Empujado por los hombres de Sadron, el tullido orco abandona la explanada frente a la cueva en la que, dias atrás, sentisteis tanto mal.
Maenist mira a Anäril y niega con la cabeza.
- Ya es demasiado tarde para eso, Anäril, llegaríamos para encontrarnos con ellos muy cerca de su terreno y con un grupo muy mermado en número. Es demasiado peligroso. Debemos avisar a más gente - dice mientras queda pensativo.
El rostro de Belegilf se vuelve decidido y, por un momento parece que las heridas hayan sanado completamente.
- Avisaremos a mis hombres, los montaraces del norte deben entrar en juego. El asunto es de vital importancia - dice convencido de sus palabras.
- Muchos de mis hombres tienen como objetivo guardar el pueblo de Bree así que es seguro que podemos encontrarles allí. Propongo viajar hacia allí en su encuentro.
Maenist asiente a las palabras de Belegilf.
El capitan Sadron se acerca al grupo y, tímidamente se acerca a Maenist.
- Señor, creo que lo mejor será que viajes con ellos. Volveré con nuestros hombres a "El escondite" para vigilar la llegada de orcos desde las montañas.
Maenist vuelve a asentir mientras pone una mano sobre el hombro de Sadron. Se nota estima en la relación. Sadron es un buen guerrero y un gran lider y a Maenist le reconforta que él guie a los suyos.
Sadron se aleja y pronto empieza a agrupa a los suyos para el camino de vuelta.
- Bien, me parece que la opción de Belegilf me parece la más apropiada. Si alguno tenéis una idea mejor, es el momento amigos. Descansad un poco. Pronto partiremos y no conviene estar fatigados.
- Elerin, sabemos lo que buscaban, esa maléfica vara de la que me hablasteis. Probablemente tengan algo que ver con Gailhen. Nos falta unir los cabos.
Los hombres de Sadron han acabado de apilar los cuerpos y se despiden.
- Hay algo extraño en todo esto.- Comenta Ranëdhel, que ha permanecido atento y en silencio todo el tiempo.- Gailhen nos utiliza para matar a unos bandidos que no resultan ser numenoreanos negros, que hasta donde entiendo no se cuentan entre los Hombres Libres. El tal Nag Burdâk lideraba a los orcos y ha venido en busca de lo que Gailhen se llevó, por lo que debe servir a poderes oscuros. Y el mismo Gailhen nos ha puesto contra ambos de una manera u otra. No es que me extrañe, pero ¿porqué habrían de oponerse entre sí fuerzas del mal tan organizadas, y venidas desde tierras lejanas? La vara parece ser sumamente importante, pero todos parecen conocer de su existencia, incluso saber que todos ellos se hallan buscándola. Resulta inquietante.
Posiblemente haya varios jefecillos que la quieran para ellos, y quiza nos venga bien. Si consiguieramos encontrarles cuando dos grupos se esten atacando entre ellos podriamos aprovechar para recuperarla
Hasta ahora no hemos sido demasiado afortunados en esta cuestión - respondo a Carster reflexivamente - Ojalá nuestra suerte cambie y se diera esa circunstancia. Pero de momento debemos asumir que no tenemos ninguna idea sobre el paradero del objeto.
Estoy a vuestra disposición, sabio Maenist, y será un gran honor que nos acompañeis - comento solemnemente, haciendo una respetuosa reverencia - Partiremos, pues, hacia Bree cuando lo considereis oportuno.
-Bien nos vendrá dedicar el viaje para la reflexión, todavía guardo entre mi bagaje unas hojas escritas en la lengua oscura y unos ramilletes de hierbas encontrados en la primera incursión que hicimos a esta maldita cueva.-Mi mirada se torna pensativa y me encojo de hombros- En verdad no tengo ni idea ni de dónde vienen, ni qué hacían allí, pero tal vez un estudio exhaustivo nos revele alguna información sobre los numereonanos negros que estaban en un principio en la cueva y ellos parecían tener alguna conexión con el llamado Gailhen, el actual poseedor de la vara; Sé que no es mucho, pero actualmente es la única pista que tenemos sobre su paradero.
Me dirijo hacia Maenist:
-Confío en que durante el viaje a Bree nos prestéis parte de vuestra sapiencia o la de vuestros allegados para descifrar el contenido de los papeles, Maese Maenist, ya que ninguno de nosotros tiene conocimientos de la lengua oscura.
Maenist se encoge de hombros ante la petición de Elerin.
- Sólo he oído esa impropia lengua de la que me hablas en una ocasión asi que, no creo serte de ayuda en ese campo, Elerin - dice mientras camina hacia los caballos.
Sube a uno de ellos y coge las riendas.
- Aún así, será un placer compartir conocimientos contigo. ¡Partamos!
Maenist inicia la marcha de su caballo y vosotros hacéis lo propio con los vuestros. Abandonáis de nuevo este lugar donde tan malos acontecimientos habéis vivido sin tener todavía muy claro un camino a seguir.
Bree es vuestro próximo destino pero quien sabe si allí encontraréis lo que buscáis.
Seguimos en: CAPÍTULO 5: Palabras melífluas