¿Has visto tú a algún otro espectro además de aquellos vinculados a las piedras, Elerin? - susurro al elfo - Creo que la respuesta será no, igual que para Amrod, o para mi. A pesar de la curiosidad que, como tú, siento, y mi deseo de seguir explorando este lugar hasta el final, me pesa más mi responsabilidad para con estos compañeros - continúo señalando a Carster y Ranëdhel - Me preocupan. Mucho. Es obvio que alguna fuerza oscura opera en ellos.
Está bien - digo hablando en voz alta, esta vez para todos - abandonaremos este reducto de la sombra cuanto antes, bastante daño nos ha hecho ya aunque no sepamos determinarlo con las artes de que disponemos.
Pidamos ayuda y consejo a Belegif, y volvamos más adelante con los medios necesarios para destruirlo por completo.
Tras esperar unos breves instantes para comprobar que todo el mundo está de acuerdo y dispuesto a marchar, miro a Amrod.
Quizá podrías guiarnos hacia delante, tus sentidos son agudos...y recordemos que aún hay un obstáculo de dos cabezas entre nosotros y el exterior al que no queremos encontrar.
Asiento con la cabeza a las palabras de Anäril y comienzo a salir de las salas por el camino que cogimos al venir hacia aqui.
Apresuremos el paso, no quiero estar un segundo más aqui. Además, Carster y Ranëdhel me están preocupando, creo que esos espectros han hecho más mella en ellos de lo esperado.
Aunque seguimos el mismo camino que nos trajo hacia aqui sin encontrarnos sorpresas, no me confio y voy con más cuidado casi que a la venida.
Amrod lidera vuestra salida del complejo. Desandáis los pasos andados hasta la sala de las columnas y de ahí seguis vuestro camino hacia la escalera de caracol que os lleva de vuelta a la extraña puerta que os sirvió de entrada a esta extraña cueva.
Cuando el último de vosotros ha cruzado el umbral de la puerta y pesado sonido acompaña a dos gruesas planchas de piedra que acaban unidas en el centro. La puerta se ha vuelto a cerrar y la tracería iluminada en aquel pálido color rojo comienza a apagarse hasta acabar invisible ante vuestros ojos. Donde hace unos minutos había una puerta ahora no hay nada, un grueso muro de piedra, tal y como lo vistéis la primera vez.
Elerin sugiere magia élfica. Solo los de su pueblo han podido hacer tamaña clase de hechicería; pero a la vez la duda alimenta su mente, las presencias malignas no pueden haberlas traido gente de su pueblo. Quiere creer que no.
En silencio, más soprendidos que otra cosa camináis hacia el exterior. Os sorprende no ver a la criatura Etten con la que discutisteis antes de bajar, pero vuestra incognita se diluye rápidamente cuando volvéis a ver la luz del sol. Estáis de nuevo en la puerta de la cueva y un troll enorme tallado en piedra con manifiesta expresión de angustia decora el camino que accede a la cueva.
Estáis fuera y con esa gran cueva cerrada os sentís más tranquilos aunque esa tranquilidad es fugaz. Si alguien ha podido abrir esa puerta una vez es muy posible que ese alguien pueda volver a abrirla y no os ha gustado nada el mal que habita el interior. Pero, ¿quién ha podido ser ese alguien? Tenéis una ligera idea y os asusta. Os sentís utilizados y os criticáis el no haberlo visto venir.
Por la altura del sol adivináis que ha amanecido recientemente con lo que tenéis todo un largo día para disfrutar de la ansiada luz, pero el cansancio empieza a haceros mella. Podéis caminar media jornada pero deberéis descansar o enlentecer la marcha.
Todos aquellos que teníais un modificador a las acciones por las tiradas de VOL volveís a la normalidad.
Esta escena se ha acabado. Mañana crearé la escena que abrirá el cuarto capítulo de la crónica. Os dejo esta escena abierta para que saquéis las conclusiones que creáis oportunas.
El cierre de la puerta me hace volverme desenvainando rapidamente, esta claro que esta zona me pone nervioso
¿por que han esperado a cerrarla a que estemos fuera? no me gusta, nos estan vigilando de alguna forma
Al salir pese a estar nervioso todavia voy animandome abriendo y cerrando la mano sobre la empuñadura de la espada, y no pudiendo evitar una cara de decepcion viendo a la criatura convertida en piedra, cogiendo una piedra y estrellandola contra la criatura con cara de frustracion
Mierda!, en fin, vamos a alejarnos de aqui que ya no queda nada que hacer por aca, eso si, como encuentre a cierto supuesto montaraz va a tener que buscar los dientes entre bree y umbar
Otra vez parece que nos guía un destino misterioso. Parecería que alguien, o algo, deseaba que visitáramos ese lugar, aunque no sabría decir por qué...
Esperemos que Belegif tenga algunas respuestas para nosotros, o sepa dónde encontrarlas. Debemos ir en su busca cuanto antes, enlenteceremos la marcha si es necesario, pero la prioridad debe ser llegar cuanto antes a nuestro destino.
Todos estamos cansados, pero no permitiré que Carster y Ranëdhel pasen ni un instante más de lo necesario sin ser examinados por alguien que pueda evaluar los posibles daños de las heridas recibidas por esos espectros. ¿Quién sabe qué posibles consecuencias pueden tener para ellos?
- Tal vez en Bree hallemos sanación, pero por mi no retrasaremos la marcha. Puedo continuar camino y descansar más adelante, el aliento de Manwe me da nuevas fuerzas, y el calor de Anar me conforta tras lo ocurrido. Abandonar la cueva maldita sin terminar de explorarla ha sido necesario me temo.
Respondiendo al comentario de Anäril con voz pensativa: - Puede que Belegilf sepa ayudarnos, pero me temo que nos sería mucho más útil en esta tarea algún historiador. Si nada puede aportarnos nuestra visita a Bree en busca del montaraz, sugiero recurrir a los conocimientos de alguien más sabio.- Recordando las frascas aún en mi mochila extraigo una de ellas, observando su etiqueta: -¿Tendrá algo que ver la hechicera que secuestró a Rosallow con todo esto?- Las letras no coinciden con las que encontramos en el pedestal, o esa impresión me da.- La dama Fornoster aún podría servirnos de ayuda, aunque solo sea en lo que a estos tarros respecta, y tal vez pueda devolvernos el aliento que nos robaron los espectros.
Me acerco a la estatua del gigante, y lo admiro más de cerco: - Vaaaya, me había quedado con ganas de verlo más de cerca. Supongo que la barca de Arien llena de calor los corazones de todos, incluso aquellos de loza, ¿eh?- exclamo riendo entre dientes mi pequeña chanza. - Tendrás que esperar otra ocasión mejor Carster, este gigante no ha querido esperar tu regreso.
Salir de la cueva a la luz del sol resulta un alivio que me descarga de gran parte de los miedos y preocupaciones del día, pero los que quedan me temo que turbarán mi mente durante mucho tiempo.
-No creo que en Bree encontremos sanación para vuestras heridas, y hay preguntas que requieren respuestas que los habitantes de la aldea, aunque sabios a su manera, no nos pueden dar; Yo sugiero que vayamos directamente a Rivendel, los montaraces del norte suelen pasar por allí para hallar reposo y descanso, de modo que es posible que nos encontremos con Belegif. Además, quiero ir a la Última Morada porque...-Me estremezco ligeramente- En aquella gruta había algo, algo extremadamente maligno y poderoso, alguién se lo ha llevado y creo que ha sido gracias a nosotros. Quiero consultar a los pocos sabios elfos que vivieron en Eregion y habitan hoy en día en Rivendel, ya que tengo la sospecha de que lo que hubo aquí guarda relación con el perdido reino élfico.
Dicho esto me acerco a la estatua y la miro con detenimiento, el ver al Etten petrificado no me hace tanta gracia como a Ranëdhel.
-Hay algo que no encaja con este troll, esta expresión... ¿Qué podría asustar a una criatura tan estúpida y fuerte como para que se vea obligado a enfrentarse a su mayor terror: La luz del sol? Creo que esta es la primera ocasión en la que podemos apreciar la magnitud del poder al que nos enfrentamos, y mucho me temo que no será la última...