¡LOCOS! ¡ HAN ARRUINADO LA ÚNICA POSIBILIDAD DE ENCONTRAR VESTIGIOS DE UNA CIVILIZACIÓN EXTINGUIDA! ¡ LAS INSCRIPCIONES! ¡ TESOROS DEL CONOCIMIENTO HUMANO! ¡ NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- sin entender del todo lo que ha ocurrido, sabiendo sólo que habíais volado el templo.
- ¿ PERO ES QUE NO HA VISTO QUE ESA... LO QUE FUESE NOS IBA A MATAR A TODOS? ¡NOS PERSEGUIRÍA Y NOS MATARÍA ! ¡ NO HABÍA OTRO REMEDIO VIEJO CHIFLADO! - está totalmente fuera de sí.
Se sienta acurrucándose sobre la nieve y hunde la cabeza entre las rodillas, comienza a llorar como un colegial y ni siquiera se atreve a levantar la cabeza, se había comportado como un cobarde y ahora sus compañeros estaban muertos. No volvería a ser el mismo.
Collins se apoyó sobre sus rodillas, jadeando. No se iba a poner a discutir ahora, prefería recobrar el aliento. Nadie les aseguraba estar a salvo y no tener que volver a correr.
Caigo de rodillas exhausto. Miro el panorama de atrás. Cierro el puño y golpeo el suelo de pura rabia, arrancándome la piel. Me caen algunas lágrimas. Poncelet.
-Vendas, necesito vendas -digo mientras me resbala la sangre caliente por el hombro.
Apenas sin resuello voy buscando vendas y el botiquín entre los macutos. Hago caso omiso de las palabras del profesor y a su término afirmo:
- Ha muerto un valiente, Poncelet se ha sacrificado para que todos vivamos. No discutiremos ahora, hay un herido que atender. ¿Quién sabe algo de primeros auxilios?
Lo haría yo mismo pero me temo que no es mi fuerte.
-Amigo, yo mismo lo haré, échame una mano.
Cojo tembloroso las vendas y lo necesario, y con la ayuda de Heisenberg empiezo la laboriosa tarea de recomponerme.
Motivo: Primeros Auxilios
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 27 (Exito)
Motivo: Recuperación de PV
Tirada: 1d3
Resultado: 1
¿Con el reglamento original se recuperaba 1d3 también, no?
Ethelrod ni siquiera contestó, estaba sin duda impactado por la visión de la criatura y la pérdida del templo. Miraba al templo con una mezcla de tristeza y miedo, mientras que Bhule simplemente miraba al cielo pensativo, en cuanto a Luvois, seguía llorando.
Correcto.
Collins se irguió, algo recuperado después de la carrera. Tras esperar unos minutos, dijo:
-¿Qué hacemos ahora?
-Creo que lo que viene ahora es cosa suya, Collins. Fotografiar todo esto para tener testimonio de la civilización perdida y volver a casa. Yo no estoy en condiciones ni con ánimos de perseguir a los pigmeos, y ya he visto bastantes monstruos por hoy.
A todo esto, encontré un refugio natural cuando fuimos atacados por el monstruo cornudo. Podríamos parar para descansar y regresar a Godthab. Mi cabeza y cuerpo no dan para más.
¿Tomó fotografías antes de que se fuera al carajo?
-No, no he tenido tiempo de tomar fotos antes de que... éso... apareciese. Además, la zona no parece muy segura, deberíamos irnos de aquí. Podría tomar rápidamente alguna foto de lo que queda del templo antes de irnos, éso sí.
- Cuanto antes nos vayamos de aquí mejor, John está muy malherido, necesita ver a un médico. Esta misión sólo nos ha traído mala suerte y desgracias. No quiero volver a ver estas tierras.
- Tome fotos y vayámonos cuanto antes - dice resignado, parece que le doliera ver el templo en las condiciones actuales o que no soportaría ver cómo se hunde.
De vuelta al mundo de los cuerdos
- Al menos el camino de vuelta es descendente. Ahorraremos entre dos y tres días creo. Puede que incluso más que vamos a buen paso... somos menos y vamos más descargados. Esto señores... se ha acabado, para mal me temo. No hemos descubierto qué secretos agradables guardaba el templo. Aunque déjenme decirles que ha sido un honor compartir esta expedición con ustedes y con lo poco que hemos descubierto, haremos historia igualmente, no les quepa duda. Así que anímese Señor Ethelrod.
Collins desplegó rápidamente el tripode, y tomó unas cuantas fotos de lo que quedaba del templo, reflejando como se hundía poco a poco.
-Creo que con ésto debería valer. Vámonos.
Enciendo mi último cigarrillo y me encamino junto a mis compañeros de vuelta a casa.
-Señores, yo no sé qué les parece, pero en volver a Boston deberíamos corrernos la juerga de nuestra vida. La gran victoria es que seguimos vivos. Como se suele decir, Dios nos libre de vivir tiempos interesantes.
Y me encamino a través de la nieve, más cadáver que persona y ayudado por Heisenberg, el mejor amigo que he tenido nunca.