Partida Rol por web

El último año había sido la gota que colmó el vaso en la vida de Daisuke. Desde la horrible noticia, cada día que pasaba se convertía en un pozo de agonía silenciosa. A su padre no le quedaba mucho, éso era un hecho... Y aún así Daisuke no era capaz de mostrarle su aprecio. ¿Tal vez por orgullo? ¿Por cobardía? ¿Impotencia? Éso da igual, el orden de factores no altera el producto.

El con quién se iría una vez le faltase su padre también era un tema común en la mente del chico, pero al igual que muchos otros problemas, éstos se veían comprimidos en un pequeño espacio para no preocupar a nadie. Frente a todos los demás siempre ha sido el chico guapo y alegre que no llama demasiado la atención, a pesar de que los rumores sobre su padre lo están convirtiendo en la comidilla de los cotilleos entre los vecinos.

Daisuke ya llevaba despierto un buen rato. Inmóvil en su cama, contemplando el techo... Otro duro día que soportar. Al menos era fin de semana...

- "¿Qué hora será ya?" - Dije después de un buen rato con el brazo tapándome los ojos tumbado en la cama. -"Debe ser la hora de desayunar seguramente. Debería vestirme y levantarme... ¡Buff!" - Resoplé con fuerza, pues recién levantado, mi cuerpo apenas se quería mover... estaba agotado.

Decidí que ya iba siendo hora de despejarme, así que con toda la flojera del mundo me levanté y me dirigí al baño a asearme. Mientras me lavaba la cara podía escuchar a lo que parecía mi padre trabajando en la cocina, seguramente preparando el desayuno. Pensé que lo mejor sería contactar con Kurosawa, mi mejor amigo para hacer algo, y no estar encerrado aquí con mi padre.

Bajé a la cocina y allí estaba mi padre con su típico delantal que por lo visto mi madre le regaló, mientras hacia el desayuno. Me acerqué hacia la mesa del salón/comedor y en ella se encontraba el mantel puesto y la foto de mi madre a la que nunca conocí en un tercer asiento. Siempre había estado presente en nuestras comidas, cosa que a mi, pese a que la quiero y le doy las gracias, me resulta algo incómodo.

En ese instante mi padre se giró y me vio de pié, nuestras miradas se cruzaron, la suya entre triste y seria como siempre y a mí me costaba mirarle a la cara, así que con la cabeza agachada y mirando hacia el suelo le contesté.

- "Hola... papá."

Hiroshi observó a su hijo sin mostrar emoción alguna en su rostro.

- Buenos días... - Dijo con voz débil, agarrando el plato con el desayuno de Daisuke y sirviéndoselo en la mesa. A juzgar por el flato vacío junto al fregadero, él ya había terminado. Hiroshi Namikawa ya estaba acostumbrado al rechazo de su hijo, así que ya seguía unas pautas para evitar incordiarlo a diario. Mientras limpiaba los cacharros, soltó una pregunta al aire.

- ¿Qué harás hoy...? Se ha quedado un buen día.

Típica mañana en mi típica vida, él ya había terminado de desayunar y me había preparado un plato para que desayunara solo. No me proporcionaba ni tristeza ni tranquilidad el hecho de que pasara de mí, simplemente todo era aún más incómodo, aumentando el incordio. Apenas podía levantar la cabeza y mirarle a los ojos, así que por inercia me senté tal cual estaba y me dispuse a comer.

- "..." - Quizás estuve demasiado tiempo en silencio del que debiera, aun sabiendo que la respuesta era simple y fácil, pero la mínima comunicación era desesperante. Mi corazón latía bastante rápido en ese momento, pese a estar frente a una persona con la que he estado toda mi vida. - "Seguramente..." - Dije en voz muy baja, mientras pensaba lo que le iba a decir parando en ese instante, pues pensé que mejor era decirle que ya había quedado para asegurarme de que no parezca que quiero huir de aquí. Cuando me preguntó si podía hablar más alto que no se enteraba, le volví a responder.

- "He quedado con Kurosawa-kun..." - Pensé en continuar la frase y decirle a dónde íbamos a ir o hacer para que quedara más creíble, pero todo sería añadir más mentiras al fuego. Seguramente ya sabía cuándo su hijo le mentía y por eso siempre me creía o pasaba de preguntarme a donde iba, como aquella vez que me fui un fin de semana entero sin decirle a donde y él ni se interesó ni me llamo preocupado. Sé que muchos niños estarían encantados de hacer lo que quisieran sin que los padres se entrometieran, pero eso solo aumento mi ira y quizás lo hiciera para llamar la atención. Todo esto fue antes de enterarme de su enfermedad, claro...

- "¿Me necesitas para algo?..." - Dije mientras me terminaba el desayuno.

Hiroshi sabía exactamente lo que venía a continuación del "¿me necesitas?" para quedar bien: dejar su plato y marcharse, seguramente a un descampado a echar el rato en lo que espera hasta la hora en la que realmente ha quedado con Kurosawa. No iba a decirle nada, lo último que quería hacer era resultarle un incordio a Daisuke cuando no le quedaba mucho tiempo.

- No, puedo arreglármelas solo. Pásalo bien. - Le respondió, sin molestarse en mirar a su hijo a los ojos, ¿para qué? Si iba a evitar todo contacto visual.

Cuando vi que mi padre tampoco me miraba y solo nos hablábamos desde la distancia, al principio me sentí relajado, pero algo en mí empezó a sulfurarse tanto que me daba hasta miedo. - "¿Qué demonios me pasa?" - Pensé. Empecé a comerme la cabeza yo solo y cuando acabé el desayuno me levanté de sopetón arrastrando la silla y dando un golpe con ambas manos en la mesa, seguramente para llamar la atención, aunque sentía un odio en mi interior indescriptible.

- "..." - Primero abrí la boca de tal manera que parecía que fuese a gritar, pero en vez de eso me calmé y respondí un poco subido de tono. - "¡Me voy! ¡Llámame al móvil si pasa algo!" - Con los dientes apretados y los puños cerrados sin poder mirarle demasiado, con unas ganas de explotar tremendas, salí un poco deprisa, aunque lo suficientemente lento si pretendía decirme algo antes de irme. Creo que lo mejor era dirigirme a casa de Kurosawa y ver que surgía por el camino el día de hoy, aunque antes me fui a mi cuarto a prepararme... Necesitaba aire...

Pero Hiroshi no le dijo nada a su hijo, se mantuvo callado, limpiando los platos. Ya bastante harto, Daisuke decidió salir de casa cuanto antes pasando previamente por su cuarto para prepararse. Su padre no le había mentido, se había quedado una mañana espléndida en comparación al temporal que hubo el día de ayer. Algunas gotas de rocío caían de los árboles decorativos que había por las aceras de la ciudad y apenas habían coches ni personas, lo normal en domingo.

El camino hacia la casa de Kurosawa era bastante largo, pero se pasaba volando para alguien que conocía el camino totalmente de memoria. Justo al llegar a la casa, Daisuke pudo ver a la madre de Kaito saliendo del hogar. Se percató de la presencia del chico, al que miró durante un segundo con lástima para luego dedicarle una sonrisa.

- Buenos días Daisuke, ¿cómo te encuentras? - Preguntó amablemente la señora Kurosawa.

Tras prepararme salí con prisa hacia el exterior, dándome cuenta del espléndido domingo que hacía. La vista, aunque corriente para el que siempre pisa estas calles, estaba preciosa y eso me animó un poco. El camino no se me hizo demasiado largo, pues solo podía comerme la cabeza pensando en mis cosas sin parar, con unas ganas de quedarme con la mente en blanco tremenda.

Tras llegar a la casa de Kurosawa allí se encontraba la madre de Kaito, tan radiante y amable como siempre. Había sido como una segunda madre para mí y la quería mucho.

- "Hola, señora Kurosawa. ¿Cómo se encuentra hoy?" - Intentaba dar mi máxima sonrisa y lo mejor de mí, para que llegara un ambiente bueno a todos. - "¿Se encuentra Kaito-Kun en casa?"

- Pues muy bien, pero pregunté yo primero. Jaja...

La mujer rió levemente antes de darse la vuelta y abrirte la puerta de su casa. - Kaito está arriba, en su cuarto. Todavía duerme, pero... - Yuko guiñó un ojo con complicidad. - Tienes mi permiso para saltar sobre él y su cama. - Sugirió, divertida. - Yo he de ir a hacer la compra, si quieres luego puedes quedarte a comer. Pasadlo muy bien, ¿sí? - Y tras despedirse, Yuko se marchó en dirección al supermercado. La puerta de su casa quedó abierta para Daisuke, no es ninguna novedad el que Kaito se quede dormido hasta tarde.

- "Ja..ja..ja."- Dije con una sonrisa coqueta y la mano en la nuca, mientras intentaba evadir el tema para no responder que tal me encontraba hoy. - "No se preocupe señora Kurosawa, me encuentro bien en este fenomenal domingo." - Dije con una gran sonrisa y un animo desproporcionado mientras miraba hacia el cielo. Con la invitación a la casa correspondiente me decidí a aceptarla y molestar a mi amigo dormilón. Entrando con un saludo empecé a subir las escaleras mientras me despedía de la señora Kurosawa.

Al llegar a la habitación de Kaito, puse la oreja en la puerta para ver si escuchaba algo y viendo que no conseguía escuchar nada decidí entrar de sopetón, abriendo la puerta de golpe y porrazo.

- "¡Hola Kaito-kun! ¡Despierta de una vez, flojo!"

Al dar el portazo para abrir la puerta, Daisuke pudo ver la manta de su amigo hecha una perfecta bolita que roncaba sonoramente. La bolita dio unas cuantas vueltas hasta girarse en dirección a la puerta, mostrando el agujero por el que Kaito Kurosawa dejaba salir su cara para respirar.

- Mamá... Aún no... - Pero ésa no era la voz de su madre. El chico abrió lentamente los ojos para comprobar que su amigo se encontraba en la habitación. - Pe-pero... ¡Aaaah! - Se puso de rodillas sobre la cama, sin destapar un sólo centímetro de su cuerpo y comenzó a gritar emulando una voz femenina. - ¡Pervertiiido! ¡Sabes de sobra que duermo en ropa interior. - Y así cómo quien no quiere la cosa, dejó uno de sus hombros al aire, soltando una fuerte carcajada a continuación.

La actitud tan inocente y tonta de mi amigo siempre me había hecho gracia y para no variar, me había conseguido sacar una sonrisa muy verdadera.

- "¡Vamos, no seas tonto Kaito!" - De repente mi voz cambió a una mas sombría y grave, para que se asustara - "No hay nada que me vaya a sorprender de ti a estas alturas." - Mientras tanto me dirigía con las manos alzadas a intentar quitarle las sabanas, pero en el último momento paré.

- "Venga, hombre. No creerías que iba a quitar la sabana, ¡Jajaja!. Mira tu cara. Venga vístete y hagamos algo divertido."

Kaito también rió. No tardó en vestirse y prepararse para salir, yendo ambos jóvenes a la calle. Seguramente darían un paseo y harían un poco el tonto por allí, en parte para ayudar a Daisuke a superar sus problemas aunque él solamente se dedicase a guardárselos para él mientras que mira al mundo con una sonrisa pintada en la cara.

¿Hasta cuando podría aguantar así?

FIN CAPÍTULO 0