El lugar dónde estáis es un templo. Un templo con diversos pasadizos. Cada puerta de esta sala lleva a otra salida, hacia algún lado del templo. No sé el lugar exacto del fuego, pero no andará muy lejos. No, no le voy a agredir, pero... si estabais buscando esto -se señaló la esfera- ya que vuestro compañero me acaba de decir que os pertenece, es porque, seguramente, sois alguna organización involucrada en esto, por lo que... Lo siento mucho, pero no os lo puedo ceder. Esto debe ir al laboratorio.
Señaló a la especie que yacía en el suelo.
Un atlantes. Como el ser humano, los atlantes tenían varias etnias. Eso es un Caslorpes Piscis -comentó moviendo el cuerpo con el pie-. Un habitante que sólo se haya en las zonas oscuras de la ciudad, es decir, habitantes nocturnos. Por lo que, podéis comprobar, que hay salas completamente... oscuras.
Heinrich no estaba cómodo con la situación, el había aceptado una misión y ahora parecía encontrarse en mitad de una carrera por quien podía llevarse aquella pelota de playa brillante consigo, a su respectiva organización. Sabía que un tal "Triquel" estaba detrás por algunas palabras sueltas que había escuchado de allí y de allá, así como ahora sabía que esa mujer pertenecía a otra sociedad.
-Estoy de acuerdo con Ubuntu. Pasanos la pelota de playa endiosada. El Doctor... ese... El Doctor... de la Universidad esa... a la que fuimos... pues ese Doctor quiere la esfera y pagó un adelanto cuantioso, y yo ya tengo los cimientos de la piscina montados, no puedo dejar mi casa a medio hacer, pasa la pelota de playa.
Heinrich dio un paso al frente, acercándose a Abril e ignorando por completo la situación desesperante de Makoto, a fin de cuentas, que Ubuntu tratara de protegerla y salvarla, no es otro indicio de que quizás Makoto sí era parte de Triquel.
Sin embargo, con motivo de la lenta actuación de sus compañeros y que preferían debatir sobre la pelotita llamativa, la joven nipona experimentaba cada vez más rápido como su cuerpo empezaba a helarse.
Y ,a consecuencia de aquello, sentisteis que la temperatura bajaba en aquel lugar de tal modo, que ,incluso, la criatura atlantes también se convirtió en hielo -como si de una maldición se tratase-. La japonesa intentó pronunciarse, pero era demasiado tarde, se hallaba anclada al suelo como la silicona caliente.
Apenas sentía las piernas y, mucho menos, lo que venía siendo todo el tronco. La sangre se había congelado circulando por su pequeño cuerpecito. Los ojos empezaron a perder el brillo que les caracterizaba. Sus párpados, pesados, luchaban por mantenerse en vilo hasta el último momento. Empero ya no podía luchar.
La muerte llamaba a su puerta. Al menos moriría ejerciendo lo que más le gustaba: maldiciendo a Henrich. Sus expresiones parecían todo un jeroglífico: hieráticas. Había llegado. Sin mucho más sufrimiento, todo lo que hubo en ella, se apagó por completo.
Tocarla era arder en aquellos mismísimos instantes, porque, a su modo, el hielo también podía quemar.
Pi, pi, pi... El número al que llama no esta disponible en estos momentos. Por favor, intentelo más tarde. Dagomau seguía con la mano extendida, esperando a que Trite respondiera. Pero no lo hizo. Carraspeó un par de veces y no tuvo claro si pasaba de él o también se había quedado congelada. Fuera como fuera, ahora mismo no ayudaba demasiado, así que se giró hacia el bruto y la nueva para llamarles la atención.
- Eh. Estamos en una ciudad perdida y sumergida en medio del mediterraneo, buscando, sufriendo y haciendo cosas que escapan de nuestra comprensión. ¿Por que no colaboramos un poquito y después os peleais por la dichosa pelotita? - les preguntó, para después acusar directamente a la mujer nueva. - Nosotros seremos de una organización misterios que opera al margen de la ley y lleva años de forma encubierta y todo lo que quieras. Después dejas de leerte Ángeles y Demonios y nos dices como TU has llegado aquí ¿Quieres? - La historia de "Sabes aquel que dice que va paseando y... ¡anda, la Atlantida" no colaba. Pero no colaba ni de lejos.
Diferentes razas de Atlantes. Y a unos solos los tenían a oscuras. Que racistas.
Él se fue a comprobar las puertas que quedaban, por si tenían alguna inscripción que pudiera ayudarles a saber por donde tenían que ir. Un simbolito de unas llamas con una flecha sería ahora mismo lo mejor que pudiera pasarles. Y aquella búsqueda, es lo que evitó ver que ocurría con Makoto en aquel preciso instante.
Abril miró horrorizada la dantesca escena que se había desarrollado ante sus ojos azules.
¿No os lo he dicho? Si estoy aquí es porque... ¡No habéis hecho nada para impedir...!
En toda mi vida como buscadora, nada parecido había sucedido.
¿No había preguntado yo en todo caso la primera? Y no todos me habéis contestado... Soy una buscadora. Tengo un mapa, un mapa del plano del Atlántida.
Ubuntu miró a la desconocida con recelo. Algo no le cuadraba. Caminó hacia el centro y movió la figura helada y ,al tocarla, esta se cayó al suelo, rompiéndose en trozos. Mostró su arma, por si en algún caso había que usarla.
Suena a milonga y, está claro que la japonesa no era una impostora...
- ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! - gritó al ver que estaba ocurriendole a Makoto ¿Pero si apenas había tenido tiempo a moverse de la sala, como podía haber ocurrido aquellot an rápido? - ¡¿Cómo que no?! ¡Soy el único que esta buscando un camino! - Se quejó al a mujer.
- Que más dará el orden de las preguntas si todas obtienen respuesta. Y que vengas por tu cuenta es menos creible que yo sea parte de los Iluminati. Ahora haz algo útil. - acabó por recriminarle, mientras buscaba algún objeto largo y afilado que pudiera usar.
Busco algo parecido a un palo, lanza o lo que sea.
Con miedo a tocar esa cosa o que la Chica-Excusas sacara un arma y atacara al pobre de Heinrich este de forma elocuente e inteligente, al menos lo máximo que este pudo reunir en su pequeña cabeza de nuez, logró reunir las palabras necesarias para dar, lo que quizás sea, la mejor orden que ha dado.
-¡UBUNTU, ATACA!
Un genio.
En el suelo, en una esquinita había una especie de lanza, oxidada.
Para Abril todo aquello era un sin sentido, por lo que decidió emprender la marcha con el mapa que tenía en alguno de sus bolsillos.
Tenéis que salir de aquí, yo tengo que salir de aquí. No quiero nada que me incumbe con ustedes tres o... cuatro -comentó al señalar a la mujer que se había quedado en estado de shock y que no respondía a ningún estímulo-. Bueno, lo mejor es que vaya eliminando pruebas que me incriminen en este panorama... -Acto seguido, sacó el arma y apuntó a Trite-.
Provocando que la muchacha saliese disparada a la pared, debido al impulso, y quedase intacta en el suelo. Un hilo de sangre empezó a visualizarse proveniente del pecho, justamente, en el lado izquierdo.
Motivo: Matar a Trite
Tirada: 1d10
Resultado: 6
Automáticamente, Akanni se colocó en posición de guardia y sacó su arma. En aquel momento iba a suceder un tiroteo entre dos presuntas organizaciones, pues, camufladas en las prendas de aquella mujer, había claramente una palabra: Triquel. Akanni, os pidió que os fueseis por otro lado, si no queríais morir de un balazo.
¡Corred por esa puerta! -exclamó señalando una puerta de metal de extraños símbolos.
Aquella puerta, era la única solución para vuestra seguridad...
Dagomaru proseguía su búsqueda, y fue cuando encontró algo parecido a lo que buscaba. Una vieja lanza, oxidada por el agua, el aire y los años, pero una lanza funcional. Aquello le serviría para hacer algunos experimentos antes de entrar en los sitios o defenderse llegado el caso. - ¡Mirad! ¡He encontrado...! - no acabó la frase cuando vió a Abril sacar su arma.
- ¡Trite! - intentó advertirla desde la lejanía, solo para ver como la mujer descargaba su arma contra la submarinista. Se quedó congelado durante unos segundos, contemplando la escena hasta que que Akanni les gritó. En su cabeza, las imágenes que vio no le pasaron desapercibidas. Akanni trabajaba para Triskel, y la tal Abril también... ¿Porqué estaban matándose? ¿Qué estaba pasando allí? ¡No entendía nada!
Y mientras no entendía nada, sus piernas tomaron vida propia y echaron a correr sin vacilar por la puerta indicada por Akanni, sin mirar atrás y sin reparar en como terminaría todo aquello. El miedo y el instinto jugaron la baza de la huida antes de que el orgullo y el deber jugaran el de la valentía. Así, haciendo caso como buen samaritano, echó a correr por la puerta metálica.
En cuanto Pestes conteste, os cambio de escena ;)
Sin lugar a dudas es una tontería llevar un cuchillo a una pelea de pistolas, así como no llevar ningún arma blanca a una pelea de navajas; por tanto no llevar nada a una pelea de pistolas era sin lugar a dudas más estúpido aún si cabe. Y esa era la situación en la que un confundido Heinrich se encontraba. La Negra había sido asesinada pese a que todos los indicios mostraban que ella era una de las traidoras.
El cerebro de Henrich voló a mil por hora antes de que una idea feliz llegara a su mente. Mientras corría hacia aquella puerta que el Negro le había encomendado, este decidió apoyarse sobre uno de los pies e impulsarse contra un "Ubunto" que sin lugar a dudas, no vería venir al alemán cambiar de opinión en su ruta de escape.
Pestes está confuso, no sabe quien es Triquel, quien no es Triquel, porque Triquel se dispara entre sí y quien era la traidora entre nuestro grupo. Sea como sea, me fío aún menos de las palabras del Negro. Por lo que la lógica me dicta: "Desarmar al Negro y darle una oportunidad a la "Nueva Triquel" de disparar".