Arde. Arde. Arde.
No llevas ni un minuto despierto y lo primero que se te viene a la cabeza es... cocaína. Una puta montaña de cocaína en la que sumergir la cabeza. Lo deseas con todo tu alma, harías cualquier cosa ahora mismo por conseguirlo.
La medicina apenas te ha afectado. Te ha dejado un regusto dulzón en la boca y el deseo de meterte algo más. ¡Droga, droga, droga, de cualquier color o sabor!