El salto de Jaden te marea más de lo normal, aunque apenas dura un instante notas como te cuesta agarrarte a él, hasta que por fin notas el suelo bajo tus pies y crees que todo ha acabado. En cuanto te preparas para ver la enfermeria y el campamento a tu alrededor notas como todo se tiñe de negro y te fallan las piernas.
Abres los ojos y ves que no estas en Skylar, sino en lo que parece ser un enorme campo de batalla*, todo a tu alrededor esta lleno de cuerpos y de armas rotas.
No ves a nadie vivo cerca tuya.
*vease la imagen de la escena
Droidcat no se separó de mí en los últimos segundos antes del salto. Nunca me acostumbraría al transporte de Jaden, y esta ocasión en concreto fue peor que las demás. Perdí el conocimiento, pero no podía achacárselo solo a él. Creo que la angustia, el estrés de la situación que estábamos viviendo en los instantes antes jugó un gran papel.
Cuando desperté, mis manos se aferraban a la tierra arenosa. La cabeza me daba vueltas como si la hubiera metido en una centrifugadora, y la herida de la mano escocía. Tuve que separar a Droidcat haciendo palanca con el brazo. En cuanto me incorporé, la IA volvió a pegarse a mi como si la vida le fuera en ello.
Quizá no estaba muy desencaminada. Trastabillé un poco mientras la visión se adaptaba a la luz. En el laboratorio había sido muy pobre, con zonas en penumbra, así que el cambio fue bastante fuerte. Cerré los ojos con fuerza un par de veces, creyendo que al alzar la cabeza me daría de bruces con las cabañas del campamento, que había caído en el camino de tierra que daba con ellas. Nada más lejos de la realidad. Allí no había nada, ni una sola estructura. El terreno era liso, pero salpicado de bultos que reconocí enseguida. A pocos metros de mí, ondeaba una bandera. No se escuchaba absolutamente nada, ni voces, ni gritos, ni animales. Miré por segunda vez los bultos, el color rojo que se mezclaba con el gris de los uniformes y el marrón de la tierra que pisaban. El resto de mis sentidos fueron despertando poco a poco. El olor a piel quemada, a hierro, a descomposición. El sabor de la sangre en el paladar por el golpe contra el suelo, y porque lo embadurnaba todo. El aire insípido que apenas susurraba rozando la mano sin vendar, como queriendo cogerla para consolarme… Los ojos me escocían porque, de la impresión, aún no había parpadeado. Dejé escapar un par de lágrimas para aliviar la sensación.
─ ¿Tía Agnes? -llamé con un hilo de voz, buscando. Los cuerpos inertes se extendían hasta más allá de donde alcanzaba la vista. Nada se movía -¿Nat? ¿Jaden?
Di un par de pasos con las manos en el pecho, como si así fuera a calmar el alocado palpitar de mi corazón. Las ruedas de Droidcat rompieron la quietud y me hicieron dar un brinco. Una idea se me cruzó por la mente, tan cruel, que me temblaron las comisuras al ahogar un sollozo. Se instaló en una parte de mi mente, y me obligó a agacharme abrazándome a las rodillas, junto a uno de los cuerpos, salvando las distancias. Examiné sus heridas primero, levantándome aún más el estómago. Después, el rostro, esperando que no le conociera. Eso no iba a quitar de que no me doliera como me estaba doliendo.
Te agachas junto al cuerpo pero no lo reconoces, tiene rasgos que no habias visto nunca, tal vez europeos pero no lo dirias con seguridad, tiene una frondosa barba salpicada con la sangre. No lleva demasiada armadura, apenas una especie de peto que por lo que ves debe ser bastante pesado, te sorprende un enorme casco de hierro que tiene agarrado en su mano derecha, como si fuese su bien más preciado. No es un casco especialmente ornamentado y parece bastante desgastado.
En este momento de tranquilidad te fijas más en tu alrededor, debe ser tarde ya que está anocheciendo y el viento empieza a soplar con más fuerza, aunque no sientes nada de frío. El olor a sangre en el aire se hace más intenso y la noche que se acerca hace resplandecer todo con un aura fantasmagórica. Droidcat apenas se mueve de tu lado, tampoco tiene demasiado hueco para moverse entre tantos cuerpos.
Escuchas una voz, es muy debil, casi un quejido. Te parece que está pidiendo ayuda pero no lo puedes decir con seguridad a esta distancia. Debe de estar a unos metros al frente tuya.
Confirmar mis sospechas solo consiguió que me horrorizase más. Me aparté del cadáver bruscamente, cayendo casi de espaldas, y llevándome las manos a la boca para ahogar un grito. Me apoyé sin querer sobre otro cuerpo, y retiré la mano instintivamente. Fuera lo que fuera lo que había pasado allí, había sido una masacre. ¿Y qué podría haber pasado? Una batalla, no hacía falta usar todo el intelecto para darse cuenta. Pero eso no ayudaba a que me ubicase…
De pronto, algo casi imperceptible llegó a mis oídos. De no haber estado tan en tensión, seguramente habría pasado desapercibido. Haciendo acopio de fuerzas, me levanté en su búsqueda. Esquivé los cuerpos, rodeándolos. Alguien tendría que haber quedado con vida. Alguien. Quien fuera. Cogí en brazos a Droidcat, por tener a alguien cerca y no sentirme tan sola, tan desolada.
Avanzas unos metros hasta llegar al origen de la voz. Es un soldado moribundo, por su aspecto deduces que es del mismo ejercito que el anterior, pero su armadura parece de mayor calidad, tiene añadidas unas placas de hierro para proteger la zona del pecho. El soldado está en peor estado que su compañero, la armadura hecha trizas, con sangre por todos lados y el casco tiene una enorme grieta, te sorprende que no se haya partido en dos a estas alturas.
En cuanto te acercas ves como mira en tu dirección, tiene la cara ensangrentada, parece que ha perdido un ojo. Pero tiene una sonrisa permanente mostrando su dentadura, a la que apenas le quedan seis dientes en buen estado. Te habla despacio, como si le doliese el simple hecho de respirar.
-Sabía que vendrías... creo que he hecho más que suficiente para merecer un buen descanso... llevame contigo.-
Extiende su brazo derecho hacía ti, como esperando que le des la mano.
No sabría computar el lapso de tiempo en el que estaba. Pero en esas horas, o minutos, Droidcat se había llevado más golpes que en toda su vida en activo. Ver a ese pobre hombre en tan mal estado, agonizante, hizo que el animal robótico se me cayera al suelo. Droidcat no hizo más ruido que el propio del metal al chocar contra la tierra, y se incorporó girando un par de veces sobre sí mismo. Le dejé atrás, acortando de un par de zancadas el espacio que me separaba del moribundo. Di de lado mi desorientación y confusión para agacharme a su lado y agarrar su mano entre las mías. ¿Qué otra cosa podía hacer? Mis conocimientos en primeros auxilios iban a poder hacer bien poco por él. Su mente ya divagaba, dirigiéndose a mi como si me conociera, o como si pudiera sacarle de allí. Con una mano, le acaricié la mejilla, intenté transmitirle algo de humanidad, un poco de consuelo.
─Por supuesto, claro que te lo mereces -me forcé a mí misma a esbozar una sonrisa tranquilizadora, aunque por dentro, el dolor de lo que estaba viendo me desgarrase -Te llevaré conmigo, no te preocupes…
Cuando estiras el brazo hacía la mano del hombre ves como su mano traspasa la tuya y se agarra a otra, un brazo que parece atravesar tu pecho como si no estuviese ahí.
El hombre agarra esa mano y sonrie, parece en paz. En ese momento la mano empieza a brillar y ves como el hombre cierra los ojos, parece que duerma.
Cuando te das la vuelta buscando el dueño de la mano ves una extraña figura dandote la espalda a algunos metros de ti, parece más ornamentada que el resto pero no puedes distinguir muchos detalles desde donde estas.
Perdon por no añadir demasiado pero me tengo que ir de viaje y no queria dejarte así hasta el lunes xD
No sentí nada especial cuando me atravesó. Creo que porque había llegado a mis límites, y sentía demasiadas cosas para el pequeño cuerpo que me gastaba. En esta ocasión, no caí de espaldas de la impresión, ni grité, ni lloré. Todo eso ya lo había hecho antes. En lugar de eso, tragué saliva, me levanté y giré sobre mis talones.
No sé cómo no me fije antes en la única persona que estaba de pie, aparte de mí. Un superviviente, quizá el único, viendo que la persona a quien había consolado antes había cerrado los ojos. En el mejor de los casos, sería del bando “bueno” en ese campo de batalla, y estaría buscando supervivientes, como yo. También podría estar desorientado y herido. Y en el peor de los casos… ¿me atravesaría también como si yo realmente no estuviera allí?
─¡Eh!
Llamé. Con la vista fija en la nueva figura, me acerqué a grandes zancadas. De pronto, la tristeza, la desesperación, la confusión… todas esas sensaciones que me arañaban el corazón con afiladas garras cada una, disputando por él, fueron devoradas por una ira que me ascendía desde la punta de los pies. Me estaba preparando para el peor de todos los casos. La herida de la mano me escocía. Me detuve a dos pasos. ¿Y ahora, qué?
No te preocupes. Puedo esperar.
¡Que tengas buen viaje, cuídate!
Ves a la figura moverse entre los cadaveres como si estuviese flotando, notas como la cubre un aura de tranquilidad, de reposo, como si todo hubiese acabado y pudieses dormir.
Cuando le hablas ves como se para, tarda unos instantes en girarse hacía tí. Cuando se gira no das crédito a lo que ves: se trata de una mujer rubia, de unos veinte años, su armadura es tremendamente bella, es de un azul mar con adornos de oro. Lleva una enorme espada de oro y un escudo a juego con la armadura*. Lo que te sorprende de ella no son solo las alas que aparecen en su espalda, sino el increible parecido con tu madre, definitivamente parece tener unos años menos pero son iguales.
Cuando mira en tu dirección te sonrie calidamente, como cuando eras pequeña y te ibas a dormir, una sonrisa que aleja todo temor y dolor. En ese momento habla, y su voz te suena cercana y tranquilizadora.
-Hola Ersy.-
*
PD: ya que es tu madre si tienes alguna propuesta la escucharé encantado :)
Su voz, la voz que no esperaba oír hasta después del campamento, me rompió por dentro. Estaba confundida, apenada, aterrada… y de pronto, reconocí el timbre de la mujer que lo había dado todo por mí. El espacio se emborronó cuando me lancé a la carrera hacia sus brazos, el único refugio posible. Realidad, sueño o pesadilla, todo se esfumaría. Las preguntas no se fueron, sino que regresaron con más fuerza desde una esquina de mi mente. ¿Qué pintaba ella allí? ¿Por qué iba vestida así? ¿Qué estaba pasando?...
Fue lo que hizo que frenase en seco antes de llegar a ella, dejando caer los brazos, flácidos, a los lados.
No sabía en qué creer. Y si mi mente hubiera sido una pizca menos racional, habría cedido a la histeria hacía un buen rato.
─ Mamá… -balbuceé -¿Qué es… todo esto? -acerté a preguntar.
De indumentaria, genial. De cara, tengo un par de fotos guardadas:
Esta para sus "tiempos mozos".
Y así sería actualmente.
¿Qué te parecen a ti?
Tu madre te sonrie tiernamente mientras balbuceas.
-Es demasiado largo de explicar y no tenemos mucho tiempo, este es tu legado hija mía. Esto es lo que soy y lo que tu tienes que ser. Hay mucho más ahí fuera que un par de metahumanos, la gente guarda más secretos de los que aparenta a simple vista.-
Te habla como cuando eras pequeña, con esos acertijos que tanto te sacaban de quicio.
Mi legado.
Miré en derredor una vez más. Que fuera todo un sueño o no, dejó de importar. La realidad que captaba con todos mis sentidos era lo único tangible que tenía, el único bote salvavidas al que aferrarme. Era mi madre, no cabía duda. Había heredado su nariz y la forma de sus ojos. Y nada más. El color de ojos era cosa de mi padre. Hasta la silueta era fruto de los genes paternos, cosa que más de una vez me ha hecho sentir vergüenza. Incluso allí, siendo muchos años más joven, mi madre me sacaba ventaja en belleza y fuerza. Sin contar con la armadura.
Respiré hondo una, dos, tres veces.
Pistas. ¿Cuáles tenía? Un campo de batalla, donde dos o más bandos habían sacrificado a sus peones de forma cruel y despiadada. Muertos por doquier. Moribundos. No puedo decir “en el siglo en el que estamos”, porque mi madre es, a todas luces, mucho más joven que cuando me dio a luz. Incluso en esa época, los soldados no llevan armadura. En teoría, no tenía sentido.
Pero en las adivinanzas, todo guarda un significado. Son pistas ascendentes. Seguí pensando.
«Sabía que vendrías... creo que he hecho más que suficiente para merecer un buen descanso... llevame contigo.»
Demasiado herido para cargar con él hacia algún hospital de campaña. No pidió “auxilio”, no pidió “un médico”. Solo quería descansar. Que le llevasen… ¿a dónde?
Una parte de mi mente ya había dado con la respuesta, pero la aparté buscando algo más lógico. Algo que no me aterrase tanto. Mi madre era alemana, sí, pero la abuela procedía de las tierras del norte de Europa. Nórdica. Estaba familiarizada con su religión, porque mi madre tampoco era católica…
Me miré las manos. Estaban temblando. Mi cuerpo ya sabía lo que estaba pasando. Mi mente seguía rechazándolo. No era racional, no era lógico, no podía ser real. Los cuentos, los mitos, la religión… que tuvieran base histórica no las convertía en verdades a creer a pies juntillas.
─ Mamá… -dije con voz débil -¿tu eres una… valquiria?
Noté que la temperatura descendía abruptamente, aunque fuera solo cosa mía. Decirlo en voz alta le daba fuerza.
Tu madre te sonrie cuando le dices tu conclusión. Se acerca a ti y te pone una mano sobre la cabeza mientras te atrae para abrazarte contra su pecho.
-Como siempre eres la niña más inteligente del mundo. Sí, has acertado. Nuestra familia tiene raices mucho más antiguas de lo que puedes imaginar, la verdad es que nunca esperaba que te tocase sustituirme pero si ese es el caso...
Las valquirias somos las guardianas del Valhalla, las mensajeras de Odin. Hay muchas cosas que tengo que contarte y no parece que tengamos mucho tiempo.-
Cuando dice eso ves que empieza a desvanecerse, ella y todo el escenario. Como si estuviese perdiendo consistencia.
Sustituir me ha parecido siempre una palabra tan fea… Dejando de lado que la inconsistencia de lo que había a mi alrededor aún me generaba dudas, el abrazo de mi madre fue real. Fue el tablón que me mantuvo a flote cuando la revelación se me clavó en la mente como una puñalada. Supo que me quedaría bloqueada en cuanto hilara los cabos, y acudió en mi rescate. Era lo que siempre hacía, incluso cuando no estaba. Intenté aprovechar los milisegundos, estirándolos cuanto pude.
«No me intentes engañar, mamá», quise decirle, «No son mensajeras… recogen almas. Son asesinas...»
¿O cómo debería llamar a quienes recogen almas para mandarlas a otro conflicto?
─ Pues cuéntame… lo que puedas -acabé diciendo.
Las paredes de cristal de la bola en la que sentía que estábamos se estaban resquebrajando. No sabía cuánto duraría el efecto, y cuando volviera al campamento, me las apañaría para contactar con ella. Pero en ese momento, me obligué a dejar de lado toda parte racional de mi. Tenía que escucharla, y ya me preocuparía por escepticismos luego.
Cuando ve las dudas en tu mirada tu madre te acaricia la mejilla.
-Sé que suena raro pero debes intentar comprender, el equilibro del mundo es delicado y nosotras nos encargamos de mantener una parte, nuestra familia es una de las pocas que se encargan de de los caidos en batalla. Ultimamente las cosas estan cada vez más convulsas,tal vez por ello te ha tocado aceptar tu destino tan pronto.-
Cada vez la ves peor, todo parece desaparecer a tu alrededor.
-Ersy, debes saber que no solo recogemos a los caidos, tambien protegemos los Salones de Odin, si estas empezando a tener estos sueños significa que... hablaremos... tras Skylar...- cada vez la oyes más entrecortada hasta que ves como desaparece todo a tu alrededor.
Perdona por dejarte así pero tengo que llevaros a todos a la vez :S
Reacciona a la escena y la damos por cerrada.
Intenté aferrarme inútilmente a ella mientras se desvanecía. Me dolía la cabeza, y el dolor, indicaba que no podía ser un sueño. El tacto también era real. El olor a sangre en el aire, la escasa brisa que de vez en cuando me revolvía el pelo, los colores… Ya no sabía si quería que fuera un sueño o no. Si quería que todo se desvaneciera y que sus palabras se quedasen ocultas en alguna parte de mi subconsciente, o prefería que mi madre se quedase allí abrazándome durante un rato.
No quería hablar tras Skylar. Quería hablar ahora. Necesitaba saberlo. Me pinzaba el corazón como si me lo apretasen con un puño.
─ ¿Qué…? ¡No, no te vayas! ¡Cuéntamelo ahora, por favor! -todo se estaba volviendo borroso por momentos. Intenté sujetarme a ella con más desesperación -¡Mamá, por favor, no me dejes aquí! ¿A qué destino te refieres? ¡Mamá!
Era inútil, y lo sabía. Empezaba a notar que otra luz se filtraba entre las nubes que cubrían el campo de batalla, dándole a todo un color sepia emborronado. Mis sentidos empezaban a fallarme.
No te preocupes, si la escena esta genial ^^
Perdona tu que haya tardado tanto en responder. Estoy bastante liadilla estas semanas con un proyecto, y me paso la mayor parte del día escribiendo para él :S Pero aunque tarde un día más o menos, estoy pendiente.