Partida Rol por web

Era curioso, poco a poco, los niños tendían a disgregarse en lugar de a agruparse ante la presencia del peligro... primero se habían dividido en grupos para esconderse del gnomo, después Marcos y Aitana habían sido engullidos por éste, y ahora era Tommy quien se negaba a seguir a los pocos supervivientes en una misión suicida.

Había tomado su decisión, impasible, más aterrado que enfadado, pero impasible al fin y al cabo, sin remordimientos, viendo cómo sus compañeros se alejaban ladera abajo y le dejaban sólo en mitad del bosque.

Unos van y otros vienen, quizá sus caminos volviesen a cruzarse nuevamente en un futuro, o quizá jamás volviesen a saber los unos del otro nunca más.

Fuese como fuese, el grupo volvía a dividirse de nuevo... ya sólo quedaban tres...

Poco a poco o directamente deslizándose a toda pastilla en un patinete, los tres niños descendieron la ladera llegando hasta abajo del todo.

Atrás quedaba Tommy, negativo, temeroso de descender hacia la oscuridad, al contrario que aquellos tres exploradores que ahora se enfrentaban a un nuevo terreno desconocido, aunque su consuelo era estar juntos.

Allá abajo apenas había luz, pequeños grupitos de dos o tres setas aparecían dispersos a bastantes pasos por delante, desperdigados por el lugar iluminando apenas unos metros a su alrededor.

Podían distinguirse árboles como los que ya tenían vistos, pero poco más, eso sí... había cierto olor... un olor desagradable... como a piscina de tortugas llena de caca de perro en descomposición, pero mucho peor... un olor que aunque no se hacía insoportable, podía percibirse, como si llegase de lejos...

Aquí parece que huele a boñigo… les dijo a Jenni y a Dani, ya que Tommy había decidido no seguirles, puesto que por lo visto se había tomado muy en serio lo de hacer una sentada y se había quedado acompañando a los champiñones. Arrugó la nariz y alzó el mentón, intentando comprobar si acertaba. Bea conocía el aroma a boñigo bastante bien y además ésa era una palabra que usaban mucho en verano en el pueblo, donde los niños jugaban a guerras con una munición muy especial, la de las mierdas secas de vaca, y aquel olor… aquel olor se le acercaba bastante. Si por casualidad lo eran, podía ser que se estuvieran aproximando a un váter de vacas. Sí, eso debía ser.

Igual hay que tener cuidado… no era cuestión de acabar rebozados en porquería, como decía su madre cuando venían muy sucios y los metía en la ducha a chorro limpio, que no hay mucha luz… se frenó en seco y fue observando el suelo a medida que avanzaba. Según su abuelo, pisar mierda daba buena suerte, lo malo era que además se acababa arrastrando un tufillo que podía delatar su posición ante el gnomo narigudo y darle más oportunidades, así que a lo mejor era preferible no pringarse.

De repente alzó ambas cejas con marcado gesto de sorpresa, si tomaban como referencia el tamaño de los champiñones, las vacas debían ser como mínimo…

Ay, madre... ¡Estaba el tema como para encontrárselas! Definitivamente era mucho más aconsejable apartarse de aquel olor, de manera que repasó el itinerario mentalmente, acababan de descender por la ladera y, aunque continuó fijando su destino en el rumbo que había tomado el “doloroso” con Marcos en la barriga, no perdió de vista el terreno y el entorno que pisaba.

Miró a su bolsillo tras percibir el desagradable hedor, pensando que quizá éste se debiese al calcetín que llevaba hecho una pelota, pero no, el olor era aún más pestilente.

-¡Puagh!, ¡que azco!, ¡ezto ez peor que loz piez de mi hermano!.

Había que andarse con cuidado como bien había dicho Bea, allí no había mucha luz, y comenzaba a echar de menos aquella linterna que le había quitado a Aitana en la casa del viejo.

- Ezo, vayamoz con cuidado y juntoz. - Dijo mientras hacía señas con la mano a Dani para que se acercase, ya que debido a su particular descenso, había terminado varios metros más allá -

WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaHhhhhhhH!!!!!

AAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaahhhhh!!

No pudo evitar gritar como un loco mientras descendía tras el empujón de Jenni. Por suerte era todo un experto conductor y no se comió ningún árbol ni ninguna zarza espinosa en el descenso que para su sorpresa resultó un éxito redondo sin más pupas que añadir a su lista. Aparcó el trineo detrás de unos matojos por si acaso luego volvían y despúes se acercó a las niñas.

Olfateo el ambiente y arrugó la nariz - Yo no he sido eh.. -se excusó primero antes de continuar- Uffhgggg aquí no hay animales , esto debe ser caca de gnomo!!- terminó suspirando y miró el panorama desolador. Cada vez la cosa se ponía más oscura y eso no le gustaba un pelo y encima andaban sin linterna.

¿Y si cogemos una seta de linterna? Bueno,mejor no, no creo que lez guste mucho la idea. Deberiamos tener cuidado pueden ser boñigas movedizas de esas que se te tragan..

Continuaron avanzando, caminando prácticamente a ciegas entre el difuso mundo que les rodeaba, en la oscuridad, todo podía cambiar de forma según cómo se mirase, pero lo único que permanecía inmutable era aquél fétido olor a rayos. Aunque a decir verdad, si que cambiaba un poco, aumentaba su pestilencia a medida que andaban, como si estuviesen acercándose al lugar del que provenía...

Allí alante, a pocos pasos ya podía divisarse la única seta que iluminaba los alrededores, una seta que había tenido la mala suerte de no tener compañeras de penuria, ya que las más cercanas se hallaban a bastantes pasos hacia los lados, solas o en pareja a lo sumo, lo que hacía que la iluminación brillase por su ausencia allá abajo.

Al llegar hasta la seta, a parte de verse obligados a taparse la nariz debido al insoportable hedor, pudieron percatarse de que ante sus pies se extendía un pequeño barranquillo que iba a desembocar a una especie de pantano cuyas aguas eran más negras que la Cola-Cola, y entre las que permanecían flotando infinidad de objetos inidentificables debido a las pésimas circunstancias de visibilidad.

El Pantano era bastante grande, tanto que el final no podía verse desde allí, dando la sensación de ser tragado por la penumbra, lo que si que podía avistarse era un pequeño islote situado en mitad de las aguas negras, un islote sobre el que había una especie de tronco de árbol enorme, no tan largo como los que habían visto en el bosque, debido a que aquél estaba destrozado o cortado a varios metros del suelo, lo más peculiar de ese árbol era que tenía un puntito brillante casi arriba del todo, un puntito anaranjado que parecía algo así como luz.

A parte de eso, parecía haber algo moviéndose junto al tronco, en el suelo, pero la visibilidad era tan mala que...