Partida Rol por web

Rabi sonrió ampliamente ante lo último que mencionó el pelirrojo. Había valido muy bien esas monedas, y cuando Lia miró fugazmente hacia ellos, le guiñó el ojo. Excelente trabajo.

Ya tenían un lugar al que visitar, e incluso, podían intentar acercarse esa misma noche, al menos para revisar las inmediaciones.

Lia inclinó la cabeza en señal de despedida. Mostró media sonrisa al pelirrojo.

 - Que aproveche la ronda, volveremos a vernos.

Con toda la elegancia y gracilidad que pudo interpretar, dio media vuelta y se dirigió a la mesa donde estaban sus amigos.

 - Tenemos una pista, ¿vamos para allá antes de que me arrepienta de haber gastado tanto dinero? -dijo en voz baja para que solo le escucharan ellos- ¿o nos unimos al festejo?

Cogió la jarra de cerveza que interpretó que era la que había pagado Lav para ella, y giró sobre los talones para mirar al tabernero. Alzó la bebida hacia Nicolash a modo de brindis, y se la bebió de un trago.

Antes de hacerlo ya intuía que se arrepentiría pues las jarras de sus amigos estaban casi intactas, pero era importante demostrar que estaban en la misma liga que esa gente. Agradeció la resistencia natural al alcohol de los elfos, y sin hacer ni una mueca de desagrado bajó la jarra a la mesa con un sonoro golpe.

Lav sonreía de oreja a oreja, cuando su compañera llego a la mesa y pudo hacerlo sin tener que darse de tortas con toda la taberna.

- Bien jugado Li…. Luna.- Y le guiño un ojo.

Luego bebió también un sorbo largo de su bebida, pero no la apuro. Y termino arrugando al nariz. Pues a segundos sabía a cerveza y a otros a agua de cloaca.

- Bueno, ahora que tenemos un nuevo lugar que investigar, lo suyo sería ir esta misma noche. Aunque las calles del muelle a estas horas pueden ser, peligrosas, también es cierto que están menos concurridas.

Si tenemos que ir a un ver ese lugar, prefiero que haya gente ya dormida que hacerlo de buena mañana. No sé si me explico.- Argumento mientras se rascaba la cabeza.

-De acuerdo, vayamos ahora- dijo y a continuación realizó un sonido parecido al de un ratón y Bigotes se subió nuevamente a su manga y a un bolsillo oculto. Había bajado nuevamente, una vez que la amenaza no estaba presente.

-Me gusta el apodo Luna- le dijo a la elfa una vez estuvieron en camino -Considerando tus orígenes, es muy adecuado- agregó con una sonrisa.

Le hubiera gustado quedarse un rato más, pero más que otra cosa para repasar sus conjuros, ya que no estaba seguro de si necesitaría de ellos a donde iban. Confiaba en que no...

Rogen también se unió a las felicitaciones cuando Lia se acercó de nuevo a la mesa.

-Cierto. Muy bien hecho. Si lo que ha dicho ese rufián es cierto ya tenemos un lugar por donde seguir.-

Iba a darle otro trago a la jarra pero se lo pensó mejor.

-Por mí iría ahora. Como dice Lav hay posibilidades de que no haya mucha gente en el lugar. O al menos mucha activa. A menos que sean bandidos cuya actividad sea más bien nocturna y no diurna. En cuyo caso nos encontraremos a todos despiertos.
No obstante ir a echar un vistazo no nos irá mal. Una vez allí podemos decidir qué hacemos.-

El guerrero no estaba muy cansado, aunque seguramente a la mañana siguiente sí que notaría los efectos de toda la noche, o casi toda, sin dormir. Pero consideraba que la situación requería premura.

Con unas cuantas coronas... ¡perdón dragones! ¡Perdón! Con unos cuantos dragones menos, el novel grupo de aventureros abandonó El Dragón Ensartado con un nuevo objetivo. Un almacén en la calle del Cirio. Así que hacia allí fue hacia donde dirigieron sus pasos. Las calles empezaban a estar solitarias, aumentando la sensación de peligro. Por suerte eran un grupo nutrido y armado. Cualquiera se lo pensaría dos veces antes de atacarles.

Quince minutos después llegaban a la calle del Cirio. Aunque bien podían llamarla callejón. Era estrecho y oscuro como una mazmorra, e igual de hediondo. Casi todas las velas estan destrozadas, y sólo había una farola encendida. Una justo delante del dichoso almacén, el de las tres dagas clavadas en una madera a modo de cartel.

Se trataba de un edificio destartalado de  dos plantas. Para llegar a él había que cruzar un pequeño patio vallado con una verja. El edificio en sí tenía dos entradas, una gran compuerta de carga  y la puerta principal. No muy lejos la una de la otra. Y al lado del portón había una ventana.

Todo estaba oscuro¹ y no se notaba actividad en su interior. Los postigos de la ventana estaban echados y no parecía que que hubiera nadie. Quizás habían seguido una pista falsa. No habrían pagado siete dragones por una historia inventada, ¿no? No, con tanta gente alrededor no podía habérsela inventado.

Os recuerdo que es de noche y no hay mucha iluminación. Aquellos sin visión en la oscuridad (los humanos) tienen problemas para ver. Vais a necesitar fuentes de luz si queréis operar de la verja para dentro del edificio.

El Capellan saco una pequeña vela de oficiar ritos de entre sus pertenencias, no era precisamente una gran fuente de iluminación, pero le hacía las veces para ver el suelo que pisaba.

Procuro andar con ella y no quemarse con el espelma derretido que la pequeña llama iba generando.

- Puerta pequeña.-

Dijo haciendo un gesto con la cabeza, después de tener que pasar tres veces la dichosa vela hasta tener claro que tenia delante. Pues la exigua luz de la farola, alumbraba tan poco como lo que el llevaba encima.

Al llegar al almacen se encontraron con el problema más típico de la noche, la iluminación. Lav sacó una pequeña vela, pero aquello no les servía de nada, salvo para encender la antorcha que tenía Rogen.

-Esa vela apenas ilumino y nos señala igualmente desde lejos. Puestos a que nos vean, prefiero ver un poco mejor.-

No era lo ideal, pero no se le ocurría otra cosa.

-Supongo que alguien tendrá que o bien abrir esta puerta, o saltar y mirar por las ventanas. Pero tendría que ser alguien sigiloso y que pueda ver en la oscuridad.-

No había muchas opciones para la descripción que daba.

-No prendan nada- exclamó sin levantar la voz -Nos ocupamos con Lia- agregó con confianza el gnomo -Si necesitamos ayuda les avisamos- no estaba seguro de si verían el guiño que había hecho, pero igual lo hizo.

-Lía, ¿tienes ganzúas? Porque aún no conseguí unas propias- dijo con una sonrisa casi se diría vergonzosa -Digamos que a mi maestro no le gustan tanto esas cosas- se encogió de hombros.

Lia estaba absorta mirando el almacén. Cada esquina, cada madero, cada rendija. Cuando Rabi se dirigió a ella, reaccionó y se agachó para clavar la rodilla en el suelo. De un bolsillo interior de la capa sacó un juego de ganzúas.

 - Había que venir preparados, ¿verdad? -susurró, y sonrió al gnomo- vale, échame una mano y lo haremos más rápido -entregó un afilado y serrado filamento de acero a Rabi- mira, colócalo aquí haciendo presión hacia arriba... y con la otra mano sujeta el candado y prepárate para tirar de él cuando oigas un ''click''.

Con otro filamento en una mano y un chisme extraño en la otra, la elfa empezó el meticuloso arte con sumo cuidado. 

-¿Crees que no sé usarlas?- se puso de brazos cruzados como si estuviera enojado, y sonrió pícaramente -Vamos... abramos esto-

Lav estaba con la vela de vuelta en la mano tras dejar que Rogen se encendiera una antorcha y escucha a los demás cuchichear. Y se ve en su rostro que esta algo molesto.

- No sé que quieres decir con que no señala, pero es muy sospechoso estar a oscuras en una calle. No somos delicue…..- se lleva la mano a la cara y sé la tapa.

- Olvídalo, no he dicho nada.- Dice al ver al resto del grupo emplearse a fondo.

Nervioso empieza a girarse y mirar para todos lados, puesto que espera que un vigilante no aparezca de repente y los sorprendan haciendo… lo que sea que estén haciendo.

Termina por apagar la vela de mal humor. Porque no ver bien, por falta de luz, se le antojaba terriblemente molesto.

Ax también le dio un vistazo al edificio cuando llegaron a él. Ella con sus ojos de humano sólo veía un poco la fachada del edificio gracias a la única farola encendida.

—¿No es un poco evidente lo de los cuchillos clavados? No sé por qué pero creo que estamos perdiendo el tiempo—dijo sin mucho convencimiento— Bueno, daos prisa con lo que sea. Ahora mismo somos como una jarra de cerveza gratis en una taberna. Estamos llamando mucho la atención.

Luna y Rabi se pusieron manos a la obra para abrir la puerta de la valla cuando, pero no hubo nada que hacer. La puerta ya estaba abierta...

El grupo continúa aquí.