Partida Rol por web

Ranëdhel, mudo por la sorpresa, se arrodilla para levantar al sabio del suelo. Sosteniéndolo por los hombros, gira su cuerpo para volverle el rostro, sosteniéndolo sentado contra su cuerpo. El elfo agonizante parece que no sobrevivirá a su herida.

- La mujer de la caverna- Finalmente el joven sinda, cuya vida había estado dedicada al mar, al canto y a otras tantas actividades que llenan de dicha el corazón, aprende la lección que llevara a su señor a concederle permiso para adentrarse en la Tierra Media. El mal es tangible, denso y real como la sangre que mana del pecho del maestro elfo que tanto bien ha hecho por ellos. No se trata solo de diferencias entre los intereses o ideas, sino crueldad malsana y aborrecible.

- Elerin, haz algo, por favor- la temblorosa voz del joven exhibe sus emociones al igual que su rostro.- ¡Dartha ú gwanno! (¡No permitas que muera!)

MAENIST!..., MALDITOS SEAN! - grito en alta voz, perdiendo un poco los nervios al ver el estado del maestro.

Elerin, haz lo que puedas! - ordeno imperiosamente - Está muy mal, no creo que ni siquiera Elerin pueda salvarlo - pienso desolado.

Luego, volviéndome hacia la multitud, les hablo con voz majestuosa, tratando de contrarrestar el hechizo de Gailhem con la esperanza de que, al alejarse, deje de hacer efecto en la multitud.

Un sabio, noble y bueno, ha caído... - comienzo, señalando a Maenist - Buenas gentes de Bree, habeís sido víctimas de un hechizo poderoso, pero ya no puede afectaros. Han jugado con vosotros, tratando de volveros hacia el mal, pero todo ha pasado. Se han ido, y no volverán...

Id a buscar a Fornoster, ella nos conoce y nos ayudará a todos en estos penosos momentos...

Espero para ver el efecto de mis palabras, con el cuerpo en tensión y vigilando con el rabillo del ojo la reacción de Carster.

Donde esta?, donde ha ido ese desgraciado?

Pregunto mirando alrededor, un tanto confundido, aunque la muerte es algo que me ha llamado mucho la atencion, todavia no he atacado a nadie, y quiza la costumbre de no desenvainar hasta el ultimo momento este haciendo que las cosas esten un poco mas tranquilas, pero tambien es cierto que parece que si cualquiera del pueblo se acerca con intenciones poco claras puede ser el ultimo error que cometa

Elerin se acerca al sabio y concentra sus artes en su cuerpo. Cierra los ojos y susurra unas palabras en la antigua lengua de los elfos.

El sabio le agarra el brazo fuertemente y, por fin, Elerin comprende el mensaje. Se levanta y niega con la cabeza.

No hay nada que hacer, el sabio morirá sin remedio.

Las palabras de Anäril no parecen hacer efecto en un pueblo de Bree totalmente transformado. Quizá la mejor idea sea salir de aquí antes de que las cosas se compliquen más y os veáis obligados a hacer algo de lo que podáis arrepentiros eternamente.

Ya casi habíais decidido marcharos, abandonar a su suerte a Maenist cuando el sabio coge fuertemente del brazo de Anäril.

- No he podido mantener el secreto, amigo - dice entre los estertores de la muerte.

Ibas a hablar, a decirle que no tiene importancia, que hizo lo que pudo cuando el sabio vuelve a hablarte.

- La Voz amplifica los efectos de la vara, prométeme que la alcanzaréis antes que él. La torre de Mindon Lamath está en la orilla del lago Nemial, cerca de las ruinas de Annuminas. Daos prisa - una tos interrumpe el discuro

- Coge esto - dice dirigiendo la mano a la vaina de la que cuelga su espada - se trata de Gwindnaur, mi espada de Gondolin. Te protegerá contra ellos. Esta espada a luchado en las guerras de Beleriand y la Tierra Media, incluida la batalla de la última alianza. Eres digno portador.

Tras las palabras el hilo de vida del sabio se extingue.

Inye valda estel, Ilfirin fëa earon este, Maenist* - Sere digno de la esperanza que has depositado en mi, que tu alma inmortal descanse más allá del mar, Maenis - digo con solemnidad, arrodillado a su lado. Después, con tristeza, cierro sus párpados inclinando la cabeza en señal de sumo respeto.

Levantando la cabeza, soy consciente de la gravedad de la situación al ver que los aldeanos se acercan cada vez más.

Nada podemos hacer ya por él - digo levantándome, tomando con dulzura a Gwindnaur - Y ellos no son dueños de sus actos, debemos salir cuanto antes de aquí o no tendremos elección - digo imperativamente - Seguidme!. Vámonos Carster - añado, temeroso de la reacción del humano - No habría gloria alguna en esta carnicería...

Apartando a uno de los aldeanos con determinación pero sin demasiada brusquedad, apresuro el paso hacia la valla, con intención de saltarla y poner tierra de por medio entre nosotros y los enajenados habitantes de Bree.

He dado mi palabra a un gran hombre - comento con tristeza, una vez ha pasado el peligro - Llegaremos antes que ellos, no es demasiada la ventaja que nos llevan.

Creo que lo mejor sería cruzar por el puente del Brandivino, al lado del Bosque Viejo, y seguir hacia el norte hasta alcanzar nuestro destino, aunque no conozco demasiado esa región ¿Qué pensais vosotros? - pregunto al grupo.

Me giro hacia los aldeanos, por ahora cerrando el grupo aunque no demasiado convencido de quererme ir, mirandolos con un brillo en la mirada
¿Quereis que os corte en dos? si os largais ahora mismo os librareis de ser el plato del dia mañana en la taberna

- Llevémoslo a otra parte. Merece reposar en un sitio digno, y no aquí.- Conteniendo lágrimas de pesar, el sinda pasa de sostener el cuerpo sentado del anciano elfo a echarlo sobre sus anchos hombros y ponerse en pie con él.- No nos tomará mucho tiempo. Después, Belegilf podrá guiarnos por el camino más corto, aunque sería prudente contar con caballos.

Echa a andar tras los pasos del lider noldo que se dirige a la valla, tranportando los restos mortales de Maenist- aunque si es necesario correré todo el camino hasta Annuminas para cumplir con su voluntad de evitar que el mal que ha segado su vida triunfe.

Belegilf ayuda a Ranedhël a soportar la carga y sacar al elfo fuera del perimetro de la empalizada de Bree.

Vuestra salida de la ciudad es acompasada de palabras despectivas hacia vosotros, incluso os llegan a lanzar alguna piedra para que aligeréis el paso. El pesar de vuestros corazones os hace eludir en parte el deseo de batallar con las gentes de Bree, tomadas por el poder del oscuro artefacto que se encuentra en poder de Gailhen.

Con alguna dificultad lográis cruzar los muros de la ciudad y alejaros unos metros de ella. Belegilf hace sonar un cuerno y pronto aparecen algunos de los montaraces que os acompañaron en la anterior misión. Traen caballos, vuestros caballos, y os los entregan.

- Vosotros dos. Llevad de vuelta el cuerpo de Maenist al "Escondite" y que tenga un entierro digno - dice Belegilf conteniendo las lagrimas.

- Vosotros. Adelantaos. Tomad rumbo a Mindon Lamath. No os paréis bajo ningún concepto en todo el camino. Una vez allí preparadlo todo para evitar la entrada de Gailhen y los suyos. Tenemos que evitar que complete el oscuro artefacto.

Las ordenes son cumplidas inmediatamente por los hombres y pronto véis como un grupo de dos hombres se alejan hacia el este con el cuerpo del difunto Maenist y otro grupo más numeroso cabalga raudo hacia el noroeste: hacia Mindon Lamath.

- Anäril, no es prudente cabalgar por el camino. Seguramente Gailhen haya tomado ese camino y no nos conviene cruzarnos con él. Debemos ser rápidos y llegar a Mindon Lamath antes que él para destruir el artefacto. Los poderes de la vara le haran reclutar más y más forajidos durante su camino. Es una fuerza que no podemos vencer. Atravesaremos la espesura a caballo tomando camino al norte, hacia Fornost Erain y, desde allí, cabalgaremos al oeste a la fortaleza. Con suerte Gailhen hará el camino a pie y podremos llegar antes que él.