Partida Rol por web

Uno tras otro fuisteis cayendo al agua, que empezó a arrastraros corriente abajo, mientras todavía luchábais por ascender regreso a la superficie y tomar una bocanada de aire fresco que os mantuviese con vida. Keira y Claire se lanzaron juntas, pero el impacto con el agua fue tan brutal que resultó inevitable que se soltaran. 

La cabo sintió como si le hubiesen dado veinte bofetadas al mismo tiempo. Su cuerpo se retorció al contacto con el agua y fue el cuerpo, y no las piernas, quienes recibieron la mayor cantidad del impacto, quedando prácticamente inconsciente. 

Claire no cayó mucho mejor, pero tenía otro problema peor que era mantenerse a flote. Jack se hundió detrás de ella y afortunadamente, fue capaz de agarrarla a tiempo, pero ninguno de los dos podía controlar la fuerte corriente que los arrastraba.

Tessa se hundió en el agua pero volvió a ala superficie con rapidez y habilidad, identificando rápidamente la posición de los tres que habían ido antes de ella. La fuerza del agua era enorme, pero de algún modo, fue capaz de alcanzar a Jack y a Claire. Keira marchaba mucho más adelante, sola y semi-hundida.

Larry y Zach se lanzaron uno detrás de otro con bastante éxito, recibiendo a Roan y Staci segundos más tarde y ayudándoles a mantener la cabeza fuera del agua. Algunos por suerte, eran capaces de ayudar al resto o no lo hubiesen contado.

Finalmente, el padre se lanzó al vacío con determinación. Dios le protegía, o eso era lo que parecía, porque había caído con "gracia" y se mantenía sobre la superficie, a pesar de los remolinos que formaba el agua.

El grupo estaba disperso como las cuentas de un collar, y todos miraban hacia arriba, de donde habían saltado, esperando que el último de ellos lo hiciese, pero lo cierto es que no tardaron en perder de vista el risco desde el que habían saltado y centrarse en algo mucho peor. La corriente era cada vez más fuerte y las rocas, una amenaza constante.

Tenía miedo. No solo del agua; de todo. Hasta entonces, mi vida había sido una puta mierda porque yo misma me había encargado de que así fuese, y cada vez que bebía o follaba, no tenía que pensar en nada. Pero de pronto, me importaba lo que fuese de mí, porque deseaba estar con Keira, y también lo que le ocurriese a ella, porque era... importante.

Me había transformado en una mujer muy asustada.

Pero Keira era fuerte. Cogió mi mano y volvió a besarme, insuflándome de la voluntad que me hacía falta. Ella era la esencia que necesitaba para ser yo misma, y también la fuerza que me podía llevar a donde necesitaba.

Agárrate a mí y no me sueltes, ¿me has entendido? ¡No te sueltes!

Asentí con la cabeza y la imité, haciendo varias inspiraciones y espiraciones cortas y profundas, más que para coger aire, para coger valor. Y entonces, un nuevo beso, profundo, hermoso, inifinito en su concepción porque provenía de lo que ambas sentíamos. Era la locura de un amor inexplicable, pero capaz de llenar unos corazones que hasta el momento habían estado vacíos, y de impulsarnos hacia la salvación.

Sí, estábamos locas, completamente locas.

Pero era la consecuencia de poder sentir de nuevo. Al cerrarme yo misma a los sueños y señales que la vida me lanzaba, lo había hecho también a cualquier posibilidad de encontrar una salvación para mí misma. Me había sabido condenada y no me había importado en lo más mínimo; es más, era lo que había buscado... hasta que la encontré a ella.

Nuestros ojos volvieron a coincidir en algún mundo hermoso y particular, del que nadie más que nosotros formaba parte. Excluida el resto de la humanidad, rodeadas de silencio y en ausencia de cualquier cosa que no fuésemos las dos, ya no hubo miedo ni duda.

Lo que tuviera que ocurrir, nos sucedería a las dos.

El salto pareció no terminar nunca, pero el agua, helada, se sintió como si me hubiesen despertado de golpe de un terrible sueño. Además, en la zambullida, perdí la mano de Keira y eso me hizo entrar en pánico. Mi cuerpo se hundió y yo cerré la boca, y subió rápidamente a la superficie, momento en el que aproveché para abrir los ojos y tomar una bocanada de aire. Keira estaba delante, pero no se movía, no se giraba.

-Keir.....

El agua volvió a cubrirme y yo agité los brazos desesperada, mientras sentía como me empujaba sin que yo pudiera hacer nada.

Volví a subir, a abrir los ojos. Keira continuaba delante, pero más lejos todavía, y la postura de su cuerpo me decía que algo había ido mal. Y grité. Grité por ella, no por mí. Me estaba hundiendo, pero ella era todo lo que me preocupaba.

-¡Keir... KEIRA... SOCORRO!

Alguien apareció entonces a mí lado, para ayudarme a mantenerme a flote. Era Jack.

-Keira, Keira. Se ahoga. Dep... deprisa... DEPRISA -logré decir, hundiéndome y sacando la cabeza de nuevo con rapidez, sin importarme que la corriente nos estuviese llevando a toda velocidad.

Cuando saltamos me limité a cerrar los ojos, agarrando con fuerza el cuerpo de Claire junto al mío, tan solo pensando en sacarla de allí con vida. Siempre me había costado pensar en los demás antes que en mí misma, no es que no me importaran, pero siempre estuve yo primero. En cambio ahora, no era capaz de imaginarme el resultado de aquel salto sin volver a estar a su lado, sin ver aquellos preciosos ojos azules, sin sentir sus labios contra los míos. La apreté más aún contra mí, pero ni siquiera eso fue suficiente…

Caímos al agua de forma violenta, notando como me hundía y era arrastrada por la fuerte corriente, hasta que un intenso dolor invadió todo mi cuerpo provocando que la soltase. Perdí el sentido al chocar de espaldas contra una maldita piedra y cuando quise recuperarlo, ya era demasiado tarde.

Oí la voz de Claire en la lejanía, bajo un sonido ahogado, que me llamaba. Incluso pude apreciar como los rayos del sol se filtraban bajo el agua mientras mis pulmones comenzaban a llenarse de aquel líquido que nos rodeaba. Intenté sacar la cabeza, pero la corriente era fuerte y yo no tenía fuerzas para hacerlo. Tan solo sentía aquel dolor que me recorría, sabiendo que lo más fácil era dejarse llevar, pero no podía hacerlo, debía intentarlo una vez más. Por ella.

La violenta caída había hecho su efecto, llevando a Keira al umbral del mundo de los sueños, o las pesadillas, mientras su cuerpo era arrastrado por la corriente sin que fuese capaz de comprender lo que le estaba sucediendo.

Pero las imágenes en su cabeza, el rostro de Claire mirándola fijamente, agarrando su mano y gritando su nombre. Fue precisamente eso lo que le hizo despertarse, abrir los ojos y sustituir el sonido incomprensible que le rodeaba por el estruendo del agua que la rodeaba.

Keira sacó la cabeza y miró a su alrededor. Claire estaba con Jack, manteniéndose a flote a duras penas, pero al menos, estaba viva.

Mientras corría hacia el borde del acantilado las imágenes que captaba fueron ralentizadas por mi cerebro. Pude ver como Keira y Claire se suspendían en el aire abrazadas, vi sus ojos cerrándose con fuerza y dibujando una expresión de miedo conforme sus cuerpos caían. Un miedo que apuntaba cristalino hacia un motivo distinto de la caída. Era el miedo a separarse. A estar sintiéndose una última vez. A la incertidumbre que esperaba unos segundos más abajo. 

Las perdí de vista pero solo por breves instantes. La panorámica del río bravo que esperaba abajo se fue descubriendo al alcanzar el borde, con ellas todavía juntas, cayendo, formando parte de la instantánea del paisaje. El miedo, la rabia, fueron sustituidos por una fuerte sensación en la boca del estómago. Y por un escozor en los ojos. Los fotogramas se disparaban rápido, y uno de esos instantes captó una mala caída. Keira había absorbido lo peor del impacto. Aún no sabía las consecuencias, pero lo había visto. 

En breve yo descubriría lo mismo. Y pensaba en Claire, mi Claire. No sabía donde estaba. No sabía si seguía viva. No sabía si me habría dado por muerto y olvidado. Hace unas horas, todos esos miedos cristalizaron en una tonta y surrealista situación con aquella chica, Ellen. Me había recordado a ella, en los gestos, en sus maneras. Durante minutos había estado tentado con dejarme envolver en esa ilusión tejida, artificial y no exenta de dudas, de haber alcanzado un fin. De haber llegado al fin del camino, a casa. Pero la meta real no estaba ahí. En décimas de segundo descubriría si todavía podría alcanzarla algún día. 

El impacto fue muy fuerte. Intenté caer lo mejor posible, pero dolía. Me revolví bajo el agua y traté de coger impulso con el fondo y entonces me di cuenta de que Claire estaba a mi alcance. Parecía que no podía mantenerse a flote. Así que desde abajó me impulsé hacia ella y la agarré. Sacamos las cabezas a la superficie. 

- ¡Agárrate a mi cuello Claire, lo más fuerte que puedas!

Gritaba por Keira. Diablos, pues claro que íbamos a ir por ella. Creí distinguirla flotando pero estaba a cierta distancia. Nadé lo más deprisa que pude teniendo que cargar con ella a la espalda, intentando aprovechar la fuerza de la corriente a mi favor. En el ejército enseñaban este tipo de cosas. 

La caída es brutal. Yo solo sé que cierro los ojos y la siguiente vez que los abro es debajo del agua. Me escuecen, pero también me fuerzo a mantenerlos abiertos mientras la corriente me empuja con fuerza hacia todos los lados.

Cuando salgo a la superficie, miro a mi alrededor. Estamos todos desperdigados, pero me parece que Roan está pasándolo mal, a punto de ahogarse, así que alargo un brazo y lo agarro. Larry pasa por al lado, y Zach, y Staci, todos con la boca cerrada y el cuello estirado, intentando no tragar agua pero coger aire.

-¡Mier... da! -exclamo, sin soltar a Roan, mientras somos empujados hacia abajo. Busco a Claire y la veo, junto a Jack, viva todavía a pesar de no saber dar una sola brazada, y a Keira, a quien parecen recoger.

Todo es confuso y el agua no parece dar un solo respiro. 

Una vez que los demás se tiraron pude observar cómo iban siendo arrastrados por la corriente. Era mi turno. Di unos pasos hacia atrás para coger algo de impulso y saltar. Un ruido me hizo girar la cabeza... y entonces los vi, saliendo de entre los matorrales. Eran cuatro grandes lobos: terroríficos, atroces, sanguinarios... en sus ojos malditos sólo veía muerte.

-¡Mierda! Putos lobos de los cojones...

Iban avanzando despacio formando un semicírculo y yo era su presa. No me podía imaginar cómo la gente de Grace había conseguido criarlos o de dónde los habían sacado. Esas respuestas nunca las obtendría. Quizás Roan supiera algo o tuviera alguna teoría. Estaba claro que sin un arma poco podía hacer contra esas bestias, así que sólo valía saltar... si me daba tiempo.

-"Tranquilos perritos, vamos. No seáis malos y volver con vuestros jodidos dueños."

Veía en su mirada mi muerte. Un halo de inteligencia parecían tener estos bichos. Con un movimiento rápido, o esperaba que así fuese, me giré en dirección al acantilado. Corrí los dos metros que me separaban del vacío y salté. En mi mente sólo estaba la idea de sobrevivir y el miedo lo dejé arriba con los lobos. Si acaso me seguían en el salto, esperaba que alguno muriera por la caída.

Tom aguantó a los lobos cuanto pudo, pero cuando vio que aquellas bestias iban a saltar sobre él, se giró, corrió hacia el acantilado y se lanzó a toda velocidad.

Los cuatro lobos reaccionaron con diferente rapidez. Uno de ellos saltó con Tom, mientras otro se despeñaba al amparo de un aullido desesperado. Otro de los lobos ni siquiera lo intentó. Pero el cuarto logró encaramarse a la espalda del soldado y morderle con fuerza en el hombro.

Tom gritaba de dolor mientras caía, hasta que sintió el frío agua cubriéndole completamente y como las fauces del lobo soltaban su hombro. Al subir a la superficie, el lobo ya se había distanciado lo suficiente pero el dolor del hombro era intenso y no dejaba de sangrar.

Agotado por la huida y herido, el descenso por los rápidos se antojaba complicado, sobre todo porque no había ni rastro de los demás.

La fuerza del río parecía imparable, pero afortunadamente, no fue así. Poco a poco, la corriente fue cediendo y cada uno de vosotros, casi completamente sin fuerzas, logró acercarse a la superficie.

Keira estaba dolorida por la caída y el puñetero tobillo y Roan había tragado bastante agua. Los demás, habíais conseguido llegar bastante enteros. Pero el peor de todos era Tom. Su cuerpo apareció flotando sin control y rodeado de agua enrojecida. Estaba herido en el hombro y por lo que pudisteis ver al recogerlo, por mordiscos de lobos.

Pero os habíais salvado. Estabais todos, más o menos, enteros, exhaustos, empapados, sin comida y solo con unas pocas armas.