Destino o libre albedrío? La pregunta con la que Madame Cleo se había despedido retumbaba en la mente de Steeve como un eco inmortal, reafirmaba por un lado su compromiso como custodio del destino y por otro cuestionaba la solidez de su mas profundo pensamiento. El destino debe protegerse, pero si el libre albedrío puede cambiarlo, entonces cual destino estoy protegiendo? en ese momento Steeve deseaba haber tenido un mentor, haber sido aceptado entre los suyos y guiado como al resto, pero eso estaba lejos de suceder y su único guía era un ángel oscuro, que aún sin ser convocado permanecía a su lado incondicionalmente.
Las paredes se esfumaron junto con la niebla, y el sol de un nuevo día los acarició en el muelle. O del mismo día? Steeve tenía la sensación de haber vuelto atrás en lugar de haber ido hacia adelante*. Ni el reloj ni el móvil funcionaban, pero no le hacían falta, el tiempo se le revelaba con claridad, como si de un amigo se tratase. En parte sorprendido y en parte lleno de admiración por la demostración de poder que Madame Cleo había hecho, se volteó hacia los otros Despiertos buscando compartir esa emoción. Sin embargo ellos parecían mas enfrascados en el modo en que se decían las cosas que en el contenido, podía sentirse la tensión en el aire mientras intercambiaban acusaciones. Max resultó ser el más amigable con él pero Ethan lo increpó duramente. Con fría calma le respondió - Que dispare contra la persona que nos iba a hacer daño te parece inapropiado porque no le pedí permiso o porque lo hice antes que el resto? Que no comprendas mis palabras y las tildes de burradas, es porque hablo rápido o porque mi vocabulario te resulta difícil?- sostuvo su mirada sobre él en silencio - Creo que eres lento para entender, ese es el problema. Pero no te culpo, lo único que has hecho hasta ahora es coquetear con Norma, y eso distrae. Cathbad, Max y yo nos enfrentamos a la criatura y buscamos una salida a la Catedral mientras tu te dedicabas a abrazar a la niña y consolarla. Muy caballeroso, pero poco útil- dijo y luego se volteó hacia la recién despierta - Si hemos viajado hacia atrás, como creo, entonces hay una oportunidad de salvar a tu Madre, pero para hacerlo tenemos que pensar como nuestro enemigo, y no dejarnos llevar por la testosterona adolescente de nadie. Antes de ir tenemos que entender a que nos enfrentamos y como ocultarte de quienes quieren capturarte, de lo contrario, el destino de tu madre no cambiará y volverá a morir- dijo con seguridad, aunque el solo hecho de expresar la posibilidad de cambiar el destino lo perturbaba en su interior. Distraído en sus pensamientos, agregó - Hoy... en el antiguo hoy... a que hora viste o hablaste con tu madre por última vez? - ese dato era el tiempo del que disponían para llegar a la casa de la mujer, llegar antes podía implicar que otra Norma se cruzase con ésta Norma, pequeña paradoja vas a armar, pensó imaginando a Ethan en medio de las dos mujeres.
* Master, no se si todos somos conscientes de eso o no. En caso de que no, Steeve va a usar la Esfera Tiempo para saberlo (avisame si hace falta alguna tirada para sustentar el post).
Con la guitarra ya en el hombro, Thomas estaba dispuesto a abandonar la presencia de Madame Cleo —o que Madame Cleo los abandonara de su presencia, todo es cuestión de puntos de vista— cuando Max saltó por buscar respuestas, a este le siguió Ethan con menos vehemencia y luego un Steeve convencido de que eso no era un adiós, entonces Cathbad desplegó su particular forma de mostrar desacuerdo que encontró una muda, pero significativa, respuesta por parte de Max. Si aquello impresionó o intrigo a Thomas no lo demostró abiertamente, el cuentasueños parecía tomarse con cierta despreocupación todo aquel asunto. Pero antes de decidirse a intervenir, la vidente ya los estaba despidiendo.
—Puede que un poco de todo, Madame Cleo. Puede que un poco todo.. —reflexionó Thomas mientras aferraba la mano a la correa de la funda de su guitarra. Después la vorágine, el caos ordenado, los Despertados engullidos por las necesidades del Destino o la decisión del Libro Albedrío. Fuere como fuere, estaban de nuevo en aquel muelle de Hyde Park, el eco del fluir de la magia aun residía en el ambiente y se fijó como en su mano había una carta que miró con intriga, la examinó para terminar guardándola en el bolsillo de su chaqueta.
—Y bueno días, Vietnam.. —espetó algo teatral el oniromante cuando vio asomar el sol matutino, volvió la mirada hacia Norna, pero juzgó más apropiado que hablaran con ella los demás. Miró a Cathbad con cierta sorna, su pequeña puesta en escena parecía haberle recordado a algo.
—Y sin embargo, uno tiende a olvidar de dónde viene y cuantas preguntas sin respuesta tuvo o va a tener, ¿pretendes amonestar al que formula preguntas en voz alta? Supongo que aprecias el silencio de la introspección por encima de muchas cosas más mundanas, o ya posees todas las respuestas al Camino y estás aquí para llevarnos hasta Allí —comentó sin malicia, con un leve tono burlón, la mirada viró hacia Max que expresaba su razonable punto de vista —. ¿Quién ha dicho que las ha aceptado? ¿Que las da por verdades absolutas? ¿Tú? ¿Yo? ¿Steeve? —al mencionar el nombre el eutánatos —. Que sea educado en casa ajena no hace que acepte las cosas como son. El periplo vital de cada uno nos hace aceptar o no las cosas. A ti el escepticismo, a mi la posibilidad —sonrió tranquilo a Max —. Pero concuerdo absolutamente contigo, abrir la mente, es un enorme consejo. Si algo he aprendido viajando por los sueños es que la realidad es distinta para cada uno, y depende cómo la percibe cada uno para luego destilarla en su mente.
Ethan participó en la conversación, escuchó del mismo modo paciente y sosegado que había demostrado hasta el momento. Mostró una leve sonrisa forzada, alimentada por las circunstancias.
—Si fue humano, dejó de serlo hace tiempo, Ethan —dijo Thomas con ánimo de liberarle de algo de su posible pesar por la circunstancia —. Lo que vi en sueños, cuando os vi, era otra cosa. Su espíritu reverberaba roto en la Umbra, si fue humano, lo mataron ya hace tiempo.
Rió divertido cuando Ethan se refirió a él en esos términos, se encogió de hombros con una sonrisa enigmática.
—Supongo que tendrás una respuesta por cada persona que preguntes sobre mi. Pero respira tranquilo, tómate tu tiempo, me esforzaré en meter la pata pronto para que puedas tener tu opinión formada de mi —bromeó el australiano de forma despreocupada —. Pero tienes razón, no estamos para perder el tiempo, sea para lo que sea que lo necesitamos —no había sorna o frustración en ese comentario, sino un genuino sentimiento de que algo debía ocurrir si dejaban que el tiempo avanzara y ellos con él.
Por último llegó la intervención de Steeve, la agresividad de sus posturas no fueron inesperadas para alguien que lo había apuntado en primer lugar antes que saludar, algo que Thomas se lo tomó como un cumplido desde cierto punto de vista. Por encima de todas las recriminaciones le llamó poderosamente su tesis del viaje en el tiempo, no iba a tildar esa idea de descabellada, pero no le encontraba el sentido a esta.
—¿Viajar en el tiempo? Hablamos de palabras mayores, pero la esfera del Tiempo no se encuentra entre mis especialidades —admitió el cuentasueños mientras se encogía de hombros —Pero eso tiene una fácil y mundana solución.
Se acercó a un hombre que paseaba un perro tras apartarse un poco del grupo, Thomas mostró la mejor de sus sonrisas y habló con su acento australiano más cerrado que pudo poner.
—Eh.. oiga, perdón. Acabo de llegar a la ciudad de Melbourne y estoy algo confuso con el jet lag, ¿qué día es hoy? —era de esperar que el tipo mirara raro a Thomas, pero al final le respondió con el día en el que se encontraban —. ¿Uno de noviembre? ¡Oh, vaya, pensaba que aun estaba en el día de ayer! Muchas gracias.
Dejó que el tipo siguiera su paseo con el perro, volvió al grupo, se encogió de hombros.
—Ningún viaje en el tiempo en ciernes, amigo. Pero bien apuntada la sospecha —reconoció el cuentasueños sin sorna, a continuación miró a todos los presentes respirando profundamente —. Sé que es difícil aunar una postura común, todos procedemos de disciplinas distintas a la hora de aprender magia, pero yo sí creo que hay algo más en todo esto. Algo ajeno y familiar, pero os vi en sueños, en mis sueños —recalcó como si aquello fuera relevante —. En la catedral, peleando contra esa aberración o las arañas espirituales, lo que sucedió después con Norna.. Podemos quedarnos a debatir aquí quietos, demostrando lo seguros que estamos de nuestra visión de las cosas, o aceptar la humilde revelación de que aun no tenemos claro lo que está sucediendo —una mirada fugaz se dirigió hacia la muchacha, le mostró una sonrisa luminosa, tranquila —. Y que solo aprenderemos más si seguimos adelante, juntos, porque cada uno tiene su propia línea de canción y todas juntas resonarán en armonía en la melodía venidera. Estoy seguro de ello —asintió con sinceridad, luego como una centella se volvió, dispuesto a caminar tranquilamente hacia la calle para buscar el susodicho taxi.
—Pero lo primero es lo primero, tienes razón Ethan, mejor no ir todos juntos a casa de Norna. No somos precisamente los Vengadores para que nos vayan a abrir las puertas —bromeó, y siguió caminando esperando que la conversación prosiguiera en movimiento, y hecho esto empezó a canturrear una canción.
—Maybe I'm foolish.. Maybe I'm blind.. Thinking I can see through this.. And see what's behind.. Got no way to prove it.. So maybe I'm blind.. But I'm only human after all.. —mientras canturreaba, miraba de soslayo a Norna tratando de animarla, aunque solo fuera por un instante de la terrible presión que pudiera estar pasando en ese momento.
La conversación con el tipo del perro está autorizada y validada por la directora.
Ethan comenzaba a tener una opinión claramente formada acerca del hombre llamado Steeve. Tanto, que no creía que el pistolero fuera a sorprenderle con ninguna de sus salidas de tono. Y entonces, Steeve respondió. Y logró sorprenderlo.
El joven Despertado escuchó sus palabras sin terminar de creérselas, y la expresión en su rostro se oscurecía por momentos. Steeve había cambiado de registro. En lugar de salvajadas desprovistas de empatía o profecías, ahora se dedicaba directamente a insultarlo, y a acusarlo de estar ligando con Norna, una joven a la que conocía apenas unas horas. Y todo eso, sin conocerlo en absoluto. ¿Era locura? ¿Envidia? ¿Celos? ¿Qué clase de persona da por sentado que ayudar a alguien tiene una connotación sexual? Cada vez tenía menos dudas. La mente de ese hombre estaba enferma. Pero él no tenía tiempo ni ganas de solucionar un problema que no era suyo. La bizarra perorata acerca de bucles temporales no ayudó precisamente a hacerle cambiar de idea.
-Disparar contra alguien sigue siendo delito e intento de asesinato. No sólo es inapropiado, es matar. –Dijo con voz serena, tratando de controlar la rabia que le producían los insultos del otro mago. Aun así, un ligero temblor en su tono traslucía su agitación. –Que seas un Despertado no te exculpa de eso. Tener magia no te da carta blanca para matar.
-Y pierde cuidado, entiendo tus palabras. –Añadió mientras miraba a los ojos al hombre de las gafas. –El problema es que tú no entiendes nada. Ni de mí, ni de la situación, ni de cómo se comporta un ser humano normal, ni de lo que significan cosas como “comprensión” o “empatía”. Así que mantén tu pistola y tus ideas lejos de mí. Y de Norna.
-Vamos a por ese maldito taxi. –Gruñó, alejándose de Steeve, y dirigiéndose al resto de magos, añadió. –Si de verdad queréis que venga con nosotros, entonces es cosa vuestra, pero pienso es una mala idea. Ocupaos vosotros de que no haga ninguna locura.
Todo esto era una mala idea. Y empezaba a pensar que rechazar la invitación de Madame Cleo era lo mejor que podría haber hecho. Pero por el momento era demasiado tarde para cambiar de idea. En ese momento, su camino parecía encauzado… y conducía directo a la casa de la joven.
Steeve escuchó con calma y frialdad las palabras de Thomas hasta que decidió preguntar al hombre que paseaba al perro algo sencillo, algo trivial Que día es hoy?. La respuesta fue breve, fugaz, pero tan potente como una bala que impactaba en su cabeza. Todo pareció detenerse, y entendió que estaba desorientado, al igual que a la salida de la Catedral, el Tiempo le era esquivo. Probablemente la presencia de Norma los siguiese afectando, o tal vez había sido Madame Cleo con su distorsión del tapiz, pero mas allá del motivo comprendió que sus sentidos podían ser burlados. Y si no solo esto entendí mal? su cabeza comenzó a girar en un torbellino, un sin número de decisiones estaban basadas en su percepción, se sentía invulnerable en ello y sin embargo ahora todo se ponía en duda, había descubierto que aún siendo un Despierto podía equivocarse. Salimos de la catedral vivos por tu percepción, defendía una parte de su mente, mientras otra repetía sin cesar las últimas palabras de Cleo Destino o Libre albedrío?.
En medio de ello, Ethan respondio con dureza. Su voz era firme y su mensaje era claro. Aléjate de aquí, loco. En otra circunstancia lo habría ignorado, o quizás le habría respondido algo sarcástico. Pero en ese momento su defensas estaban bajas y cada una de sus palabras impactaban en él, esta vez como una ráfaga imprecisa pero letal. El problema es que tú no entiendes nada. Su cuerpo se paralizó, su boca parecía encaprichada en no abrirse, y su mente estaba presa del mayor terremoto de los últimos años. Sus ojos se posaron en Norma, le había dicho que su madre estaba muerta solo por su interpretación de las visiones, y si también estoy equivocado con ella? Miró a la chica una tanto avergonzado. Quiso volver el tiempo atrás, quiso haber comprendido todo desde el principio, quiso haber sido él quien abrazase a esa chica. Pero así no era la vida de Steeve, no era ese su llamado, no hubiese sabido tampoco como acercarse a ella. Ethan había dicho una gran verdad, él podía resolver los casos más difíciles, pero no podía comprender el interior de las personas, era un universo esquivo para él. Sus labios apenas se abrieron para susurrar unas palabras que la chica tal vez escuchara - Discúlpame, yo no.. - el silencio se impuso mientras los jóvenes se alejaban a buscar el taxi.
Evitó la mirada de sus compañeros, se dio media vuelta y tomó con firmeza el brazo de Thomas - Mi canción sonará, viajero. Pero antes debo afinar mis instrumentos- lo soltó y avanzó unos pasos hacia el muelle. El sol salía en medio del horizonte, iluminando el desierto de agua que tenía frente a él. Traía consigo un nuevo día, dejando atrás todo lo viejo y comenzando de nuevo. Steeve simplemente lo observó, anclándose en la imagen para detener su mente.
Caminó durante unos pasos, con la mente revuelta y agitada. Cada paso hacia la salida de muelle le costaba, y no lograba enfocar sus pensamientos. En su fuero interno, se reprendía a sí mismo. Apenas unos segundos antes, había dicho a Max que no debería perder los nervios, y eso era exactamente lo que él había hecho. Pero… ¿por qué? Se preguntó a sí mismo.
Porque he visto como moría alguien que podría haber sido humano, diga lo que diga Thomas. Porque sé que más gente va a resultar herida, o muerta, y puede que no sea capaz de protegerlos. Porque la situación me supera. Porque tengo miedo. Por mí, por Norna, por todos. Porque me ha acusado de tontear con la chica. ¿Y de verdad todo eso es tan importante? ¿Lo suficiente para haberle gritado de esa forma?
Sin darse cuenta, había comenzado a caminar cada vez más lento a medida que avanzaba, hasta que de pronto escuchó las palabras de Steeve hacia Thomas, a su espalda. El tono altivo y sarcástico del pistolero parecía haber desaparecido, y por primera vez pudo sentir un deje de humanidad en sus palabras. Así pues, había algo detrás de esa máscara de indiferencia.
Sus pasos se detuvieron en mitad de los tablones que conformaban el muelle. Delante, quedaba el camino más fácil, que no requería entenderse con nadie excesivamente extraño, sino hacer las cosas como debían. Detrás, quedaba el dejar atrás a alguien al que acababa de gritar en la cara y al que, aunque no lo esperaba, parecían haberle afectado sus palabras. Pensó en qué debería elegir, hasta que se dio cuenta de que ya había elegido. Que la decisión correcta estaba ya tomada.
No hago esto por el Destino, Cleo. Pensó para sí mismo, algo molesto, y suspiró profundamente. Esto es simplemente lo que cualquier persona decente haría. Lo que yo elijo hacer.
-Eh, Steeve. –Gritó al aire del amanecer, para asegurarse de que el otro Despertado lo escuchaba. Estaba de espadas a todos, observando el amanecer. Ethan apartó sus dudas y volvió a alzar la voz. –El Sol va a salir todos los días, así que date prisa y ven, que el tiempo apremia y el taxi no espera. Sólo… sólo limítate a no disparar a nadie… y piensa antes de hablar, ¿vale?
Va a darme problemas, lo sé. Pensó para sí mismo. Aunque sin embargo, de algún modo se sentía mejor después de haber hecho lo que esperaba fuese lo correcto.
-Bueno, parece que vamos todos. –Añadió con una media sonrisa hacia la joven que estaba a su lado.
Mientras Cathbad fumaba su cigarrillo mirando al horizonte, al recién llegado Thomas le dio por hablar, y mira tú por donde lo hizo con bastante acierto y sensatez, y su discurso claro y sin rodeos hacía gala de un notable sentido común. Por otro lado, su desparpajo a la hora de expresarse resultaba refrescante. Sin hostilidad ni arrogancia le hizo caer en la cuenta de sus propias preconcepciones. El irlandés levantó una ceja, gratamente sorprendido. El último en llegar, pero sin duda una valiosa adición a aquella Cábala que había empezado a formarse. Le dio la curiosa sensación de que Thomas era una persona flexible y desprejuiciada, que estaba en el centro de todas las posturas, lubricando los roces con el bálsamo de su espontaneidad. Ethan, por otra parte, trataba de hacer lo mismo, pero daba la impresión de que la tensión ocasionada por los caballos que tiraban en direcciones opuestas acabarían por desmembrarlo. Un muchacho sometido a una gran presión, la mayor parte de la cual le venía de dentro. Siempre observándose desde fuera, preguntándose cómo se vería todo lo que hacía o decía.
Y justo cuando parecía que las aguas estaban volviendo a su cauce, Steeve se salió de su tónica habitual y arremetió contra el caballero andante con palabras cargadas de sarcasmo hiriente y malicioso, a lo que Ethan respondió con su habitual educación, aunque esta vez cerca estuvo de perderla. Cathbad encogió los ojos. Quizá nadie más se había dado cuenta, pero en aquel momento, el brujo tuvo un vislumbro del verdadero motivo del despreciativo arrebato de Steeve: solo servía para esconder un tumulto interno que hervía hasta la superficie. Por algún motivo el joven mago estaba a la defensiva; ya no parecía tan seguro de las cosas que había hecho, y se le demudó el rostro cuando algo pareció encajar dolorosamente dentro de él, como un miembro dislocado que volviese a su sitio. De repente se había quedado sin respuesta, e incluso musitó el amago de una disculpa. Toda la sombra de extrañeza que lo rodeaba se había disipado en un instante. Solo era otro niño perdido, buscando su lugar en aquel mundo hostil y aterrador, como todos ellos.
Afortunadamente, Ethan demostró no ser un hombre soberbio. Una vez más hizo lo correcto, y demostrando una empatía que el otro mago no había exhibido hasta el momento, acortó distancias con Steeve con unas pocas frases bienintencionadas. Cathbad se sorprendió pensando que, en cierto modo, el chico de las gafas y él mismo eran iguales. Profundamente incomprendidos y fuera de lugar por su propia obstinación. Un empeño que era lo único que ambos tenían; y Steeve parecía a punto de perder la dirección del suyo.
El mendigo suspiró. Todo el mundo merecía una segunda oportunidad. Pasando junto al consternado Steeve, le dio una firme palmada en el hombro sin mirarlo siquiera. El hombre mayor continuó su camino sin desviar su rumbo, siguiendo al resto de Despertados que se disponían a tomar un taxi.
Quizás, pensó, toda la divergencia que existía entre ellos generase algún punto medio, alguna clase de equilibrio. Si no, estaban acabados.
El brillo del sol impactaba en sus ojos, la luz amarilla y cálida alumbraba los oscuros rincones del interior del Eutanatos. La eterna estrella traía consigo un día diferente, un tiempo nuevo. El mar completaba la imagen y revelaba su doble naturaleza de inmensidad y continuo cambio. Un paisaje que mostraba lo perpetuo y lo renovado coexistiendo, lo absoluto y lo efímero. Destino o Libre albedrío?.
Su pensamiento se interrumpió por las palabras de Ethan, mas calmo y conciliador ahora lo invitaba a acompañarlo. Asintió levemente con la cabeza, como señal que lo había escuchado, pero no se volteó a verlo, su cita era consigo mismo en el extremo del muelle. El sol va a salir todos los días... Steeve se preguntó si el joven sería consciente de la sabiduría de sus palabras, que ratificaban la eterna renovación que contemplaba frente a él. Sintió poco después una palmada en el hombro, Cathbad expresaba su cercanía en ese saludo silencioso. El brujo mendigo era sin duda tan incomprendido como él, ambos estaban fuera de la normalidad que enfermaba la mente de los hombres, ambos eran libres y estaban dispuestos a mucho mas que el resto de los mortales, pero sus caminos eran diferentes. La voz de Thomas cantando se escuchaba distante, él era otro hombre diferente, libre pero muy distinto a ellos dos, él parecía disfrutar de todo lo que se le presentaba. Permaneció inmutable, observando el horizonte.
Su vida había sido servicio. Se había alejado de su familia y de sus pocos amigo, se había autocondenado a una vida de soledad, solo para poder hacer lo que tenía que hacer. No perseguía dinero ni fama ni reconocimiento, simplemente se sentía realizado cuando formaba parte del engranaje que todo lo mueve. La tarea que llevaba a cabo era simple, asegurarse que esa inmensa maquinaria siguiese girando. El resultado no había sido tan malo, las pocas veces que había necesitado usar su arma siempre había sido para poner fin a una amenaza que afectaría de un modo irreversible el delicado entramado que todo lo unía , y hasta el momento había cumplido bien su parte. El ángel oscuro le hablaba en los sueños, y certezas incomprensibles lo guiaban hacia su destino. Pero algo no estaba bien, en el fondo lo sabía. Carecía de un mentor, de un guía que le revelase el camino mas allá del ángel que había conocido, y como si eso fuese poco, los otros Eutanatos no lo habían recibido como él hubiese esperado, oponiéndose a incorporarlo entre los suyos. Estaba solo, aprendiendo solo, así había sido hasta ahora.
Puso su mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó la carta. La vidente. Madame Cleo se había presentado en su vida como una chispa de esperanza, era una bruja antigua y poderosa que él admiraba porque hablaba un lenguaje que comprendía y porque ella también custodiaba a su modo el engranaje y formaba parte de él al igual que Steeve. Tal vez fuese la única Despierta que había accedido a guiarlo y él estaba dispuesto a escucharla. Destino o Libre albedrío? El camino que había transitado hasta ese momento lo había llevado a Cleo y a otros cinco despiertos, le había permitido ver su pasado, su presente y su futuro, y lo había puesto en ese muelle. Lo había traído hasta allí, pero irónicamente, ahora era ese mismo camino el que le proponía salir de él. Cleo había cuestionado las bases de sus creencias, y sus compañeros le hicieron ver que algo estaba errado, que no había entendido algo aún. Una aparente contradicción que confluía en ese momento, tan clara como el paisaje absoluto y dinámico que presenciaba.
Se daba cuenta que proteger el destino tenía sentido solo si podía ser dañado, si podía ser alterado, de lo contrario no habría de que protegerlo. Y si ese era el caso, y el destino cambiaba en función del libre albedrío, entonces cual destino era el que protegía? acaso custodiaba el mejor futuro posible? Steeve quería pensar así, pero recordaba que el tiempo le había sido esquivo, que había confundido las señales, en síntesis, que no estaba en condiciones de ver el mejor destino con claridad. Quien entonces define que destino es mejor? La ausencia de guías mas allá de su ángel, convertía en imposible la respuesta. Sin embargo, había llegado hasta allí por algo, no todo había estado equivocado, solo le faltaba entender lo que se le presentaba, comprender que de algún modo eso que defendía no solo era absoluto, sino que se movía continuamente, que cambiaba a cada segundo. - El destino esta vivo - susurró para sí.
Unas gotas empaparon su cara cuando una ola impacto en el muelle, y al detener su atención en ella comprendió algo mas. Que ese mar insondable estaba compuesto por infinitas gotas, y todas ellas contenidas en ese mar. El mar imponía el destino de todas ellas, y a su vez las gotas eran libres de elegir impactar en su rostro. Sonrió mirando la carta - Gracias- dijo sin saber si Cleo había provocado eso o el ángel que estaba a su lado, si había sido el destino o fue la libertad que esa gota se tomó, o todo ello a la vez. Lo único de lo que sí sabía con seguridad era que él estaba aprendiendo. Guardó la carta y se dio media vuelta para avanzar hasta dónde estaba Thomas.
- Hay lugar para dos en esa moto, viajero? Un poco de viento y adrenalina no me vendrán mal- dijo al hombre de la guitarra, ese que había defendido su lugar desde el principio y siempre se había dirigido a Steeve sin juzgarlo. Finalmente había reencontrado su canción, pero ahora sonaba diferente, mas armoniosa, mas completa. Y ya no estaba solo...
Ser un Despertado tenía un precio. Max escuchó aquel rápido intercambiar de opiniones, objeciones, réplicas y ... Nada. Finalmente todo parecía volver a su cauce. ¿El motivo? Lo ignoraba. Quizá fuera la propia Madame Cleo moviendo sus hilos. Esa vidente a la que no le habían permitido preguntar un poco más.
A punto había estado de increpar a Ethan cuando éste comentó lo inapropiado de matar. El detective recordaba la figura deforme e inhumana del supuesto sacerdote perdiendo todo el control sobre sí misma. Max tenía claro que prefería un "sacerdote" muerto y cosido a balazos antes que la alternativa. Si ese ser hubiera alcanzado a Norna, o a cualquiera de ellos, a saberse qué habría pasado. Había sido peor que una novela de Stephen King.
Notaba las manos entumecidas, y la cabeza a punto de romperse como un huevo. Era una sensación no tan desconocida para él. Durante unos segundos su cuerpo y su cerebro no parecían suyos. De hecho, tenía la sensación de que sus movimientos eran como los de un robot. Era ansiedad. Necesitaba un trago y lo necesitaba pronto.
Sacudió la cabeza para desperezarse y echó a andar en silencio tras el resto de magos.
Tenía la sensación de que iba a ser un día muy largo.
Pudo adivinarse un claro gesto de aprehensión en el rostro de la joven, que primero se había encogido sobre si misma, asustada al contemplar el exabrupto de Cathbad, y seguidamente daba un paso hacia atrás, al ser confrontada por Ethan, y escuchar toda aquella diatriba en torno a Steeve- Yo no creo que deba...- dijo, mirando a unos y a otros, antes de que los cinco Despertados comenzasen a discutir frente a la joven, que progresivamente había ido retrocediendo, claramente alarmada y en parte, asustada.
Su intención de buscar una manera de marcharse sola a casa fue clara cuando el grupo volvió a reparar en ella, pero algo, quizá aquel gesto de reconciliación improvisada final, había hecho que finalmente, decidiese quedarse, apretando los labios, contrita, antes de hablar- Creo... Que todo esto no puede ser una casualidad. Si esa mujer, o el Destino, o lo que sea... O nuestras propias decisiones, por algún motivo... Ha hecho que hayamos acabado juntos, en este preciso momento... ¿Por qué íbamos a separarnos? Eso debe significar algo, ¿no?- añadió, encogiéndose de hombros, hablando con algo de inseguridad pero quizá con un entendimiento que trascendía de la superficialidad con la que la gente de su edad solía mirar hacia el mundo- He soñado con vosotros. Él ha soñado con todos nosotros también...-dijo, señalando a Thomas- Y está eso del barco... Y lo del cruce... Y... Me habéis salvado de ese hombre que yo... Justo en ese preciso momento. - apuntó- Cualquiera que haya visto un par de películas al respecto podría hacerse una idea de que... Cuando la circunstancia dice que un grupo debe estar unido y cada uno se empeña en ir solo por ahí, pasan cosas...
La joven trataba de explicarse, hablando quizá por primera vez de manera prolongada frente a los hombres- Es como... La chica que siempre se queda sola en las pelis de terror. O el que siempre se muere primero por no darle importancia a las cosas.- concluyó, empleando una metáfora quizá no del todo acertada, pero coherente con su modo de ver el mundo- En fin... Yo sólo quería... No importa. Será mejor que vuelva a casa.