Tras una provechosa conversación con Lyim, los héroes atravesaron un portal de Bastión que les llevaría a una estancia peculiar. Se trataba de la Torre de la Alta Hechicería en Daltigoth ahora en ruinas. Para su sorpresa, emergieron sin problemas a la ciudad tras superar una gran grieta en la que estaban enterrados los restos de la Torre. Ningún guardia se dignó a preguntar ni a hacerles el menor caso.
Una vez en la superficie, pudieron corroborar varias cosas que Lyim les había relatado. La ciudad estaba ocupada por ogros y continuaba en su declive tras la Guerra de la Lanza. Los ogros utilizaban la fuerza para resolver sus disputas a la vez que esclavizaban a los pocos elfos que permanecían en la ciudad, casi todos a la fuerza.
En medio de tantos ogros, de miradas de desprecio y odio, la atención de los compañeros fue atraída por una pareja inusual. Una humana y una kender trataban de pasar desapercibidas en la multitud.
Finalmente los compañeros se acercaron a preguntar por sus intenciones y, para su sorpresa, ellos también fueron reconocidos por la extraña pareja. Briony, la kender, llevaba la voz cantante y explicó a los héroes que eran una célula de la Legión de Acero destinada en Daltigoth. Su objetivo no era otro que detener el tráfico de allomanya, una poderosa droga que se utilizaba para someter y enfurecer en la batalla a esclavos elfos y en menor medida de otras razas. Para ello tenían una serie de objetivos que explicaron a los compañeros con cierta esperanza de ganar su ayuda y confianza.
Así fue, los héroes decidieron que el objetivo principal sería el Sanguinarium, un lugar dónde se llevaba a cabo un macabro ritual con los esclavos. Gracias a su dilatada experiencia, los héroes pudieron infiltrarse en el templo por la puerta trasera y coger desprevenidos a una veintena de ogros y a su líder que, lejos de suponer una gran oposición, cayó a manos de la poderosa fuerza que demostraron los héroes.
Pero ahí no acababa todo, accedieron al sancta sanctorum de tal impío templo y se encontraron con una oposición aún mucho mayor y mejor preparada.
El sancta sanctorum resultó una sala enorme con multitud de puertas en sus bordes y una habitación ocupando la parte central. Debido al ruido del anterior combate, los enemigos estaban sobre aviso y recibieron a los héroes con una violenta carga. Eran ogros, zombis y sombras, y mientras los dos primeros resultaban una amenaza asequible para el grupo, las sombras comenzaron a resultar peligrosas mermando la fuerza de los combatientes. Briony no daba abasto restableciendo la salud de sus compañeros, el muro de fuego de Emma no resultó demasiado efectivo y el ataque impetuoso de Galdar acabó con varios enemigos pero también expuso su vida. Nuevos enemigos avanzaban posiciones y reemplazaban a los caídos, surgidos de las partes pobremente iluminadas de aquella gran estancia, dando la sensación al equipo de estar más acorralados que al principio del combate: Brisanocturna y Ronco disparaban a toda cadencia sus armas, y aún así se veían obligados a retroceder tras derribar enemigos. La situación de combate dio un vuelco definitivo cuando trazos de ectoplasmas que se convirtieron en espectros atravesaron las paredes de la esquina superior izquierda del lugar, anunciando la aparición segundos después por la puerta más cercana de un ogro vampírico llamado Honnerstig, preguntando con vehemencia la causa del alboroto. No tenían tiempo los héroes de contestarle entretenidos como estaban en luchar por su vida, pero su inquietante presencia se fue haciendo poco a poco más grande hasta que comenzó a ser insoportable y Thordo se lanzó a por él, mas para horror de sus compañeros cayó antes de poder dañar al engendro. Superados, Ronco quiso contestar ahora sí a la continua pregunta del ogro diciendo que buscaban la calavera del dragón verde, y este se jactó respondiendo que no la encontrarían allí pues Gilthanas se la llevó semanas antes pero a cambio aquí podrían encontrar la muerte. Hubo un momento de vacilación, pero finalmente el grupo decidió huir mientras aún tenía oportunidad y no enfrentarse a una batalla en la que poco podían ganar. Corrieron por la sala en la que yacía Rombassa mientras sonaba la alarma en el templo y lograron salir al exterior y mezclarse con la gente antes de ser detenidos por los esclavistas. Cuando tuvieron la oportunidad, utilizaron un pergamino de resurrección verdadera para devolver la vida al héroe Thordo y volvieron a Bastión no sin antes prometer a Briony y Emma su vuelta.
Descansaron un par de días, donde se recuperaron del daño causado por las sombras y los espectros, y volvieron a equipar a Thordo, que había perdido todo su equipo cuando cayó su cuerpo original. Eso resultaba un problema, pues él llevaba la Dragonlance en ese momento, y no podían abandonarla tan cerca del final de su viaje. Volvieron a Daltigoth y la kender y la humana les informaron que habían corrido rumores de su incursión y, por lo tanto, sus cabezas tenían precio: a partir de ese momento, tendrían que trabajar desde las sombras, en terreno en el que sus aliadas se movían bastante bien. Planearon recuperar el equipo de Thordo con una infiltración en el sancta sanctorum: para ello Ronco se bebió una poción de invisibilidad y entró en solitario, siendo vigilado por Briony mediante un conjuro de Escudriñar, de modo que si estaba en peligro el resto del grupo, apostado a las afueras del templo entraría a crear una distracción para que pudiera escapar. El enano vio como la seguridad había sido reforzada tras el incidente que habían causado hace dos días, pero aún así pudo llegar a la amplia sala de la que tuvieron que huir, y se movió sigilosamente hasta la habitación central esquivando las numerosas patrullas de enemigos, donde utilizó su destreza con las cerraduras para entrar. Allí encontró envases alquímicos y polvo, lo que para Briony significó un laboratorio de creación de la allomanya, pero Ronco no podía estar del todo seguro y tampoco podía arriesgarse a hacer ruido destruyéndolo, así que decidió salir en silencio en dirección a la habitación de la que había salido el ogro vampírico. Nuevamente forzó la puerta, y visualizó un ataúd en el aire tapado por barras de acero encajadas en las paredes, 6 espectros y, también, el equipo dejado por Thordo. Aprovechando su invisibilidad, comenzó a meter el equipo de bárbaro en su bolsa de contención con intención de llevárselo; puede que los espectros no le vieran, pero notaban la desaparición del equipo y empezaron a gruñir, lo que hizo que el ataúd bajara y al tocar el suelo su tapa comenzara a abrirse. Rosco terminó de llenar la bolsa de contención y salió rápidamente del lugar, comunicándole al resto del grupo el éxito de la misión, cosa que ya sabían gracias al conjuro de Briony.
Aunque la calavera del dragón aparentemente ya no estaba en la ciudad, el grupo no quiso abandonar la causa de la Legión de Acero con la ciudad, y se marcó como objetivo investigar los rumores de alzamiento de esclavos que habían escuchado de sus aliadas. Fueron a la zona de convivencia de esclavos y con prudencia hablaron con varios elfos, logrando como respuesta que ellos estaban preparados para una rebelión, siempre que la posibilidad de éxito fuera más grande que la que tenían actualmente. Para ello, dijo Briony, hacía falta derribar los 5 objetivos que ellas habían marcado como claves para acabar con la tiranía en Daltigoth. El siguiente objetivo de los héroes podría ser la hermandad de asesinos, o el molino donde se obtenían las materias primas de la droga...
Resúmen escrito por Rubén.
Viniendo del revés que había supuesto su retirada del sancta sanctorum, una hermandad de asesinos parecía un reto demasiado peligroso para asegurar la liberación de la ciudad: los héroes se decidieron por el molino, esperando que los viles rajacuellos despejaran su edificio conforme el gobierno fuera cayendo en el caos y se necesitaran más sus servicios. Un breve vistazo al lugar no revelo una vigilancia especial, así que avanzaron sin mucha precaución hasta una de las puertas del molino, que encontraron cerrada. Mientras Ronco intentaba forzarla, un guardia alertó su extraño comportamiento y apunto estuvo de descubrir sus intenciones. Fueron echados del lugar y tuvieron que volver más tarde, precavidos de que si bien la seguridad no era alta, tampoco era un lugar sin ella. Ronco se dirigió al grupo tras un tiempo de lucha contra el cerrojo para decirles el motivo de su tardanza: aquella cerradura tenía un refuerzo mágico contra el que no podía luchar. Emma se adelantó y conjuró un hechizo para contrarrestarlo, con lo que finalmente abrieron la puerta y entraron.
Dieron a una sala en gran parte vacía y con varias puertas, pero antes de que pudieran inspeccionar cual de ellas les resultaba más adecuada abrir, sintieron algo moviéndose en la sala: no había ningún sitio por el que el aire entrara, así que sospecharon inmediatamente de algún monstruo o medida de defensa, y Galdar reveló al levantar el filo de la luz acechadores sombríos que veían disipada su invisibilidad con el resplandor sagrado del arma. Comenzó un combate que se resolvió rápido pero que resultó complicado para el equipo, temeroso de llamar la atención tanto a los moradores del molino como a los patrulleros del exterior, aunque afortunadamente no acudió nadie. La primera puerta que abrieron dio a una habitación congelada que al parecer servía para mover material líquido por conductos, y donde esperaban 9 elementales de aire, uno de ellos grande; por fortuna, la heroica actuación de Galdar eliminó la amenaza antes de que sufrieran un daño excesivo. Poco más podía hacerse en la habitación, y además el frío no les invitaba a continuar en ella.
Marcharon a la siguiente puerta, contigua a la anterior, donde sorprendentemente encontraron un panorama totalmente dispar: una fragua a altas temperaturas, con un horno en la parte central que exhalaba calor, y 9 elementales de fuego, uno de ellos grande. Esta vez la disposición del suelo jugó una mala pasada a los héroes, que tenían reducido el espacio de batalla y no supieron adaptarse en los primeros momentos al escenario, lo que acabó resultando fatal: Brisaestelar fue separado y arrinconado por el elemental grande, y consumido por sus llamas mientras Thordo, Galdar y el glotón de Tyki despachaban a los otros elementales, acudiendo en su ayuda demasiado tarde. Briony, que ni siquiera había podido entrar en la sala, utilizó rápidamente el último pergamino de resurrección verdadera que tenían, para evitar que el grupo siguiera contemplando impotente el cadáver carbonizado del semielfo. Al menos su equipo no había sufrido la misma suerte que su cuerpo, y su nuevo ser pudo equiparse con él para seguir adelante.
Resumen escrito por Rubén.
Brisanocturna apenas tuvo tiempo para digerir su muerte y posterior resurrección: al otro lado de la puerta no abierta de la estancia dónde acaban de derrotar a los elementales de fuego comenzaba a propagarse un murmullo de pasos en aumento, lo que bien podría significar que habían sido detectados y debían acabar el trabajo en el menor tiempo posible. Sin embargo la cerradura fue un verdadero problema: Rosco se atascó al intentar desactivarla con rapidez y Emma gastó un hechizo pensando que la tardanza del enano se debía a un sellado mágico como el que tenía la puerta exterior del molino. Pasó más de un minuto y varios intentos de tirar la puerta por la fuerza de los bárbaros antes de que Rosco volviera a manejar la situación y esta vez sí, lograra abrir el cerrojo.
Para entonces un nutrido grupo de enemigos les esperaba: una decena de elementales de tierra comandados por un gran elemental, dos masas amorfas conocidas como xorns y un enano y su guardaespaldas, una especie de engendro elemental de tierra. Galdar arremetió al instante contra esta última criatura, alrededor de la cual se reunían la mayoría de enemigos, pero para su desgracia resbaló cuando levantó su arma y cayó al suelo frente a ellos, sufriendo continuos golpes de sus enemigos que le impedían volverse a poner en pie. El enano conjuró una nube de calor en la habitación de la fragua, obligando al resto de héroes a una salida precipitada del lugar: Rosco bebió una poción de invisibilidad y se dirigió hacia el conjurador, a pesar de recibir un terrible bocado de parte de uno de los xorns, pues sus sentidos captaban la vibración que sus pasos emitían en la tierra. Golpeó al enano mientras conjuraba otro hechizo, que perdió, y se quedó luchando contra tres elementales en la zona más lejana de la habitación de la que habían salido; Thordo se abalanzó sobre los xorns, y pudo triturar su pétrea carne en venganza por la caída de Brisaestelar que, intentando disparar también al conjurador, había arriesgado demasiado al pasar junto a esas temibles criaturas, acabando devorado por una de ellas y desincronizándose del cráneo que poseía al instante; Emma lanzó varias bolas de fuego que dañaron sobre todo a los elementales, y Briony, escapando histéricamente de la nube, se alejó demasiado de Galdar, y no llegó después a tiempo para sanarlo. El minotauro, en el suelo desde el principio del combate, acabó con todos los enemigos que le rodeaban salvo con el guardaespaldas, y finalmente entregó su vida habiendo resistido incontables heridas que habrían matado al instante a otro guerrero.
Para empeorar la situación, el enano invocó al Dictador Tdarnk. El misterioso líder de la ciudad resultó ser un gigantesco humanoide de tierras incivilizadas, que tras preguntar quién había perturbado su descanso, arremetió letalmente contra Rosco. Aquello fue el golpe de gracia: Thordo recogió el cráneo de dragón repelido del cuerpo de Brisanocturna y emprendió la retirada junto con Briony y Emma, confiando en que Theo fuera demasiado grande como para poder salir del edificio y los otros dos enemigos, el enano y su guardaespaldas, estuvieran excesivamente heridos para seguirles, como así resultó.
Tres valientes héroes habían caído en su fracasado intento de tomar el molino: Brisanocturna, Galdar y Rosco. Con el ánimo bajo mínimos, Thordo volvió a Bastión.
Resumen escrito por Rubén y corregido por mí.
Ya de vuelta en Bastión, Thordo se dirigió hacia Mólgor, relatándole sus desventuras. La misión de detener a Escarcha se encontraba en su momento más crítico, así que el enano decidió volver a la acción, no pudiendo continuar su retiro viendo qué quedaba del equipo en el que había participado. Atravesaron el portal hacia Daltigoth y allí se reunieron con Briony y Emma, que habían encontrado otro miembro más para la resistencia: un minotauro algo duro de mollera llamado Kyros, que decía buscar a los héroes que intentaban liberar a los esclavizados de la ciudad para ayudarles. Pero antes de volver a intentar un golpe, necesitan alguien más: las últimas experiencias dolorosas de Thordo y las agentes les habían demostrado que un grupo demasiado pequeño estaba condenado al fracaso. Tras unos días de búsqueda, tuvieron mucha suerte hallando dos aventureros versados en la magia: el elfo silvanesti Magus, que estaba buscando las torres de magia perdidas, y su compañero de viaje el clérigo de Mishakal Rudiger Ironlight. Si bien ellos no tenían tanta determinación para unirse a la causa, Magus estaba muy interesado en liberar a los elfos esclavizados y Rudiger creyó necesario traer algo de fe a la ciudad. Una vez equipados, Thordo y Briony decidieron intentar golpear uno de los objetivos que todavía no habían atacado: los muelles. Con capuchas para tapar sus rostros en los miembros reconocibles del equipo, cruzaron sin muchos problemas la puerta del Dragón.
Los muelles era un asentamiento de una docena de edificaciones no demasiado grandes para tratarse de almacenes. Los trineos entraban y salían de los carriles edificados sobre el hielo con mercancía diversa, entre ellos allomanya, todo ello controlado por thanois, hombres-morsa, tanto en labores de vigilancia y dirección como en distribución y logística. Esta vez el grupo no quiso ir a la batalla sin más información y Magus uso uno de sus conjuros, invisibilidad, para buscar por el complejo algún edificio que estuviera más protegido que los demás. Y lo encontró: en la parte central, ocho thanois rodeaban un inmueble más pequeño que sus vecinas construcciones, y al asomarse vio por la ventana un humano en una oficina. Volvió con esa información al grupo y la descripción de aquel hombre podía encajar con la que Lyim hizo de uno de los líderes de la ciudad. Comenzó entonces una larga discusión sobre como afrontar la incursión: se plantearon ataques directos, distracciones y magias varias, hasta que después de un buen rato optaron porque Magus hiciera invisible a Thordo y Rudiger silenciara la zona, pudiendo el bárbaro entrar a matarlo. Pero no contaban con que la puerta de entrada estaba cerrada: Magus utilizó un conjuro de apertura, llamando la atención de los guardias, y tuvieron que improvisar invocando leones celestiales para intentar despistarlos, que no duraron mucho ante los duros thanois. Entre Magus, Rudiger y Emma bombardearon la entrada con magia de fuego que acabó con 7 de los 8 thanois, y de la puerta emergió una criatura humanoide de apariencia infernal que guturalmente inquiría a los atacantes sus motivos, pero no recibió más respuesta que la de un estrujón de Kyros convertido en oso pardo. El demonio seguía rumiando palabras que afectaron a la voluntad de Kyros, incapaz de seguir haciendo daño a alguien rendido por muy malvado que fuera, pero fue Mólgor con su acercamiento, tras eliminar al último thanoi, quién resolvió el asuntó: dialogó con el ser, que dijo ser Qalboa, alguien atrapado por una ligadura mágica a la defensa del hombre al mando allí, el capitán Symacca Argyros. El enano prometió liberarlo de su atadura si no se mostraba hostil mientras tanto, y Qalboa aceptó, finalizando Kyros su agarre.
Mientras tanto, Thordo había entrado en el edificio para descubrir que una nueva puerta cerrada obstruía su camino. Esta vez no podía contar con apoyo mágico, así que la perforó con la Dragonlance hasta que cedió y pudo entrar. Un hombre le miraba sin saber muy bien que estaba ocurriendo, intentado hablar pero sin poder lograrlo por obra del hechizo de Rudiger. Thordo le embistió una vez, y esa única vez le sirvió para comprender que podía matar a voluntad a aquel hombre, que yacía suplicante en el suelo. Decidió sacarlo fuera para escuchar sus palabras antes de precipitarse. Allí todo el grupo se reunió para escucharlo, y a pesar de que al principio intentó mantenerse firme, unas palabras de Rudiger bastaron para que se derrumbara y confesara sus crímenes: él no era un partidario de los gobernantes de la ciudad, pero vio posibilidades de ganar dinero aceptando el puesto que se le ofrecía dando salida de allomanya al resto del mundo. Sabía que estaba mal, pero no le importaba; aunque también prefería vivir de forma más dura que morir rico, así que prometió darles toda la información que tenía si le dejaban volver a su tierra en paz. Los héroes aceptaron: la mayoría de cosas que les dijo el capitán Symacca ya las sabían, pero les resultó muy interesante conocer que el gobernador de la ciudad perdería poder físico si seguían liberando los puntos claves de la fabricación de la allomanya y el control de la ciudad. Symacca se fue rumbo al sur, y en su despacho encontraron un libro necesario para la liberación de Qalboa: ahora necesitaban un clérigo que pudiera interpretarlo.
Aquella victoria era un golpe de confianza, aunque tampoco una gran hazaña: podían sustituir a Symacca y todo volvería a ser igual. Los héroes recogieron allomanya por si era necesario realizar algunos sobornos en la ciudad (para entrar, por ejemplo) y Emma cogió un poco para uso personal, ante la desaprobación de Briony. Se propusieron volver a atacar rápidamente, antes de que el enemigo pudiera reaccionar: descansaron por la noche y a la mañana siguiente, después de dejar a Qalboa en Bastión, volvieron al molino, donde a pesar de que algunas de sus defensas habían sido renovadas, la incursión resultó mucho más sencilla. Al llegar a la sala principal, solo quedaban Novgozan y su sirviente. La inesperada irrupción del grupo tras el último ataque la semana anterior le pilló por sorpresa y apenas pudo reaccionar, pidiendo ayuda a su sirviente que no llegó, pues cayó ante los lanzazos de Thordo. Pero era demasiado pronto para cantar victoria: aquel gran elemental a su mando siguió luchando, y su entereza puso en dificultades al grupo. Tal vez no en peligro de muerte como en recientes combates, pero consumió gran parte de esfuerzo y energía mágica hasta que, finalmente, cayó derretido en barro. Finalmente, destruyeron la maquinaria que procesaba la allomanya a golpes y conjuros. Inesperadamente, habían logrado liberar dos enclaves en muy poco tiempo, asestando un duro golpe a los gobernantes de la ciudad.
Después de despojar de sus posesiones de valor al cuerpo del enano, abandonaron un molino destrozado antes de que acudiera la guardia para buscar refugio y descansar. Tampoco disponían de demasiado tiempo para preparar su siguiente golpe: si bien reparar el molino no les sería fácil, en el muelle solo necesitaban encontrar una persona adecuada, capaz de llevar a cabo las funciones del anterior capitán, para retomar la actividad.
Con la mala experiencia de su asalto al Sanguinario en la mente de Thordo, Briony y Emma y el respeto que le tenían a una escuela de magia, optaron por ir a por la cofradía de asesinos, a priori el objetivo más fácil que les quedaba. Llegaron sin problemas hasta el recinto, pues salvo Thordo y las infiltradas no había una descripción clara del grupo que estaba causando estragos en la ciudad. La gran empalizada no tenía vigilantes y a la vista se hallaban tres puertas que daban a su interior, pero cuando Mólgor fue a abrir una de ellas de algún modo fue incapaz de llegar hasta la manivela. El extraño movimiento no pasó desapercibido para Magus, que enseguida entendió la situación: un conjuro había creado un campo de fuerza invisible que rodeaba toda la empalizada. Rudiger imploró a Mishakal que deshiciera el conjuro, y lo consiguió sin mayor dificultad: esta vez Mólgor pudo abrir la puerta y los héroes dieron a un recinto dominado por una pirámide con tres grandes brazos en cada una de sus caras, posiblemente pasillos interiores para llegar a habitaciones separadas desde la base de la pirámide. El grupo discutió brevemente cómo proceder, pero no tenían más opciones que asaltar directamente el lugar: Magus abrió la puerta con un hechizo, ya que en principio estaba cerrada, y entraron en la pirámide donde encontraron a una tiflin entrenando a un grupo de asesinos, todos ellos marcados con el mismo tatuaje en el cuello. No hubo intento de diálogo: la tiflin ordenó atacar a sus alumnos pero Mólgor ya se había lanzado hacía adelante para entonces, hiriendo a uno de ellos, siendo posteriormente rodeado por aquellos pícaros especializados en alcanzar los puntos más débiles de sus enemigos. Magus cambió rápidamente el rumbo del combate, conjurando un cambio de gravedad en la parte de la estancia en la que él y sus compañeros no se encontraban, haciendo que la mayoría de enemigos cayeran al techo, aunque en vez de hacerlo de forma estruendosa como normalmente provocaba el hechizo, se posaran delicadamente en él, sin sufrir daños corporales. Emma invocó un muro de fuego para intentar retener unos cuantos enemigos en la pared más alejada de la pirámide, y fuera por ello o por el cariz que estaba tomando el combate, lo cierto es que varios de los asesinos retrocedieron y la tiflin desapareció sin dejar rastro. Rudiger intentó dañar a los enemigos con una tormenta de fuego, pero aún en el techo seguían siendo muy ágiles y ninguno de ellos fue golpeado por las llamas, así que renunció a seguir atacando para concentrarse en atender las heridas del antaño rodeado Mólgor, que había sufrido para despejar sus alrededores de enemigos. Los que pasaron el muro de fuego o estaban en la otra parte desde antes del hechizo de Emma se dieron de bruces con Thordo, potenciado con hechizos de Briony, o con Kyros furioso en forma de oso. Con los enemigos junto a ellos muertos, Emma deshizo el muro de fuego y Magus la inversión de la gravedad, además de anunciar que la tiflin no estaba invisible, porque no podía detectarla con un hechizo para ver lo oculto. A los bárbaros, al guerrero y al clérigo del grupo esa información no les llegó, porque una vez deshechas las defensas habían cargado contra los enemigos que habían retrocedido, encargándose de ellos.
Una puerta daba a cada uno de los brazos de la pirámide, una escalera de caracol subía a un piso superior y finalmente había otra puerta en una de las puntas que no habían apreciado en un principio desde el exterior. No podían dejar que la tiflin diera la alarma, así que escogieron entrar por la puerta más cercana que tenían, el brazo de la pirámide que parecían estar defendiendo los últimos asesinos cuando reculaban. Nada más abrir la puerta, se encontraron en otra estancia con una decena de asesinos, y comenzó un nuevo combate: Magus conjuro una tormenta de hielo, dejando el lugar casi impracticable para la batalla y a los enemigos heridos. El oso en el que se había convertido Kyros resbaló en el nuevo terreno y fue atravesado por las espadas de sus rivales algunas veces antes de que el resto de luchadores terminaran con la batalla. No tenían ninguna certeza de que la tiflin hubiera escogido aquel camino, pero ya no podían echarse atrás.
Resumen escrito por Rubén y corregido por mí.
Rudiger se apresuró a realizar algunas curaciones mágicas de emergencia, primero sobre todo el grupo y después sobre Kyros y Thordo en particular, para que los héroes pudieran aguantar la fatiga que empezaban a acumular durante el resto de la exploración de la pirámide. El brazo al que habían accedido no contenía nada de interés, para incredulidad y sorpresa de los aventureros. Pero todavía menos inesperado les resultó el encuentro que tuvieron al volver a la base de la pirámide: 20 asesinos y los hermanos tiflin habían decidido cortar de raíz aquella invasión a su territorio y estaban dispuestos a acabar allí mismo con la rebelión contra el Gobernador.
Thordo fue el primero en moverse, cargando contra dos enemigos, derribando a uno de ellos, y los asesinos reaccionaron como en el anterior combate, rodeando al enano e intentando buscar sus puntos vitales. Thordo pudo deshacerse de varios antes de resbalar y caer al suelo; Magus empezó a lanzar conjuros apresuradamente, logrando ser más efectivo con los últimos que con los primeros. Su intento de expulsar del plano a los tiflin no resultó exitoso. Mólgor (a quién Briony había acelerado mágicamente) y Kyros, viendo la caída de su compañero combatiente, se adelantaron buscando su liberación, pero no iba a resultar nada fácil, y Rudiger, con la maza en las manos, cerraba ese equipo provisional de 3 arremetiendo contra los asesinos que se encontraba camino a auxiliar a Thordo. Los asesinos que no estaban en combate desaparecieron, usando el conjuro de invisibilidad, y Emma levantó un muro de fuego para intentar mantenerlos alegados del combate, por desgracia la mayoría ya había traspasado esa posición y la propia Emma fue atacada por uno de estos enemigos, siendo gravemente herida y teniendo que huir del combate. Magus conjuró ver lo invisible, para poder detectar a los enemigos y pensar en como detenerlos, mientras varios de ellos aparecieron atacando al grupo de los guerreros y Rudiger, algunos de ellos cayendo al suelo embriagados de confianza por su dominio del juego de pies. Entonces Rudiger convocó una protección sagrada que cegó a varios de los asesinos que intentaban atacarles, mientras que Magus lanzaba un rayo zigzagueante que electrocutó y dejó al borde de la muerte a varios de los enemigos. La furia de Thordo (ya curado gracias a Rudiger), Kyros en forma de oso y Mólgor acabó con aquella parte del combate, incluso cuando 4 asesinos se atrevieron a cruzar el muro de fuego de Emma. Era momento de hacer frente a la amenaza final: Briony buscó a Emma para que deshiciera el muro de fuego, y al otro lado los tiflin, que durante el combate se habían dedicado a estudiar a sus enemigos, ahora se veían borrosos y se movían con gran rapidez. Su primer movimiento fue convocar una nube mágica en la zona central de la pirámide, pero por suerte para los héroes nadie pareció verse afectado en un primer momento; Thordo de nuevo avanzó imprudentemente a través de la nube para rematar con la Dragonlance a uno de los tiflin, al que Magus habías debilitado considerablemente con un conjuro de desintegrar. Kyros no tuvo piedad en abrazar y constreñir a la tiflin, aunque debido a eso escapó del hechizo de disipar magia que Emma había lanzado sobre los hermanos, y Rudiger tuvo que sacar a Mólgor de la nube dado que el enano se había caído atacando a su último enemigo. Los tiflin restantes no tenían oportunidad: uno de ellos no tenía efectos mágicos y se enfrentaba a Thordo cuerpo a cuerpo, el otro conservaba la magia pero estaba atrapado por el oso en el que se había convertido Kyros. La batalló finalizó tan estrepitosamente como había comenzado.
Un aullido de angustia originado en la propia estancia hizo vibrar las paredes de la pirámide.
Resumen escrito por Rubén y corregido por mí.
El conjuro de Magus había fallado, y ahora eran el foco de atención de toda la calle. No tenían tiempo de pensar otra estrategia: echaron a correr hacia la puerta más cercana de la ciudad, oyendo a sus espaldas gritos de alerta. La guardia de la salida más próxima ya estaba preparada para detenerlos cuando llegaron: una escuadra de 8 ogros comandada por un capitán se apostaban sobre el puente que daba al exterior. Los aventureros, de diferentes tamaños y velocidades, habían llegado allí con diferentes grados de cansancio y dispersos, y no tuvieron modo de encarar conjuntamente el desafío, así que mientras Mólgor y Thordo se lanzaron a luchar, Kyros y Emma siguieron corriendo, evitando ser capturados. Rudiger lanzó un espectacular hechizo que acabó con todos los ogros rasos y el capitán, viéndose atrapado, convocó a unas crías de dragones blancos. Briony, que también intentaba huir a toda velocidad, fue alcanzada por el aliento de una de aquellas criaturas, consumiéndola pues no había descansado desde la batalla contra los hermanos asesinos. Viendo su destino, Magus cogió a Ironlight y lo teleportó con él a un lugar seguro, mientras Mólgor y Thordo, tras ofrecer algo de resistencia y eliminar algún enemigo, también decidieron huir. Emma empezó a gritar desesperada cuando no vio a Briony llegar a Bastión, y la situación pudo volverse muy tensa si no hubieran decidido utilizar uno de sus preciados pergaminos de resurrección verdadera en la kender, a quién Emma abrazó nada más volver del más allá desnuda.
Quedaban dos grandes objetivos que acometer en la ciudad: el torreón de magia y el sanguinario. A pesar de la pésima experiencia anterior en el sanguinario, los héroes no querían tener que vérselas con un grupo de magos, así que el siguiente objetivo sería un viejo conocido de Thordo: el ogro vampírico. Para llegar hasta el lugar sin problemas ahora que toda la ciudad tenía la descripción de los que estaban causando aquel alboroto, Magus invocó unos pequeños ojos que volaron siguiendo el camino que el enano bárbaro le había descrito, hasta que pudo ver la habitación del ogro y una vez preparados al máximo gracias a la potenciación por conjuros, se teleportaron al lugar.
Las cuatro sombras protectoras del ataúd estaban allí, y se lanzaron a por el grupo nada más aparecer en la habitación. Tanto Kyros como Ironlight sufrieron el frío contacto espectral que tanto daño había causado a sus predecesores, aunque en esta ocasión ellos pudieron resistir con la ayuda de Briony mientras los demás acababan con ellas. La tumba se abrió, y la mirada del vampiro se dirigió hacia Magus, que resistió el envite de aquel clérigo del mal. Era difícil luchar contra él debido a que sobrevolaba el ataúd, pero cuando parecía que su estrategia había fracasado, Ironlight, imbuido por la energía de luz de su deidad, exorcizó a la criatura con un salmo sagrado. El grupo dio un enorme suspiro, pero entonces...
Resumen escrito por Rubén. Continuación en escena de CU.
Emma tenía como misión arengar a los elfos esclavizados para que cumplieran su promesa de rebelión, ahora que la mayoría de puestos del dictador habían caído. Corrió hasta el lugar, pero pasase lo que pasase allí no llegaría a tiempo para ver finalizar el combate.
En éste, Briony decidió arriesgarse para intentar curar el miedo de Kyros, pero el minotauro oso no reaccionó a su conjuro y huyó a una esquina de la habitación, temblando el resto del encuentro. Aquello supuso el fin de la kender, que fue destrozada por un golpe del dictador. Rudiger, que había colaborado en la acción para intentar dejar vía libre al sprint de Briony, también fue abatido por un dragón blanco, dejando las posibilidades del grupo de salir victoriosos del encuentro muy mermadas. Thordo y Magus se concentraron en ir eliminando dragones blancos del campo de batalla, y también acabaron con el teniente mago del dictador, que además se cayó en una maniobra ridícula, perdiendo el arma. Cuando Mólgor terminó con el último de los dragones parecía haber alguna esperanza, pero fue entonces cuando el dictador demostró su poder cuerpo a cuerpo: ninguno de los enanos podía dañarle, y Magus estaba casi sin conjuros.
Mólgor fue el primero en caer, y Thordo intentó huir para salvar la Dragonlance. Era inútil: aquel monstruo se teleportó a su lado y acabó con él, de la misma forma que lo hizo con Kyros, acorralado y temblando en una esquina. Sin embargo Magus resistió uno de sus golpes a pesar de que le pillo desprevenido (ya que iba invisible en aquel momento) y se teleportó con el filo de la luz.
La masacre había terminado con la mayoría de los héroes, perdiendo las dos calaveras que habían conseguido y la Dragonlance; ¿era el fin de la misión y por tanto de Krynn tal y como se la conocía hasta ahora?
Resumen escrito por Rubén.