Partida Rol por web

Cuando la elfa bajó a desayunar tenía el pelo suelto. Era el primer día que no se había hecho un recogido, se había lavado el pelo y se lo había peinado con cuidado, pese a tener un par de irrupciones. Cuando se sentó a la mesa Alétheia ya devoraba el desayuno, Togo parecía tener el rostro congestionado, parecía un niño aún con nieve en zonas donde no se había sacudido. Parecía feliz y eso le sacó una sonrisa a la elfa. Aunque le duró poco, la presencia de aquella voluptuosa mujer la intimidaba y al incomodaba. -¿Por que ha tenido que sentarla a la mesa?- se cuestionaba la exploradora y no sólo tenía que cargar con aquella presencia también con las palabras de Alétheia de la noche anterior, un galimatías del que no sacaba nada en claro. ¿A qué se refiría? ¿Qué represenataba la flor para Alétheia? ¿Mi mayor tesoro? Mi mayor tesoro es Rakna...- Una chica acostumbrada al campo y a la paz, no había escuchado mucho acerca de lo que representaba la "flor". Era una forma tan delicada y sensibe de definirlo que nunca había escuchado algo por el estilo y pese haber tenido conversaciones sexuales con su mentora, nunca lo había nombrado de aquella manera. Tuvo que preguntarla durante la noche. Sus respuestas fueron de lo más sorprendente. La flor era su virginidad, claramente. Además de su tesoro. Cada respuesta le llevaba a conocer ¿de quien guardar su "flor"? La respuesta dejó helada a Hostawen, pues tenía miedo de si fuese una corazonada o una predicción.¿Podría cambiar el futuro de sus predicciones?¿Podría desafiar la fe de Alétheia, engañar la voluntad del Débil? ¿Podría?

- ¡Buenos días!- La oronda mujer bajó las escaleras a toda prisa haciendo crujir los escalones de madera.- Esas palabras son música para mis oídos.- Le contestó a la amable anfitriona con una sonrisa. Tenía hambre.- El desayuno es la comida más importante del día.- Lo que le gustó menos fue la actitud de la prostituta. Apretó los puños para contenerse y no responderla de mala manera.

Tendrás muchas cosas mejor que hacer,pfff...

Le ayudó pensar en lo que habían hablado con Tanyl. Quizá tuviera que sonsacarle algo a la mujer.-Uy, qué genio. ¿No cumplió anoche o qué?- Bromeó  con la mujer.

Las primeras palabras de Tanyl cuando bajó las escaleras acompañando a Alétheia fueron dirigidas a la prostituta que aguardaba su llegada con el rostro avinagrado. - Oh, disculpa- se apresuró a contestar Tanyl a la voluptuosa mujer- es que estaba teniendo intensos sueños con una hermosa mujer- le sonrió cómplice como dejando entender que había sido ella la víctima de aquel sueño tan dulce- y me ha costado mucho despertarme. Déjanos invitarte a un generoso desayuno para compensar el retraso...

A la mañana siguiente y con las energías renovadas después de haber dormido plácidamente sobre tierra firme de nuevo, el grupo bajó al comedor de la posada con el objetivo dar comienzo a las investigaciones que les habían llevado hasta Tamran, previo desayuno completo antes, claro…

-Buenos días, dijo de forma seca a la vez que tomaba asiento. Al ver a aquella meretriz junto a ellos no fue algo que le gustase demasiado, - Si lo que quería Tanyl era sacarle información ya ha tenido más que el tiempo suficiente para ello…, pensaba al verla más como un obstáculo para poder hablar libremente del plan a seguir. – Joven, no quisiera ser descortés, dijo dirigiéndose a la joven muchacha, - Pero creo que es momento de que nos dejéis a solas para que mis amigos y yo podamos hablar, dijo de forma directa y educada cuando ya estaba dando por finalizado el desayuno. 

Aunque el gesto de Temnesca fue frío e inexpresivo como una lápida de cementerio durante su larga espera en el salón de la taberna, éste acabó reblandeciéndose y haciéndose más amigable a medida que los primeros comensales llegaban a la mesa. Fuese por el gracioso aspecto de Togo, cubierto de nieve de la cabeza hasta las botas, o por las bromas del resto de comensales el caso es que al poco tiempo la meretriz dio por fin terminado su enfado. Sobre su presencia durante el tiempo que duró el desayuno nadie expresó queja alguna, al menos en voz alta, lo que contribuyó a que Temnesca se relajase, se sintiese a gusto en todo momento y pusiera de su parte tanto con sus gestos y como con sus palabras para mantener un ambiente cordial.  Sin embargo, como veremos más adelante, acabaría dejando el local de un humor totalmente distinto.

Hilga Tamall fue quien sirvió el desayuno, pues por las mañanas era ella únicamente quien se ocupaba de servir a los clientes con su paso lento y oscilante que recordaba un péndulo gigante. Ello le tomó largos minutos  ya que, entre paseo y paseo de la mesa a la barra y viceversa, ésta se deleitó narrando, a petición expresa de Togo, con todo lujo de detalles la triste historia de cómo su marido había perdido el brazo casi hasta el hombro en las fauces del pez que ahora presidía la parte superior de la barra. Todo ocurrió seis años atrás, cuando el afanoso Puglas trabajaba en uno de los numerosos barcos pesqueros que surcan las frías y profundas aguas del lago Encarthan. Al parecer, a media tarde, cuando las últimas luces del día caen débiles sobre las embarcaciones y las sombras de las velas sobre la superficie impiden ver la silueta de lo que nada bajo el agua, Puglas metió las manos en el agua para izar las pesadas redes. Fue entonces cuando Gar, que era así como habían bautizado al gigantesco lucio, atraído por la espuma provocada por el movimiento de centenares de peces atrapados en las redes emergió de entre las aguas con su enorme boca abierta de par en par y mordió el brazo del ahora tabernero. Éste, debatiéndose entre la idea de soltar las redes y dejar con ello que los peces se escapasen o la de encargarse del hambriento animal, optó por el camino del medio, es decir: izó las redes con un brazo y el otro lo elevó sobre su cabeza para que semejante pez, uno de los más grandes que se habían visto en los últimos años, no se escapase tampoco. Cuando las redes estuvieron en cubierta ya era tarde para el masticado brazo del hasta entonces marinero. Poco pudieron hacer sus compañeros sino acabar de amputárselo, pues Gar, incluso medio muerto, no estaba por la labor de soltarlo. No fue hasta después de una larga y enconada lucha que el pez se avino a razones y lo soltó al fin. Sin embargo la mala fortuna quiso cebarse con Puglas, ya que en el transcurso de la refriega, en un mal movimiento del animal, éste regurgitó el brazo con tanta fuerza que la extremidad salió despedida por encima de la cubierta cayendo en las ya oscurecidas aguas del lago. El resto de la historia, era más que predecible. Puglas, manco, sin posibilidad de dedicarse a la pesca o al trabajo en los muelles decidió invertir todos sus ahorros y los de la familia de Hilga en montar el negocio que tan orgullosamente regían a día de hoy. Hilga contaba todo aquello de forma divertida, valiéndose de exagerados aspavientos, y se la veía feliz. Egoístamente ella prefería tener a su marido cerca y manco, que de puerto en puerto y con cinco extremidades funcionales, sentenció con un guiño de complicidad.

Tras la divertida y rocambolesca historia fue Temnesca quien tomó protagonismo en la mesa. Mediante veladas preguntas o actos como el leer la palma de la mano a la joven, algunos de los miembros del grupo trataron de sonsacar información a la prostituta acerca del templo del Dios Viviente, a lo que la mujer respondió con cierto reparo y no sin mirar bien a su alrededor asegurándose de quién podía estar escuchándola. Según hasta donde ella sabía, no era bueno ir haciendo preguntas sobre el templo, pues éste era muy poderoso y sus tentáculos llegaban hasta las altas esferas no sólo de Tamran, sino de todo Nirmathas. Tras decir aquello el miedo se apoderó de su rostro y comenzó de forma evidente a tratar de redirigir la conversación hacia otros temas menos comprometidos. Engulló con rapidez su desayuno y cuando Rhylen le ofreció cortésmente abandonar la mesa ésta no se lo pensó dos veces. Dio las gracias a todos por el ameno desayuno y salió del local como alma que persiguen los demonios. 

Con toda la intimidad que podía ofrecer aquella posada una vez la prostituta abandonó al grupo de aventureros, llegaba el momento de tomar riendas en el asunto y comenzar a organizar la puesta en marcha de las investigaciones sobre el templo del Dios Viviente.

-Bien…, comenzó hablando Rhylen en un tono bajo mientras aproximaba la cabeza hacía en centro de la mesa. La información obtenida de la hermosa joven, aun siendo escasa, vislumbraba del poder al que estaban a punto de enfrentarse. – Parece que ese maldito templo es más de lo que intentan hacer creer… ¿Cómo queréis actuar? Preguntó esperando alguna gran idea de alguno de sus compañeros, ya que todas las comentadas días atrás en la reunión en su propia casa, se habían desvanecido de la mente del viejo guerrero al igual que el contenido de la jarra que le hizo perder el conocimiento aquella misma noche.

¿ Queréis que vaya a buscar al señor ese y lo traiga hasta aquí...? se ofreció Togo con emoción en respuesta a la pregunta de Rhylen. Su mirada ilusionada y entregada denotaba cierta habilidad y experiencia  realizando este tipo de trabajos de búsqueda de personas  por los suburbios de una ciudad.....   Así podremos mantener cierta discreción, porque si vamos todos juntos llamaremos mucho la atención y No creo que sea buena idea que se nos vea por la ciudad formando un grupo tan llamativo y reconocible....

La reacción temerosa de la prostituta hizo que Alé se preocupase. Tenía esperanzas de que el templo no tuviera nada que ver. Le parecía un horror que una congregación que se decía ayudante de los más débiles acabara convertido en algo así. Jamás permitiría que le ocurriese algo así al Débil.

- ¿Tú solo?- Le inquirió preocupada la Pitonisa al pequeño Togo. Habían visto que se las arreglaba bien pero no dejaba de ser un inmaduro jovenzuelo que, como también habían visto, a veces metía la pata hasta el fondo.- No me parece bien.- Decía negando con la cabeza lo que hacía que los rizos se tambaleasen en el aire.- Quizá todos llamemos la atención mucho pero no te hará mal ir acompañado de alguien más. Siempre es bueno tener a alguien que te guarde las espaldas pequeño Togo.- Tras la últimas palabras se quedó embobada recorriendo la larga barba blanca del Sr. Carsson. La ausencia de las ingentes cantidades de alcohol le parecía que le estaban rejuveneciendo por momentos. Se moría por meter el regordete dedo en su espesura y hacer circulitos para enredarse en ella.-  Los que no vayan podrían ir de compras y ver si el Capitán ha conseguido vender el barco.

Bueno, si así os quedáis más tranquila...En ese caso, creo que de todos vosotros, el que puede pasar más desapercibido es Talyn, el resto tenéis algún rasgo fácilmente reconocible.... Dijo el pequeño mientras miraba a todos de arriba a abajo, incluido Rakna.

La elfa levantó la ceja ante las palabras del incauto mediano. -Podría seguirte sin que apenas notases mi presencia.- dijo la exploradora claramente molesta por las palabras de Togo. -Y podría derribar a cualquier oponente desde una posición ventajosa.- añadió Hostawen. Claramente era la mejor opción. Rhylen no era nada sigiloso y no podía estar alejado de Togo. Tanyl no gozaba de esos problemas, pero su magia... eso si que era llamaría la atención. Además de que tampoco era un ser que pudiese esconderse con facilidad. Había visto a tipos como él andando por los bosques. Siempre escogían el medio del camino para transitar, molestando a cualquiera que también quisiese usar los caminos. Y si se sabían una melodía la tarareaban... Todo un reclamo para las bestias y una forma de ahuyentar a las presas.

Ya pero... ¿ Y tu lobo...?

No habían estado muy espabilados a la hora de sacar información a la meretriz y esta se había marchado sin haber aclarado nada al grupo. En fin, ya encontrarían otra presa en al que no tuviesen que gastar tantas monedas.

La propuesta del mediano no estaba mal. Había demostrado ser bastante discreto y poderse valer bién él solito, pero si iba a tener que mirar en cada taberna de mala muerte buscando al contacto de Cygar, iba a tardar una eternidad.

- Antes que nos pongamos en marcha, hablé con las chicas sobre la historia que podríamos contrar si nos preguntaban. Alé dijo algo que me pareció una buena idea y me gustaría compartirla con todos para ver si os parece bien y así dar la misma versión. 

Dijo que, para empezar, Carsson podría ser su padre (pues ya lo hemos dicho en la posada), y estamos en un viaje en peregrinación al templo del Dios Viviente, Razmir, para curarla del Gran Mal que sufre desde pequeña. Podríamos haber venido para pedir consejo, pues sus monjes ayudan a los enfermos y desfavorecidos. Togo podría ser el sirviente de padre e hija y Hostawen y yo, guardaspaldas reclutados para la seguridad en el viaje.

Estamos de acuerdo con la historia?

El jóven dejó unos segundos de pausa para que respondieran y luego prosigió.

- Respecto al siguiente paso; buscar el contacto de Cygar. Creo que es buena idea que el mediano vaya solo pues llamará menos la atención que una bella elfa de los bosques con un gigantesco lobo- no dudaba que Hostawen fuese buena esploradora, pero allí, en la ciudad... resaltaba como una pluma de cuevo en la nieve- aunque si no tiene suerte, tardará enencontrarlo. Yo podría acompañarlo si pensais que es lo mejor. Cygar dió algún detalle sobre su descripción o cómo encontrarle a parte de buscar en tabernas de mala muerte? El resto del grupo podría ir a ver al enano y, no sé yo, quizás presentarse en el Templo para solicitar la 'ayuda' que necesita Alé.

A la tarde reunirnos de nuevo aqui para ver los progresos.

- No dudo de ti Hosta pero...¿y quién me acompañará de compras?  Le dijo a su amiga Hostawen con ojos de cordero degollado.- ¡Será divertido, ya lo veras!- La elfa podría vigilar que no les robaran y ser la carabina de la pareja de padre e hija.-Tanyl es nuestro guardaespaldas, que vaya él.- Dijo asintiendo a las palabras del hechicero. Luego se arrepintió pues, si se fueran todos, ella podría ir con su "padre" de compras tranquilamente. El murmullo del mar, la brisa marina, ella cogida de su brazo charlando amigablemente, las condiciones más propicias para que el Sr. Carsson por fin abriera los ojos y se diera cuenta de qué le convenía. Cuando Togo preguntó por el lobo, Alé miró a Hostawen con el ceño fruncido, sin dejar lugar a dudas.- Yo no pienso llevármelo. Me niego, intentó comerme.- Protestó enfurruñada. Se negaba a aceptar en público que empezaba a coger cariño a un lobo cuya manada casi se la zampa.

Pues lo de la historia.... yo le conté algo parecido al posadero, solo que no dije nada del templo y el enfermo era el señor Carsson,, por eso no debía beber.... Podíamos mantener esa versión para ser consecuente en la posada también con nuestros actos y comentarios. Pero por ahora no iría al templo hasta haber hablado con esa persona, quizás tenga información útil para poder ir al templo sin levantar sospechas... Sobre la persona que buscamos, la verdad es que no recuerdo que dijera nada más que eso... y su nombre... Dijo dirigiéndose a Talyn en voz muy baja añadiendo Creo que no está bien que desveles  nombres y menos ese , recuerda a qué se dedica esa persona.... podemos comprometerle...

La elfa optó por ignorar al mediano y a Tanyl, para centrarse en Alétheia, quien reclamaba su atención. -Está bien te acompañaré...- dijo algo apesadumbrada, pese a que le apeteciese más demostrar su valía, decidió acatar y ver como se las apañaban aquellos dos. -Irá Tanyl, pues.- dijo con una sonrisa. A veces era mejor hacerse de rogar y demostrar su valía, que intentar demostrar todo el tiempo lo que vale.

Rhylen asentía a las palabras de Alétheia cuando dijo que lo más indicado era que Togo no marchase sólo, - Eso es, sí…. Después, en silencio y sopesando las posibles opciones, quedó escuchando aquello que exponían tanto el joven mediano como Tanyl, sin embargo cuando terminaron Rhylen no pudo evitar negar con la cabeza mostrando estar en desacuerdo.

- No creo que debamos separarnos, intervino. – No os quito razón a lo que decís, podemos ser un grupo un tanto peculiar…y no sólo por ese lobo, progresó haciendo referencia a Rakna con la barbilla. - …pero no olvidéis que estamos en una ciudad, y no pequeña precisamente... Aquí encontraremos personajes tan pintorescos o más que nosotros, y el hecho de ir al mismo sitio no conlleva a que tengamos que hacerlo juntos y con los atuendos que actualmente llevamos encima, dijo como si fuera algo evidente. – Si el hecho de buscar a ese tal Reginar nos obliga a visitar antros de tan mala reputación, creo que lo más sensato es ir juntos por si algo se tuerce en algún momento…, apuntó dando paso a una pequeña pausa. – Yo propondría…, intervino de nuevo, - Que nos reunamos con Walren, como habíamos quedado en un inicio, nos hagamos del equipo necesario y juntos… tratemos de encontrar a Reginar…, concluyó.  

Al final, por mucho que Rhylen argumentó a favor de continuar juntos mientras se realizaban las averiguaciones , sus palabras fueron en vano: las dos mujeres apoyaron al resto en la idea de que separando sus caminos alcanzarían sus objetivos en mayor tiempo y con menor riesgo. Al fin y al cabo, comentó más de uno, aunque Tanyl y Togo pudiesen parecer vulnerables, cosa que no eran, no creían que fuesen a sufrir contratiempos o percances serios a plena luz del día en una ciudad en la que no era extraño ver grupos de guardias patrullando las calles.

Así pues, tras recoger de sus habitaciones el equipo que creyeron necesario para la jornada que tenían por delante, el grupo se despidió frente a la puerta de la posada, tomando caminos opuestos. Alétheia, Hostawen y Rhylen se dirigieron a los muelles que los habían visto atracar la noche anterior mientras que Togo y Tanyl se dirigían en dirección norte, sin separarse demasiado de la zona de los muelles, que era la zona donde mayor número de tabernas de dudosa reputación se concentraban.

Tamran, para ser una ciudad que había sobrellevado no sin sufrimiento una larga y cruenta guerra que carecía de visos de llegar a un final cercano, no había caído en la desesperación. Estaba claro que el comercio lacustre había sido afectado seriamente debido a las disputas con Molthune pero el tráfico fluvial seguía funcionando a la perfección así como el comercio entre la urbe y las ciudades del interior. Era indudable que la gente, aunque preoupada por el devenir de la guerra, seguía siendo feliz y se encontraba concentrada en el día a día. El pequeño Togo, en todo momento varios pasos por detrás de Tanyl y su curioso familiar Fuzuli, que asomaba su azulada cabeza por el hueco que dejaba el petate debajo del brazo de su dueño, veía como las mujeres volvían de la compra charlando animosamente con sus amigas a pesar del frío o como los niños jugaban, al igual que él lo había hecho antes, a lanzarse bolas de nieve bajo la atenta y no siempre amistosa mirada de sus madres, las cuales era incapaces de hacerlos volver al interior de sus casas. Albañiles, marineros, carreteros y afiladores ambulantes comenzaban su día a día mostrando su mejor después de la primera nevada del año. No fue difícil para los dos compañeros contagiarse de aquel buen ánimo reinante. 

Tras dejar atrás una serie de calles en las que se concentraban multitud de negocios relacionados con el mundo de la pesca, véase fabricantes de redes, proveedores de salazón o armadores de expediciones pesqueras, el semielfo, y a los pocos segundos el pequeño hobbit, llegaron hasta una tasca que se ajustaba perfectamente a lo que el tal Reginar solía frecuentar. "El Callo del Gigante", rezaba en un cartel con forma de pie que colgaba de una viga que sobresalía por encima de la puerta. Grandes ventanales daban al exterior, a través de los cuales uno podía ver a la perfección a los parroquianos charlando, bebiendo y, los más atrevidos o ebrios, bailando al son de una canción que un grupo de grises estaba interpretando en sobre una tarima que dominaba el amplio salón de la taberna.

Tras el desayuno el grupo se separó. Por un lado las mujeres y el anciano fueron en busca del enano y a hacer algunas compras. Por otro lado Togo y Talyn se acercaron a la zona norte de la ciudad en busca del tal Reginar. El semielfo no tardó en distanciarse unos metros del mediano, pues a parte de ser lo pactado, el paso del pequeño Togo era más lento no solo por su corta estatura, sino porque no pocas veces se entretenía disfrutando del ambiente de la ciudad, se acercaba a algunas tiendas a ver lo que vendía e incluso se entretuvo unos segundos lanzándose bolas de nieve con otros niños. El pequeño recuperó terreno con Talyn tras  salir corriendo para evitar un buen estirón de orejas  cuando una de sus bolas de nieve impactó de lleno en la cara de una madre que había salido a meter a su hijo en casa.   El mediano parecía desenvolverse en la ciudad como pez en el agua hasta tal punto, que pocos podrían decir que ese pequeño era un recién llegado de un país vecino y que pisaba Tamran por primera vez.

La pareja no tardó en llegar frente a una taberna en la que, a la vista de su interior a través de sus amplias ventanas, podría ser una de las frecuentadas por la persona que buscaban. Primero uno y después el otro entraron a ella como dos forasteros, cada uno por su lado. Togo no tardó ni un instante en acercarse a los músicos que con sus instrumentos amenizaban la mañana a los parroquianos que casi llenaban el local. El pie del mediano seguía el ritmo de la canción a la perfección y tentado estuvo de sacar su flauta para acompañarles, pero el pequeño ni conocía ese tema ni quería llamar la atención más de la cuenta, de modo que tras unos segundos disfrutando de la música, Togo se acercó al posadero con una amplia sonrisa  y sin más rodeos y con total normalidad para que nada se pudiera sospechar, preguntó por aquel que buscaba

- Buenos días señor, estoy buscando a una persona... se llama Reginar. Según sé suele frecuentar los locales de esta zona y me gustaría saber si lo ha visto por aquí... 

Una gota de sudor frío recorrió la frente de Tanyl cuando Carsson insinuó que quería acompañarles. Pero, menos mal que al final el viejo guerrero decidió dar su brazo a torcer pues ni se atrevía a imaginar cómo hubiese acabado aquello.

Tan alegre como el mediano, iba el hechicero por las calles. Disfrutando de cada sonido, de cada imagen, preguntándose el por qué de todo, metiendo repetidas veces la cabeza de su gato dentro de la bolsa para que no se le ocurriese escapar a robar comida.

Por fin llegaron a una de las tabernas que deberían registrar. Cruzó mentalmente los dedos para encontrar allí lo que habían venido a buscar.

Buenos días- dijo poniéndose al lado de su compañero y dejando que éste tomase las riendas de la conversación.