Estáis todos en el despacho de la oficina de Artie Gumshoe, cubierto de luces y sombras producidas por la intensa luz de un caluroso día de verano en Boston que se cuela por la ventana. El calendario de la pared marca agosto de 1920 y hacéis repetir a vuestro cliente una vez más lo que os acaba de contar.
- Quiero que comprueben si mi casa está embrujada. - Dice Elliot Jurgens, el tipo rechoncho, con la grotesca nariz marcando todos sus capilares por el abuso de la ginebra y buen traje, aunque ya algo desgastado por el uso, que porta. Debe ser el único que tiene.
Vuestro silencio hace que coja la silla y se siente en ella mientras empieza por el principio.
- He comprado la vieja casa Corbitt. Seguro que recuerdan lo que ocurrió el año pasado. Aquella familia italiana... Los "Macario". Compraron la casa hace un par de años y al cabo de un tiempo, el padre de familia sufrió un accidente. No tardó en enloquecer de forma violenta y fue ingresado en un manicomio. Una trágica historia, sí, pero... - Hace una breve pausa para encenderse un cigarrillo y continúa tras una bocanada. - ...pero el mes pasado, su esposa, también fue ingresada. Cuentan que ambos balbuceaban algo acerca de una aparición que tenía los ojos rojos y contaban sucesos inexplicables que tenían lugar en la casa. Sí, sé lo que piensan - Dice, haciendo aspavientos con la mano, como tratando de apaciguar algo invisible. -, parece una locura. ¿Quién compraría una casa así? Lo cierto es que la casa Corbitt está envuelta en rumores y nadie querría vivir allí. Yo ya conocía esos rumores, pero la pusieron a la venta a muy buen precio y no he podido resistirme. Lo que necesito es que unos invesigadores como ustedes hagan su trabajo y demuestren que los rumores son infundados para quedarme tranquilo y poder alquilar la propiedad. Y si no... ¿Qué se hace en estos casos? ¿Se exorcizan los fantasmas?
El cliente busca algo en sus bolsillos mientras el cigarrillo despide un fino hilo de humo que rápidamente se deshace en innumerables remolinos diminutos cuando lanza algo sobre la mesa del escritorio. Unas llaves, un trozo de papel manuscrito y un pequeño fajo de billetes.
- Ahí tienen las llaves de la casa, la dirección y cincuenta pavos por adelantado. Lo demás, lo dejo en sus manos.
A continuación, se levanta y se ajusta el sombrero marrón que descansaba sobre el perchero de madera. Se dirige hacia la puerta y mientras la atraviesa, puntualiza:
- Tendrán veinte dólares por día de trabajo, y cincuenta más cuando certifiquen que la propiedad está libre de todo mal. Buenos días.
Cierra la puerta y se marcha, dejando el caso bajo vuestra responsabilidad y un hedor a alcohol en el ambiente.
Lo que vuestro cliente comenta acerca de los sucesos de la casa Corbitt del año pasado (1919) es cierto. Fue muy comentado en Boston, y lo que sabéis del tema es más o menos lo mismo que lo que os cuenta.
Comenzamos la aventura dando por hecho que todos sois amigos (por el motivo que queráis). Como pone en la sinopsis, el primo de Elliot Jurgens es primo de un viejo compañero de facultad del Dr. Warren Bedford, así que le ha recomendado la ayuda de éste para ver si le puede ayudar a solucionar "su problema". El Dr. Bedford se ha puesto en contacto con su colega Artie Gumshoe y el resto del grupo y ha concertado una cita en las oficinas de Artie. Lo narrado arriba es el resultado de dicha cita.
Di una profunda calada a la boquilla alargada de mi cigarro. Después expulsé el humo por la boca haciendo pequeños círculos divertida con el nerviosismo del tipo. 20 dolares era una miseria comparado con Hollywood, pero era mucho más de lo que sacaba por noche en los cabarets de Boston, y seguramente mucho más fácil ganarlos. Sin tener que aguantar a todos esos moscones y halagadores de pacotilla. Esto sería distinto y divertido.
Además, estaba Rachel, a la que hacía un mundo que no veía. Estaba bonita, había madurado bien. Seguía teniendo esa mirada llena de vida e inocente de la que me enamoré hace tiempo. Por suspuesto no le dediqué mucho tiempo, y menos teniendo ahí al lado a un hombretón como Artie. No paraba de mirarle las manos, siempre me han fascinado las manos de los hombres y las de Artie se veían fuertes y grandes. No paraba de mirarle y sonreirle. Ninguneando a Rachel e ignorando al profesor, es como si solo tuviese ojos para el.
El alcohol y la morfina y la mala vida habían dejado su huella en mí, pero con 27 años seguía siendo una belleza y si esos estirados de Hollywood se olvidaban de todo el asunto de John, volvería a la gran pantalla. Sabiendo eso sonreí a Artie y le dije-¿Y bien, que opinas de todo esto? -Pasé mis dedos en guantes de tela blanca por el borde de un vaso de whiskey y le dí un pequeño sorbo sin parar de sonreir.
Y ahí estaba yo esperando poder conseguir un buen artículo para la columna del periódico, cual no sería mi sorpresa al encontrarme con ella, Anna estaba allí también. La verdad, no le guardaba ningún rencor, pero algo, se revolvió en mi interior al volverla a ver. Si bien habíamos mantenido una relación cordial hacía tiempo que no la veía, seguía tan bonita como siempre, y seguía teniendo esa mirada de la que me había prendado tiempo atrás.
Sacudí la cabeza intentando apartar de mi cabeza todos aquellos desvaríos que no llevaban a nada. Miré de reojo a los otros dos, no me sorprendía la presencia de Artie, después de todo era un detective privado y aún menos la del Dr. Warren pues si no había entendido mal tenía relación familiar con el cliente. Sin lugar a dudas éramos un grupo peculiar el que habían reunido, esperaba que pronto nos contasen un poco más de lo sucedido, pues la curiosidad empezaba a impacientarme.
Fue entonces cuando Elliot pronunció las palabras mágicas casa embrujada, sin duda de ahí podía sacar algo jugoso, sonreí. Cuanto más escuchaba más interesada estaba en investigar todo aquello, el caso del que hablaba el hombre había sido muy comentado por todos, estaba claro que a mi jefe le iba a encantar que yo estuviese presente en todo esto, quizás me granjeara un ascenso incluso. Sin duda, aceptaba la investigación.
- Bueno, a la vista de todo lo que ha dicho Elliot - sabía que Anna me estaba ignorando deliberadamente pero no iba a caer en sus juegos - yo voy a ir desde ya a investigar de primera mano la situación en esa supuesta casa embrujada ¿alguien me acompaña? - cojo las llaves y el trozo de papel para leerlo, suponiendo que es la dirección del lugar al que debemos acudir.
La atmósfera era casi irrespirable por el humo de los cigarrillos de la señora Anne y de su cliente, mezclados con el fuerte aroma del humo del puro que Artie se estaba merendando. Su despacho siempre olía a humo y a alcohol, así que a él no le molestaba, pero quizás para alguien no fumador aquel lugar sería el infierno en vida. Dejando de lado el olor a tabaco y la tenue luz de la solitaria lámpara de techo, Artie encontró en aquella... llamémosla misión, un gran aliciente.
No es que le pareciera un caso interesante ni mucho menos. Artie no creía en los fantasmas. No al menos en seres de ultratumba, porque él fantasmas, tenía muchos. No hacía falta mencionar que su pasado era uno y que el alcohol era otro muy presente y que sería sin duda el causante de que no tuviera demasiado futuro por delante. No... Artie pensaba que todo aquello no era más que una mamarrachada sin sentido. Exorcismos, fantasmas, sucesos inexplicables...
Artie meneó la cabeza. Se sentía un investigador de mierda. Había tenido que aceptar aquel caso. Se había fundido su herencia y si quería seguir matándose a base de alcohol y tabaco del caro, necesitaba sacar dólares hasta de debajo de las piedras. Cincuenta pavos no era mucho, pero quizás si se demoraban una semana o dos en la investigación, el montante subiría un poco. ¡Qué remedio! No andaba muy sobrado de casos últimamente. Su reputación de borracho empezaba a extenderse y eso no era bueno, no señor...
Pero ahí delante tenía un aliciente. Anne Vixen era famosa. Al menos lo fue... Esa zorra seguía siendo una muñequita pese a que sus abusos se empezaban a hacer patentes. Pero al fin y al cabo, él también era un vicioso. ¿Podía pedir más? Por una razón o por otra, aquella monada le hacía ojitos. La conocía en uno de los clubs en los que ella trabajaba y la primera vez que la vio, ella ni se fijó en él. Pero él si le puso el ojo encima y le hubiera puesto otra cosa encima de haberse dejado. Y ahora... ahora parecía dispuesta a ello...
Y en cuanto a Rachel... ella miraba Anne de una manera un tanto... ¿Extraña? Extraña era desde luego, pero... ¿Por qué? Era evidente que se conocían, pero prácticamente ni se habían hablado. Sería divertido descubrir cual era el motivo, que hecho de su pasado les había conducido a aquella situación, en la que pese a conocerse de antaño, trataban de evitarse la una a la otra. Sobre todo era Anne la que le hacía el vacío a Rachel. Sin duda era una buena zorra, con la que no le convenía emparsentarse. Aunque... ¿Quién había hablado de eso? Artie no la quería para una relación más larga que la de una noche o dos a lo sumo...
- ¿Qué opino? - Repitió la pregunta de la señorita Vixen. - Opino que podríamos gastar muy bien esos cincuenta dolares tú y yo... - Soltó una risotada. - Bien profesor... - Dijo entonces el detective y entonces le dio una calada al puro. - ...usted conoce a nuestro cliente. ¿Es un excéntrico? ¿Qué le ha llevado a creer en que hay monstruos en la vieja casa Corbitt? - Y entonces miró a la señorita Hemingway. - Iremos todos... - Le respondió. - O puede que no... pero no vaya tan rápido, muchacha... - Volvió a reír y entonces le dio una nueva calada a su puro.
El profesor Bedford apoyó las manos sobre la mesa, y observó al trío en silencio. Al principio no había creído una palabra -como ellos supuso-, y no sabía muy bien cómo tomarse el asunto. Por un lado no poseían los conocimientos para limpiar una casa de espíritus, si es que tales cuentos eran ciertos; y si lo eran, ¿era suya la investigación porque lo que unía a un grupo tan dispar era el adjetivo 'prescindibles'? Por otra parte la casa no era más que una simple propiedad, y por mucho que la sociedad moderna gustara de cierto misterio y morbo en las situaciones como la de la casa Corbitt, acabaría por venderse tarde o temprano
-Sinceramente, señor Gumshoe, lo ignoro. Sin embargo los cincuenta dólares que hay sobre la mesa hablan claro sobre la opinión al respecto de Elliot Jurgens -su voz, no demasiado grave pero sí algo cascada, aún poseía el soniquete afable de un maestro diligente. Sus ojos se desviaron fugazmente hacia los billetes, remarcando su validez
-Y no creo que los gaste en balde -masculló, pensativo unos segundos y acariciándose el bigote con mesura
-Querida -sonrió con cierta dulzura a la joven periodista. -No soy muy dado a la lectura de ciertas noticias en los periódicos, y no creo conocer bien la historia. ¿Crees que podrías sacar algo más habida cuenta de tu posición? Una investigación a pie de campo no es mala idea, pero quizá podríamos prepararnos antes corroborando fuentes y contrastando datos
Como veo que estáis conversando qué hacer, os dejo hasta que toméis una decisión.
- Tiene usted razón, señor Bedford... - Dijo tras escuchar las sugerencias de su colega. - ...como casi siempre. - Añadió. Quizás sea por eso que casi siempre recurro a usted cuando necesito consejo. - Sonrió.
Lo que acababa de decir era cierto. Artie era un hombre impetuoso, a veces demasiado. Nunca había sido el mejor de los investigadores, lo suyo era más el trabajo como patrullero. Sin embargo, la vida le había llevado a convertirse en lo que era ahora, un detective demasiado aficionado a las bebidas espirituosas. Berdford, era mucho más calmado y reflexivo que él. Al menos Artie tenía esa impresión de su amigo. Warren se tomaba la vida con más calma y sabía esperar al momento adecuado. En su opinión, Bedford era el contrapunto perfecto que necesitaba y estaba contento de poder trabajar con él en aquel caso.
- Lo mejor será hacer caso al señor Berdford. - Volvió a hablar. - Alguien debería entrevistarse con los vecinos. Saber que piensan que está sucediendo en la vieja mansión. La rumorología es una ciencia inexacta al cien por cien, pero te suele poner sobre la pista adecuada. - Se rascó la barbilla. - Señorita Hemingway... seguro que puede acceder a información sobre la mansión en el diario. Y usted, señor Bedford, estoy convencido de que en alguno de esos libros suyos, puede encontrar algo de información también sobre posesiones infernales, fantasmas o exorcismos. - La idea de Gumshoe era la de dividir el trabajo. No sabía muy bien de que le iba a servir su antigua amiga la señorita Vixen, pero no le importaba tenerla al lado. - Si quiere, Anna... - Hizo una pausa. - ¿Por que puedo tutearla, verdad? Puede acompañarme a hablar con los vecinos. ¿Les parece bien? - Preguntó en alto.
¿Nadie quería ir ya a la mansión? ¿En serio? Uf. Por mucho que me disgustase prefería no ir sola, no me creía los rumores pero... tampoco quería tentar a la suerte, así que resoplé antes de abrir la boca en señal de disgusto.
- Está bien, vosotros ganáis, haré las preguntas oportunas antes de ir a investigar a la mansión. ¿Os parece si quedamos mañana allí directamente? Hoy recabamos toda la información posible y mañana antes de proceder a la investigación la ponemos en común, ¿alguna objeción?
Seguro que sí, seguro que tampoco querían ir mañana, querrían tomar un café o algo antes de acudir. Me empezaba a impacientar, un artículo no se escribía solo y si todo esto salía a la luz, alguien podría adelantarse a escribirlo y perder la exclusiva del caso.
Decidíos maldita sea.
Opino que podríamos gastar muy bien esos cincuenta dolares tú y yo...
-Oh, eso sería terriblemente inadecuado, querido.-digo con una sonrisa. Soy una chica fácil......pero no tan fácil. Después escucho la proposición del profesor, me parece correcto-¿periódico?¿Rachel trabaja en un periódico?- Curioso. Luego Artie parece empezar a tomarse el caso en serio y hacer caso al profesor.....por supuesto quiere que YO vaya con el, tiene un atractivo tosco y brutal que me gusta, pero irradia un tufo a perdedor, quién sabe. -Querido Artie, claro que puedes tutearme. Aunque no entiendo qué voy a hacer YO por las casas. Soy una estrella, y las estrellas no van a las casas de la.......gente.-me contengo para no decir chusma.
-Creo que podría ir a ver a algún viejo conocido del cuerpo de policía, algunos son......viejos amigos-Conocía a varios policías corruptos de cuando era la chica de Jimmy. Y ahora habían ascendido algunos. También eran asiduos a los clubs en los que tocaba y conocía para mi desgracia demasiado bien a alguno. Si decía las palabras correctas con un par de tragos de whisky y quizás unos achuchones quizás lograse algo.
Después miro a Rachel, está inquieta, quiere entrar a esa casa como sea y pronto. Me hace gracia que algo que para mí no es más que mero entretenimiento sea una pasión para ella.-Claro querida, mañana juntaremos versiones ante una buena taza de café y luego iremos a esa casa. ¿Le parece correcto Doctor?-Me dirijo al dr Warren porque me parece que es quien lleva la voz cantante en todo esto.....y porque no quiero que Rachel, ni Artie piensen que me van a mangonear.
Si no tengo amigos policías corruptos edito el post.
Si no tengo amigos policías corruptos edito el post.
Sí, es posible que los tengas. Puedes dejar el post como está.
. -Querido Artie, claro que puedes tutearme. Aunque no entiendo qué voy a hacer YO por las casas. Soy una estrella, y las estrellas no van a las casas de la.......gente.
- Si... claro... - Artie no podía objetar nada a aquella afirmación.
Al fin y al cabo ese era un trabajo que podía realizar en solitario y lo cierto era que tampoco se le ocurría ningún buen motivo para involucrar a la señorita Vixen en aquel cometido, salvo el de obtener su mera compañía. Al fin y al cabo tampoco iba a ser una gran pérdida. Anna era una mujer atractiva, pero mujeres atractivas había muchas y sin duda alguna no todas eran tan estiradas como ella.
- Quedamos así entonces. - Dijo el detective Gumshoe. - Cada uno que averigüe lo que pueda por su parte y mañana antes de visitar la mansión, lo ponemos en común. ¿Bien?
Asintó afable a la propuesta del detective. La repartición de trabajos era adecuada, y por su parte tenía mucho que investigar si quería dar con información realmente valiosa. Era aficionado a las artes ocultistas, pero no lo bastante como para saber qué andaba buscando. Extrajo del bolsillo de su chaleco su reloj, atado con una fina cadenita, y comprobó la hora
-Muy bien. Mañana a la misma hora en la oficina del detective Gumshoe. Si me disculpan... -palmeó con amabilidad el hombro de Artie, y sonrió a las damas al tiempo que inclinaba levemente la cabeza a modo de despedida
Y sin más se lanzó a las empedradas calles de Boston. Sus zapatos resonaban al compás de la ciudad, contra esos ladrillos grises bañados pálidamente por el sol como si ni la más poderosa de las estrellas consiguiera sacarles brillo. El calor hendía el aire como vapor inmisericorde. Aceleró el paso deseando llegar ya a la Biblioteca Pública y refugiarse en su interior. Era la más grande para su gusto. Cierto es que no había visitado Harvard, pero dudaba que tuviera la misma calidad de volúmenes. Si debía hallar algo, estaba claro dónde ir
Sin más dilación, todos abandonáis el despacho de Artie Gumshoe siguiendo los pasos del profesor, prestos a cumplir cada uno con su cometido acordado y volver a reuniros mañana. Todos, excepto el mismo Artie, que se sienta en su sillón con un vaso en la mano mientras abre uno de los cajones de su mesa y saca una botella...
Bien, según habéis narrado:
- Anna Vixen visitará a "un amigo" en la comisaría de policía.
- Rachel Hemingway irá a su primera opción siempre que hay una investigación por delante. Los archivos del Boston Globe.
- El Dr. Warren Bedford irá a su "templo del saber". La Biblioteca Pública.
- Artie Gumshoe pateará las calles cuando apure unos relajados tragos. Irá a preguntar a los vecinos.
Seguimos en la Escena 2.