Partida Rol por web

En la puerta, Onfale y Thimaz seguían luchando contra el gólem, pero fue Aire, que con su conjuro, dió la puntilla a la criatura. La bola de nieve congeló al enmascarado. Cuando ya era solo una estatua, perdió el equilibrio y cayó a un lado haciéndose añicos. Leiath aprovechó para flotar sobre las cabezas del eunuco y del enano, para ganar luego altura. Dos de los tres constructos se levantaron de la zona grasienta, y uno de ellos sustituyó al recién destruído, impidiendo de nuevo el paso, pero no llegó a tiempo para frenar a la Bruja de Hala.

Mientras, Flame seguía luchando, o por lo menos lo intentaba. La continua lluvia de golpes de los tres enmascarados bajo ella no le permitían enarbolar un buen espadazo, pero seguía buscando un hueco para atacar. Las miradas de Leiath y Flame se cruzaron en el aire, una llamada de atención, una petición de auxilio.

La joven sanadora de Hala parecía un ente endemoniado, por su curiosa forma de arrastrarse por la pared, pero es que eso de moverse por las alturas no era nada fácil.

Por fin logró tocar con la punta de sus dedos a Flame para transmitirle energía curativa. En realidad que la pelea se estaba volviendo más complicada de lo que había parecido en un primer momento.

El eunuco no pudo ocultar una sonrisa cuando vio que Aire dejaba a uno de los golems hechos pedazos, literalmente. Aún así la pelea no estaba ni mucho menos ganada. Permaneciendo junto al enano lanzó otro ataque al golem que había sustituido al otro en el quicio de la puerta.

-¡Me sacan de quicio!- Y es que su resistencia era agotadora.

Thimaz ya estaba bastante cansado de dar hachazos a oleadas y oleadas de enemigos, deseaba terminar de una vez con todo esto para poder centrarse en lo que realmente importaba; la venganza; tanto contra el Doctor como aquellos molestos enmascarados que tantas penurias le habían hecho pasar con sus acciones malintencionadas contra la seguridad y dignidad del aguerrido guerrero.

-¡Esto por la patada que me metió en la bañera!

Thimaz seguía con lo suyo, erre que erre, no cesaba de atacar con cada frase, el problema vino cuando su memoria le jugó una mala pasada y se le olvidó por completo qué decir antes del hachazo, esto lo descolocó tanto que por desgracia falló el golpe.

-¡Esto por... por... ¿Por?...

Girando su cabeza hacia el resto de personas que allí se encontraban el Enano les preguntó.

-¿Por qué más?.

Flame trató de huir del combate dando un paso atrás y subiéndose por las paredes y techo para tomar algo de distancia del combate. Desde el techo se ocuparía de volver a lanzar su aliento para destruir a cuántos más mejor.

Había recibido muchos golpes, pero ellos también, consideraba oportuno relajarse un poco y dejar que la magia de Hala hiciera su trabajo gracias a su canalizadora y así poder cerrar sus heridas. Cuando estuviera preparada para volver al combate lo haría con toda la fuerza posible y recuperada.

El combate estaba muy bien delimitado.

El primer grupo estaba luchando en la puerta. Los golpes de Thimaz y Onfale hicieron que el constructo perdiese el equilibrio y retrocediese hacia el charco de nuevo. Otro de los enmascarados fue incapaz de levantarse del suelo. El tercero se puso sobre el cadáver del suelo, y trató torpemente de alcanzar al eunuco.

El segundo grupo, con el lamparconte lanzando rayos, trataba de recomponerse. Flame se retiró, y su aura dejó de ayudar a Thimaz y a Onfale. Al ganar altura, convergió con Leiath, que al fin pudo sanar a su compañera con la gracia de Hala. Los tres enmascarados eran incapaces de alcanzar a las dos muchachas desde el suelo. Sin embargo, al ganar altura, ambas se pusieron a la altura de una de las celdas superiores. Por la puerta abierta se vió a un nuevo enmascarado, que giró la cabeza lentamente en dirección a Leiath y Flame, mirándoles como solo una máquina de matar sabe hacer. Había una pasarela desde el que el gólem de carne podría saltar hacia ellas. Deberían haber sido más cautas...

Thimaz estaba bastante molesto, esos monstruos a parte de duros de pelar eran demasiados, por suerte se habían decidido a atacar de uno en uno tomando turnos sobre el cuerpo de su compañero ya derrotado. Pese a ello, eran demasiados y de forma irremediable acabarían causando daños importantes a los aquí presentes.

-Esto me recuerda a las fiestas de donde yo vivía, aplastábamos calabazas.

Con esas palabras el Enano alzó su hacha nuevamente contra aquella criatura, un buen golpe certero seguido de otro golpe más sobre aquella criatura que se mantenía en equilibrio sobre el cuerpo de otro derrotado previamente. Pudiera ser que fueran resistentes y fuertes, pero no eran mejores que un buen enano cansado de tonterías.

-Eso te pasa por reemplazar a tu compañero...

Pues no le había parecido tantos cuando sacó valientemente su símbolo sagrado. Si lo pensaba bien, era su culpa todo ese desaguisado. Podrían haber intentado pasar invisibles entre ellos, pero no, claro, la soberbia le pudo y ahora estaban metidos en una pelea desigual. Y no desigual porque no pudiesen terminar con ellos en algún momento, desigual porque al aquelarre le quedaban muchos más enemigos y dificultades a los que enfrentarse, y lo harían con las fuerzas muy mermadas.

Lo, lo siento- intentó disculparse mientras se resguardaba detrás de Flame para que el ágil trozo de carne no le alcanzase de un salto y volvía a trapasarle energía positiva.

Metía y sacaba, metía y sacaba la punta del estoque con bastante acierto, si se hubiera tratado de seres humanos normales. Sin embargo, éstos sólo eran cuerpo sin vida, accionados por impulsos eléctricos artificiales.

- Espero que se den prisa...- Dijo pensando en Leiath, Flame y los otros que parecían dormidos en los laureles.- La grasa no durará eternamente.- Cuando un golem caía en la grasa otro ocupaba su lugar. El perfumista trataba de rebuscar en su cabeza más ofensas que hubiera sufrido el enano para que no se le ocurriera dejar el combate así sin más.

- Por por...¡porque tú lo vales!- ¿Acaso había que tener una razón para defenderse de aquellas aberraciones?- ¡Por la libertad!- No había nada que Onfale valorase más que eso.- Por...¡Cuidado allí arriba!- Advirtió a sus compañeras de Aquelarre.

La figura enmascarada de la túnica saltó, cogiendo impulso en la barandilla de la pasarela. El movimiento fue muy similar al de un felino que salta a por un pajarillo y lo coge en pleno aire. Ante los ojos de Leiath, el gólem de carne impactó contra Flame. Tanto la rubia como el paciente saltarín trazaron una parábola en su caída, siguiendo el impulso inicial del salto, y volando por encima de las cabezas de los gólems que estaban en el charco de grasa. Ambos cayeron cerca de la esquina, a la izquierda del pasillo, lejos de Leiath y de la pasarela de las celdas, en un sonoro estruendo.

Desde la involuntaria nueva posición de Flame, los dos guerreros de la puerta volvían a sentir el poder del aura de la espadachina. Aún así, los gólems eran unos enemigos correosos. Los golpes del hacha y el estoque volvieron a empujar al enemigo hacia atrás, pero los pies se habían encajado en la caja torácica del cadáver que había perdido su espalda por el ácido de Flame. En una grotesca postura, el gólem se dobló hacia atrás sin flexionar las rodillas. Se escuchó el sonido quebradizo de una columna rompiéndose, y el enmascarado terminó haciendo el pino puente, con los pies fijos en el cadáver de su compañero y la coronilla resbalando ligeramente a izquierda y derecha en el charco de grasa. Sin saber qué estaba pasando, el gólem contorsionista agitaba los brazos hacia sus laterales, intentando encontrar algo a lo que sujetarse. Era como tener una mesa de carne delante de la puerta, lo cual ofrecía cobertura a Thimaz y Onfale.

Mientras, los tres enmascarados seguían alzando los brazos, tratando de agarrar a una Leiath que estaba lo suficientemente alta como para no temer a nada que no saltase desde la barandilla de la pasarela. El lamparconte seguía disparando rayos, intentando proteger a Leiath, no se sabe si por cariño de su invocadora (Alice) o por afinidad y compadreo entre defensores del Bien con mayúsculas.

Onfale vio caer a Flame enzarzada en un acróbatico abrazo al golem saltarín. Nunca había sido muy cariñosa así que no pensaba que le agradara aquello. 

Eso tiene que doler...- Aprovechando que el constructo al que se enfrentaba junto a Thymaz se había partido la columna y que el propio enano se lo había permitido antes, Onfale trató de escurrirse para ayudar a la mujerona a levantarse.

- ¡Cúbreme!- Le dijo al enano a la vez que con un grácil movimiento, como el de un pañuelo de seda al viento cálido del desierto, se deshizo de aquella engorrosa melé extremidades embadurnadas en grasa en movimiento.

Cuando llegó hasta Flame vio que tenía al golem a su merced. En su cabeza todo se movía más despacio y se veía a sí mismo insertando el estoque por el ojo del golem, atravesando su cerebro y apagando aquello que fuera lo que le daba el movimiento. una Flame agradecida y servicial le debería la vida y sería su sirviente de allí en adelante. Si había algo que hacía Flame era saldar sus deudas.

- Tranquila, ya estoy aquí.- Le dijo a la vez que preparaba el golpe de gracia.

Y como no, el enano se encontraba nuevamente solo contra aquellas criaturas; bien que este se zafaba de los ataques de aquellos monstruos, pero no por ello dejar escapar al objetivo de los golpes de estos iba a ser algo positivo para Thimaz, a fin de cuentas, los Golems contra los que él luchaba ya no atacarían a Onfale, sino a él.

-¿Dan? ¿Vienes a ayudarme?. Me gustaría tenerte a mi lado... ¿Dan?. ¿Dan?. ¿El otro?. ¿Alguien?.

Thimaz parecía buscar a un compañero de lucha, pero lo que en verdad buscaba era alguien que se llevara los golpes y la atención de los monstruos mientras él seguía zarandeando su hacha de guerra sobre aquellas criaturas, tal y como hizo nuevamente, y esta vez sin tener que recordar las muchas cosas que le ocurrieron durante la huida.

Qué enemigo más formidable! Resistente a la magia, ágil como un gato y para ende repartía ostias como panes.

A Leiath no cabía otra que mantenerse cerca de su aquelarre y rezar a Hala para que saliesen de aquel atolladero sin que muriese nadie.

Buscó una ruta por la que descender, quedarse cerca de Flame y no llevarse ningún golpe en el intento.

S-sí. Estoy aquí.

Dan se colocó junto al enano, aunque no tenía un arma con el que atizar a los gólems. Sin embargo, de las tres amenazas más cercanas, dos estaban tumbados en la grasa y un tercero estaba haciendo el pino puente, con lo que no corría mucho peligro.

Leiath se empezó a mover hacia Flame, llevándose a los tres gólems que levantaban los brazos con ella. El lamparconte de Alice destruyó uno de esos seres con un rayo de luz. Otro de los constructos de carne resbaló en la grasa y cayó al suelo. El tercero rodeó con éxito el grupo que se había apelotonado en la puerta defendida por Dan defensor y Thimaz, hasta llegar a Onfale y Flame. Mientras, Leiath aterrizaba suavemente en el suelo, junto a la esquina, tras Onfale y Flame.

Cuando Onfale trató de hundir su estoque en el ojo del gólem saltarín, se puso en pie de un salto y trató de propinar a Onfale un puñetazo sin conseguirlo. Mientras, Flame pasaba desapercibida, tumbada, y llevándose el espadón cerca de la cara para que le hiciese de escudo. La rubia estaba a los pies de dos gólems furibundos, o por lo menos todo lo animados que pueden ser unos gólems.

Su estoque no solo no atravesó el ojo del golem sino que fue a clavarse en el suelo, quedando atorado. Cuando su enemigo se levantó trato de ensartarlo de nuevo viéndose impotente, pues no consiguió deshacer el entuerto. Cuando consiguió sacarlo se vio frente a dos enemigos y con dos damiselas en apuros a las que socorrer. Debía luchar sin bajar la guardia.

El Enano se encontraba ya bastante molesto y algo cansado de aquella lucha que parecía no tener fin, aunque la compañía pasimoniosa de Dan le daba la tranquilidad que buscaba, al menos toda la tranquilidad que le podía dar un escudo humano. Thimaz energicamente volvió a levantar su hacha con el objetivo de terminar de una buena vez con aquella criatura, levantando su hacha contra el constructo de carne bajo la apariencia de un paciente.

-¡Dan, las armas no son necesarias; usa el poder de la amistad!

Dudaba que funcionara, pero si aquel sujeto mentalmente inestable saltara sobre algún constructo de carne y pudiera hacerle algún daño, le era más que suficiente para Thimaz, el cual estaba meditando seriamente hacia donde ir ahora que la batalla ya parecía decidida.

Por qué cuando las cosas estaban peor se quedaban dormidos?

- Flame! Por Hala! Ataca!

Intentó hacer reaccionar a su amiga mientras ella misma procuraba mantenerse alejada de los gólems.

Parecían algo lentos, quizás podrían llevarlos hacia una de las celdas y dejarlos atrapados dentro. Fifi podría hacerlo, y deslizarse por entre las rejas. Pero claro, cómo hacérselo entender?

¡¡¡¡¡AAAAAUGGGGH!!!! Nadie estaba acostumbrado a oir gritar a la chaman del dragón y a pesar de las múltiples subidas y bajadas que había hecho a lo largo de su aventura, nunca jamás se había caído al suelo. Y es que el grito no se debía al dolor producido por la caída, sino más bien por el dolor en su orgullo. Cuando subía por las paredes a voluntad se sentía como un ser superior, como alguien al que jamás nadie alcanzaría, pero no vio venir al dichoso gólem que le atacó desde arriba. Y a pesar de que su amiga Leiath le había sanado, de poco había servido tras la caída.

Luego vio llegar a Onfale para salvarle la vida, pero como siguiera en esas condiciones quien tendría que salvarle la vida sería ella, lo cuál significaría que Onfale le debería la vida, y así podría por fin tenerle como sirviente y a su merced. Si algo hacía Onfale, era servir a las damiselas en apuros.

Flame trató de rodar para ponerse en pie y evitar así cualquier posible ataque que le tratase de hacer el gólem. Una vez lo lograse, tenía clara cuál iba a ser la situación. Y una vez más trató de descargar su espadón para cercenar el cuerpo de la criatura que le había atacado desde la altura. 

 ¿El poder de la amistad...?

Dan se dió media vuelta. Detrás suya estaba Fifí, aún intentando ver que ocurría entre las túnicas. Dan trató de atrapar el constructo de aire.

 ¡Quieta! ¡Soy amigo tuyo! ¡Deja de moverte, Fifí! ¡TE TENGO! ¡Auch!

Fifí empezó a girar tan rápido que laceraba las palmas de las manos de Dan. A pesar del dolor, Dan la mantuvo sujeta. Le estaban tocando en partes que la pequeña criatura no sabía que tenía. Se sentía ultrajada. ¡Se sentía violada!

Dan cogió al elemental y golpeó con él al gólem del pino puente. Fifí se resistió y como un pez se escapó de las manos de su "amigo", quedando sobre la tripa del constructo. Volvió a girar, hasta crear un torbellino, cortando en jirones la túnica. Pero la carne del gólem... la carne, imbuída con magia, era demasiado dura para los vientos de Fifí.

Mientras, Flame y Onfale seguían luchando, y Flame se llevó un puñetazo en la nariz de uno de los dos gólems. El otro quedó lo suficientemente herido como para que un tajo potente pudiese cortarlo en dos y hacer que el filo del espadón de Flame siguiese su curso hasta el constructo saltarín que había herido su orgullo.

En cuanto a la magia... La grasa de Onfale desapareció, con lo que ya no sería un impedimento para que los tres gólems del suelo se levantaran. Sin embargo, el lamparconte que había convocado Alice seguía disparando rayos de luz. ¿Cómo era posible? ¿Desde cuando los conjuros de Alice duraban más que los de Onfale? ¿Acaso la maga pelirroja había superado al otro mago del grupo?