Partida Rol por web

Examinas detenidamente a Fornoster y, poco más que bondad puedes concluir de ella.

Anäril se levanta de su silla y se la ofrece a Fornoster cortesmente:

Por favor señora, sentaos con nosotros sin ningún temor. Si deseais tomar algo estoy seguro de que el posadero os complacerá enseguida...

La mujer recela un poco de que el elfo la toque. Camina un par de pasos hacia atrás y le mira con temor.

- Gracias, prefiero hablar de pies.

La mirada de Fornoster es temerosa; primero hacia el elfo que se adelanta hacia ella y luego al resto del grupo

Me fijo en la chica que viene al lado del tabernero. La observo de arriba abajo y parece una mujer que no ha salido mucho a la calle. Trabajando sólo la tierra a juzgar por sus manos. Se acerca a nosotros y nos pide la ayuda que precisa.

Diganos señorita. ¿Qué tiene esa hierba que busca, de particular? A juzgar por sus manos se diría que usted trabaja la tierra y para ello hay que conocer las plantas, ¿donde está esta planta que usted no puede cogerla por si sola?

Agarro otra vez mi cerveza y doy otro trago para aclararme la garganta.
No quiero que piense que soy un metomentodo, solo quiero saber que tipo de misión es la que tenemos que cumplir.

- Como ha dicho nuestro compañero, te ayudaremos en cuanto precises, tan solo es que nuestro conocimiento de las hierbas y sus propiedades puede no ser tan bueno como el tuyo, y nos resultaría útil que nos indicases por donde empezar.- Sonrío abierta y amablemente con la boca y con los ojos desde el otro lado de la mesa. - Tómate el tiempo que quieras.

No me veo como jardinero, solo espero que este en un sitio complicado, si no no tendria ninguna gracia

Comento mientras apuro la jarra de cerveza del segundo trago como las anteriores y le hago un gesto al posadero para me que traiga otra

Terminando mi hidromiel me uno a la discusión.
-Coincido, quizás sea una de esos raros hongos subterreneos que medran en la oscuridad total o tal vez una planta que sólo crezca en las más altas lomas de las montañas nubladas, si es así será una busqueda interesante. Aguardamos sus indicaciones señora ¿Donde debemos comenzar a buscar?

La vieja comienza a palparse las harapientas ropas y, tras un rato, saca una pequeña raíz que os muestra:

- Se llama Lengua de Viuda y crece abundantemente en el bosque de Chet. Yo misma podría ir a buscarla pero no me gustaría dejar de atender ni un minuto al muchacho.

Deja la raíz encima de la mesa donde están vuestras bebidas.

- Pueden quedársela. Necesito mucha más para hervir el tratamiento. Realmente no creo que sea muy interesante para aventureros curtidos la búsqueda de una raíz tan abundante como esta, pero si quizá glorioso para aquellos que buscan el bien en la Tierra Media. Es la vida de un joven lo que está en juego. Además, últimamente se habla de bandidos en el camino del Este, quizá tengan la suerte de encontrárselos.

Bien, parece que tenemos una misión - dice Anäril, que aún no se ha sentado - Y el tiempo apremia, si la enfermedad de ese joven es tan grave como decís. Si no hay nada más que debamos saber y todos estamos de acuerdo, partiremos de inmediato.

Doy un suspiro, tengo una ligera apariencia de decepción.
-El bosque de Chet... Vaya, había esperado un reto mayor, pero si es necesario para salvar al joven lo registraremos de una punta a otra y le traeremos la raíz con premura.

Cojo la planta que nuestra empleadora ha dejado encima de la mesa y la examino detenidamente, intentando recordar si la he visto alguna vez o conozco sus virtudes.

Bandidos?, ¿solo eso? rio con confianza

Bueno, habia pensado descansar un par de dias y eso seguro que sirve para no anquilosarme demasiado

- ¡Bien! No recuerdo haber pasado por allí antes, seguro que es un buen sitio para visitar.- Añado mirando en dirección a Anäril recordando la escena acaecida no hace muchos días - Solo espero que no encontremos bandidos, no son compañía agradable con la quiera volver a contar.

- Entonces van a ayudarme, ¿verdad?

Su cara muestra lo que pudiera ser una sonrisa pero que, en aquel rostro, pudiera parecer amargura. Dicho esto, se da la vuelta y corre hacia la salida de la posada.

- Disculpadme, he perdido mucho tiempo. Tengo que estar con él. El señor Mantecona sabe como encontrarme.

Y sale por la puerta sin siquiera dar las gracias.

Ahí os quedáis los cinco con tres pares de narices con un cometido digno de algún que otro muchacho de la aldea.

Nunca se sabe que puede deparar el destino; lo único cierto es el presente. Puede ser que la busqueda de hierbas entrañe algo más de lo que esperáis o puede que sea simplemente una rutinaria aventura.

Cebadilla Mantecona os provee de todo lo que necesitéis para el viaje. Será algo más de un día, entre la ida y la vuelta, y vuestro gesto agrada al bonachón posadero del Pony Pisador.