Partida Rol por web

REMEMBRANZA:

- Remembranza, recuerdos de una era pasada.

- Escena atemporal de conversación.

Ni siquiera quería pararse a pensar en la facilidad con la que había accedido a viajar en el sampang del noble, pero dado que en cualquier momento podían encontrarse con un nuevo peligro las opciones se reducían drásticamente.

- Noble Huong… -se decidió una tarde en la que degustaban una taza de té- Si no es indiscreción podríamos hablar sobre… Ahmm…

Tal vez en lo que llevaba de días era el primer momento que dudaba.

- Mazo estaba tan convencido que encontraría a alguien como yo… -susurró- Noble Huong, ¿sería posible saber un poco sobre nuestro ser? Somos Ánimas, y apenas sé lo que significa más que miradas desconfiadas y silencio por mi parte.

Tomé un sorbito de té y recordé inevitablemente a Ling Mi, ella sabía preparar el té tal y como a mi me gustaba, aunque por suerte no tardaríamos mucho en llegar al pueblo de Chou y disfrutar de algunas comodidades. Todo el que me conocía sabía que apreciaba el silencio, pues en mi trabajo como portavoz de los terratenientes era más importante escuchar que hablar. Era necesario escuchar mucho y muy atentamente para poder tomar decisiones adecuadas. Por eso había disfrutado tanto del silencio entre nosotros, decía mucho más que lo que las palabras podían revelar, aunque coincidí en que llegaba el momento de compartir algo más que la embarcación que nos transportaba.

- Os ruego que me llaméis Lao Tse, Dulce Loto-san - le dije con una leve sonrisa, no me gustaban las formas de cortesía más de lo necesario.- Llegados a este punto, temo no poder satisfacer vuestra curiosidad, no soy más que un novicio en estas artes, todo es nuevo para mi - tomé otro sorbito de té.- Pero os contaré todo lo que sé. Comenzaré por el principio, os contaré como supe lo que soy ahora - dejé la tacita de té sobre el plato para tener las dos manos libres.- Como sabéis, el Pueblo de Chou fue atacado por los Yoma, los mismos que acabaron con la vida de vuestro maestro y vuestro amigo. Sus acciones fueron despiadadas, asesinaron a más de veinte personas, y no contentos con eso decidieron atacar a los hijos de los terratenientes del pueblo. Fue un desastre, familias destrozadas, campesinos asustados... El Viejo Chou estaba al borde de establecer la ley marcial y no paraban de llegar mercenarios al Pueblo para lucrarse del dinero de las familias asoladas por la desgracia - contemplé el rostro de Dulce Loto con un atisbo de melancolía, no todos aquellos mercenarios querían aprovecharse... algunos dieron su vida por nuestra causa.- Me vi obligado a intervenir, y no sólo como portavoz, moralmente debía hacer algo por mi pueblo y mis amigos, a pesar de que mis capacidades fuesen muy limitadas. Por suerte, el Destino me envío ayuda, primero un guía y después un Maestro, y gracias a eso pudimos combatir a los demonios. La revelación ocurrió la noche que descubrimos su guarida y fuimos a plantarles cara - aún recordaba con nitidez el olor putrefacto que manaba de aquella tumba, la tumba de los Reyes.- El Maestro Garra de Halcón luchó contra aquellos monstruos, al igual que Xia Tian, al que di por muerto. Mientras tanto algo ocurrió en mi interior, supongo que la visión de mi amigo caído tuvo algo que ver, pero lo cierto es que sin que apenas me diera cuenta unas llamas ardientes rodearon mi cuerpo. Pero no había hoguera alguna, las llamas venían de mi interior, mi esencia se estaba desatando de manera descontrolada. No pude ni quise detenerlo, y lo que para mi duró una eternidad fueron unos instantes de fuego brillante que hicieron huir a mis enemigos. Desperté días después en mi casa, mis sirvientes habían ido a buscarme. Aquellos días había tenido extraños sueños que interpreté más tarde, retazos de batallas heroicas de la Primera Edad y algo mucho más reciente, un batalla dentro de unas minas que tuvo un trágico final. Entonces lo supe, supe lo que había recibido, este don... Pero fue amargo al principio, muy amargo, hasta que comprendí que mis creencias se equivocaban y que este poder que algunos se apresuran a declarar impío será el arma que destruya la oscuridad que asola al reino.

Recogí de nuevo la tacita de té, tras la historia tenía la boca seca y necesitaba beber algo. Una sensación de sosiego me invadió, era como si me hubiera quitado una espina clavada, sin duda contar todo aquello había sido bueno.

- ¿Cómo lo supisteis vos, Dulce Loto-san? - pregunté con interés.

No estaba segura si podía borrar su educación y tutear al noble, pero creía que al menos en privado sería más fácil. Tal vez con el tiempo… Escuchó atenta la historia de Lao Tse y se dio cuenta que la llegada de los Yomas a sus vidas “normales” habían despertado la llama de su interior.

- Mi hermano Bambú fue… poseído por un Yoma. Siempre había sido algo cruel, mal intencionado en ocasiones, pero nunca pensé que su alma estaba tan corrupta como para albergar el mal.

Un sorbo de té la ayudó a clarificarse. Aunque el noble era un extraño en su vida era justamente lo que tanto su mentor como ella buscaban. Decía no ser un maestro, pero había visto que se desenvolvía muy bien.

- Bambú mató a mis padres y provocó un incendio que lo arrasó todo. Fue ahí cuando mi poder emergió, y claro está los criados comenzaban a murmurar en el viaje a un lugar más seguro. Decidí que lo mejor era separarme y así llegué junto a Martillo Blanco.

Depositó la taza de té en la mesa y de la misma forma que hasta ahora continuó. Parecía que estaba relatando lo sucedido a otra persona más que su propia historia. Al menos hablar con alguien podía ser un buen camino.

- Además, soy la reencarnación de la Emperatriz Celeste -cogió un pastelito y le dio un delicado mordisco- A través de su memoria estoy aprendiendo, porque no hay otra forma de explicarme por qué voy obteniendo poderes nuevos. Riqueza Efímera y Patán Sabio conocen el detalle de mi reencarnación, pero no la obtención de poderes nuevos. Estoy segura que sabréis guardar la confianza que deposito en vos, Lao Tse. Sobre vuestro compañero de viaje permitidme algo de tiempo en conocerlo, no tengo la misma satisfacción a su lado que con vos.

.

La joven Dulce Loto había pasado por un trágico momento, no era capaz de imaginar cómo se había sentido al conocer la noticia... sus padres asesinados por su propio hermano... grotesco, pero a la vez, propio de los demonios.

- Siento que hayáis tenido que pasar por eso, Dulce Loto-san - dije recordando a los que habían muerto en el pueblo de Chou a manos de los Yoma.- Pero en el fondo es un dato que nos da una pista crucial, parece que al vernos expuestos a situaciones tan difíciles conseguimos hacer despestar nuestra esencia... o quizás tenga algo que ver con el contacto con los demonios, también podría ser...

Se hizo de nuevo el silencio, mientras cada uno nos ocupábamos de nuestra tacita de té. Teníamos mucho de qué hablar pero no resultaba tan sencillo, al fin y al cabo no dejábamos de ser dos completos desconocidos.

- ¡Vaya, la Emperatriz Celeste! - dije sorprendido.- Yo también tengo esos recuerdos, cómo si realmente los hubiera vivido o presenciado... es muy extraño pero, uno se va acostrumbrando, es como si la esencia se fuese acomodando dentro de mi, y cuando eso ocurre me siento más fuerte - recordé lo que había hecho para llegar a tiempo a Entrecaminos.- No estoy seguro de poder enseñaros nada, Dulce Loto-san, todo lo que he aprendido me lo ha enseñado el Maestro Garra de Halcón, cuando lleguemos a la Escuela del Halcón quizás pueda enseñaros a vos también.

La mención de Garra de Halcón aún entristecía su rostro, pero si su enseñanza podía ayudar a erradicar el mal que asolaba las tierras haría todo lo que estuviera en su mano para evitar que los recuerdos que no eran suyos la atrapasen nuevamente.

- Exactamente, eso mismo me sucede. La presencia de la Emperatriz Celeste me hace más fuerte, aunque a veces no es lo que más me agrade. Puede que no sea la manera que me hubiera gustado para aprender, pero lo que cuenta es que estoy aprendiendo.

¿Qué pasaría cuando se encontrara con Garra de Halcón? Todo era posible, pero si algo extraño sucediera debía tomar medidas oportunas. No podía permitirse ninguna distracción teniendo una misión crucial.

- Esperemos qué nos depara el futuro, y que siempre seamos capaces de actuar de la forma más adecuada posible.

Su declaración fue propia de alguien más adulto en apariencia, pero precisamente ahora la joven tenía una forma de pensar excesivamente pragmática.

.