La mayor catedral dedicada a la Diosa Leoroth y una de las mayores glorias arquitectónicas existentes y aún inacabada.
Creo que ya sabeis con que concuerda ;)
Ireth camina entre el elfo Eliz y su perro guardián Athan, mira al cielo... una sábana de estrellas la envuelve y la luna los observa atenta. La luna lo observa todo desde su altura... es fantástica. De vez en cuando, la elfa se aparta el pelo de la cara, y deja de mirar el cielo para mirar a Eliz y sonreirle.
Bonita noche, ¿verdad? - preguntó, justo antes de entrar al templo, mientras le ordenaba al perro que se quedara allí.
Justo en la entrada del imperioso edificio, Ireth hizo una respetuosa reverencia a la gran escultura que había enfrente de ambos y se adentró en los pasillos del templo, mirando alrededor y haciendo reverencias a las estatuas que pudiera haber a su lado, mientras Eliz la seguía a su lado.
Una sacerdotisa se acerca a la pareja que entra en la catedral y sonría a Ireth reconociéndola como otra devota de la diosa de la belleza.
- Bienvenida a esta nuestra casa hermana, dime, ¿en que puedo ayudaros a ambos? Preguntando justo antes de saludar cortésmente a Eliz también
La sonrisa de la elfa se ensancha al ver a su hermana de profesión, y amiga, Yliira, y haciendo una leve reverencia a modo de saludo.
Buenas noches, Yliira - acercándose a la pelirroja para ahora darle otro saludo más próximo, un fugaz beso en la mejilla, al separarse seguía sonriendo de oreja a oreja; pero enseguida miró a Eliz - Te presento a Eliz, un recién compañero de aventuras - presenta al elfo, señalándolo con la mano y sonriéndole a él también.
Verás, Yliira, en estos momentos estoy a los servicios de Zorria, no sé si conocerás al capitán Rocwell... pues él es nuestro superior. - no tenía ninguna intención de chismorrear; Ireth, no era en absoluto, cotilla ni chismosa - El caso es que ayer fuimos a completar una misión... y mientras estábamos trabajando, Eliz salió herido y envenenado. - volvió a señalar a Eliz, sonriéndole unos instantes con ternura, y seguidamente, volvió a mirar a la pelirroja humana.
Las heridas se las pude curar yo completamente, gracias a la ayuda de Leoroth, evidentemente... pero mis conocimientos por los venenos son muy básicos y está en falta de fuerza. Supongo que el veneno seguirá afectando su cuerpo... - suspira y mira a la chica a los ojos - el caso es que para mañana tenemos que estar todos al 100%... y he pensado que aquí podríamos encontrar algun tipo de cura para su enfermedad... ¿cómo lo ves? ¿Podremos curarlo?
- Claro que si hermana dice a la vez que ahora centra su atención en Eliz. Deberas descansar aquí esta noche para que puedas permanecer vigilado y bajo nuestros cuidados. DIrigiéndose al elfo esta vez.
- Le comunicaré al alto clero que necesitais de sus servicios para la cura del envenenamiento de Eliz ahora mismo, así mañana al alba podrá ser sanado mediante la ayuda divina de nuestra señora. Tímidamente se acerca aún más a Eliz y realiza un gesto de sustituir la posición de Erith para llévarselo ella. - Me lo llevaré a su aposento de esta noche si así me lo permitís.
Saludo cortésmente a la sacerdotisa: Encantado de permanecer a sus cuidados. Miento descaradamente, los mejores cuidados los he recibido de quien ahora debo abandonar. Mi corazón se acelera. Tranquilidad, pronto volverás a verla.
Asiente - Sabía que podía confiar en vosotros... - sonríe agradecida - el ejército de Zorria correrá con los gastos - volvió a sonreir y se giró hacia Eliz.
Yo volveré con nuestros compañeros, nos veremos mañana por la mañana en el patio de armas, no te quedes dormido, ¿eh? - le sonrió divertida y le hizo una leve reverencia de cabeza - Hasta mañana, Eliz, que tengas agradables sueños.
Miró a Yliira de nuevo y repitió la reverencia de cabeza - Gracias por todo, hermana.
Tras estos, hizo ademán de salir de la catedral y volver a la camareta acompañada por su perro guardián Athan.
Sonrío. Nos vemos mañana Ireth, descansa, nos espera mucho trabajo. Tranquila, que no me dormiré, espero. Ensancho todavía más la sonrisa
Me fijo cómo va desapareciendo poco a poco por la entrada del templo, jugueteando con el perro que a adoptado como mascota. El pelo ondeando con la brisa del anochecer, la tenue luz resaltando su silueta mientras se mueve armoniosamente. En fin, debo reponerme, mañana será un dia duro