velas.
-Si quieren entrar que tengan algo mas de lo que preocuparse que de nosotros.
Mientras realizaba su labor frunció el ceño al ver la decapitación de Lirian
Quiero preparar una trampa de tiempo/acción, poner las velas para cuando caigan las rocas prendan las telas y provoquen mucho humo, confusión y miedo, si no caen las rocas, que al consumirse alguna vela prenda de todos modos la trampa.
Mientras saco telas estoy atento a cualquier objeto que pueda llamar mi atención
No recuerdo en qué orden hicimos todo, pero al cabo de no mucho tiempo estábamos listos. Lirian había completado la ingrata tarea y había amarrado su trofeo a su mochila. Morgan había explorado la gruta anexa, no encontrando más que el rincón «privado» del Príncipe. Rivoel había conseguido dar con la daga dorada del Puma, escondida cerca del lecho: otra prueba de su muerte. Todos, pero Abrahel más que nadie, habíamos ayudado a Dorn a montar su trampa: cuando los pumas negros consiguieron retirar todos los escombros, sin duda se encontraron con un pequeño infierno cortesía del paladín enano y sus inusuales habilidades. Y todos, por supuesto -incluida la mujer-, nos habíamos llenado los bolsillos con tantas riquezas como pudimos coger, siempre sin comprometer nuestra huida. Incluso llenamos un par de bolsas y las cargamos sobre Snarruk, que muy amablemente no puso objección.
A mayores, tanto yo como Morgan habíamos recogido nuestras armas -su lanza, mi maza- y la bolsa con la cabeza de Escamanegra. Al hacerlo, en el escritorio descubrimos que el sello que Rivoel había conseguido -un símbolo exótico en forma de zarpa- estaba estampado en varios documentos; uno de ellos, una carta dirigida al mismísimo Ighnomer, el brujo. En esta misiva, el Puma trataba de conciliarse con él explicándole lo sucedido el día del -gracias a nosotros- fallido intercambio, ofreciéndole de nuevo el libro y solicitándole a cambio un puesto a su servicio en el futuro orden. No estaba terminada, pero las intenciones del forajido eran cristalinas. «Gracias a la Diosa, llegamos a tiempo», pensé. Barajando que los demás documentos también podrían tener valor para el señor del valle, los había cogido y metido entre mis cosas.
Tras coger todo lo posible y preparar aquella trampa de fuego nada quedaba por hacer allí más que ponerse a salvo. Lo primero sería llegar a la ciudad y avisar a las autoridades para que asaltaran la guarida del Puma y acabaran definitivamente con aquella banda de criminales.
Pero después estaba lo más importante, el libro. ¿ Cómo darían con la bella Shaibar para entregarle el tomo y que lo destruyera? Rivoel confiaba en que si los había encontrado perdidos en las montañas, lo hiciera también en Quark. De alguna manera los habría tenido vigilados, como dijo su curioso familiar Rakatar antes de dejarlo atrás en las montañas camino de Fuertenuevo.
¿ Y luego qué? Con la misión concluida ¿ Qué sería de Los Compañeros de La Pluma Blanca? Mientras dejaban atrás la guarida de El Puma, Rivoel empezó a pensar qué sería de ellos. Podía imaginarse a Abrahel en esa última y definitiva batalla contra los orcos, a Códice dirigiendo la construcción de un bonito templo a su diosa, a Dorn volviendo a su clan tras pelear también contra los orcos como Abrahel, a Lirian camino del norte para gastar su botín en una buena flota de pesca con la que asegurar el futuro de su familia, a Morgan luchando también contra los orcos y después guardando las espaldas de algún noble como Escudocuervo, Pero Y Rivoel ¿Qué haría el bardo tras la gesta que acababan de lograr? En primer lugar se quedaría unos días de Quark disfrutando de la fama consiguida, lo primero sería recompensar al anciano aquel que le dio información sobre El Puma y al que no pudo pagar por su valiosa información. Se pasaría allí unos días cantando canciones y recitando poemas sobre Los Compañeros de la Pluma Blanca, contando los pormenores de aquella gran aventura y narrando todas sus hazañas. Por supuesto habría sitio para Shaibar y Rakatar, también para el arrepentido Vizko Kraum y especialmente para Escudocuervo y los versos que el bardo le dedicó por su generosidad. Y como no, también se acordaría de los amigos que quedaron en el camino, especialmente de la mediana Lafdiena Correestepa y del elfo oscuro Fewihn Drazth.
Pero Rivoel no iba a perderse esa batalla, aunque él no iría a luchar, sino a ser testigo de todo lo que allí aconteciera, pues alguien debería contar las proezas de los héroes que allí se consagraran.
Y tras eso quizás siguiera los pasos de Vizko, pues tenía curiosidad por saber si aquel corazón negro del brazo ejecutor del Puma se había convertido en un corazón más limpio y puro.
Sirva esto como preámbulo de la despedida.
Un vistazo a aquella cueva le dijo a la guerrera que era el cubil del animal, por lo que sin llegar a entrar aceptó lo entregado por aquel ser invocado por Rivoel y se dispuso a subir a la plataforma para recuperar su lanza y el saco con la cabeza de Escamanegra. De paso examinaría esa zona tal y como había dicho el bardo, si había algo interesante se lo guardaría y si no bajaría y ayudaría en la tarea de menguar el tesoro que dejarían para los secuaces del bandido.
Escuchó a Lirian llevar a cabo su autoimpuesta tarea y, cuando demandó un saco para guardar el fruto de su esfuerzo, le abrió el que llevaba la cabeza del dragón para que lo metiese. Una vez con los bolsillos llenos y con el saco de las cabezas bien anudado en las correas de la mochila, por fin se encaminó hacia el túnel que habían utilizado para entrar.
De nuevo se puso en cabeza y, con el recorrido fresco en su memoria, marcó un ritmo más rápido que cuando entraron. Tenían que llegar cuanto antes al pueblo y dejar las cosas claras y arregladas antes de volver a Fuertenuevo.