En la bahía de Kalaman se encontraba el Liceo, una pequeña isla que albergaba un edificio ahora abandonado que antaño era utilizado como centro de enseñanza. Aunque los aventureros conservaban en una de sus bolsas de contención la balsa con la que habían cruzado los pantanos de los claros oscuros, optaron por recibir ayuda mágica de Brisanocturna y fueron caminando sobre las aguas hasta la isla, siendo el último tramo más dificultoso debido al intenso oleaje de la zona. Precavidos pero sin tiempo que perder, los héroes abrieron la gran puerta del Liceo (que tenía el aspecto esperado de un edificio abandonado) y se encontraron con un laberinto de pasillos, tardando casi una hora en encontrar un camino que llegara realmente a alguna parte, un portal custodiado por dos criaturas celestiales con trompetas. Para mejorar la comunicación, Zinor invocó a un bralaní que ya había asistido varias veces al grupo para que se comunicara con ellos en su lengua natal, y los clangarcontes dijeron ser guardianes del portal y que no dejarían pasar a ningún mortal por él. El grupo dudó sobre su siguiente paso, incluso Raliet se negó a pelear contra ellos para pasar, pero el resto se puso manos a la acción: no había forma de convencer a aquellos seres del deber sagrado de su misión para el bien del mundo, así que hizo falta deshacerse de la barrera que les impedía poder entrar al portal. No lo pusieron fácil: aparte de temibles en combate cuerpo a cuerpo con sus espadones, uno de ellos hizo sonar su trompeta para afectar con magia a parte del grupo, por suerte para ellos el deber de atrapar a Gilthanas pesó más que la desesperanza moral de luchar contra seres angelicales y acabaron con los dos clangarcontes. Raliet volvió echo una furia y amonestó al grupo, aunque éstos no parecían apesadumbrados por lo que acababa de ocurrir y Zinor, después de leer las inscripciones del portal, concluyó que para abrirlo hacía falta usar magia de alto nivel. Gastó uno de sus conjuros memorizados y antes de que pudiera cerrarse los aventureros entraron por la puerta.
Al otro lado les esperaba una torre de pasillos circulares alrededor de la pared exterior, dejando el centro libre de construcción y de campo gravitatorio, así que el mero hecho de asomarse mandaría al desafortunado fuera de la estancia, hacia un destino desconocido. El lugar estaba mal iluminado, pero los sonidos provenientes de la oscuridad indicaban la presencia de enemigos. Mólgor extrajo el filo de la luz y unas criaturas medio insectoides medio farfulleros se hicieron visibles… Durante unos instantes, para volverse translúcidos y de nuevo invisibles. En aquel lugar la magia parecía tener dificultades para conjurarse, aún así Kiri consiguió lanzar una grasa telepática a un lado del pasillo y en el otro las habituales torres del grupo contuvieron a los monstruos. Desde un piso inferior se oía una batalla y los supervivientes subieron hasta el piso en el que se encontraban los héroes: tras unos segundos de tensión, todos colaboraron para acabar con la amenaza invisible de los bichos y el nuevo grupo se introdujo, estaban capitaneados por el señor de Thorn Theo Drawde y sus acompañantes destacados eran la señora Portia Gant, el caballero Mordecai Volger y el enano Therol Cortadordepiedras, además de algunos soldados sin mucha experiencia. Se presentaron como caballeros negros, y eso siempre era una amenaza, pero les habían ayudado en combate y no parecían tener ansias de luchar, ¿podrían confiar en ellos?
Extraído del Blog de Rubén: https://astonishingadventure.wordpress.com
Tras las presentaciones pertinentes, Kiri tomó la palabra como interlocutor del grupo. Aunque reticente a las palabras de Drawde, Kiri pidió explicaciones al líder de los Caballeros Negros sobre sus motivaciones.
Theo Drawde, que era un reputado comandante de los Caballeros según sugirió Zinor, explicó que llevaba unos meses tras el rastro de la perdida Torre de Wayreth y que en una de sus expediciones junto a su pequeño pelotón había dado con un portal hacia Bastión. También explicó al grupo que varias plataformas en la base de la construcción en la que se encontraban llevaban a tres "terniones" cada uno de los cuáles estaba dedicado a una de las tres deidades de la magia.
Drawre no tardó en cuestionar las motivaciones de los héroes, que no contaron toda la verdad sobre los cráneos de los dragones pero sí sobre Gilthanas. El caballero no parecía conocer al elfo pero, asombrado por la destreza de los héroes contra los Xills, quería aunar fuerzas contra los "diablos rojos" que decía habían infestado todo el semiplano.
La alianza, aunque extraña, era inevitable. Ninguno de los dos grupos tenía objetivos opuestos y los Xills suponían una gran amenaza para ambos.
Una vez cerrado el trato, ambos grupos quedaron en encontrarse en uno de los pasillos que unían los tres terniones. Tras ello, los Caballeros Negros accedieron al pedestal negro que les llevaría al ternión dedicado a Nuitari. Los héroes por su parte, decidieron utilizar el pedestal blanco que les llevaría al ternión dedicado a Solinari.
La estancia en la que aparecieron era de lo más austera, decorada en tonos blancos y muy iluminada. Varios muebles de madera se habían pintado en tonos blancos y varios espejos colocados en toda la estancia daban la sensación de que ésta era mucho más grande. Dos puertas laterales y otra doble puerta hecha de mármol completaban las tres salidas de la estancia. Tras una breve exploración, decidieron acceder por las dobles puertas hacia un ancho y extenso pasillo finalizado en otras dobles puertas similares. A parte de esas puertas, otras tres más pequeñas alineaban el pasillo. Entraron por la más cercana a su posición para acceder a una estancia de unos 50 pies con varias mesas de laboratorio alineadas. Cuando estaban inspeccionando las mesas, cuatro espectros con la apariencia de magos blancos hicieron su aparición. Éstos estaban en furia y atacaron a los héroes sin dudarlo un sólo segundo. Zinor dijo que probablemente alguien había profanado esta estancia y había robado algo, provocando la furia de los espíritus de los magos. Los toques de estos espectros atontaban a los héroes que sufrían dolores de cabeza entre balbuceos cada vez que eran alcanzados por ellos. Finalmente salieron airosos aunque desconcertados del enfrentamiento, por lo que Kiri intentó paliar sus dolencias como buenamente pudo. La perspicacia de Zinor hizo que descubrieran una caja metálica con una cerradura mágica. Según pudieron deducir, una pesada esfera se ocultaba en su interior.
Tras ello accedieron a una especie de ala residencial con dos alcobas destinadas a hombres y a mujeres por separado y un escueto comedor común. Éste estaba rodeado por algunas estanterías con libros y pergaminos. Zinor examinó la bibliografía pero no encontró nada realmente importante. Lo único que llamó su atención fue una estantería hecha con madera de vallenwood que le resulto de lo más curioso.
Por último, antes de atravesar la doble puerta, accedieron a una biblioteca atestada de tratados académicos sobre las escuelas de magia de Abjuración y Adivinación. Una vez más, Zinor detectó que todos los estantes estaban protegidos por un conjuro de Muro Prismático. Solo tocarlo tendría un efecto imprevisible y probablemente fatal para ellos, lo que apartó la tentación de guardar un par de volúmenes para su colección particular. Antes de avanzar, Mólgor decidió ultilizar la fuerza bruta para forzar la caja de hierro que contenía la esfera y así, liberaron un brillante orbe dorado.
Cuando accedieron por las puertas del final del pasillo, para su asombro, se encontraron en un gran balcón que daba a la zona interior de la construcción. Las nubes y el humo se arremolinaban formando fuertes relámpagos aunque dejaban ver los otros dos terniones con construcciones en negro y rojo muy similares a esta. El mago detectó que un Muro de Fuerza les protegía de la peligrosa atmósfera aunque una pequeña puerta en la barandilla permitía acceder a lo desconocido. Un pedestal a la derecha parecía ser perfecto para colocar el orbe y así lo hicieron. Tras ello un destello brillante se iluminó entre los tres terniones desde la pequeña puerta de la barandilla. Retiraron y recolocaron el orbe varias veces para asegurarse del efecto y Zinor, desoyendo las advertencias de sus compañeros, se adentró por la puerta creyendo que existía una senda invisible. Al instante el mago fue succionado violentamente por las nubes como si de un tifón se tratase, entre estruendos y relámpagos. Probablemente ésta sería la última vez que vieran al elfo.
Sin demasiado tiempo para llorar la pérdida de su compañero, el resto del grupo se dirigió al pasillo que conectaba los terniones blanco y negro dónde, a mitad de camino, se encontraba Theo Drawde y su compañía. Sin tiempo para las explicaciones, un pequeño ejército de Xills liderados por un espécimen más grande al que llamaban "Ziric" surgió desde la nada rodeando a todos. La batalla fue cruenta, los demonios rojos utilizaban sus múltiples brazos para impactar rápidamente a todos sus enemigos. Ziric se emparejó con Drawde asistido por uno de sus secuaces y, a pesar de la experiencia del Caballero, fue el primero en caer. Después, el toque paralizante de los alienígenas paralizó a Mólgor y a Thordo, atrapándolos y desapareciendo de nuevo sin dejar rastro. Portia y Brisanocturna no tardaron en caer, dejando a Mordecai, Therol y Kiri luchando en una batalla casi suicida. Therol también calló y finalmente Kiri y Mordecai resistieron rodeados de cadáveres rojos. Mirándose a la cara y preguntándose qué deberían hacer ahora.
Hacía tiempo que no escribía un resumen. Espero que os guste.
Si algo he relatado mal podéis decírmelo en la escena de Off Topic y haré los cambios pertinentes.
La extraña alianza entre Sir Mordecai y Kiri se antojaba inevitable. Fue el caballero oscuro quién puso más de su parte, con la esperanza de que su amigo y guía, Lord Drawde, siguiera con vida.
Poco después apareció en escena Xavhorn, otro caballero negro que se encontraba en el ternión negro, reponiéndose de las heridas de un anterior encuentro. Para su sorpresa sólo quedaba Mordecai de entre los suyos...
Cuando Kiri se disponía a explicar la relación del Orbe de Solinari con el pedestal del balcón del ternión blanco, aparecieron por la puerta del mismo una elfa de mediana edad acompañada de un intrépido gnomo que no dejaba ni un segundo de cantar y tocar una flauta de pan. Se trataba de Lázara, hija de Zinor, que había emprendido la búsqueda de su padre junto a Fritzkin, un trovador de lo más peculiar. Fue Kiri el encargado de darle la funesta noticia de la muerte de su padre a Lázara que, consciente de la magnitud de su misión, se unió sin pensarlo al caballero.
Hechas las presentaciones, se dirigieron al ternión negro. Allí comprobaron que tenía una estructura muy similar y se dispusieron a buscar otro orbe similar, esta vez en sintonía con el siniestro dios de la magia Nuitari. Cuando estaban explorando el ala residencial, algo que los caballeros oscuros no habían experimentado sucedió: Media decena de calaveras surgieron desde la pared en la sala común advirtiendo de que se marcharan. Todos pensaron que era la presencia de seres bondadosos como Kiri lo que había perturbado a tales espíritus y dejaron solos en la estancia a Mordecai y Xavhorn. Probablemente las palabras de Mordecai enfurecieron más a las formas espectrales que descargaron su morfología contra los caballeros. Xavhorn comprobó en primer lugar que tan sólo el toque de estos seres hacía que su cuerpo se marchitase y, tras tres embestidas que casi le consumen por completo, se batió en retirada. Menos suerte tuvo su compañero Mordecai que, al intentar apaciguar a las calaveras espectrales mientras Kiri intentaba clamar a su dios para estirpar el mal de aquella estancia, vio como su vida se consumía completo. Kiri tuvo un éxito mínimo que le permitió escapar de ese terrible final, viendo como Sir Mordecai se alzaba de nuevo como un engendro espectral dispuesto a acabar con el caballero de solamnia.
Una vez fuera, Xavhorn fue consciente de la pérdida de su compañero, lamentando levemente su pérdida. Todos eran conscientes de que las calaveras estaban tratando de proteger una estancia a la que el caballero aún no había accedido y que probablemente allí estaría el orbe que buscaban. Discutieron sobre la estrategia y decidieron que Lázara era lo suficientemente ágil como para entrar en la sala, encontrar el orbe y salir como un rayo antes de "despertar" de nuevo a los espectros. Y así fue, la elfa entró rápidamente, logró encontrar una caja de ébano que probablemente contenía el orbe y salió justo cuando las calaveras cobraban de nuevo vida. La visión de la armadura de Mordecai alzarse fue tétrica y desconcertante.
Con el orbe en sus manos, sólo quedaba posarlo en su pedestal correspondiente, en el balcón del ternario negro. Una vez colocado, un efecto de luz sombría brilló por un instante entre las compuertas de los tres balcones para luego desaparecer.
Su objetivo era ahora el ternión rojo y se encaminaron sin demora hacia él. De repente, en el pasillo que unía los terniones negro y rojo, un estruendo sacudió toda la estructura de Bastión. Como si la construcción hubiera sido alcanzada por cientos de rayos de forma simultánea. De repente, una de las ventanas que daban al Gris, se hizo añicos y un remolino de nubes y rayos penetró la estructura. Xavhorn corrió la peor de las suertes al ser engullido por el vórtice y correr la misma suerte que Zinor anteriormente. Los caballeros oscuros se habían quedado sin efectivos en el semiplano.
La exploración del ternión rojo fue mucho menos agresiva. La estructura era similar a la de sus gemelos aunque la decoración en tonos rojizos era muy caótica. En la biblioteca de los Túnicas Rojas, Lázara encontró una caja roja similar en sus dimensiones a las que contenían los orbes de Nuitari y Solinari. Tras rebajar las defensas mágicas, extrajo la caja de la biblioteca y se dirigió junto a sus compañeros al balcón del ternión rojo. Justo cuando se disponía a depositar el orbe de Lunitari en su pedestal correspondiente, una enana apareció en escena. Decía ser pariente de Mólgor y por casualidad había cruzado un portal que le había llevado hasta allí. No hubo tiempo para las presentaciones cuando un nuevo estruendo les estremeció. Una sección del techado que cubría el balcón desapareció engullida por las fauces de una gargantuesca criatura similar a los gusanos púrpura de los que hablan algunas épicas leyendas. Atónitos, los compañeros emprendieron sendos golpes a la criatura que parecía no importarle demasiado que le abrieran sendas heridas y, en una segunda arremetida, lanzó un cono de energía telequinética que paralizó a Olga, la enana, que empezó a ser absorbida por el gran gusano. Kiri trató de tirar de ella pero la invisible fuerza era tal que salía arrastrado tras ella. Una vez más, Lázara estuvo muy ágil al convocar una cúpula de piedra para protegerse y a la vez impedir que la criatura succionara a la enana.
El gusano volvió a arremeter contra los compañeros, fagocitando la cúpula de piedra . Fue entonces cuando Fritzkin convocó una imagen ilusoria que no era sino, una réplica exacta de la criatura. El gusano, desconcertado por su nuevo compañero, apartó la atención de los héroes para tratar de atacar a su "congénere". Fue entonces cuando el hueco creado en el techado del balcón provocó que tanto Fritz como Olga fueran absorbidas por "el Gris", sufriendo un horrible destino. El gustano, una vez descubierta la treta del gnomo, utilizó una vez más su campo telequinético para absorber a todo ser vivo presente en el balcón. Kiri decidió huir cuando, esta vez Lázara, quedó paralizada. La criatura absorbió a la elfa provocándole serias heridas ya que las paredes de su aparato digestivo rezumaban ácido. Aún así, la elfa volvió a sorprender y sacó un cuchillo de su cinto para rajar a la criatura y poder salir al balcón. De poco le sirvió, pues en la siguiente embestida del colosal gusano, quedó de nuevo paralizada y finalmente devorada por sus enormes fauces.
Una vez más, Kiri estaba sólo y desconcertado, sus esperanzas de volver a ver a algunos de sus amigos y su fe en Kiri Jolith se debilitaban a cada segundo. ¿Qué haría ahora el Caballero?
Una nueva esperanza surgió para el Caballero Kiri. Un grupo de seres de otros planos compuesto por un forjado llamado El Segador, un samurai de las tierras de Kara-Tur llamado Totsuya, una usuaria de la magia experta en portales llamada Jihad y un enano venido de las tierras de Ansalon; aparecieron en el ternion blanco dónde Kiri les explicó los acontecimientos acaecidos en Bastion. Jihad tomó la palabra por el resto del grupo y le explicó que todos trataban de activar los portales de la Gran Galería que les llevaran de vuelta a casa, pues estaban atrapados aquí.
La única solución parecía seguir adelante, descubrir el por qué de la invasión de los Xills y lograr que el semiplano volviese a funcionar con su pretérito propósito. Así pues, una nueva alianza fue forjada y se pusieron de nuevo en camino.
El primer escollo, era lidiar con el agujero provocado por el gusano en el balcón del Ternión Rojo. El enano Ronco fue el más audaz y, tras preparar un rudimentario aparejo de seguridad con cuerdas, pudo esquivar la atracción de El Gris y colocar el orbe rojo en su pedestal correspondiente. Una vez más la senda fue iluminada entre los balcones de los tres terniones pero esta vez nuevas sendas entre ellos se iluminaron y se quedaron fijas. Jihad explicó que ahora se podrían abrir portales a distintos puntos de la Corona Interior, pero necesitaba un estudio de campo para determinar el punto de llegada exacto dentro del mismo.
Decidieron evitar el Ternión Rojo pues estaba dañado y era altamente peligroso. Por lo tanto utilizaron el portal del balcón del Ternion Blanco para explorar la Corona Interior. Jihad utilizó varios de sus poderosos pergaminos y otros conjuros bien poderosos para abrir los portales, con un alto grado de éxito y Ronco con su rudimentario invento siempre iba a la vanguardia del grupo. Exploraron primero dos salas de estudio de los Túnicas Blancas y Rojas cuya única característica diferenciadora eran las estatuas que representaban a la máxima autoridad de cada orden. Tras ello abrireron un portal hacia una arboleda con un tocón de vallenwood enorme en su centro. Nada fuera de lo corriente encontraron. Después accedieron a una especie de laboratorio con un orbe en su centro y un enorme dragón de cobre en estado catatónico en su centro. Kiri decidió que él era el idóneo para tratar de controlar el orbe y pronto se vio sumido en un estado de trance muy preocupante para sus nuevos compañeros: En un semiplano de pesadilla, el caballero se vio enfrentado con un dragón dorado que, con su aliento abrasador y sus ataques corporales desgarró la vida del bueno de Kiri en un abrir y cerrar de ojos.
De vuelta en el semiplano de Bastión, Kiri pareció sufrir una convulsión que pudo herirle gravemente o incluso acabar con su vida pero finalmente se quedó en un profundo coma. Los nuevos compañeros se quedaron muy preocupados y, sin pensarlo demasiado, Totsuya se adelantó y reventó el orbe con su preciada katana.
Una vez hecho añicos el orbe de los dragones, el dragón de cobre despertó sobresaltado y acusando a los presentes de su abducción y cautiverio, cerca estuvo de cometer una masacre. Finalmente todos le hicieron entrar en razón para que entendiera que eran en realidad sus liberadores. Tras varias teorías lanzadas por parte de los compañeros, Kiri recuperó la consciencia y señaló a Gilthanas como el posible responsable. Garra, pues así se llamaba la dragona, añadió que fuera quién fuese el responsable, aún se encontraría en Bastión pues no abandonaría a su suerte el orbe aquí. El grupo consiguió un nuevo y poderoso aliado.
Jihad tuvo suficientes fuerzas como para explorar otra de las estancias de la Corona Interior. Esta vez se trataba de un observatorio con un grán ventanal abierto al exterior. Kiri fue succionado por El Gris, pero la gran presteza de Garra fue suficiente para atraparlo entre sus fauces y, a pesar de abrirle una gran herida, librar al caballero de una muerte segura.
No tardaron en desplazarse de nuevo al Ternion Blanco y desde allí Jihad comprendió por completo el funcionamiento de los portales que llevaban a las distintas estancias de la Corona Interior. Afirmó entonces que dentro de todas las estancias debía abrir otro portal para encontrar una séptima estancia en el centro mismo de la Corona.
Tras descansar en la arboleda, que se antojaba ciertamente tranquila, el variopinto grupo se aventuró por un portal abierto en el centro mismo del tocón del vallenwood. Accedieron a un amplio anfiteatro que proyectaba una vista horrorosa, medio centenar de Xills se congregaban en una especie de reunión. Desde el techo colgaban los cuerpos de más de cuarenta víctimas envueltos en resina y con tan sólo sus torsos descubiertos. Kiri pudo identificar a varios de ellos como las victimas del ataque de los Xills en la emboscada que sufrió junto a los Caballeros Oscuros.
El xill llamado Ziric se econtraba entre los insectoides junto a otros dos xills de mayor tamaño que se antojaban los líderes de la colonia. Uno de ellos dio un paso al frente junto a un grupo de élite para enfrentarse en primera línea con los compañeros. La ayuda de Garra fue inestimable, ya que con sólo su presencia hizo huír a prácticamente todo ese grupo de xills junto con su líder, mermando las fuerzas de los insectoides considerablemente. Después su aliento relentizador dejó prácticamente anulados los ataques de los aliens.
Uno de los que permanecieron fue Ziric que junto a varios de sus guerreros afines lucharon hasta la muerte en un combate rápido y encarnizado. Tras la caída de Ziric, el único líder de los xills que quedaba en pie era un enigmático usuario de la magia que se había mostrado poco participativo, tratando de "proteger" una especie de ventana o puerta que latía con una tenue luz.
Tras lanzar un demoledor hechizo sobre uno de los compañeros, conjuró un campo antimágico que mermó las posibilidades de los héroes. Eran ya pocos xills los que quedaban defendiendo en anfiteatro, pero sin poder recurrir a la magia momentáneamente, los héroes se veían en una posición complicada.