Partida Rol por web

- Riqueza Efímera regresa a los muelles.

- Un buen rato después, un grupo de campesinos se acercan al sampán portando barriles y sacos de provisiones.

PATAN SABIO:

- Va acomodando en el cada vez más reducido espacio bajo cubierta las provisiones que trae la gente del pueblo:

• Sacos de arroz: 5.
• Barriletes de sake: 4.
• Sacos de judías: 3.
• Botellas de shochu: 12.
• Cestas de fruta: 6.
• Cajones de carne ahumada: 2.
• Barriles de pescado ahumado: 5.
• Cajas de vendas y medicinas: 2.
• Cestas llenas de flores.

-Uf, muchas gracias por su generosidad, señores aldeanos.

-Oh, este shochu tiene un color estupendo, muchas gracias.

Patán iba agradeciendo con cortesía y efusividad los regalos de los aldeanos, sin saber muy bien dónde meter todas esas cosas.

-Dulce Loto, permitidme dejar esta cesta de flores en vuestro camarote. -«El resto las guardaré por si Riqueza quiere hacer una ofrenda»

La breve incursión a la casa del noble Zhou portando las buenas nuevas había sido sin duda provechosa ante el gran número de vituallas almacenadas, que incluso ocupaban un lugar en la cubierta. Riqueza, bostezando y restregándose las legañas, contemplaba en la borda del sampang todo aquello con una sonrisa de satisfacción. Sin duda, contar con un Sangre de Dragón podía resultar provechoso si el asunto se sabía gestionar adecuadamente.

Arrojó un cubo por la borda y recogió el agua fresca y limpia del Hu, con la que empezó a restregrase vigorosamente haciendo que su piel enrojeciera por el vigor aplicado. De buen humor, se dirigió a la cocina cuando el resto ni siquiera daba muestras de haber despertado y empezó a preparar el desayuno. Iban a necesitar comer bien pues les esperaba un largo trayecto. Cuando concluyó, dejó algunas cosas al calor del fuego, y se dispuso a sus oraciones y ofrendas diarias, aquel día regadas con las flores frescas proporcionadas por los nobles de Quince.

Al terminar, hizo sonar un gong estruendoso, golpeándolo repetidamente con un pequeño martillo de bronce.

-A despertar dormilones. El desayuno está listo. Y preparaos, que pronto zarparemos.

Patán se movía torpemente por la cubierta llena de cosas. Hacía mucho que no tenían tanta mercancía. Por fin parecía que algo les iba saliendo bien.

-¿Cómo se encuentran, Martillo Blanco, Dulce Loto? Hoy tomaremos el río para ir a Entrecaminos. Si el Hu así lo quiere llegaremos rápidamente, aunque yo preferiría que tuvieran tiempo de sobra para descansar y reponerse. Nuestro viaje ya es suficientemente agitado de por sí como para navegar llevados en volandas por el río a una velocidad a la que no estamos acostumbrados. Además, hoy, con tanta carga, probablemente noten nuestro sampang moverse más torpemente, sobre todo en los virajes, así que pueden comer cuanto deseen hoy que tenemos de todo y en abundancia. Tengan cuidado si suben a la cubierta, está llena de cestos y barriles que no cabían en la bodega, cantidad de comida y bebida. Disfrútenla, mejor en sus estómagos que en la cubierta, o en el río. Ah, se me olvidaba, Riqueza está ahora mismo realizando sus ofrendas, por si quieren acompañarle, aunque... ehm... -Patán se dio cuenta de cuánto había estado hablando de más- bueno, puede que ya haya terminado. Pero no se preocupen, seguro que si lo desean podrán acompañarle el día siguiente, pues... Bueno, será mejor que les deje desayunar... -y Patán bajó a la bodega a asegurar una vez más la carga.

- Patán Sabio y Riqueza Efímera lo preparan todo para zarpar.

Despertó con un poco más de entusiasmo pues un nuevo reto apartaba sus inquietudes a su interior. No era la mejor solución pero sí la más práctica en ese momento.

- Buenos días –saludó a los presentes observando la cantidad de víveres que había por todos lados, y al parecer en la cubierta habían más.

Al observar a Patán Sabio su boca formó una agradable sonrisa, en todo lo que llevaban no había escuchado de él tantas palabras juntas.

- Espera, Patán Sabio… -le paró antes de que marchara- Martillo Blanco está mejor, recuperándose de sus heridas y con ganas de alejarse de la cama. Es un cabezota, pero lo entiendo.

Estaba más que segura que su mentor prefería estar luchando contra un Yoma que enredado entre sábanas por la incapacidad.

- Me encargaré de esto –abarcó con la mano los platos del desayuno que debían ser limpiados- Cuando termines con los preparativos del viaje… ¿quieres seguir hablando? Me gustaría saber más sobre Entrecaminos.

Se quedó observando al automata con una expresión de cercanía, era extraño pero se sintió bien ante el arranque parlanchín mañanero.

Mientras recogía miraba a su alrededor por si encontraba a alguno de sus compañeros.

Durante el día dormí tranquilamente a pesar de que mucho ruido fue provocado en cubierta. Escuché pasos, murmullos y respiraciones de muchos hombres, pero poca importancia les dí ya que sus latidos no eran agitados como los de alguien que tiene la violencia en el alma. Solo trabajaban y parecían hacerlo felices.

Mi sueño fue reparador y me mantuve tranquilamente recostado hasta bien entrada la noche, momento en el que decidí salir a vigilar. Enorme fue mi sorpresa al notar que el sampan estaba abarrotado con donaciones de distinto tipo que las personas del pueblo hicieron:

"Eso debe haber sido lo que oí durante el día. Las personas trajeron regalos a los héroes y las cargaron durante el día. Al parecer ser un salvador tiene su recompensa. Bueno, eso es de seguro porque Riqueza Efímera es muy respetado y porque el héroe no es otro que un Sangre de Dragón. De seguro que si fuese solo yo, solo me traerían piedras y antorchas prendidas, haga lo que haga por el pueblo. Bueno, espero que algún día eso cambie. Estoy trabajando en ello."

Comienzo a mirar las cestas con regalos, mirando lo que han traído y apenas caben bajo la cubierta, por lo que fueron dejados como se pudo. Abro los canastos y miro curiosamente todo lo que allí hay. Hay cosas que siquiera sé qué son. Veo unos barriles y botellas, pero no sé qué contienen, aunque me alejo pues puede ser agua del Hu, que quema. Veo las flores y el arroz y otras cosas más y quedo fascinado con todo. Nunca había visto tanta abundancia entregada voluntariamente por las personas.

Luego de eso subo a la parte más alta del sampan, en la punta del mástil y comienzo a mirar desde ahí el horizonte. Según los hombres que vinieron a hablar, Entrecaminos es nuestro próximo destino. Miro en la dirección en la que debería estar aquel lugar e intento divisar algo, pero es inútil. El mundo es mucho más grande de lo que imaginaba mientras vivía con mi madre y es imposible ver un pueblo desde otro, por alto que uno escale.

Me mantengo allí, intentando pensar en lo que sucederá. Es cierto que tengo heridas, al igual que Martillo Blanco, por lo que dudo que seamos capaces de luchar mucho antes de caer muertos. Si bien es cierto que el Sangre de Dragón es una maquina de combate como no lo habría imaginado, no es inmortal y los Yomas parece que ya no son esos demonios menores tan ignorables que eran cuando esto comenzó. Será mejor que tengamos cuidado.

Mi cuervo se posa sobre mi hombro y duerme hasta que llega el alba.

Los pasos de Riqueza Efímera por cubierta me sacaron de mis pensamiento y lo veo desde lo alto. Me dispongo a bajar a saludarle cuando arroja un cubo para recoger agua del Hu, lo que me da miedo y me obliga a quedarme donde estoy. Luego lo oigo bajar y luego hacer sonar un Gong para despertar al resto. Bajo de un salto desde mi posición y saludo al Lord Carroñero una vez he llegado abajo:

 - "Hola Riqueza Efímera. Es un buen día para viajar. Estoy listo para ayudarte en lo que necesites."

Me saco mis Garras de Hueso y las guardo entre mis ropas, para luego estirar mis dedos, listos para cualquier trabajo que necesite hacer... cualquiera que no involucre agua del Río.

Mazo se despertó con el sonido de aquel gong reverberando por la embarcación. Gruñendo un poco, recogió su arma, ya que nunca estaba de más tenerla a mano, y salió a cubierta a tomar el aire. 

- El sampán se aleja de los muelles, rumbo hacia el Este, río arriba.

Fueron pasando las horas y se hizo oportuno preparar un almuerzo. Mientras los demás comían, Patán les iba contando cosas de Entrecaminos.

-Entrecaminos es una aldea muy próspera, y es normal, dado que el Gremio ha decidido instalar allí una parada segura para las rutas comerciales cercanas. No ha sido siempre así, claro, pero siempre, por su situación y por las carreteras que la cruzan, ha tenido mucho más movimiento que otras aldeas más al interior. Eso se nota en la gente, está más acostumbrada a recibir forasteros. Supongo que eso es bueno para nosotros, y en especial para que Ojos Rojos pueda circular sin llamar tanto la atención cuando va disfrazado. No quería decir que es un disfraz lo que lleva, es un atuendo un poco extraño simplemente, quizá en otra época o en otra región más al sur donde los sombreros tengan que ser grandes pudiera ser un atuendo normal... -de vez en cuando Riqueza le interrumpe, lo que ayuda a Patán a retomar el hilo- Desde hace cinco o seis años la aldea es propiedad del Gremio. Eso quiere decir que no hay un consejo de ancianos, sino un granhombre entre los comerciantes que recibe el título de Factor. Un título curioso, pareciera que es que lo hace todo él, pero lo dudo, si no está imbuído por la magia, celestial o terrena o... -pensó en demoníaca pero era mejor no hablar de los demonios por si te oían-, bueno, uno no puede hacerlo todo, así que al final como todos los mandamases él solo toma las decisiones y... -Riqueza tose- Eh... si no recuerdo mal, se llamaba Kublai, Factor Kublai no lo olviden si tienen que dirigirse a él, y ahora está bajo sus órdenes el Alguacil Caraperro, un miliciano con mucha experiencia, bastante curtido. Dicen que es capaz de tumbar a un caballo de un solo golpe, pero no sé por qué iba a hacerlo, la aldea tiene muchos caballos al igual que vacas y otro ganado y son bastante buenos, pero claro, eso es lo que dicen otros humanos de él, ya que solo es un humano, al igual que el Factor, salvo, claro está, que hayan sido poseídos por... bueno, ya saben a qué me refiero... ojalá no haya ocurrido nada parecido y por una vez solo nos enfrentemos a un lobo o un desquiciado... Pero es poco probable, supongo, que haya ocurrido de forma tan sencilla, después de todo es una aldea próspera y protegida por los intereses comerciales del Gremio, bastante bien diría yo, con una fortificación bien completa para una aldea de ese tamaño... Son unos quinientos aldeanos solamente, pero tienen su barbacana con rastrillo, su foso de estacas... Por cierto, tengan cuidado con él, a menudo cae algún borracho, sobre todo por la noche, y si son forasteros y no se acuerdan de que la caída al foso puede ser mortal. Bueno, es una advertencia de cortesía, no es que ustedes beban tanto y deambulen por la noche, pero tampoco se despisten mirando al cielo buscando al cuervo u otra cosa... Bueno, ya lo verán, los muros son también muy dignos, de arcilla cocida y bien reforzada, con vigas de madera y postes. Una buena arquitectura, seguramente gracias también al Gremio, en Entrecaminos hay buenos granjeros pero no hombres doctos en construcciones militares, salvo que alguno haya decidido convertirse en granjero lo que no sería tan raro, ahora que lo pienso siempre ha habido muchos soldados, hasta héroes, que al final de sus días deciden llevar una vida humilde... Ah, también hay torres de vigilancia. Tenga cuidado con ellas, Ojos Rojos, sobre todo cuando intente entrar o salir de la ciudad, ya que después de los últimos acontecimientos estarán nerviosos y habrán doblado guardias y estarán atentos. Sería bueno llegar por la mañana, así tendríamos tiempo para que vieran un poco la aldea y los alrededores y no andar como siempre tan perdidos intentando recorrerla. Y también podríamos hacer alguna compra, aunque después de que en el Arrozal Número Quince nos llenaran la bodega creo que estamos bien provistos. Quizá incluso podríamos vender algunos excedentes. Bueno, claro, suponiendo que nos quede tiempo después de hablar con los aldeanos, y el Alguacil, y el Factor, a ver qué está ocurriendo y cuáles son las últimas noticias... -a estas alturas, Patán estaba ya sirviendo el té.