Partida Rol por web

Las lágrimas volvieron a dejarse ver - no soy llorona... - dijo enfada con Marcos - se lo diré a mami cuando volvamos - Bea caminaba con pasito acelerado y mirando al suelo mientras caminaba por las anchas calles que había entre el colegio y su casa, pocos eran los afortunados de vivir cerca del colegio, como en el caso de los hermanos, que solo tenían que andar dos calles. Las casas eran muy altas y elegantes y con enormes cristaleras en la planta inferior, con los setos del jardín y las vallas no se veía el interior de las viviendas pero todas eran lujosas.

-Ey pequeña no se lo digas a mami. Solo me estaba burlando de broma- realmente estaba preocupado, ya que lo ultimo que queria es llevarse otro castigo. -Sabes que te lo digo de juego... de... cariño- Realmente le habia costado pronunciar estas ultimas palabras.

-Mira peque, ya casi hemos llegado. Cuidado en este semáforo.

- Si no me molestas más no se lo digo a mamá - dijo con un poco más de confianza, como si tuviese las riendas.

Tras unos minutos de paseo se encuentran con un semáforo - Mami dice que te de la manita para cruzar la calle - y la niña hizo lo que su madre le repetía amenudo. Justo después, la segunda casa era la suya.

Los hermanos recorrieron la poca distancia que les separaba de su casa, entre lloriqueras y amenazas con chivarse a los papás.

Cruzaron el semáforo cómo mamá les decía siempre que había que hacerlo, cuando el muñequito verde empezaba a andar y siempre, siempre agarrados de la mano, porque Bea aún era pequeña para cruzar sola.

Esto no molestaba en exceso a la niña, quien tenía asumido que era pequeña, pero creía en las palabras de sus papás, cuando le decían que algún día se haría mayor y podría hacer todas las cosas que quisiera...

No era igual con Marcos, sobre cuyos hombros pesaba la cruel condena impuesta por unos padres injustos de acompañar a la hermana preferida y velar por su seguridad en todo momento...odiaba especialmente momentos como ese en que había que darle la mano...

A pesar de todo ello, Marcos y Bea doblaron la esquina y llegaron a la calle donde estaba situada su casa. Era una calle de casitas unifamiliares, no tan grandes como esos edificios que casi tocaban el cielo, pero al menos tenían dos pisos más el desván...¡y jardín!

Ya podía verse la hilera de pequeños arbolitos que había junto a la verja...esa verja que tanto le gustaba a Marcos saltar para entrar sin llamar, al más puro estilo Rambo...pero la pequeña Bea no era tán atlética como su hermano, y la mayoría de veces, éste la abandonaba ante la puerta de metal del jardín, teniendo esta que tocar el timbre para que sus papás le abriesen... Marcos sabía que por esa "pecata minuta" no podía caerle mucha bronca...total, sus deberes terminaban ante esa puerta, y ya la había traído hasta allí.

Realmente Marcos se sintió aliviado al poder soltar la mano de la peque tras pasar el semáforo.

Bueno, ya estaban aquí de nuevo, aunque esta vez era diferente. No volverían al cole hasta dentro de bastante tiempo, cosa que le alegraba bastante. Nada más llegar se adelantó a la pequeña y dio una patada al balón para que cruzara la verja. Tras esto, colocó el pie sobre los bonitos ladrillos de la parte baja de la verja
con el fin de impulsarse, pero se paró a pensar.

Le encantaba saltar la verja, pero no era tonto. Si a Bea se le ocurria chivarse de lo mal que se habia portado, y eso se juntase con el detalle de la puerta, podría verse en un castigo el día que ponian su programa prefe en la hora de la merienda. Además el pequeño partido mientras esperaba a la pequeña le habia dejado cansado.

Bajó el pie y se dirigió a la puerta de forja. Ya estamos aquí mocosa. ¿Que vás a hacer este verano? ¿Por que no le dices a mami que te mande a un campamento? Se pasa muy bien, ya lo verás. A marcos realmente le tentaba la idea de pasar el verano tranquilo, sin tener problemas a causa de la mocosa y acaparando toda la atención de los padres.

Tras la respuesta de Bea, llamó al timbre.

- ¿Qué es un campento? Yo no quiero irme de casa... - la niña sabía que su Marcos decía que se fuese a un campamento es que no era nada bueno para ella - Vete tú al camapento con tu novia - Bea esta resentida con su hermano mayor y veía que iba a dejarla sola de nuevo para abrir la puerta de la verja pero para su asombro no lo hizo y su expresión cambió por completo, el chico no volvió a subir a esos ladrillos para saltarla sino que por el contrario llamó al timbre.

Esperó junto a Marcos a que papá o mamá abriesen.

La puerta se abre tras un largo pitido del timbre. Nadie pregunta un ¿quién es? ni nada por el estilo...a estas horas sólo llamáis vosotros...

Cruzáis el pequeño jardín particular de vuestra casa, en un rincón está la pelota que Marcos chutó hace unos segundos, también hay algún que otro trasto que no habéis recogido en su debido momento...

Para asombro de Bea, su hermano la acompaña hasta la puerta de casa, la cual ya está entreabierta.

Una vez dentro, mamá asoma desde la cocina.

-Ah, ¿Ya estáis aquí?, ¿qué tal fue todo, niños? por cierto Marcos, no olvides limpiarte los zapatos en el felpudo eh.

La pequeña se dirigió a la cocina a darle un beso a mamá, dejando un poco atrás a su hermano.

- Mami, mami, la hermana Angelines estuvo hablando conmigo antes de salir - dijo muy contenta a su mamá, miró para la puerta a comprobar si su hermano estaba cumpliendo las ordenes Rebeca - ¿Dónde está papi? - dijo mirando a un lado y a otro.

- Las notas las tengo muy bien - dijo la niña - El mano ma dicho que me vaya a un camento, yo no quiero ir, - Bea se llevó ambas manos a la boca girando la cara de un lado a otro - ¿qué es un camento? - y se quedó a la espera de la respuesta de su madre.

-Jooo- dijo antes de terminar el paso que iba a dar hacia la casa. Quejándose refregó de mala gana una y otra vez la suela de sus zapatillas contra el felpudo. -Mama creo que le tienes que poner de comer ya, tiene hambre y se come las letras. Mocosilla escucha... cam-PA-men-to. Es un sitio en el que se pasa muy bien, podrás hacer amigos y jugar todo el día y yo... ...disfrutare horriblemente y no tendre que soportarte... tendré que quedarme aquí como siempre y estare solo y aburrido sin ti. ¿No te apetece? Mamá que hay para comer. ¡¡Papá!! ¡He dejado a mis amigos embobados con una jugada!- gritaba mientras miraba en las habitaciones por las que pasaba, esperando encontrarle.

-¿Si hija mia? me alegro mucho por tus notas, seguro que Angelines también.

Mamá lanza a Marcos una mirada un tanto agresiva.

-Está aprendiendo a hablar, aver si te crees que tu no cometías fallos antes eh.

Tras las palabras de la niña, la mamá parece quedarse algo pensativa, sin saber qué decir.

Cuando Marcos comienza a buscar a su padre por las habitaciones, la mamá se dirige a la cocina tras acariciar la cabeza de la pequeña y habla en voz alta sin llegar a chillar y sin dirigirse a nadie en particular pero a ambos en general.

-¡Aihhhhh, ¿cuando vais a enteraros de que a papá le cambiaron el horario de trabajo y ahora sale un poco más tarde?! Anda, ir a dejar vuestras cosas bien ordenaditas que ahora termino de haceros la merienda.