Lirian no tardó en llegar al lugar previsto y sumergirse. Mientras tanto, en el templete, todos seguíamos tirando, enardecidos por la voz poderosa de Rivoel y sus acertadas palabras. Si había una batalla o no allí abajo, no lo sabíamos, pero lo cierto es que nos estaba costando recoger la cuerda más de lo que nos había costado en un principio, lo cual no era una buena señal. Aquella incertidumbre se nos hacía interminable. Yo rezaba a la Gran Madre sin parar, por el bien de nuestra compañera. Abrahel maldecía, sin duda temiéndose lo peor, pero las palabras del bardo surtían su efecto. Y Dorn… ¡Dorn también seguía rezando! En cuanto a Kraum, había dejado de tirar para obedecer al enano. Por eso tenía la linterna en sus manos y la apuntaba hacia el agua. Finalmente, algo emergió del agua: ¡era la cabeza de Morgan! ¡Y la de Lirian detrás! Pero… ¿¡Era posible!? ¿Podía ser que aquello que traían entre manos, sin vida, fuera… ¡EL DRAGÓN!?
Mientras seguíamos tirando de la cuerda, tú seguiste rezando en voz baja y alcanzaste a percibir lo que sin duda era el aura del dragón, al final de la cuerda, moviéndose bajo el agua. Entonces, de repente, esa luz negra comenzó a desvanecerse a gran velocidad...
Esto ocurre durante los asaltos en que sigues tirando.
La voz de Lirian quedó convertida en un murmullo incomprensible cuando esta llegó hasta Morgan. Aliviado por encontrar a su compañera con vida, el primer impulso del norteño fue sumergirse hasta llegar a su altura con el fin de echar mano al dragón. Una sonrisa asomó en sus labios a medida que el rostro de la mujer se hacía más nítido tras las oscuras aguas.
¡Ya pasó todo! - Quiso decirle con un asentimiento de cabeza.
Sin perder tiempo Lirian nadó hasta alcanzar a Escamanegra con el brazo izquierdo, esperaba que así, entre la fuerza de sus compañeros y la suya propia, lograran sacar el cuerpo inerte de la bestia del interior del lago.
Nado hacia Morgan y Escamanegra. Mi intención es agarrar a Escamanegra y ayudar a sacarlo del agua sin agarrarme a la cuerda, a fin de no darle más trabajo a mis compañeros. Si es posible enfundar la cimitarra para tener ambas manos libres, lo hago.
Escupiendo agua y resoplando pese a no haber hecho ni la mitad del esfuerzo que suponía había realizado su compañera, Lirian emergió de las oscuras aguas envuelto en la intensa luz mágica que Rivoel había conferido a su armadura.
¡Tirad! ¡Ti...tirad! - Gritaba a la vez que se afanaba él también por arrastrar el pesado cuerpo del dragón. Aún no daba crédito a lo que había visto cuando se había sumergido en pos de Morgan por lo que fue por ello que aprovechando la relativa seguridad de la que creía disfrutar se dirigió a su compañera.
¿Pe...pero… cómo? - Se refería, por supuesto, a cómo había conseguido la mujer acabar con aquella bestia debajo del agua, un medio en el que incluso un siluro de sesenta libras podía convertirse en un peligro para el que no estaba acostumbrado a vérselas con ellos.
La guerrera por fin comenzó a dar muestras de flaqueza, la suma de las horas de tensión acumulada, las heridas sufridas y la situación acuática que acababa de tener lugar, hicieron mella en sus fuerzas y no pudo ayudar con la ascensión. Resignada se cogió con el brazo libre a la cuerda, que había atado por si llegaba un momento como el que vivía, y se dejó izar intentando mostrar la menor resistencia posible.
Un tirón después, el cuerpo luminoso que se acercaba fue discernible para la mestiza. Se trataba del norteño, el humano se arriesgaba en las oscuras aguas para ayudarla, por suerte le habían dado luz para iluminar su camino pero eso no mermaba la importancia que tenía el acto para Morgan. Asintió en contestación a sus actos.
Abrazada a las escamas del dragón y bien aferrada a la cuerda apareció por fin la mestiza, la boca permanecía cerrada en una fina línea y el ceño estaba ligeramente fruncido, su rostro denotaba cansancio pero también determinación pues después de lo que había costado no pensaba soltar al ser. Los músculos de sus brazos se marcaban en su verdosa piel y ésta brillaba a causa del reflejo de la luz, que emanaba de la armadura del humano, en el agua que resbalaba por su cuerpo.
Cuando oyó la pregunta del guerrero se permitió suavizar la expresión, por un momento se le pasó por la cabeza responder con grandilocuencia pero sacudió la cabeza salpicando pequeñas gotas desde su mandíbula y pómulos, de eso se encargaría el elfo.
-Ha sido un trabajo de equipo, yo sólo le he dado el último golpe.
A pesar de sus comedidas palabras estaba orgullosa de su actuación, de no haber cedido al desaliento y de haber logrado asestar la puñalada mortal al enemigo en su elemento. Pero lo que más le enorgullecía era que nadie más había resultado herido.
-¡Vamos compañeros! Un poco más que la presa ya es nuestra.
Lirian cayó rendido sobre el frío lecho de piedra sobre el que se levantaba el antiguo templo enano. Había soldado la cimitarra y se apoyaba en esos momentos sobre las dos manos sin separar la vista del dragón. No daba crédito a lo que veía. Aquello tenía que ser por fuerza un sueño.
Repartidos por el torso y la cabeza de la bestia se encontraban grandes líneas que supuraban un viscoso líquido negro: los impactos y los cortes de las armas que habían hecho falta para vencerlo. No eran pocos. Alguno de aquellos, probablemente alguno de los de cuello o del vientre era el golpe mortal con que Morgan había arrebatado la vida del dragón negro. No le costó distinguir las plumas blancas que sobresalían de un costado de Escamanegra y ello le hizo sonreír. Dejó caer la cabeza hacia atrás y rió, rió como un chiquillo. No sabía muy bien porqué reía pero, sin quererlo, grandes lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y tan pronto como había llegado la risa ésta acabó tornándose en llanto. Tal era la tensión acumulada que su cuerpo en aquel momento perdió el control sobre sus emociones. Alegría, odio, orgullo y paz, una paz que desplazaba todo lo demás a medida que el llanto resbalaba por sus mejillas mezclándose con el agua que escurría e sus cabellos. No se avergonzó lo más mínimo.
Gracias…gracias...gracias… - Repetía una y otra vez. Desde luego aquellos agradecimientos eran para Eldath, que a buen seguro había mediado para que aquellas aguas volviesen a conocer la serenidad que habían perdido desde que Escamanegra se instaló en ellas.
¡Lo...lo...conseguimos! - Gritó al fin.
Una enorme sensación de asombro y alegría se apoderó de Rivoel cuando vio como Morgan y Lirian emergían del agua arrastrando el cuerpo inerte del Dragón. - Lo habéis conseguido!!!! Lo logramos.....!!!!! Lo sabía!!!! Sabía que la última flecha lo dejó muy mal herido!!!.
Morgan, aunque se notaba cansada, permanecía erguida como orgullosa heroína de la proeza que acababa de realizar. Sin embargo Lirian cayó desplomado nada más salir del agua. Rivoel temió lo peor y corrió hacia él echándose mano a una de sus pociones curativas - Codice!!!! gritó mientras avanzaba en ayuda del norteño -Lirian estás bien...? Pero la única respuesta que obtuvo fue una risa que pronto se tornó en llanto y Rivoel lo entendió. El bárbaro estaba exhausto no solo físicamente, sino mental y emocionalmente y la tensión del momento le pudo. El bardo se abrazó a él y contagiado por las lágrimas de su compañero empezó a llorar también, desprendiéndose así de toda la tensión acumulada, del dolor sufrido y sobre todo de la angustia que le atenazaba por haber sido el culpable de que el dragón hubiera tenido una oportunidad, unos minutos más de vida que casi les cuesta la de alguno de ellos. Pero por suerte todo había acabado, Escamanegra ya no era una amenaza, yacía inerte en el suelo de aquel lugar sagrado. Rivoel se levantó y se alzó frente al dragón - Te lo dije, te dije que no pararíamos hasta acabar contigo. Nada se interpone entre Los de la Pluma blanca y su deber. Osaste a desafiarnos y he aquí que escribiste tu destino. Escamanegra, Podías haber sido leyenda, pero por tu soberbia te has quedado en historia. En la historia de un joven y vanidoso dragón cuyo orgullo llevó hasta la muerte.
Tras eso Rivoel se acercó a Morgan, la abrazó primero, la cogió del brazo después levantándolo en señal de victoria y con lágrimas en los ojos pronuncio solemnemente - He aquí Morgan De la Pluma Blanca, cuyo brazo tan humilde como fiero quebró el orgulloso corazón de Escamanegra. Y tras eso prosiguió mirando al resto - Y he aquí también Abrahel de Torm , Dorn Palabrasagrada, Lirian Vemtormenta , Códice de Chauntea y de La Pluma Blanca, Vizco Kraum y Rivoel Docanto De La PLuma Blanca, Quien os sirve y glorifica.... Manifiesto que a riesgo de todas y cada una de nuestras vidas y en honorable combate derrotamos a la Bestia Negra, al dragón Escamanegra y que lo sucedido hoy será narrado para honra y renombre de todos y cada uno de nosotros allá donde vaya y hasta que la vida así me lo permita.
Y tras su emotivo discurso se acercó a abrazar al resto uno por uno.