Partida Rol por web

A pesar de lanzar sus poderosas garras contra el Dictador, Kyros no consigue alcanzar a la aberrante criatura. Al ponerse cara a cara contra el déspota, el gran oso que es ahora Kyros siente la irrefrenable necesidad de huir lo más rápido posible.

Casi al mismo tiempo, otro de los dragones se lanza en picado contra Thor-do y otro contra Magus, intentando romper la concentración de este último.

Thor-do da un paso atrás y se dispone a atacarle al dragón que le ha atacado empuñando la preciada Dragon Lance

El dragón ruge de dolor conforme Thor-Do lo ensarta con la dragonlace, su vitalidad parece mermarse al tiempo que trata de reponerse.

El monstruoso dictador fija su vista en Magus y extiende sus brazos concentrado, de repente, una oleada de energía que parece haber salido de su misma alma impacta en el mago con una violencia desgarradora.

T'Darnk parece exhausto, como si una parte de él mismo hubiera perecido con dicho ataque.

Otro de los dragones vuela en picada hacia Kyros.

Magus sin duda era un elfo orgulloso, era evidente. Cuando se unió al grupo, no tardó en tomar como propia su trascendental misión que no tenía otro fin que acabar con la presencia de Gellidus en la faz de Krynn.

De este modo, el mago reunió a cuatro héroes llegados de distintos puntos de la geografía de Ansalon para completar la épica misión que hace cuatro años comenzara en el humilde Pashin. Ya no había mucho margen de error. Ellos eran los nuevos elegidos y sobre ellos caía la responsabilidad de librar al mundo de su más terrible amenaza. Había que unir a todos los pueblos contra el Gran Blanco y ésta sería su última oportunidad.

Magus convocó a los cuatro héroes en su actual refugio, Bastión, y allí les puso al día sobre los avances que Briony y Emma habían logrado en Daltigoth junto a los héroes caídos. El elfo había hecho de Bastión su nuevo hogar y se propuso ejercer de perfecto anfitrión con los nuevos inquilinos, otorgándoles el título de "Centinelas de Bastión" y familiarizándoles con las particularidades del semiplano. En especial con Lyim, el más veterano de los habitantes de Bastión.

El primer paso a seguir estaba claro. Tenían que completar la misión en Daltigoth y, lo más importante, debían recuperar los dos cráneos de dragón y la Dragonlance, pues las tres ancestrales reliquias requerían un nuevo portador.

La cara de Briony trasmitía tristeza:

- Nuestra misión era salvar Daltigoth y temo lo que nos encontremos al llegar allí, sobretodo las almas de los oprimidos que se levantaron para ayudarnos y murieron en la lucha. Y también... los cuerpos de nuestros anteriores compañeros, que lucharon por nuestra causa más allá de sus fuerzas. He sido revivida dos veces porque soy necesaria para contactar con la Legión, pero no olvido como esos valientes nos pidieron no gastar más pergaminos en ellos pues son escasos. Os ayudaremos en Daltigoth y rezaremos para que más allá no os abandone la suerte.

- Yo soy Ralph, es un honor que me consideréis digno de esta misión y daré mi vida por llevarla a cabo. No quiero pensar en los que ya están muertos, sino en lo que puedo hacer. Y ahora mismo es poca cosa. Pero Magus, habéis dicho que entrasteis en la batalla teleportándote desde una entrada a este plano. ¿Nuestro primer paso no debería ser teleportarnos a aquella habitación? Puede que T'Darnk saliera a defender la ciudad sin recoger antes la Dragonlance y los cráneos, pensando que no tardaría mucho...

-Estoy de acuerdo-dijo un enano de larga barba castaña-. Y si no es posible teletransportarnos directamente, crucemos el portal y dirijámonos a pie hacia allí en primer lugar, pues es la única pista que tenemos del paradero de las armas. Confiemos en que el caos de la ciudad haya disminuido, y que esas pobres almas esclavizadas hayan encontrado al fin la paz.

Mi nombre es Murgo Pasolargo, por cierto.

No tenían una idea clara de la situación, así que no podían forjar un plan: después de celebrar un banquete de los héroes por cortesía de Tarkdurin, salieron al plano terrenal para observar el estado de Daltigoth. Y las noticias no mentían: la ciudad seguía en lucha entre las ruinas, con parte de la muralla caída y humo ascendente desde múltiples lugares de la ciudad. No solo debían recuperar las calaveras de dragón y la Dragonlance, también había que encontrar a Emma, si es que seguía con vida, tras tantos días de revolución. Magus invocó sus ojos fisgones y les describió a la hechicera, con la esperanza de que pudieran encontrarla, mientras el grupo se internaba en la ciudad en busca de los objetos.

La batalla no solo era entre esclavistas y esclavizados, pues muchos eran los que estaban dispuesto a atacar a su por entonces compañero por un poco de allomanya: ahora que la producción había cesado, empezaba a notarse especialmente los efectos aditivos de la droga. Ocho ogros discutían entre ellos cuando vieron a los nuevos (y alguno de los antiguos) héroes, y decidieron que por su pinta debían tener algo de allomanya, dejando aparcada la sofocación de la rebelión de esclavos para volver a sentir el peligroso placer de la droga. No fue una decisión acertada: el grupo, menos cansado que los ogros, se coordinó para dominar rápidamente el terreno. Karzog y Murgo avanzaron protegiendo a los lanzadores de conjuros, aunque realmente fueron sus armas las que más brillaron en el combate, dejando sin oportunidad a los enemigos, aunque sufriendo pequeñas heridas a cambio. Briony se dedicó a potenciar las características de sus aliados, y mientras Magus y Ralph utilizaban hechizos de media potencia con el enemigo, Tarkdurin sorprendió a todos invocando una columna de fuego divino, demostrando que los místicos también pueden usar magia de combate. El combate finalizó y el mismo enano curó las heridas de sus compañeros atacantes.

Después se dirigieron al Sanguinario, un edificio ya lejos de su reciente esplendor, pero que seguía inspirando un aura de terror. De hecho, cuatro ogros clérigos de Chemosh aguardaban el interior, y ese encuentro resultaría más duro: se dividieron en dos grupos y mientras los más adelantados detenían a los luchadores, detrás se entonaban oraciones al maléfico dios para hechizar a los héroes. Pero éstos lograron sobreponerse a la situación venciendo en ambos frentes, tanto en la lucha cuerpo a cuerpo como en el intercambio de conjuros, siendo además determinantes los apoyos de Tarkdurin y Briony. Una vez eliminados los que serían los únicos rivales que encontrarían en el Sanguinario, accedieron en primer lugar a la sala donde el dictador había acabado con los compañeros de Briony y Magus, y fue realmente triste encontrar sus cuerpos machacados y en descomposición. En mitad de aquella terrible escena, surgió la esperanza: ¡la Dragonlance estaba allí! Al parecer habían intentado cogerla cubierta por trapos, pero ese simple truco no haría desaparecer una de sus características, y es que solo los héroes puros de corazón pueden empuñarla. Sin embargo, no había rastro de las dos calaveras de dragones: después de despedir a los héroes caídos, buscaron por el resto del edificio, destruyendo el laboratorio de alquimia donde se elaboraba la allomanya, y encontraron en un altar una calavera negra de un ser humanoide, que resultaba ser la fuente del aura asfixiante del Sanguinario. Como despedida del lugar, la destrozaron, liberándolo de su maldad.

Recuperar la Dragonlance fue una inyección de moral, aunque no la suficiente: Emma seguía desaparecida y sin las dos calaveras, no tenían nada con lo que parar a Escarcha. El castillo del Dictador estaba en ruinas, por lo que asumieron que T'Darnk se las había llevado, pero aún así no podían abandonar sin más. El cónclave de magos era uno de los sitios que aún no habían visitado, aunque finalmente optaron por el anfiteatro. De camino a él, como guiados por el destino, vieron un foso donde humanos, ogros y otras criaturas luchaban a muerte por dos premios clavados en estacas: ¡eran las calaveras de dragón! Al instante, Magus y Ralph decidieron hacerse invisibles y entrar en el estadio, donde escalaron las estacas sin mayor problema y se teleportaron junto a las calaveras a un lugar más tranquilo de la ciudad, para estupefacción de los gladiadores. Karzog y Magus tomaron la responsabilidad de sintonizarse con las calaveras, y justo en ese momento volvieron los ojos mágicos de Magus, diciéndole que habían encontrado a Emma. El grupo, con Briony a la cabeza, se apresuró a la dirección indicada, pero allí solo encontraron unos elfos que los evaluaban como posibles enemigos. La voz de Emma le abrió paso desde detrás de ellos: ella era la líder de la rebelión, y se fundió en un apasionado abrazo con Briony. No solo había conseguido cumplir con la misión que la Legión le había encomendado, sino que lo había hecho deshaciéndose de su maldita adicción a la allomanya. Aunque no todo fue alegre, pues la hechicera desconocía el resultado de la batalla contra el Dictador.

Briony dio las gracias al grupo por su inestimable ayuda y se quedó con Emma para liberar definitivamente la ciudad, mientras los héroes salían de la misma rumbo a Bastión. Pidieron información a Lyim sobre su próximo destino, la calavera azul, y después del pertinente descanso, partieron mediante otro portal hacía la Torre de Magus.