Partida Rol por web

Alétheia durmió como un bebe por una vez en aquel templo maligno. Las cosas, a pesar de los inicios duros, marchaban viento en popa. Tras dedicarle unos cuidados a su padre y darle un beso de buenas noches a Hostawen se fue a descansar.

A la mañana siguiente fueron despertados de muy malas maneras por Krant. Lo peor de todo , al menos para la Pitonisa, fue ver cómo se saltaban el desayuno.  Cuando Krant les dijo que iban a una panadería se relajó y se le hizo la boca agua.

- Una panadería, qué bien. Me encanta el pan recién hecho.- Decía inocente mientras se colocaba la máscara para ocultar el rostro. E hizo bien pues al explicarles Krant que no iban a comprar pan precisamente, empalideció por completo.

¡Me niego! - Si hacía falta se enfrentaría a Krant ella sola pero no podría hacer un burdo ajuste de cuentas. Trató de tranquilizarse para no tirar al trate la misión que con tanto cuidado estaban llevando a cabo. ¿Cómo iban a hacer?

- Déjame prepararme un poco, que Razmir alivie mi estómago vacío. No puedo salir sin rezar unos salmos. Si no seríamos burdos matones y no lo somos.- Alé se apartó un poco mientras los demás se preparaban para rezar a su Dios, que no era precisamente Razmir. Se las ingenió para elegir unos buenos conjuros que pudieran ayudarles en el encargo que tenían por delante. Lo sentía por Tanyl y los demás pero no iba a poder usar sus Dones con ellos esta vez. También ,muy a su pesar, quedaba descartado el plan de la puerta secreta.

Cuando llegaron frente a la panadería el olor a pan hizo que el estómago de Alétheia rugiese. Allí Krant les explicó qué tenían que hacer y la Pitonisa apretó los puños con fuerza hasta que los nudillos se le quedaron blancos. Ya iba a quejarse cuando el Sr. Carsson mostró un entusiasmo inusitado. Seguro que tenía un plan. Saldrían de aquella sin hacer daño al pobre panadero. Eso quería pensar al menos.

- Vamos pues.- Secundó Alétheia.- Estoy hambrienta y eso siempre me pone de mal humor.

Togo cogió su mochila y la estrechó entre sus brazos como si de un buen amigo se tratara.  Con lo que me ha costado conseguir todo esto.... pensé que lo había perdido todo para siempre....

De vuelta a las barracas y aprovechando la soledad que les brindaba su privilegiada situación sin tener que hacer los trabajos de transcripción, el mediano se sentó sobre su catre y con disimulo comenzó a sacar algunas cosas para comprobar que lo tenía todo. Tras un buen rato y después de haber sacado más de una veintena de variopintos objetos de todo tipo como una lupa, un reloj de arena, una flauta, algún frasco, ropas de todo tipo, una espada corta, piedras para onda, tiza..... Togo se quedó más tranquilo, pues parecía que muchas de sus cosas las seguía teniendo.

Bueno, ¿preparados para la misión que nos manden? Seguro que es robar algo o algo así, vi la cara de Krant cuando le insinué que yo podía hacer mejor lo del sacerdote en la plaza. Sabéis por qué lo dije  , verdad...?

Cuanto antes hagamos todo aquello que quieren, antes conseguiremos lo que queremos.

El pequeño no tardó en conciliar el sueño y estuvo toda la noche abrazado a su querido saco hobbit durmiendo como un angelito, hasta que despertó sobresaltado cuando con los ojos entreabiertos adivinó la horrenda cara de Krant a un palmo de él.

Mostrando gran entusiasmo, Togo se vistió con rapidez y se preparó para la misión. Krant fue desvelando poco a poco los detalles de la misma y como se había temido todo pasaba por conseguir  oro para el templo, aunque el pequeño esperaba otros métodos, todo apuntaba a que habría que utilizar la fuerza y eso le preocupó bastante. Togo tragó saliva lentamente, la cosa se ponía seria, pero si querían tener éxito debían hacerlo. Él no quería hacer daño a gente inocente y suponía que sus compañeros tampoco. Gracias a la máscara nadie se percató de la cara de desánimo del mediano tras escuchar que no solo tenían que conseguir el oro, sino que además tenían que destrozar el local de aquel panadero. Aún no le había dado tiempo ni a pensar lo que podrían hacer cuando un irreconocible sr. Carsson se dispuso con gran premura y eficacia a entrar dentro dispuesto a cumplir su cometido o al menos eso parecía. Togo tuvo que disimular su estupor al ver como el anciano se disponía a entrar sin más preámbulos a la panadería . Bueno, parece que al fin el sr. Carsson ha entendido de qué va esto, pero ¿ será capaz  de hacerlo? creo que casi prefiero al verdadero sr Carssooooon.....

Eso , eso, Le enseñaremos a ese señor la palabra de Razmir - Añadió un exaltado Togo a las palabras de Ryhlen

Sin apenas tiempo para reaccionar, Togo esperó a que Alé entrara para hacerlo tras ella ocultándose detrás de su amplia figura, escondido entre la  amplia túnica de la rolliza joven y el resto de compañeros. Quería pasar desapercibido por ahora por lo que pudiera pasar. Mientras todo eso sucedía, la siempre inquieta mente del pequeño no paraba de dar vueltas intentando urdir una plan con el que contentar a Krant, pero sin perjudicar al pobre panadero. Podríamos fingir la intimidación y los destrozos del local y convencer al hombre de que todo es una farsa.... Pero necesitaremos 100 mo y  deshacernos del chivato de  Evlar. Quizás pueda dejarle un mensaje escrito al panadero para que hable con Reginar....

Cuatro sacos más de centeno para la próxima vez…y puede que….hmmm sí, otros seis más de harina de trigo. Sí, con eso debería bastar. – El señor Grompus repasaba mentalmente los pedidos que debía hacer para la dekhana siguiente. Desde que en los primeros años tras montar la panadería se quedase una dekhana entera sin materia prima para hacer pan, Wenton, se había vuelto muy previsor. Había aprendido por las malas a serlo. Sabía que las primeras dekhanas nada más entrar el invierno eran las últimas en las que se podía llenar el almacén a un precio que no resultase abusivo. Mojó la pluma en tinta e hizo dos cruces junto a los dos primeros elementos de la lista. Levantó la cabeza buscando los primeros rayos de sol a través de las ventanas. No los halló. Dos hornadas más y a dormir… ¡Oh! Que no se me olvide encargar leñ…. – Sus cavilaciones se vieron interrumpidas por el sonido de la puerta al abrirse.

Vaya Arem, has madrugado hoy. – Comentó sin levantar la vista del pergamino, pues estaba escribiendo un recordatorio para que no se le olvidase encargar nueve haces de leña. - Aún no he sacad…. – Cuando el regordete panadero escuchó más de un par de pisadas supo que no era Arem el que venía a por su saco de pan diario. Iba a excusarse con buenos modos para indicar que la panadería no estaba abierta cuando vio a los enmascarados. Su rostro, amplio, redondo y de carnosas mejillas perdió el color rojizo provocado por el calor del honor como una estrella que se apaga.

¡Ala…alabado sea Razmir! – Trató de soltar la pluma dentro del tintero pero, su pulso, tembloroso por la visión, acabó traicionándole y tanto pluma como tintero acabaron en el suelo rodando. El panadero pareció ignorar aquel detalle. Salió inmediatamente de detrás del mostrador. ¡Buenos días caballeros, qué temprano! Y…y qué frío ¿eh? Permítanme, permítanme, tengo pan recién horneado, sí…seguro, seguro que lo encontrarán delicioso. A estas horas no hay nada mejor… ¿verdad? – Ocultar el miedo era imposible. Con titubeos y movimientos descoordinados el panadero no sabía dónde colocarse. Sus ojos en ningún momento llegaron a posarse a las máscaras sino de pasada.

Evlar, que había entrado tras Alétheia, dio un puntapié a un atril situado junto a la puerta en el que los carreteros registraban las salidas y las entradas de mercancías. El pequeño libro de cuentas y el atril saltaron por los aires.

Noooo… por favor…- Sollozó Wenton con ojos vidriosos.

Togo entró pegado a Alétheia, tanto que podía notar sus orondas y voluptuosas nalgas rozando su cara a cada paso. El pequeño pretendía entrar sin ser visto para así poder actuar con más libertad. Nada más ingresar en la tienda un inconfundible olor a pan recién hecho despertó en el pequeño un sin fin de recuerdos. Así olía la casa de sus abuelos cuando iba a visitarlos. Ese cálido aroma invitaba a la tranquilidad, que pronto se rompió cuando Evlar, cumpliendo con su cometido, tiró al suelo lo primero que se encontró por delante, intimidando así  al panadero que por supuesto no les esperaba. El escurridizo mediano no pudo verlo, pero en sus palabras podía notar que el hombre parecía bastante asustado.

Ahora les tocaba a sus compañeros. ¿Cómo lo harían? ¿Cumplirían con el trabajo a rajatabla o se inventarían una estratagema para que pareciese que lo habían hecho sin molestar al pobre panadero? Togó pensó más en lo segundo, sabía que el señor Carsson, a pesar de su aspecto rudo era todo corazón, al igual que Alé. Seguro que ellos no estaban dispuestos a arrebatarle esas cien monedas de oro al hombre ni mucho menos a destrozarle su modo de vida.

Por eso el mediano esperó a que los demás empezaran con la farsa, habría que alzar la voz para que los de fuera escucharan lo que querían oír, pero debían encontrar un modo de tranquilizar al hombre para que colaborara y por supuesto, deshacerse de Evlar. El sagaz Togo no tardó en fijarse en esos papeles que, mecidos en su caída, habían caído no muy lejos de él. Quizás pueda escribirle un mensaje al hombre para explicarle lo que pasa y que nos siga la corriente... También prestó atención a toda la habitación para ver cómo hacer para dejar la tienda a oscuras, así nadie podría ver lo que realmente hacían allí.

Cuando Krant  les detalló de qué iba la misión, Tanyl se dió cuenta de que iba a haber problemas. Por mucho miedo que le diese la pitonisa el Débil no la veía cometiendo tal vileza. Tampoco al entrometido mediano o al anciano guerrero. Y la bella exploradora... Bueno, ya le extrañaba que no hubiese mandado al lobo atacar de inmediato a su interlocutor por plantear semejante ultraje.

Cómo iban a salir indemnes de esa situación, escapaba a la imaginación del jóven semielfo.

Como en realidad a él ni le iba ni le venía el estado en que quedase la panadería, decidió que lo mejor era mantenerse en segundo plano y dejar a aquellos que sí les importaba tomasen las decisiones oportunas. Estaba claro que si sugería llevar a cabo los planes de Krant tal cual lo había presentado, le lincharía.

Se mantuvo calladito y sin moverse en una esquina de la tienda, observando cómo se iba resolviendo la turbia situación.

Togo tiró levemente de la túnica de la pitonisa justo antes de susurrarle - Alé, acércate al mostrador para cubrirme, confía en mí...

El escurridizo mediano aprovechó la solidez del horondo cuerpo de la joven para cubrirse y escabullirse hasta el otro lado del mostrador y con sumo sigilo se dirigió hacia la parte trasera de la tienda. Tras asegurarse de que estaban solos apagó la lámpara del fondo. Tras eso se acercó al horno y se escondió tras él, justo al lado de la otra lámpara que alumbraba esa zona, para que el resto no le vieran....

Lo único que reconfortó a Alétheia al entrar en la panadería fue ese delicioso olor a pan recién hecho. Si había algo por lo que pudiera intimidar a aquel pobre hombre sería por un trozo de pan que no estuviera duro y enmohecido, como los que comía en el templo de Razmir. Estaba famélica. Nada más percibió a los desconocidos vestidos con las túnicas de Razmir, Wenton Grompus se mostró más nervioso y atemorizado que una doncella en su noche de bodas. Y desde luego no le culpaba, pues estaba totalmente justificado. Vio cómo Evlar comenzaba con los destrozos, ávido por usar la violencia y le reprendió por ello.

- Tú, desdentado. No te has ganado disfrutar de esto como nosotros. Vete al otro lado a vigilar que ese tal Arem no llega por la otra puerta.- Alé no era especialmente buena siendo mala. Solía ser dulce e ingenua aunque tenía su genio. Pero sí sabía que podía usar a su supuesto padre para intimidar al chivato del grupo.- Haz lo que te digo y no se te ocurra distraerte de tu tarea por lo que pasa aquí dentro o le diré a mi padre que acabe de arreglarte la boca, ¿entiendes?- Sin dar opción a réplica a Evlar, la Pitonisa, se acercó al asustado panadero todo lo grande que era.- La verdad es que estoy hambrienta.- Dijo tomando una barra de pan y desmenuzándola en sus manos. Aún estaba muy recién salida del horno y el calor casi le hizo tirarla al suelo. Levantándose lo justo la máscara se metió un poco de miga de pan en la boca.- Mmmm, delifiofo. Fabef bien lo que te hafef panadero pero...- Dejó caer todo al suelo y pisoteó con fuerza la crujiente corteza.- Rafmir no efta contento...- Se forzó a tragar otro trozo del delicioso pan antes de tener que ponerse en acción y así dejar a que Evlar llegase a su posición.-...contigo.- La mujer metió la mano bajo la túnica para tocar la ramita de madera que simbolizaba a su dios. Con la otra que tenía libra la pasó descuidada por una estantería donde había una vasija que contenía la harina con la que hacer el pan. Como si no fuera con ella la tiró al suelo haciendo que estallara en trocitos en el suelo derramando su contenido.-¡UPS! ¡Qué torpe! ¿SABES CUANTO LE DEBES A RAZMIR PANADERO? Podría destrozarte toda la tienda y aún nos deberías mucho dinero.- Para escenificar de lo que estaba hablando tomó un leño de la madera acumulada para el horno y con él golpeó la lampara de aceite más cercana, destrozándola. 

¡CLONK!

Esperaba que aquel jaleo dejara a Krant y los otros dos secuaces satisfechos por ahora. Bajo la máscara su rostro sudaba a mares. ¿Qué más podrían hacer para salir de aquella? Entonces Togo le susurró algo al oído. Era tan pequeño y discreto que ya ni se acordaba que les acompañaba. Hizo lo que le pedía apartando a Wenton de un empujón como si quisiera cerrarle el paso en caso de que se le ocurriera escapar.

Al llegar tras el horno y con sumo cuidado,  el mediano se apresuró en sacar del saco hobbit su bolsa de oro antes de que llegara Evlar  y se la guardó bajo la túnica. Tras eso, aprovechando el jaleo que había montado Alé, se acercó a la lámpara que alumbraba las estanterías  y la apagó también.

Después se escondió tras la cálida pared del horno y esperó unos instantes a ver como se desarrollaban los acontecimientos.

 Tras ver todo el numerito que estaba montando la pitonisa Togo empezaba a dudar si la impetuosa joven estaba fingiendo o iba realmente en serio...Vaya con Alé!! está rompiendo todo de verdad!! desde luego si está fingiendo lo está haciendo más que bien, esperemos que el panadero no pierda los nervios antes de poder explicarle lo que pasa...

La elfa se quedó impresionada con la misión que les encargaba Krant. Era vil y horrible. Sus compañeros parecían tomarlo de buen grado, primero Rhylen que tomaba la iniciativa, parecía que echaba de menos las peleas en las tabernas. Alétheia le seguía rápida, tras velar y Togo, Hostawen, pudo entrar. Lo que le esperaba dentro le hizo hervir la sangre y si no fuese por la máscara le hubiese delatado su expresión. La elfa que lejos estaba de ser ingenua o tonta esperó a que Evlar se alejase para estallar. -¿Qué crees que estás haciendo?- dijo agarrando a Aletheia por el brazo. -Así no se hacen las cosas...- 
decía a la pitonisa intentando que nadie más escuchara. 

Evlar, que empezaba a sentirse bien después de la primera patada, se sobresaltó al escuchar a Alétheia dirigirse a él. Inmediatamente después, al sentir el brazo de Hostawen sujetándole, la miró confundido. ¿Cómo que qué hago? ¡Pues lo que nos mandan! - Miró a ambos lados buscando una explicación pero, sabedor de que sus cinco compañeros solían convenir en todas las decisiones, no pudo por menos que encogerse de hombros y dirigirse hacia el fondo de la panadería con el ceño fruncido y mascullando palabras ininteligibles.

Quien tampoco se encontraba precisamente bien era el señor Wenton. A su alrededor venía como los enmascarados se desperdigaban por su local. ¡Por favor señores…tengan piedad!

¡Este local es lo único que tengo! – Sus manos imploraban al monje más gordo que se detuviese. Cuán grande fue su sorpresa cuando por su voz, incluso con la boca llena de pan, lo identificó como una mujer. Una pequeña figura fantasmal se escurrió por un lateral del mostrador. Wenton no tuvo tiempo ni siquiera de llamarle al alto pues, de un brusco empujón, éste fue desplazado hasta el mostrador. Ya les dije que no tenía tanto dinero aquí… - Su redonda cabeza iba de un lado a otro, ora a la entrada ora a la parte trasera donde en ese momento acababa de apagarse una de las lámparas.

¡Nooo! ¡Señorita por favor! ¡No! ¡Deje eso por caridad! ¡Era de mi madre!

El sonido de una la vasija estallando en mil pedazos y el bandeja estrellándose contra el suelo le hicieron taparse los oídos. ¡Podría pagarles la sema que viene, por favor! - Imploró entre gimoteos cuando Alétheia sujetó con sus regordetas manos cubiertas de harina un leño y destrozaba otra lámpara.

Mientras tanto, Evlar, que había llegado al final de la panadería, abrió la puerta. Aunque estaba oscuro, se distinguían con claridad multitud de sacos unos sobre otros.

¡Pe…pero si no hay más puertas! – Exclamó un tanto cabreado mientras se asomaba al pasillo para que Alétheia pudiese verle. – Es un almacén…

La elfa, al escuchar que no había más puertas, se dirigió a Wenton y comenzó a negociar antes de que llegase Evlar. -Mire, tiene problemas... nuestro sacerdote quiere que destrocemos su panadería y recaudemos su oro. Tiene dos opciones: confiar en nosotros, nos da ciento cincuenta monedas de oro y no destrozaremos nada y le devolvamos su oro en un par de días... o entrarán más monjes y te quitarán esas cinto cincuenta monedas de oro y le destrozarán la panadería..- dijo la elfa intentando convencer a aquel tipo. Una mirada a Rakna, a Aletheia destrozando todo y al enmascarado más fuerte (Rhylen) debían bastar para enseñar que no era una broma. -Razmir tiene su ojo puesto en ti y la única forma de librarse es confiar en nosotros.- Se volvió hacia Alétheia buscando su atención. -Somos de Kassen y estamos aquí para ayudar.- Susurró a continuación la elfa.

Evlar era un impedimento, seguro que Hostawen quería explicarle al hombre lo que pasaba, pero la presencia de esa sanguijuela lo fastidiaba todo. Los aventureros no podían actuar con libertad, pues no podían dejar que el joven sospechase nada, de lo contrario le faltaría tiempo para chivarse a Krant.

- Ven Evlar, registremos a fondo el almacén, seguro que tiene la recaudación escondida por algún sitio.

De esta manera Togo quería tener entretenido al joven mientras los demás se encargaban del hombre. El pequeño acompañó a Evlar al interior del almacén y empezó ayudarle, pero pronto encontró una buena excusa para salir de allí y dejarle solo.

- Uff, estos sacos son demasiado pesados para mí, voy a llamar al abuelo...

Nada más entrar en la panadería, los aventureros comenzaron a interpretar su papel  lo suficientemente creíble como para que Evlar no sospechase y los heraldos que se encontraban fueran quedaran satisfechos con el alboroto. Por el momento a Rhylen sólo le bastaba con mostrar su amenazante figura para intimidar al pobre panadero, sin embargo la presencia continua de Evlar y la posibilidad de que descubriese sus verdaderas intenciones podría suponer un problema. – Este mocoso está empezando a agotar mi paciencia…

Fue entonces cuando el pequeño Togo, muy acertado, volvió a llevarse a Evlar hasta el almacén. Sin embargo, Rhylen no se fiaba, Togo podía ser muy lucho con ciertas habilidades pero a la hora de mantener a raya a Evlar podría tener serios problemas, sólo había que fijarse en la diferencia de tamaño.

Por ello Rhylen decidió centrarse en controlar la situación con Evlar, y cuando se dirigía al almacén, fue cuando se cruzó con el mediano que de nuevo dejaba solo al grano en el culo del grupo. – Ya me encargo yo de ese, le susurró al estar a su lado. – Evita que den más información de la necesaria, nadie nos puede asegurar que podamos fiarnos de este gordinflón, si necesitáis cualquier cosa, avisadme…, sentenció.

- A ver tú, ¡MALDITO INÚTIL DE MIERDA!, exclamó al entrar en el almacén y cerrar la puerta de un sonoro portazo. – Vamos a registrar hasta el último puto grano de harina, ¡MUEVE EL CULO, COÑO!, gritó de malas maneras al joven Evlar.