Con expresión desapasionada seguí al monje por los intrincados y liosos pasillos de la leprosería. El olor a podedumbre y enfermedad que flotaba en la atmósfera de las amplias estancias comunales y la visión de los sere desposeídos y medio consumidos que allí se refugiaban, sin duda hubieran herido la sensibiliad de cualquier dama cuya alma no hubiera estado, al contrario que la mía, forjada en la ausencia de cualquier sentimiento. Ni compasión, ni tristeza, ni desagrado...nada animó mi expresión mientras mis ojos resbalaban sobre aquellas espeluznantes visiones como si fueran tapices de una escena particularmente macabra.
Con paciencia esperé a que el padre abriese la puerta que iba a ser mi refugio durante aquel día y cuando el hombre de dios alzó los ojos para mirarme sonreí bondadosa.
- Os estoy muy agradecida, padre, de que hayáis aceptado cobijarme...Dios sin duda conoce el amor y la compasión que reside en vuestro corazón- alabé en un susurro sin traspasar la puerta mientras clavaba mi mirada en su rostro.- Dios sabe que sin vuestra ayuda y la del buen de Zmeu estaría perdida esta noche..- susurré estremeciéndome fingiendo una indefensión que estaba lejos de sentir.
activo presencia a nivel 1. empecemos ocn suavidad ^^
Nostalgia, misericordia infinita, una tristeza que nace de lo más profundo del alma, un alma benévola, sensible a los infortunios del hombre, aquí en un rincón apartado de todo y todos, a las afueras de una ciudad boyante en auge, hombres de vestiduras pardas, con una cruz de madera colgada al pecho se ocupan de los leprosos.
Poco o nada tienen que ver estos monjes con los opulentos abades, obispos y cardenales de la sagrada iglesia, más aún con su príncipe el papa. Pobres como ninguno, humildes en sus maneras y altaneros en sus ideales, hasta el punto de caer en la más profunda miseria, contraer la misma afición que sus pacientes.
Una sonrisa franca ahonda las arrugas de su viejo y cansado rostro -Dios cuida de los suyos hermana, no temáis al villano ni al avaro señor, aquí en este lugar descansareis del mundanal ruido y su ajetreo-
Tranquilo entra en la habitación iluminando las penumbras con la vela, capas de polvo cubren el pavimento y los escasos muebles, es obvio que no suelen recibir "visitas", al menos no muy largas....
El monje mira a uno y otro lado, en busca de algo -ah sí... ahí. está ... - susurra para si , su mano temblorosa coge un candil polvoriento limpiándolo con la manga de su túnica, la puertecilla del candil se abre con un quejido para luego encenderse con la luz de la vela de cebo de su interior, la pequeña llama se mueve nerviosa al principio como una niña revoltosa, luego se yergue en toda su plenitud.
Contento deja el candil a un lado -perdonad el estado de la habitación, me temo que no solemos recibir visitas prolongadas- se excusa avergonzado.
-Si lo deseáis, podemos calentaros una tinaja y lavar vuestras ropas- señala el lamentable estado de tu ropa, otrora elegante, ahora cubierta de inmundicias.
Vuestros caminos se separan, poco o nada importa ya los azares de Michel, aunque sabes con certeza que tarde o temprano de una manera u otra te enterarás de su suerte.
De nuevo en el seno de la húmeda oscuridad de la cloaca, entre los vapores que emanan de los desperdicios en descomposición de los mortales y el chillido agudo de las ratas.
Tus pasos te conducen una vez más al "nido" donde tus hermanos, aquellos como tú, moran en la oscuridad recolectando retazos de información de aquí y allá. Uno de tus "hermanos" habla con el más antiguo, el primogénito y líder de la colmena, Salomón, tu sire.
Una palmada en el hombro, un asentimiento de cabeza y el joven nosferatu se retira, sin duda el viejo está recolectando información de aquí y de allá, tal vez entre todas las piezas sea capaz de montar el intrincado puzzle de sucesos de esta noche.
Con un gesto de su mano te pide que te acerques, bajo la atenta mirada de buena parte de la comunidad.
"El tiempo es oro" suele decir tu sire, quién acostumbra a estar activo hasta los estertores de la noche, y está noche hay mucho que hacer por primera vez en muchos años.
Una vez, mas él vuelve a ganar, aunque lo odie por lo que me convirtio, he de confesar que me encuentro bien en su presencia, más seguro, aqui entre mis iguales, entre mis hermanos, he llegado a tener paz.
Me acerco a el, demostrandole una vez mas, lo muy agradecido que estoy por la criatura en que me ha convertido.
-Mi señor. Ya sabreis que he rescatado a Doña Aspasi ibn Abir y su criado, de las garras de uno de los assamitas que me mandasteis vigilar. Y ahora esta protegida en el Hospital. No he podido averiguar mucho sobre ella, pero esta claro, que ella es uno de los motivos que han atraido a esos perros a esta ciudad.
Y una vez mas, gesto de sumision y esperar su respuesta. Es como una novela de... , ay como se llama, ah si, joanot martorell, cada vez la misma interpretacion.
Cierro aqui, os contesto en vuestros respectivos preludios. Contestadme allí.
Cierro aqui, os contesto en vuestros respectivos preludios. Contestadme allí.