Partida Rol por web

El telar del destino (Parte 1)

2. Hija del Tiempo

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26/10/2017, 16:58
Destino

Dios santo. ¿Pero qué es esa cosa? El cerebro de Max trabajaba a toda velocidad buscando la manera de detener al reverendo. Su cerebro racional pugnaba por encontrar una explicación al hecho de que aquella criatura no fuera un humano que había conocido minutos antes, sino una especie de araña grotesca, deforme y antinatural.

Pero la realidad no era como él había creído hasta hacía poco tiempo. Bien se lo habían enseñado. Había abierto sus ojos a un mundo nuevo, por llamarlo de alguna manera. Y gracias a eso al menos estaba siendo capaz de reaccionar.

El mendigo parecía haber hecho un ritual extraño, y ligeramente asqueroso para el gusto de Max, que ahogó una arcada. Mientras tanto, uno de los otros dos despertados parecía interponerse entre el reverendo-araña y Norna, y el otro despertado parecía quedarse inmóvil, aferrado por lo que fuera que el reverendo había convocado.

¡Venga hombre! - Exclamó enfurecido. - ¿Por qué no se muere? - Preguntó. Obviamente se refería al reverendo, pero la pregunta quedó en el aire mientras el revólver del investigador volvía a apuntar al sacerdote amenazando con disparar un nuevo proyectil, deteniéndose tan solo ante la actuación rápida de Cathbad, quedando a la expectativa, ante la disyuntiva de actuar o no actuar.


Cathbad no se permitió perder ni un solo segundo. Su sortilegio, sumado a los disparos de dos de los otros Despertados, había logrado reducir al abotargado y repugnante ser a un estado de vulnerabilidad. De debilidad. Con la rapidez de un trilero, guardó el cáliz de plata en el bolsillo izquierdo de su gabardina mientras, con la otra mano, extraía del derecho un cuchillo de buen tamaño, asiéndolo con firmeza. Caminando a grandes zancadas, el brujo aprovechó que el sacerdote se arrastraba por el suelo para situarse sobre él, con un pie a cada lado de su detestable cabezota arácnida, mirando en la misma dirección que él. Se agachó velozmente y aferró la cara del monstruo, tirando de su pesada cabeza hacia atrás y colocando el filo del cuchillo bajo la garganta desprotegida, cuidando de evitar los chasqueantes quelíceros de la bestia. Se aseguró de que la cosa sintiera el frío del acero en su coriácea piel.

Quieto —espetó Cathbad entre dientes, con un susurro áspero y gutural—. Ahora mismo vas a detener lo que has puesto en marcha y a decirnos qué es lo que Cob y tú queréis de Norna. Si no, serás mierda en descomposición. —Reforzó su amenaza con un nada amable tirón—. Solo te lo diré una vez.


Ethan, mientras tanto, se había incorporado tan pronto como había terminado de cortar los hilos que habían comenzado a rodear sus piernas como una crisálida. Afortunadamente, la previsión de llevar consigo el cuchillo hechizado había demostrado ser juiciosa, y las hebras de Quintaesencia se cortaban con relativa facilidad. Y aún mejor, las arañas parecían sentir el espíritu despertado que habitaba el interior del metal, y lo rehuían, amenazadas.

Pero lo peor estaba por llegar. La criatura que unos segundos antes había sido el reverendo se acercaba hacia ellos, con la expresión de su rostro deformada en una mueca demente, mezcla de hombre y pesadilla arácnida. El mango del cuchillo se tornó de pronto incómodo y pesado en la mano del joven. Jamás había usado un arma contra otra persona… ¿Sería capaz de apuñalar a alguien, incluso a alguien claramente peligroso como el reverendo? ¿Y si tan sólo se trataba de un hombre poseído por un espíritu, atrapado dentro de su propio cuerpo? ¿Podría matar a un inocente? Las dudas golpearon a Ethan, haciendo que su decisión zozobrara como un barco en mitad de una tormenta, y titubeó en lugar de atacar. La maldición del vagabundo llegó amortiguada a sus oídos, y apenas si se percató que el idioma que acababa de utilizar era el mismo que había usado varias veces su maestro.

Y entonces, el hombre de camisa disparó. El estruendo del disparo retumbó en las bóvedas vacías con la fuerza de un trueno, y destruyó los últimos restos de la serena calma con la que había llenado la iglesia. El pecho del reverendo estallaba en una flor de sangre negruzca cuando la bala atravesaba su carne corrupta, y caía al suelo, malherido.

Fue esa violencia directa, primaria, la que arrancó a Ethan de sus pensamientos y lo devolvió al presente. No era el momento de dudar, sino de actuar. Se preparó para ponerse en movimiento, cuando de pronto el cuerpo del reverendo se estremeció y comenzó a arrastrarse hacia ellos, delirando más incoherencias que hicieron palidecer a Norna, llevándola de vuelta a su particular locura acerca de su maldición.

El joven mago maldijo entre dientes, al ver cómo las arañas centraban su atención en el otro despertado presente en la escena, rodeándolo con los relucientes hilos de quintaesencia. Ninguno de los otros era capaz de verlo en ese momento… ni poseían un arma para poder afectar a las arañas y sus redes. Así pues, tenía que ser él. Pero tampoco podía dejar que la joven se descontrolara. Estaba casi seguro de que había sido ella la que había causado, involuntariamente, el caos en el cruce. Y prefería no pensar en qué es lo que podría llegar a suceder si perdía el control de nuevo.

Sin embargo, no podía estar en dos sitios al mismo tiempo, así que debía atacar los problemas uno a uno. Y ella estaba a su lado.

-¡Norna! ¡Despierta! –Girándose hacia la joven, la llamó por su nombre en voz alta. Debía devolverla a la realidad, sacarla de sus oscuros pensamientos del mismo modo que el disparo le había sacado a él de sus dudas. Vigilando los movimientos de los demás, pasó su brazo por su espalda y tiró de ella. –Vamos, tenemos que movernos. Por favor, confía en mí, te llevaré de vuelta a casa sana y salva, pero tienes que venir conmigo.- imploraba a la joven, mientras el sonido de una risa gutural resonaba, gorgoteante, brotando de los pulmones encharcados del Reverendo Williams.


El hombre deformado en aquella suerte de arácnido contrahecho miraba ahora hacia arriba. Hacia el resplandor de las vidrieras que reposaban sobre aquellas puertas que eran una invitación a entrar hacia el Paraíso. Un paraíso, que en aquel instante se teñía de sangre, mientras la locura, ahora aderezada con la sombra del miedo, teñía sus pupilas desenfocadas- Mi Maesstro la eligió. Elloss la eligieron. Ess el destino. SSSU desstino. Debe sser…- el reverendo tosía entonces, escupiendo más de aquella sangre negruzca, burbujeante bajo el efecto del aire que se escapaba con cada golpe de tos, espesa, antes de poder volver a retomar la palabra- ¡DEBE SSERRR LO QUE YO NO FUI! ¡MALDITA SSEA! ¡LO QUE YO NO FUI! ¡LO QUE YO NO FUI!-repetía, una vez tras otra, mientras su boca se abría, cada vez más, de manera antinatural, deformando sus palabras-  …LO… QUE… YO… NO… FUI…-repetía, una última vez, antes de que su garganta comenzase a contraerse de manera visceral, bajo el acero del cuchillo, llenándose su paladar de nuevo de sangre, que pronto comenzaba a desprender un olor azufrado, provocando un sonoro aullido de dolor en las entrañas del Reverendo, que entre espasmos emitía un sonido parecido a un gorgoteo y giraba el rostro hacia el brazo con el que Cathbad sostenía el cuchillo, dispuesto a escupir lo que fuese que corroía sus entrañas, cuando de nuevo, el sonido de un disparo, atravesaba la catedral.

En esta ocasión, el tic en la ceja de Max había sido más visible, si cabe. No eran sólo los nervios. No era simplemente su concentración tratando de invocar la magia, era también la tensión del momento, pues el sacerdote estaba siendo más rápido y resistente de lo que había prejuzgado en un primer instante.

Con la mano izquierda se santiguaba, extraño gesto para un católico diestro, pero no le quedaba más remedio. Al fin y al cabo, si mataba al sacerdote seguramente tendría mucho que explicar después... si la policía le pillaba.

El primer disparo ya tenía que haber sido escuchado desde el exterior. Con el segundo disparo, si no acababan con el problema, más les valía darse prisa en salir por piernas. Estaba convencido de que la policía durmiente no tardaría en aparecer... y todo se iría a la mierda.


Y mientras aquel devenir de acontecimientos inevitables se desgranaba, Steeve actuaba y observaba, tratando de discernir, de predecir los hilos de la probabilidad, de seguir el sentido del ciclo.

Lo que fuese que lo estaba apresando había logrado inmovilizarlo lo suficiente como para entorpecer sus acciones, y  el sacerdote se había transformado en una especie de monstruo araña, algo indescriptible que tomaba algo de sentido ante las palabras de uno de los despiertos: “arañas de la umbra”, y que constituía una aberración que debía ser eliminada sin dudarlo. Lo que el brujo mendigo y el hombre armado habían hecho lograba dejar a la criatura al borde de la muerte, eso le bastaba.

Con frialdad su rostro buscó a Norma y notó como su nuevo mejor amigo la seguía protegiendo, sin despegarse del cuerpo de la joven. Steeve asintió, el curso del destino seguía una línea clara, no era necesaria su intervención en esos asuntos.

Se concentró en sus pies, debía soltarse, a como diera lugar. Se movió con fuerza y convicción, confiando en que lograría lo que se proponía, y así fue, inexplicablemente los brazos invisibles cedieron con aquel crujido, similar al del tuétano de un hueso, y final lo dejaron libre.

Al lograr liberarse, metía su mano izquierda en el bolsillo y sacaba una moneda, que rápidamente se deslizaba entre sus dedos, mientras la aguja del reloj que llevaba en esa muñeca hacía un movimiento lento y claramente perceptible para el Eutánatos a través de sus lentes. En la mano derecha seguía empuñando el arma, esta vez sin apuntar a ningún lado. Comenzaba entonces a mirar el interior de la Catedral como si fuese la primera vez que estaba observándola, pero no eran los detalles de la arquitectura del inmenso salón lo que llamaba su atención, sino los destellos de sombras por venir, la estela de posibles eventos por suceder, y la delgada línea que llevaba a una salida segura en medio de centenares de opciones en las que terminaban pereciendo. 

Finalmente un cordón se impuso sobre el resto, uno resistente y seguro que cobraba existencia al avanzar en una dirección en el momento oportuno. Steeve sonrió, una grieta se abría en la locura que esas criaturas estaban generando, una por la cual saldrían en pocos minutos.


Y sin embargo, aquellos cuatro Despertados se encontraban ante una una locura que aún no había tocado fin, a pesar de volverse algo más definida y resuelta ante los ojos de Steeve.

Una que tomaba forma en la figura deformada del Reverendo, que finalmente se desplomaba, fulminada, sobre el suelo, brotando de su boca una suerte de líquido espeso y humeante, que olía entrañas putrefactas y que se derramaba sobre el mármol del suelo, llegando, emitiendo un sonido similar al del bicarbonato en disolución, y un calor perceptible para todo el que se encontrase cerca. El líquido a penas había salpicado las mangas de la chaqueta de Cathbad, y había dejado un considerable agujero ahí donde había tomado contacto con la tela, desvelando su naturaleza ácida y corrosiva.

Una locura caótica que tomaba forma en los ojos distorsionados de Norna, en el paroxismo que recorría su cuerpo mientras la realidad que había amenazado con desdoblarse finalmente tomaba una forma extraña ante los ojos y ante cada sentido interno de aquellos que eran capaces de percibirla. Una realidad sin tiempo definido, que confería una sensación de profunda desorientación, impidiendo que las ideas, los pensamientos, pudieran hilarse con absoluta claridad, al mismo tiempo que aquel repiqueteo similar al cristar ahora resonaba errático, en círculos mal definidos, cada vez más excéntricos, hasta desaparecer.

- Tiradas (2)

Tirada oculta

Motivo: Areté

Dificultad: 5

Tirada (3 dados): 2, 7, 6

Éxitos: 2

Tirada oculta

Motivo: Areté

Dificultad: 4

Tirada (3 dados): 8, 7, 5

Éxitos: 3

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26/10/2017, 17:06
Araña patrón

Al desplomarse finalmente el Reverendo y al comenzar Norna a convulsionar a tu lado, observas cómo a la vez que tus sentidos parecen entumecerse y tu percepción del tiempo se distorsiona, las arañas patrón comienzan a ejercer una conducta errática, haciendo eses primero, para finalmente corretear en círculos cada vez más alejados, los unos de los otros, hasta finalmente perderse, en los confines de la telaraña penumbrosa que rodeaba la catedral. 

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26/10/2017, 17:09
Destino

Steeve observaba la catedral una vez más, como si fuera la primera vez que la vislumbaba, tratando de discernir, de dirigir sus pasos teniendo en cuenta el devenir del tiempo y de los acontecimientos. 

Pudo escuchar el sonido de unos pasos apresurados, y entrever un grupo de sombras indefinidas entrar por la puerta frontal, emitiendo una ráfaga de fuego. Sabía, a ciencia cierta que quienes fuera que portasen aquellas sombras aún no estaban, pero que sí estarían, y que se encontraban quizá cerca, demasiado cerca, de reunirse con el presente. 

Pudo asimismo, contemplar cómo, en el futuro cercano sus pasos se dirigían hacia la puerta del lateral izquierdo, esperanzados, trazando un rumbo que quedaba marcado ante su vista como aquellas baldosas amarillas que poblaban los sueños de Dorothy en su camino hacia Oz. Y supo, con una probabilidad para nada despreciable, que aquella era la ruta que le confería mayor posibilidad de sobrevivir aquella algarabía de acontecimientos nacidos del Caos. 

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26/10/2017, 17:18
Destino

Notas de juego

Se encuentran bajo los efectos de la Bruma de Delión (Entropía 3, Tiempo 3) El caos se hace con el lugar y los relojes internos y externos se desfasan, de ahí la desconcentración. Todas las tiradas, hasta el final de la escena, están limitadas superiormente por su puntuación de Fuerza de Voluntad temporal.

Y, ding dong, the witch is dead. Por ahora no es necesario hacer un nuevo orden de iniciativas. 

 

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26/10/2017, 17:57
Destino

Notas de juego

Como aclaración: El hecho de que el sentido del tiempo esté distorsionado por el efecto de Bruma de Delión significa que los afectados no son capaces discernir si es hoy, mañana o ayer, si ha pasado un segundo, dos horas o veinte... Y mucho menos saber en qué fecha o año están. 

 

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27/10/2017, 09:35
Max Bennett.

Max se quedó atontado unos segundos. Puede que fueran minutos... o ¿quizá horas? No estaba seguro. Sus ojos se habían posado en la figura de lo que había sido el reverendo.

El investigador se llevó una mano a la boca para contener unas arcadas. Aquella suerte de ¿sangre? O algo parecido que se derramaba de la boca de la criatura olía horrible. Y lo que era peor, el siseo que emitía al contacto con el suelo activaba todas las alarmas de peligro: ¡ácido! ¡Danger! ¡no tocar!

- ¿Qué demonios era esa cosa? - Preguntó cuando logró enderezarse de nuevo. Hizo la cabeza a un lado y tapándose como pudo con el cuello de la camisa inspiró hondo.

Miró hacia la entrada y luego a los otros Despertados que se encontraban ahí. Como si acabaran de escapar del montruo de una pesadilla, parecían todos ligeramente atontados. Todos menos el mendigo, al que Max casi ni se atrevía a mirar directamente a los ojos. El tipo no parecía humano, o al menos no mostraba atisbo de emoción alguna. Sólo una marcada indiferencia.

Había tenido la sangre fría de mirar a los Terminator a los ojos, y ahora, hacía tan sólo unos instantes - ¿seguro que había sido hacía un momento? Ya no podía jurarlo... - había tenido los santos cojones de ponerle un cuchillo en el cuello a la criatura que Max acababa de matar.

Porque estaba muerta, ¿verdad? Con cierta inseguridad, Max volvió a apuntar a los restos del reverendo... se acercó y golpeó ligeramente con el zapato en un lugar del cuerpo donde no brotara el líquido. El cuerpo no se movió ni un milímetro. Fuera lo que fuera ya no respiraba, ni volvería a hacerlo.

- Éste ya no se mueve más... - Comentó. Alzó luego la vista y ladeó levemente la cabeza fijándose en Norna. Miró al joven situado junto a Norna. - La chica... ¿está bien? Hay que salir de aquí. - Dijo aunque era algo obvio.

Quizá el resto no lo pensaran, pero la policía estaba en camino. Si les encontraban allí, sería difícil explicar el cadáver del reverendo. Bueno, o de lo que había sido un reverendo. ¿Quizá podían fingir que se trataba de una película y que eran actores? Nah, no colaría.

Normalmente Max no fumaba, pero en esos momentos daría lo que fuera por un cigarrillo y una buena copa. Inconscientemente palpó la petaca en el interior del bolsillo de su chaqueta... ya no quedaba nada. Estaba vacía.

Se metió la mano izquierda en el bolsillo, palpó unos instantes y finalmente sacó otras dos balas. Con cierta pericia recargó su revólver y contó mentalmente. No esperaba tener que disparar más, pero si lo hacía se iba a quedar muy pronto sin munición.

- Joder... - Musitó más para sí que para el resto. En menudo lío se habían metido. Notaba la mente embotada, como si acabara de despertar con una resaca tremenda, o peor aún... como si llevara ya unas cuantas copas de más y la noción de la realidad comenzara a difuminarse. Pero juraría que no había bebido. Sólo algunos sorbitos de la petaca... pero llevaba sin tomar una copa dos semanas... ¿o no?

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27/10/2017, 11:18
Cathbad

Las sibilantes y esforzadas palabras que el metal y el miedo habían logrado arrancarle al reverendo hicieron que Cathbad abriese los ojos con cierta sorpresa. La señorita Norna era la elegida para convertirse en la nueva concubina de Cob, y se esperaba de ella que tuviese éxito allí donde Williams había fracasado… De modo que, realmente, la chica era importante. Era responsabilidad de todos ellos evitar que se cumpliese cualquiera que fuese el destino que Cob le tuviese reservado.

De pronto, el monstruo arácnido intentó algo: sus abominables fauces rociaron la manga de Cathbad con un icor extraño y nauseabundo que, al contacto con la ropa, empezó a devorarla, emitiendo un penetrante siseo. Cerca estuvo el brujo de aflojar su presa sobre el monstruo, pero entonces, otro disparo resonó entre las bóvedas de la catedral, poniendo fin de una vez por todas a su miserable existencia. Los ojos azules de Cathbad se volvieron para caer sobre el verdugo, el tipo de oscuro que olía a alcohol. Su mirada no era acusadora ni maliciosa, y realmente podía significar muchas cosas o ninguna en absoluto. Simplemente era un gesto de reconocimiento al otro Despertado, una muestra de que el mendigo era consciente de que estaba ahí, de que había hecho lo que había hecho.

En ese momento, a Cathbad le sobrevino una repentina y abrumadora sensación de vértigo. Tuvo la impresión de caer a toda velocidad, aunque no estaba seguro de en qué dirección, o de si realmente era el espacio por donde se estaba desplazando. Su corazón dio un vuelco cuando creyó ser testigo del paso de toda la eternidad, y aparecieron ante sus ojos cerrados, con una rapidez cegadora, los rostros de todas las personas a las que había conocido en su vida, muchos de los cuales ni siquiera recordaba. Tan veloz era la sucesión que algunas de aquellas caras parecían mezcladas unas con otras, como las esculturas de arcilla de un artista que hubiese cambiado de idea a mitad de su trabajo. Destellos parpadeantes que lo mareaban se combinaban con un silencio imposible de explicar que era, más que silencio, el negativo de un ruido atronador, ensordecedor, si tal cosa fuese imaginable para una mente humana. El hombre se descubrió a sí mismo experimentando sensaciones y estímulos que no podían percibirse mediante ninguno de los cinco sentidos convencionales. Sintió que fluía, impotente, indefenso, por la corriente de un sueño narcótico que inundaba sus venas, consciente sin ser consciente de estar en el interior de sí mismo. Cathbad era Jonás cayendo por las entrañas de la ballena que era el propio Cathbad.

Y de pronto, con una violenta sacudida, volvió. Su consciencia emergió súbitamente de entre una bruma atemporal, como si un tambor que percutiera en el límite de su oído lo arrastrara de un tirón, invocando su alma a través de la superficie de un lago turbio. En el lado del cual provenía no había nada, y allí a donde iba, lo aguardaba un bosque gris de columnas de piedra y vidrieras caleidoscópicas. Reconoció la catedral, pero esta parecía imposiblemente más vieja… e instantes después, apenas el proyecto recién esbozado de un arquitecto. No sabía si el tiempo discurría hacia adelante, hacia atrás o si se fugaba por algún punto ciego de la incompleta percepción temporal humana. Sintió como si acabara de detenerse después de haber estado girando a toda velocidad, y algo en sus entrañas le dijo inmediatamente que estaba en peligro. Desorientado, miró su mano, aquella cuya manga había sido corroída por las cáusticas secreciones de la araña humanoide, tratando de concentrarse en algo real e inmediato, de vencer aquella sensación de despersonalización y deriva sin frenos. Los ecos espectrales que resonaban en su mente fueron tomando forma poco a poco, convirtiéndose en sonidos reales que, progresivamente, empezaron a pintar una escena que tuviera algún sentido más allá del lento y ocioso ondular de la neblina invisible que cegaba sus sentidos y su espíritu.

Estáis todos bien —afirmó entonces Cathbad, con los ojos desenfocados. Solo permitió que se atisbase un ligero vislumbro de alivio en su mirada—. Salgamos de aquí.

Notas de juego

Prometo que no me he fumado nada para escribir este post XDDD.

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28/10/2017, 16:23
Ethan Miller

Un nuevo disparo pareció hacer temblar las vidrieras de la catedral y sacudió el cuerpo de Ethan, que me movía alrededor de la violenta escena tirando de Norna. Sin embargo, la joven se detuvo de pronto, y su mirada se desenfocó mientras quedaba prisionera de sus propios miedos. Una vez más, su poder se liberaba de forma refleja, caótica… y poderosa.

El cristal que colgaba del pecho del joven mago se iluminó de pronto, reflejando la energía liberada por Norna en forma de luz multicolor, como si tratara de emular a las grandes vidrieras de la catedral. Durante un breve instante, el joven pudo identificar algunos patrones que emergían de esa luz, patrones ligados al caos y al tiempo… y luego todo dejó de tener sentido.

La catedral rieló ante sus ojos, perdida en ningún momento. Las arañas se habían ido hacía una eternidad, pero ya habían regresado. O tal vez hubiera sucedido exactamente a la inversa. Aferró la mano de Norna, sin saber muy bien quién era ella ni desde cuándo agarraba su mano. En su mente, Norna y Lucy se entremezclaron sin ningún sentido, alternándose sin ningún sentido en un tiempo quebrado. La mano que agarraba la de la joven se cerró con una fuerza diferente. Un sinnúmero de recuerdos y profecías se entremezclaban en su mente. Sabía que un reverendo enloquecería y moriría en algún momento del futuro. Tal vez fuera eso lo que le hubiera dicho la vidente con la que había hablado. De pronto pensó que Caoimhghin probablemente podría ayudarlo, y se giró para hablar con su maestro, descubriendo que no estaba a su lado. ¿Desde cuándo? Era incapaz de saberlo. Un creciente mareo asaltó al joven, un mareo que no procedía de la desorientación del dónde sino del cuándo. El miedo mordió su mente como un perro famélico mordía un hueso.

Huyendo de la locura que dominaba la realidad a su alrededor, la consciencia de Ethan buscó refugio en lo más profundo de su propia psique, en un lugar donde el tiempo también carecía de importancia, y que sin embargo era el propio núcleo de su esencia. De nuevo, se encontró frente a su espejo. Un espejo en el que dos hombres se miraban, dos hombres diferentes y que sin embargo constituían un mismo ser. Se encontró a sí mismo hablando al más joven, exhortándolo a dar por fin el paso que debía ser dado, y comprendió.

Durante un momento, sintió como si el tiempo se desplegara ante él en un infinito abanico de posibilidades en conflicto que determinaban todo lo que habría podido y podría llegar a ser. Como una ilusión fugaz, tuvo un instante de revelación en el que pudo verse a sí mismo encajando en ese tapiz de opciones, como si todo lo que estaba por llegar estuviera de pronto desplegado frente a él en un claro escenario. Pero fue sólo una sensación que desapareció dejando tras de sí el vacío de la duda del futuro, de la sombra del Destino.

Empleando toda su fuerza de voluntad, el joven mago se obligó a sí mismo a emerger de ese mar de  caóticos pensamientos. No importaba el caos a su alrededor, ni el momento. Él era él mismo, y nada podría cambiar eso, y sabía lo que debía hacer. Detener esa locura y regresar a su realidad… a su hogar. Y salvar a Norna, la misma que estaba provocando ese caos, salvarla de aquellos que pretendían hacerle daño… y salvarla de sí misma. Y para ello podría perfectamente necesitar a aquellos hombres, hombres de los que desconocía incluso su nombre, a pesar de que los conocía desde hacía una eternidad. Algunos de ellos habían hablado… otros hablaban… y otros llegarían a hablar en un momento futuro. Pero sus argumentos eran sólidos, y coincidía con ellos. Debían salir de allí.

-Vámonos. –Asintió en voz alta. Había muchos destinos posibles en función del impreciso momento, por lo que sus palabras fueron lo más simples posibles. –Hay que volver a casa.

Y una vez más, empujó a Norna hacia la salida de la catedral mientras en voz baja trataba de hablarle, de arrancarla de las garras de la locura y traerla de vuelta.

-Norna, escúchame. Vamos a casa. Nos vamos a casa ahora mismo. Sólo hazme caso… contéstame, por favor.

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30/10/2017, 18:14
Steeve Hope

Un cordón Steeve estiró la mano tratando de agarrar la imagen que estaba frente a él pero casi pierde el equilibrio. Algo retumbaba en su cabeza, como si sus sentidos se hubiesen sacudido. El cuerpo de quien había sido el reverendo Williams yacía muerto en el piso, con patas de araña y un líquido corrosivo que devoraba todo lo que entraba en contacto con él. Cuando pasó esto? No recordaba como habían acabado con esa criatura, ni el momento en que había ocurrido. Miró su reloj y las agujas parecían enloquecidas, no era posible que lo que indicaban fuese verdad. Desde su despertar nunca se había desorientado tanto, que mierda pasa? pensó molesto, sabiendo que algo estaba muy mal.

Llegó a escuchar a los otros, no sabía quien había hablado primero, pero todos hablaban de lo mismo "salir de aquí". Las puertas de la Catedral se abrieron de par en par, ráfagas de disparos, sangre, gritos, todo se sucedía a gran velocidad. El recuerdo era claro para Steeve aunque no sabía con certeza si había sucedido o iba a suceder - Alto !- gritó con fuerza, como si intentase liberarse de lo que sea que trastornaba su mente por medio de la voz. El eco retumbó en toda la Catedral, empeorando su aturdimiento.

- Estan muy apurados por salir, pero van hacia su muerte. Se de lo que les hablo, mejor síganme- dijo sin voltearse a verlos. Apenas podía orientarse por el cordón luminoso que había visto, caminó con dificultad siguiendo las baldosas que lanzaban destellos amarillos, en contraste con las otras, negras como la obsidiana o rojas como la sangre, que poblaban el resto del templo y pregonaban un futuro sin esperanza. Su paso era lento, la prisa en ese momento no era su aliada, mas importante que correr era tomar el camino correcto. Poco a poco se fue acercando al ala lateral izquierda, donde otra salida los aguardaba.

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31/10/2017, 22:59
Destino

La voz de Steeve parece imponerse, como una cargada de lógica y razón ante la realidad errática que se desenvuelve en cada uno de los presentes, que afectados por aquella bruma de absoluto desajuste temporal, quizá tardan más de lo debido en encontrarle incluso sentido a las palabras del Eutánatos, antes de reaccionar finalmente. Los cuatro hombres avanzan hacia el lateral izquierdo de la catedral que había sido el escenario surrealista de una transformación y una muerte grotescas, descubriendo, que en efecto, hay una puerta, mucho más pequeña que la principal, que parece dar hacia la calle. Norna, ahora en brazos de Ethan, lucía desmadejada como una muñeca de trapo, aún incapaz de reaccionar, o de decir cualquier cosa. 

La luz deslumbante del sol crepuscular y la brisa fresca que anunciaba el cambio de estación golpearon cada rostro cuando Steeve tomó la iniciativa y abrió la puerta, haciendo entrecerrar cada par de ojos con un leve siseo, producto de la adaptación a la tenue luz, y quizá de la propia oscuridad figurada en la que se habían visto sumidos aquellos Despertados hasta hacía unos instantes, ¿o era más bien unas horas? ¿Días? Quizá aquel cadáver llevaba allí una semana. ¿Quién podía negar que aquello pudiera ser posible? 

El eco de unos pasos apresurados resonaba entonces, acercándose. Y cuando aquel conjunto variopinto de hombres se encontraba ya casi al completo fuera de la catedral, las puertas del Edén, la entrada principal, se abría de par el par, desdibujándose bajo su dintel, la figura de tres hombres ataviados enteramente de negro, que portaban sendas gabardinas y realizaban un barrido rápido con la vista, casi al unísono, sin que pudieran percibirse sus ojos tras el cristal oscuro de las gafas que cubrían cada rostro. 

Al localizar primero el cadáver contrahecho sobre el suelo, sin haber cambiado en un ápice su expresión, y a continuación los pasos apresurados de los Despertados, aquellos hombres emprendieron el paso rápido, adivinándose el brillo de sus armas al ondear la tela oscura de sus gabardinas mientras se dirigían hacia Cathbad y Max, los únicos que aún resultaban visibles desde el punto de vista de aquellos agentes que no parecían sorprendidos ante la visión del Reverendo araña. 

¡Alto! ¡Policía federal! -profirió uno de ellos, alzando la voz, justo cuando la puerta lateral finalmente se cerraba, y un nuevo disparo resonaba en el interior de la Catedral. 

Y ya en el exterior, el grupo pudo comprobar que la zona parecía extrañamente desértica. Una víspera de Todos los Santos, sin que en una calle anexa a una de las arterias de la ciudad se paseasen máscaras y críos con cubos llenos de caramelos, era cuanto menos extraña. Aunque quizá la explicación no excedía la pura lógica, pues con tan sólo mirar hacia un lado y hacia otro, cada uno de los Magos pudo comprobar que mientras la Realidad se desdoblaba en el interior de la catedral Grace, lo mundano había seguido su curso. Y no era descabellado el hecho de que un par de vehículos de la policía local de San Francisco se encontrase acordonando una de las bocacalles más concurridas de la ciudad tras el desgraciado incidente acontecido en el cruce de Taylor con California.

Notas de juego

Ustedes dirán. Hacia dónde. Cómo. Cuándo (No, claro que no pueden decir cuándo XD. Ahora mismo, imposible.) Por ahora no hay que tirar iniciativa ninguna. Llevan una considerable ventaja a los agentes de la... Policía federal ^^. 

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01/11/2017, 01:21
Ethan Miller

-¡Si alguien es capaz dede bloquear esa puerta, es el momento perfecto para hacerlo! -Gritó Ethan a los hombres que habían salido junto a él de la Catedral. Él era perfectamente consciente d del último as que guardaba para sí mismo, pero se resistía a dejar a los demás atrás. Al menos hasta haber agotado el resto de opciones.

Sin detenerse, empujó a una casi inerte Norna hacia delante, hacia la relativa seguridad de los edificios de la ciudad. No era el momento de pensar... el peligro aún se cernia sobre ellos. Fueran siervos de Cob, verdaderos Policias Federales o algo aún peor, eso no importaba. Dos de sus nuevos compañeros podían disparar. Él no. Y además no deseaba hacerlo. Mientras todos esos pensamientos cruzaban su mente, corría y buscaba dedesperadamente un taxi o un refugio. Su mente repasaba mentalmente el mapa de la zona, que hania repasado muchas veces mientras preparaba la visita a Madame Cleo. Debía existir algo que pudiera usarse como refugio.

-Vamos, vamos. -Exhortó a los demás - ¡Los despistaremos antes de ir con Madame Cleo!

- Tiradas (2)

Motivo: Percepción + Alerta

Dificultad: 6

Tirada (5 dados): 3, 8, 3, 2, 3

Éxitos: 1

Motivo: Inteligencia + Enigmas? (Especialidad)

Dificultad: 6

Tirada (5 dados): 7, 2, 2, 3, 6

Éxitos: 2

Notas de juego

Tiro para buscar algún sitio bueno para ocultarnos, y con inteligencia para ver si se me ocurre (plano en mente) algún refugio para despistarlos.

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01/11/2017, 02:59
Cathbad

El misterioso tipo de las gafas parecía, de algún modo, menos desorientado en aquella nebulosa de confusión e irrealidad que había inundado el interior de la catedral. Sus pasos eran más firmes y seguros, y su dirección más clara, de modo que, en algún momento indeterminado, Cathbad decidió seguirlo a dondequiera que fuese. Efectivamente, una puerta lateral los aguardaba allí donde el mago parecía haber predicho su existencia. Pequeña y discreta. Perfecta para una fuga furtiva.

La puerta principal se abrió entonces repentinamente, cediendo el paso a tres figuras trajeadas de negro. Los tres hombres parecían moverse al tiempo, como si hubiesen rendido todo atisbo de individualidad o creatividad a cambio de la máxima eficiencia, analizando la zona con el frío automatismo de una máquina. «Obreros de la colmena», pensó Cathbad. Su reacción, o su falta de ella, al ver el monstruo que yacía muerto cerca del altar fue como mínimo sospechosa. El grupo de Despertados se apresuró a salir por la puerta, ahora abierta, en el preciso instante en que, a modo de ultimátum, los supuestos agentes de la ley anunciaban su estatus pistolas en ristre y los conminaban en vano a detenerse. La puerta se cerró de golpe tras el último de los hechiceros, amortiguando la detonación de un disparo que sin duda iba dirigido a ellos.

La luz sanguínea del crepúsculo los bañó con una extraña quietud. La calle estaba vacía, quizás a consecuencia del nada accidental acontecimiento circulatorio que había tenido lugar hacía apenas un rato. La vía estaba cortada por dos coches de policía, cuyas luces rojas y azules teñían el aire de urgencia. Tenían que moverse.

Cathbad asintió ceñudo al oír la sugerencia del joven caballero que llevaba en brazos a la damisela en apuros. Él había tenido la misma ocurrencia, y sus ojos ya estaban buscando algo con lo que obstaculizar el paso de sus perseguidores. No tardó en decidirse por unos carteles de asta que se mecían ociosamente a unos cuantos pasos de distancia*. El vagabundo se dirigió a uno de ellos con decisión y utilizó una de sus piernas para hacer palanca y partir la pértiga que servía de soporte al cartel, empleándola a continuación para atrancar el tirador de la puerta. No era una tranca muy robusta, pero les daría algo de tiempo. El brujo se volvió entonces hacia la boca de uno de los callejones que huían de allí, sumido en las cada vez más profundas sombras de la inminente noche. Sacó de una de sus mangas un objeto alargado similar a una vara, fabricado con madera y algún otro material del color del marfil, profusamente decorado con tallas en espiral por las que la vista corría el peligro de perderse. Cathbad se limitó a sostener el objeto en su mano, apuntando al callejón casi inadvertidamente, de modo que solo alguien que supiera lo que estaba viendo se daría cuenta de su acto. La concentración hizo que sus ojos se encogieran ligeramente, y de entre sus dientes brotaron palabras ininteligibles, apenas un siseo. Las sombras de la bocacalle parecieron virar momentáneamente, como si la luz moribunda del sol se hubiese reflejado sobre alguna superficie que, de algún modo, las estuviese concentrando, volviéndolas más impenetrables… Pero por desgracia, la ilusión solo duró un latido. Cathbad resopló. Había pecado de impaciencia, y su precipitado esfuerzo de voluntad no había bastado para moldear las sombras de un modo apreciable. La rapidez debería prevalecer frente a la discreción.

Sí, será mejor que nos movamos. Ese entramado de calles lleva al puerto. Seguidme.

Y, sin detenerse a mirar si los demás obedecían su consejo, echó a andar a paso presuroso por el callejón.

- Tiradas (2)

Motivo: Areté

Dificultad: 4

Tirada (3 dados): 3, 4, 2

Éxitos: 1

Motivo: Astucia + Callejeo

Dificultad: 6

Tirada (7 dados): 5, 2, 2, 5, 3, 2, 3

Éxitos: 0 Fallo

Notas de juego

*Seishi me ha dado permiso para hacer un poco de narración cooperativa y poner ahí esos carteles XD. Además, he buscado fotos de la catedral Grace y he visto que, efectivamente, en los laterales hay stands y carteles de esos de pértiga.

Intento un efecto de Fuerzas 2 para moldear sutilmente las sombras y hacer que seamos más difíciles de ver, pero contra todo pronóstico y a pesar de la baja dificultad, solo saco un éxito cuando necesitaba al menos dos ^^U.

Tiro Astucia + Callejeo para orientarme por los callejones y dirigir al grupo hasta el puerto lo más rápido posible. Por desgracia, hoy los dados no están conmigo y fallo XD. Creo que tardaremos más de lo que pensaba en llegar XDDD.

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02/11/2017, 10:58
Max Bennett.

¿Madame Cleo? ¿Qué tenía que ver ese tipo con Madame Cleo? Aquello era muy sospechoso, y en sus épocas de durmiente Max seguramente habría recelado muchísimo de aquel hombre, pero tras el Despertar había aprendido mucho y visto demasiado.

Debía ser el destino, o alguna de las hebras del tapiz de la que tiraba alguna presencia superior. Quizá la propia Madame Cleo les estaba manipulando para que llegaran hasta ella. Quizá ella era la que había movido los hilos para que los cuatro Despertados convergieran en aquel cruce en el momento en que Norna les necesitaba.

Quizá…

Pero entonces recordó a los hombres de negro con sus gafas de sol. Esos tipos que parecían dignos ejemplares sacados de algún capítulo de Expediente X, o incluso de Men in Black si ésta no fuera una peli cómica. Ahora que lo pensaba, le recordaban más al agente Smith de Matrix. Sí, eso era.

Recordó que habían abierto fuego contra los Despertados, y recordó que ése no era el proceder de la policía. Podían haber escuchado disparos y entrado en la Catedral… Desde luego. Pero no inmutarse ante el horriblemente feo y deforme cadáver del sacerdote araña… Eso no era normal. Así como abrir fuego a fugitivos que se marchaban sin presentar resistencia.

No, como todos sus compañeros sabían, de un modo u otro, aquellos tipos no eran policías ni del FBI.

Debían huir, esconderse de esos tipos. O intentar frenarles el paso. Max se giró al ver al mendigo coger uno de los carteles y usarlo burdamente para intentar atrancar la puerta lateral de la Catedral. Eso no iba a ganarles mucho tiempo. Max debía pensar, y rápido. No, definitivamente su cerebro no quería funcionar. Tantas noches de abuso de alcohol sin control alguno le debían haber reblandecido las neuronas.

Parpadeó, giró sobre sí mismo y miró en dirección al callejón al que se encaminaba el mendigo. No era el mejor camino, pero Max creía conocer un atajo más adelante que partía de ahí mismo. Frunció el ceño y movió los dedos a toda velocidad mientras sacaba un colgante del interior de su camisa y dejaba que reposara sujeto en su cuello. La cadena de oro fino contrastaba débilmente con el aspecto general desastrado del investigador. Acababa en una pequeña cruz templaria, sin ningún atisbo de joyas o algún pedrusco de valor.

Mientras Max movía los dedos canalizando la energía, pronunció unas palabras en latín, o un idioma similar.

- Regrediens Portus. Dum mihi a remissum ne via certa. Ne me. -

En cuanto acabó de pronunciar la última sílaba supo con certeza que no conocía el camino. Parpadeó confuso… Por donde él habría jurado que se iba, la magia le decía que no… Era algo contradictorio.

- Joder. – Musitó entre dientes con furia, justo antes de echar a correr en pos del mendigo. Tendría que fiarse del instinto de aquel hombre que tenía los huevos cuadrados.

- Tiradas (2)

Motivo: Astucia+Callejeo

Dificultad: 6

Tirada (5 dados): 5, 1, 3, 4, 4

Éxitos: -1 Pifia

Motivo: Areté

Dificultad: 4

Tirada (2 dados): 2, 7

Éxitos: 1

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02/11/2017, 13:53
Steeve Hope

Abrió la puerta y el aire fresco envolvió su rostro, un cambio que recibió de buena manera considerando la opresiva sensación que tenía dentro de la Catedral. Se hizo a un lado para dejar pasar a los demás y escuchó el disparo apenas salieron los últimos. Los había visto, había escuchado la sucesión de disparos y presenciado la muerte de todos ellos, pero eso ya no sucedería. Respiró hondo, aún estaba algo atontado, desorientado, desde aquél sueño años atrás sentía que el tiempo estaba bajo su control, pero ahora no tenía dónde apoyarse, como si los cimientos de su propia realidad tambalearan.

El mendigo reaccionó rápido, quebró unas tablas y las colocó sobre la puerta. Ahi no van, eso resistirá solo dos o tres golpes pensó, a sabiendas que los que los perseguían lograrían abrirlas. Sacó su moneda y la hizo girar entre sus dedos, mientras se agachaba a un lado del brujo. El hombre se levantó rápidamente y se fue en una dirección sin siquiera voltearse, así que no hubo tiempo de explicarle Debo corregirlo, un poco.... aquí... tocó apenas una de las estacas para ver como esta se desplomaba en el piso. Abrió sus ojos con asombro, apenas creyendo lo que veía. Sacudió su cabeza, todo le daba vueltas y el cordón de luz que había visto comenzaba a ennegrecerse. Apresuró el movimiento de sus dedos y puso su mano sobre la otra estaca de madera no me falles. Cerró sus ojos y se concentró en ella.

"Joder" la palabra que escuchó no podía ser mas oportuna, abrió los ojos sin la certeza de haber logrado lo que se había propuesto, pero no había tiempo para volver a intentarlo, confiaba en el destino y lo que debía suceder ocurriría de todos modos. Vio como otro despierto se iba tras el mendigo, por un momento pensó en seguirlos y dejar a la pareja solos, pero desistió, su intuición había sido seguir a la muchacha desde el principio y no iba a alejarse de ella - Que hacemos, los seguimos o vamos con tu amiga la periodista?- preguntó al despierto que le había mostrado la tarjeta de Cleo apenas terminó el accidente, el hombre parecía tener facilidad con las mujeres y recordaba como había hablado con la reportera indestructible, tal vez esa mujer pudiera ayudarlos.

- Tiradas (2)

Motivo: Destreza (4) + Percias (0) = 3 (colaborativo con la tirada de Cathbad)

Dificultad: 6

Tirada (3 dados): 1, 1, 9

Éxitos: -1 Fallo

Motivo: Magia (Arete 3)

Dificultad: 4

Tirada (3 dados): 3, 4, 4

Éxitos: 2

Notas de juego

... la tirada colaborativa no salio muy bien XD ... este pulpo tiene tentáculos con vaselina !

Magia Entropia 2: Dificultad= 3 (coincidente) + 2 (Entropia 2) - 1 (Foco) = 4

Master, duda: Hay 2 éxitos.... Entiendo que se suman esos dos a los de Cathbad y se resta mi pifia, es así? Podría usar esos dos éxitos de magia para que la traba de Cathbad dure toda la escena? (que esa era la intensión original!)--- como siempre, todo en tus manos, master !

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02/11/2017, 14:50
Destino

Ethan miró hacia un lado y hacia otro, con la presión que suponía la prisa y la consciencia de un peligro cercano. Pensó en algún lugar, algún modo de llegar pronto al puerto, y se dijo que si las calles se encontraban atascadas y cortadas en el perímetro de Taylor con California, quizá la respuesta versaba tan solo en moverse en las pequeñas callejuelas anexas a Catedral Grace, en dirección contraria, hasta llegar a otra de las arterias principales de la ciudad, en la cual podrían intentar utilizar un medio de transporte. Y al parecer, la calle más próxima que permitiría comenzar la huída, era precísamente el callejón por el que se alejaba Cathbad. 

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02/11/2017, 14:56
Destino

Notas de juego

Has tenido un éxito Steeve, has bloqueado la puerta durante el próximo turno. 

Pueden reaccionar, o decir alguna cosa más, a gusto del consumidor. Viendo que todos han posteado, yo trataré de responder esta noche. 

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02/11/2017, 15:15
Ethan Miller

-Los seguimos, sin duda. -Contestó Ethan a Steeve, que lo alcanzaba mientras él ya se acercaba a los callejones. No se detuvo a mirar atrás, y tan sólo esperaba que los esfuerzos del resto de Despertados fueran suficientes como para retrasar a sus perseguidores. Pero él no podía ayudarlos en ese momento. Rápidamente, llevó a Norna hasta la calleja siguiendo al mendigo, que también parecía tratar de orientarse en el laberinto urbano. Pero el joven tenía muy claro el trazado del mapa en su mente.

-¡A la izquierda! -Señaló a los demás que corrían por la calle extrañamente vacía. Su voz levantó lúgubres ecos en el crepúsculo de una ciudad que se oscurecia por momentos.

Notas de juego

Ya que pides unidad, te la doy, pero habia barajado rodear la catedral y que los persigan a ellos, jeje.

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03/11/2017, 00:09
Destino

Los cuatro Despertados, con aquella joven en brazos de uno de ellos, habían encontrado juicioso el emprender la huida en el momento en el que se habían visto a si mismos tras las puertas de la catedral. Lejos del caos reinante en el interior del edificio, habían tratado de actuar de manera razonable. Habían colaborado, como completos extraños a los que el regusto de una experiencia que había puesto en peligro su supervivencia les llevaba a confiar lo justo los unos en los otros como para seguir adelante, en conjunto. Como para proseguir en aquel devenir de los acontenimientos en el que la rueda del Destino parecía girar a una velocidad vertiginosa.

Habiendo puesto trabas a la puerta, se perdieron a través del callejón que colindaba la perpendicular de Taylor Str hacia el puerto, sin llegar a percibir cómo las sombras, de manera casual, parecían tomar una mayor densidad en el ángulo sobre el que caían sus últimos pasos, escuchando tan sólo el ruido sordo de la puerta al ser golpeada por algo duro y potente un par de veces, girando a la izquierda, casi al unísono, perdiéndose finalmente de vista en el momento justo en el que las puertas reventaban, abriéndose de par en par.