Partida Rol por web

El cerezo con forma de dragón

Epílogo. Ciudad en Llamas.

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13/09/2020, 16:18
Narrador

Epílogo. Ciudad en llamas.

Fueron Minako y Takeshi los que regresaron hasta la ciudad, mientras que los heridos permanecían custodiando las marmitas, aunque si alguien aparecía de improviso y se enfrentaba a ellos, poco o nada podrían hacer para impedir el desastre. Por suerte, no sucedió y en unas cuantas horas, algunos soldados y algunos paisanos de Sakuraio regresaron junto a Minako y Takeshi haciéndose cargo del veneno.

Para ese entonces Towutuwa ya había iniciado el asedio de Sakuraio. Gracias a que el agua de la ciudad no esteba envenenada y que las autoridades habían sido advertidas de las intenciones del enemigo, Sakuraio pudo hacer frente a la batalla en las mejores condiciones posibles. 

Habían cerrado las murallas a cal y canto y habían dispuesto las defensas. Para cuando Towutuwa llegó a sus puertas, todo estaba preparado para resistir el ataque y así sucedió. Sakuraio nunca antes había sido conquistado y esa no fue la primera vez. El combate duró tres días y tres noches, pero al alba del cuarto día, el Imperio se retiró. 

Bajas hubo en ambos bandos, pero en el recuento salió por diez a uno a favor de los defensores. Una guerra nunca era buena para nadie, pero si alguien había ganado aquella batalla, sin duda había sido Sakuraio y gracias principalmente a unos inesperados héroes. Cuatro extranjeros y un estudiante de agricultura. 

Ese año no se celebró el festival. Nada había que celebrar, sino que tocaba reconstruir, pues a pesar de que la defensa fue efectiva, las murallas y gran cantidad de edificios habían resultado dañados por el bombardeo de las catapultas y las flechas incendiarias de Towutuwa. Pero se invitó a los héroes a volver al año siguiente, donde se honraría el aniversario de la victoria y ellos serían también honrados como se debía.

Pocos días después del fin de las hostilidades, tras recibir una recompensa por por servicios prestados y habiendo sido todos nombrados hijos predilectos de Sakuraio, los cuatro viajeros que de habían convertido en algo parecido a una familia, se reunieron a las puertas de Sakuraio. Era hora de regesar a sus casas. Con la recompensa obtenida, ni ellos, ni sus familias, tendrían que preocuparse en mucho tiempo por no tener nada que llevarse a la boca.

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22/09/2020, 17:40
Shiso Hoharayama

Bueno, es hora de volver a casa. - Dijo Sisho con cierta melancolía en sí tono de voz.

El viejo, como así le llamaban cariñosamente sus compañeras, por ser el más mayor del grupo, había estado trabajando con el herbolario día y noche en busca del antídoto de aquel veneno. Pese a los esfuerzos realizados, Tatomo ya llevaba días contaminando el agua y los depósitos des ciudad habían sido contaminados. 

Algunos lugareños habían sufrido algunos síntomas estomacales, pero muy leves. Podría haber sido mucho peor de lo que fue. Por suerte, se logró evitar una gran catástrofe y finalmente, con el esfuerzo de Sisho, el herbolario y otros expertos, lograron neurliazar el veneno de los pozos y toro regresó a la normalidad.

La verdad es que después de todo lo sucedido... - Sonrió de forma triste. - He aprendido a echar de menos a mi familia. Quiero ver a mis hijos de nuevo. Lo de viajar, de mundo... - Suspiró. - Está muy bien, pero creo que el año que viene vendré con ellos. - Sonrió esta vez con alegría. - ¡Ahora nos lo podemos permitir! - Soltó una carcajada haciendo referencia a la recompensa entregada por Sakuraio. - ¿Qué haréis vosotros?

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25/09/2020, 21:46
Yoshitomo Michi

Yoshi se despertó una mañana fría, nublada, que olía a humo y a muerte. Se escuchaban los llantos por la calle y, por un momento, pensó que eran los de su madre, llorando por el.

Un rayo de sol consiguió escapar de las nubes e acertar en el rostro del pequeño cartero. Aquello le desperezó por completo. Intentó levantarse, pero el dolor le postró de nuevo en su cama. Miró con curiosidad a su alrededor y vio que era la habitación de la posada. O al menos se le parecía bastante. Sus ropas estaban allí, sobre la silla y sus cosas sobre la mesa. Levantó las mantas para inspeccionar porqué le dolía tanto. Y vio las vendas, empapadas de rojo, aunque secas, envolviendo su vientre. El dolor le laceraba el lado izquierdo, pero respiraba. Estaba vivo.

Agotado por el esfuerzo, se dejó caer sobre el almohadón y giró la cabeza hacia la ventana, buscando aquel esquivo rayo de luz. Pero se había escondido. En su lugar solo había gruesas nubes grises.

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Aquellas nubes grises ya nunca le dejaron. 

Cuando los demás vinieron a verle, después de que se enteraron de que había despertado, compartió su alegría por el reencuentro. Se alivió de saber que ninguno había sufrido heridas graves. Aparte de el. Incluso aceptó el abrazo de Minako con una naturalidad que jamás estuvo en su alma. Incluso la sonrió y la miró a los ojos. Desde luego, algo había cambiado. Sus ojos habían perdido ese brillo de infancia y lo habían cambiado por una dureza mate. Cuando callaba, ya no era por timidez.

- ¿Podéis decirme si maté a Tatomo? ¿Fue mi puñalada? -dijo, sin titubeos. De alguna forma, ahora, cada vez que Yoshi hablaba, sabía lo que quería decir. Los demás se miraron entre ellos y fue Shiso quien, al final, dijo.

- Nadie lo ha encontrado. Se tiró a la poza y se cree que se ahogó.

Aunque Yoshi asintió, en realidad entendió el mensaje entre líneas.

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Pasaron unos días y Yoshi pudo al fin salir a la calle, a dar paseos. Tenía un montón de dinero, más del que había visto en su vida y supo muy bien que se sintió asqueado por su brillo dorado malsano. Era dinero, pero era el pago por la muerte de Tatomo. En sus compras fue pragmático. Necesitaba un bastón para caminar. Lo necesitaría siempre, muy probablemente. Y mejor aun, a un cartero le sería muy útil una montura resistente y fiable. Pidió ayuda a Minako para seleccionar a un buen animal, joven, dócil y resistente. Finalmente, eligieron un joven mulo de color gris perla. Lo llamó Shoniki.

Cuando terminó sus compras, hizo su viaje más duro. Fue a la casa de la abuela de Tatomo a suplicar su perdón. A contarla de su propia boca lo que había pasado. A expresarla cuanto sentía no haber podido detener a Tatomo y haber perdido la cabeza. Cuando la anciana no miraba, dejó el resto de su oro en un cajón.

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Días más tarde, cuando se sintió con fuerzas, anunció a sus amigos que su siguiente parada en ruta era el pequeño pueblo pesquero de Mikusa, a un día de allí, en dirección a la costa del norte. 

- Si queréis venir, el viaje es bonito. Lo conozco hasta allí. Las vistas son muy agradables y la gente come pescado a la brasa, pulpos y un arroz hervido con flores de calabaza. Desde allí iré rumbo norte hasta completar mi ruta. Espero terminarla en unos tres meses. Mi punto de retorno será este, Sakurairo. 

Dejaría atrás Sakurairo, pero todo lo vivido en esos días le acompañaría toda su vida. 

Nunca dejaría atrás las nubes grises.

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26/09/2020, 03:04
Takeshi Kazuki

Takeshi sabía que recordaría su paso por Sakuraio por el resto de sus días, su primer viaje, su pasaje a la adultez, su encuentro con el amor, y con la muerte. Tras el combate, tras la drástica decisión de Tatomo de quitarse la vida, tras ser testigo del horror que puede conjurar una mente enferma, el primer punto de alegría fue saber que Yoshi viviría.

El viaje de vuelta al lado de Minako estuvo puntuado por la prisa, no hubo oportunidades de hablar seriamente ya que ninguno de ellos estaba en condiciones de pensar más que en el siguiente paso. Cuando finalmente llegaron a la ciudad no hubo tiempo más que de recuperarse ligeramente mientras las autoridades reclutaban voluntarios, Shiso y el herbolario entre ellos.

Cuando retornaron a la caverna, Takeshi estuvo un largo rato mirando la poza a la que se había arrojado Tatomo, pensando que si hubiera sido más rápido podría haberlo detenido, lamentando no haber tenido un argumento de peso para detenerlo, sabiendo en el fondo que nada lo hubiera hecho. Quería hablar con Minako, pero estaba ausente, quería hablar con Yoshi pero estaba inconsciente, y Shiso necesitaba toda su concentración para neutralizar las barricas de veneno. Dedicó su tiempo a ayudar, y cuando finalmente retornaron a Sakuraio estaba tan agotado que ni tiempo de comer tuvo antes de caer fundido.

Al día siguiente conoció la guerra, pero su desasosiego comenzó por la mañana. Tras desayunar buscó a Minako, la encontró en el establo y se extrañó cuando rechazó su ayuda. La sonrisa con la que recibió la invitación a una charla se fue convirtiendo en un gesto de alegre confusión. La conversación que pensó terminaría con ellos abrazados comenzó con un amable rechazo, o eso parecía, al final terminó más confuso de lo que había comenzado, sin saber a ciencia cierta si la chica correspondía sus sentimientos y sin ánimo para preguntarle, y para cuando reunió el coraje el asedio había comenzado.

No volvió a ver a sus amigos hasta que el enemigo se retiró, no se atrevió a entrar en combate, pero formó parte de las cuadrillas que apagaban fuegos y rescataban gente de los escombros. Si ver caer a Tatomo por el precipicio había sido terrible, el primer niño que sacó sin vida de entre las piedras de una casa le aplastó el alma. Cuatro días más tarde un Takeshi taciturno y agotado, cubierto de cenizas y barro volvió a la posada y apenas si saludó a los presentes con un gesto. El baño le quitó el barro y las cenizas, y arrastró consigo parte de la terrible experiencia, pero no le devolvió su sonrisa.

Ésta fue regresando con el pasar de los días, pero era una sonrisa diferente a la traviesa mueca que los había acompañado durante el viaje de ida. Tampoco retornaron las bromas ni los absurdos empaques si algo no iba como quería, el mundo se había roto y el niño se escondía asustado detrás del adulto. El tiempo diría si el niño volvería a asomar tras los ojos de Takeshi, si la carcajada alegre de aquel viaje resonaría en su garganta.

Finalmente había entendido lo que Minako había querido decirle, y cuando Yoshi les dijo de acompañarlo a un pueblito cercano no lo dudó. Con parte de su recompensa había comprado un buen arco y una mejor daga, también llevaba ahora una ligera armadura de cuero y había comprado un caballo, el mismo que los había llevado a él y a Minako a la cueva de Gob.

- No me lo perdería por nada del mundo Yoshi, puedes contar conmigo, después de todo somos familia. - en la sonrisa que le dedicó había algo de su vieja sonrisa, un deje juguetón en sus ojos, y cuando miró a Minako hubo también una chispa de esperanza - ¿Vienes con nosotros Minako? Necesitaremos a Hai-Iro - la breve carcajada que siguió a la sonrisa cómplice tenía mucho del Takeshi de antes, pero también una templanza y una seguridad que antes no existían.

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26/09/2020, 12:19
Noriyita

La abuela de Tatomo recibió la noticia de Yoshitomo con gran pesar. No dijo nada, ni tampoco derramó una sola lágrima. Cierto era que sus ojos se humedecieron, pero no perdió la compostura y la rectitud que la caracteriza. Se mantuvo pensativa y en silencio. Cierto era que se la veía afectada, pero trataba de luchar contra la desesperación. 

Aquel estigma se incrustaría en su corazón y no la abandonaría hasta el fin de sus días. Sin embargo, pese a que ya era una mujer de años, posiblemente pudiera recuperarse de aquello y vivir el resto de su vida en paz. Y es que no era el primer palo que le dan la vida y posiblemente tampoco el último. 

Finalmente alzó la cabeza y sonrió a Yoshitomo con cierta pena. Se acercó a él y le cogió de la mano mirándole a los ojos. Yoshitomo sintió como aquella mujer le agradecía el gesto que había rendido con ella. Sabiendo que Tatomo ya no volvería, posiblemente sintió cierta liberación. 

Gracias por contarme lo que ha pasado. - Le dijo sin perder la compostura. - Tatomo siempre fue un chico difícil. Espero que encuentre el descanso allá donde hallan ido. 

No dijo mucho más. Invitó a Yoshitomo a tomar té y unos pastelitos dulces que ella misma había preparado y mientras la anciana preparaba la merienda, Yoshitomo aprovechó para hacerle un obsequio que nunca hubiera esperado. 

Tomaron el té y los pastelitos y se despidieron. La anciana Noriyita tenía que hacer el duelo por su nieto y Yoshitomo tenía que regresar con sus amigos. Debían decidir qué camino iba a seguir cada uno y ponerse al fin en marcha. Al menos para él, los días en Sakuraio habían terminado por el momento.

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29/09/2020, 20:22
Minako

- Comida y agua para tres personas. Y algo de paja para tres animales también. Minako responde así a las preguntas de Takeshi y Yoshi sobre si seguirá acompañándolos en su viaje. No responde directamente, pero su actitud no deja lugar a dudas, por supuesto que tenía pensado seguir con ellos. Mantiene su tono serio y pragmático habitual, no parece haber cambiado demasiado.

Sus compañeros sí parecen haber crecido mucho en este par de días. Comprensible. Les entiende bastante bien. Por mucho que el maestro Okura la preparase y la aconsejase lo mejor posible, la primera vez que tuvo que enfrentarse a otro ser humano en un combate a vida o muerte fue una experiencia que la marcó para siempre. Entiende que sus amigos van a necesitar tiempo para integrar esos recuerdos en sus vidas, y encontrar una manera de vivir con ellos en paz. Todo el mundo que alza un arma contra otra persona tiene que pasar por eso, de una manera o de otra. Conociéndolos como los conoce, confía en que lo superarán sin dejar que los afecte en exceso.

-¿Cuándo pensamos salir? Para tenerlo todo preparado cuanto antes.

Hace una pausa, como si hubiese reflexionado sobre algo en ese mismo instante.

- Yo no creo que vuelva a Sakuraio. Los festivales y las ciudades nunca han sido algo que me llame mucho, la verdad. Y mucho menos venir para recibir un homenaje y ser el centro de atención, comenta bajando la mirada y la voz. Las celebraciones deberían ser para las gentes locales, ellos si se lo merecen.

- Lo que si me gustaría sería ver serían los pueblos donde nacisteis. Dice mirando de nuevo a sus compañeros y recuperando la sonrisa. Como sabéis, mi familia era errante así que no tengo un lugar de nacimiento, por decirlo así, pero me gustaría mucho ver los vuestros.

Se para, pero no esperando una respuesta, sino para evaluar un poco la reacción de ambos.

- No tiene por qué ser en un futuro inmediato, podemos tomarnos nuestro tiempo en viajar a otras partes antes. La verdad, estoy deseando volver a ponerme en marcha.

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29/09/2020, 21:39
Narrador

Y así fue como Minako, Takeshi y Yoshitomo iniciaron un nuevo viaje. ¿Dónde les llevaría el camino que ese día emprendían? Nadie lo sabía, pero sin duda lo recorrerían juntos, pues si algo había quedado claro en el transcurso de aquellos días, era que se había convertido en una familia y que un fuerte vínculo les uniría de por vida. 

Sisho también formaba parte de aquella familia, no como Kosuke, quien sorpresivamente les abandonó en el peor momento. No obstante, de Sisho se despidieron ese día, pues el era más viejo y tenía otras obligaciones con su otra familia. Ellos en cambio tenían toda la vida por delante y un largo viaje les esperaba. 

Volverían a ver al viejo Sisho, le visitarían en su casa, en su pueblo natal y él les presentaría a su mujer y a sus hijos. Pero esa es otra historia, no tan emocionante y dramática como la vivida en Sakuraio, que será contada en otra ocasión y antes de que eso suceda, muchas otras aventuras les tocará vivir a este trío de entrañables amigos.

- FIN -