La noticia del intento de suicidio de Nadeshiko había llegado a algunos oídos. Pocos, pues Yuno Gasai, quien había sido su salvadora, había sido discreta. Muy pocas personas lo sabían, pero entre ellas, algunos amigos. Nadeshiko seguía bastante deprimida y sabia que había hecho sentir mal a su abuelo. Estar sola en el hospital no ayudaba. Por suerte, Nadeshiko contaba con algunos amigos....
Había sido difícil para el chico ir al hospital. Aquellos sitios le traían demasiados malos recuerdos y cada vez que acudía a uno le atacaba la angustia y la culpabilidad. Pero aquella era una ocasión importante: se había encontrado a Gasai con las manos ensangrentadas y la había obligado a decirle el motivo. Se quedó de piedra al escuchar los motivos y fue corriendo a buscar a la propia Nadeshiko.
Las cosas no habían ido del todo mal y ahora la joven estaba en el hospital, siendo cuidada. En Flowerfield se había caído enferma y que el instituto no tenía lo necesario para tratarla, aunque no fuese algo grave. Él, sabiendo la verdad, se había dirigido al hospital a buscarla en cuanto tuvo el día libre en Flowerfield.
Preguntó en recepción por la joven, aclarando que era un amigo suyo del instituto. Por un momento casi no le dejaron pasar, pero consiguió convencer a la recepcionista para que le diera el número de la habitación. Cogió el ascensor para llegar a la planta en la cual se encontraba ella y miró durante un segundo lo que había llevado allí, esbozando una sonrisa. No podía pensar en lo que le estaba atormentando, pues Nadeshiko era más importante en aquel momento. El hospital era un lugar más... y no debía agobiarse por ello.
No tardó mucho en llegar a la habitación y tocó la puerta, esperando permiso para pasar.
Habían pasado días ya, aunque no sabía cuanto había sido, dos días, tres días ¿días?, no sabía, entre los calmantes y sus pesadillas, poca conciencia había tenido del día y de la noche, y del mismo paso del tiempo, pero esa mañana, tenía sus ojs abiertos, un sueño extraño, del que ya no se acordaba, la había despertado demasiado temprano y no había logrado volver a dormir, además, ya no le estaban dando calmantes y comenzaría a ver al psicólogo y el psiquiatra, los mismos que la veían desde la muerte de su padre.
Se mordió el labio inferior, y levantó los brazos, los catetes en sus brazos le dolieron pero aún así levantó los brazos, y vió las vendas en sus muñecas, ¿realmente lo había hecho?, ni lo recordaba, sólo se dio cuenta lo que había hecho cuando la vida se le escapaba en esa sangre que quedaba en el baño, y la voz de Yuno que gritaba su nombre. Quería paz, y esa paz la encontró en esos breves instantes en que estuvo clínicamente muerta. El viaje que dio su alma fue eterno, por ese túnel de estrellas y sus padres estaban al final, ella quería ir, pero ellos le dijeron que no... no...
La puerta se abrió, y ella no se inmutó sus ojos estaban fijos en la ventana, en los rayos del sol que se colaban por la ventana, los médicos aún deseaban saber si esos minutos sin respirar habían traído consecuencias, no, ella seguía igual, igual de abatida y triste...
- Con permiso. - dijo Ooji al cruzar el umbral de la puerta. Se asomó lo suficiente como para poder ver la cama y a Nadeshiko y carraspeó al verla mirar por la ventana. Dió un par de pasos hacia el interior, esbozando una sonrisa animada para que la joven se impregnara de su alegría por verla, aunque por dentro sentía una tenaza en el pecho que le aprisionaba. Aquella escena se repetía demasiado, pero no era Nadeshiko la víctima... y él no entraba con flores y una sonrisa.
- Hola, Nade-chan. He venido a hacerte una visita en cuanto he podido. - le dijo, dando otro paso hacia el interior, para seguir hablando en tono bromista - Y te he traído un regalo para que no me eches a patadas. -
El joven nadador hizo un gesto y sacó la mano que tenía tras la espalda: portaba un ramo de flores que había comprado de camino al hospital, con un buen surtido de flores de todos los colores. Estaban frescas y olían realmente bien.
- ¿Cómo te encuentras? -
Nadesikho giró su cara hacia la persona que entró, y sonrió al reconocerlo, pero era una sonrisa hueca, sin alma siquiera, y en silencio esperó a que se acomodara, viendo aquellas flores que había traído, había un florero delante de ellos en una mesa de arribo contra la pared, la joven se movió un poco, y observó las flores que estaban el el ramo y habían nadeshikos, eso le hizo sacar una sonrisa de nuevo.
- ¿cómo te han dejado entrar? - preguntó, encogida de hombros, y escondió sus brazos, le contaron que él la había ayudado a salvar aquella tarde, tomó el control de la cama y la subió para poder quedar sentada, aún se sentía débil y le estaban poniendo sangre e hierro para combatir la anemia aguda que se había producido por el desangramiento.
- no te echaría, solo que me sorprende... que estés aquí - le sonríe la joven, sin responder su última pregunta, no quiere hablar de como se siente, ya ha hablado demasiado de como se siente.
- He tenido que suplicar un poco, pero al final conseguí que me dejaran verte. Así que digamos que ha sido por mi arrolladora carisma. - bromeó, sentándose en una silla junto a la cama. El joven la miró con un poco más de preocupación, observando como en cierta manera se estaba protegiendo de sus miradas. Sin embargo él no iba a juzgarla por lo que había pasado, pues cada uno tenía sus propios motivos.
- No debería sorprenderte. Me he preocupado por ti, quería verte y comprobar por mi mismo cómo estabas. Ni los hospitales te quitan belleza, cuántas en el instituto quisieran algo así. - le dijo para animarla - Se te echa mucho de menos en el instituto, ¿sabes? Me han preguntado varias personas dónde estabas. -
La joven negó con la cabeza, moviéndola de lado a lado, no le creía, era horrible, era miserable, siempre sería así, y siempre lo fue, no encontraba razones para seguir en ese mundo y no podía dejar de sentir los deseos de morir de nuevo, así que lo quedó mirando con un gesto ausente, dolorosamente triste, dolorosamente solitario.
- sabes que no.. que no es verdad...- respira profundamente - tú apenas sabía que existía antes de... delo que pasó - no quería recriminárselo, pero no pudo evitarlo, veía todo oscuro - ¿y... y ellos saben lo que hice? - pregunta ahogadamente, ahora sentía vergüenza, porque la molestarían más, la tratarían de loca...
Realmente no era mentira, pues en cuanto alguien dejaba de asistir a clase era muy fácil que todos preguntaran por él. Aunque siempre se trataba más de curiosidad que de preocupación.
- Antes ni yo mismo era consciente de lo que pasaba en mi vida como para serlo de lo que pasaba en la de los demás... - murmuró Ooji, bajando un poco la mirada - Puedes estar tranquila, prácticamente nadie sabe lo que ha pasado más allá de Gasai-san y de mi. Y no se lo contaré a nadie que tú no quieras, descuida. -
Se quedó en silencio durante unos cuantos segundos, pensando en cómo animarla. Pero había algo que no dejaba de angustiarle y al final alzó la cabeza para hablar.
- ¿Sabes? No me gustan nada los hospitales. Los visito una vez al mes y... es muy difícil para mi hacerlo. Tú, Nade-chan, aún puedes elegir qué hacer con tu vida, pero hay gente... hay gente que no tiene ese lujo. - susurró bajando la mirada de nuevo, con lágrimas en sus ojos
Las palabras del peliazul la sacaron de su ensimismamiento y de su auto compadecimiento, porque su corazón era bondadoso, y al ver el sufrimientos en otros, el propio quedaba en un segundo plano, y contempló la cara del chico, no lo conocía, pero él estaba ahí, por fin podía verlo a los ojos, notar su presencia, y a pesar de los cables que tenía en sus brazos, la joven extendió sus heladas manos hacia las manos de él, y las tomó, entrelazándolas, buscó con benevolencia su mirada, esos ojos carmín eran mansos y había un atisbo pequeño de bondad, de cariño, y de una luz, que alejada de la tristeza que estaba alojada en ellos, debía ser preciosa.
- ¿a quién vienes a ver una vez al mes? - le preguntó, ladeando un poco la cabeza - y sí, me di cuenta... de tu tristeza aquí, de tu incomodidad, y no es por mí, lo sé... lamento haberte recibido así... no soy la mejor de las compañías ahora, - y no sabía si en algún momento - gracias...- se fue inclinando y su cabeza se apoyó en sus muslos, acurrucada como un pequeño gatito.*
Ooji acarició el pelo de Nadeshiko con cuidado, esbozando una sonrisa cariñosa. - No te preocupes, has pasado por algo malo y tienes derecho a hablar como quieras. -
Ella le había preguntado sobre aquello y en aquel momento necesitaba confesarlo por alguien, superado por el peso que el hospital cargaba sobre sus hombros.
- No visito a nadie en este hospital, pues a la persona que veo está en otra ciudad a unos cuantos kilómetros de aquí. Hace tiempo... yo me metía en muchos problemas en el instituto. Vivía una mala vida, y cuando estaba fuera de Flowerfield tenía unos amigos con los que me descontrolaba. Bebía y hacía locuras con ellos y me metía aún en más problemas por culpa de esa forma de vivir. - bajó un poco la voz, compungido - Pero un día... uno de los chicos, bastante mayor que yo, bebimos juntos y cogimos el coche estando ebrios. Durante un rato no pasó nada, pero... tuvimos un accidente. No recuerdo muy bien qué pasó, pero cuando me quise dar cuenta me habían llevado al hospital. Fui muy afortado, apenas tenía unos cuantos moratones, pero estuve un par de días durmiendo. -
- Mi amigo... no lo fue tanto. No llevaba el cinturón salió despedido del vehículo. Ahora... ahora está postrado en una de estas camas para siempre, y por mi culpa... - los ojos de Ooji estaban llenos de lágrimas y algunas caían sobre el pelo de la joven Nadeshiko - Han pasado muchos meses ya pero... ni en todas las visitas he conseguido perdonarme aquello. -
A medida que el relato se va dando,ella se levanto y sus ojos carmín quedaron en los ojos llorosos de él, y como contaba su error y la culpa que aún lo carcomía, Nadeshiko sintió compasión de él, y un infinito cariño, y su mano vendada acarició su cabello, y sus mejillas, la joven ladeo su cabeza y sus manos se colocaron en los hombros de él y llevó la cara de él a su pecho, para acunarlo, Ooji ha sufrido mucho, mucho, y ella lo sigue acunando, esperando que dejara en ella sus penas, porque... porque ella tiempo atrás había soñado con un accidente así, y ahora que él lo contaba sabía que era ese chico, el que estaba postrado en cama la víctima, era sólo su cara la que veía, y su cuerpo en una camilla. Todo era un círculo...
- llevabas una vida que te iba a llevar a un final así.. pero ya no, has cambiado y lo que pasó te... te enseñó el error que cometías, porque podrías ser tú el que ahora estaría en una camilla sin poder moverse, - mojó sus labios - y la culpa te acompañará, siendo tú sólo el que puedas perdonarte, sólo tú... pero piensa en esto como una segunda oportunidad... de cambiar tu vida, de alejarse de esos excesos, y algún día, cuando... cuando sanes podrás... perdonarte, pero.. creo que él no te culparía, ambos... estaban en los mismos pasos... y sólo fue... fue el destino, - acariciaba sus cabellos, abrazándolo, acariciándolo con sumo cariño - debes reponerte... sé que no soy la mejor para... para decirtelo, siendo que intenté... acabar conmigo, y decirlo me hace ser lo más cínica del mundo, sin embargo, tú... estas aquí, acompañándome y veo en ti la fuerza de la que yo carezco..- susurra la joven, estaba cansada de su vida, del peso que cargaba...
Asintió a las palabras de ánimo de Nadeshiko, controlando poco a poco sus lágrimas y cogiendo la mano de Nade. - Yo... yo podré sobrellevar eso. Pero... quiero demostrarte así... que hay gente que está sufriendo mucho más, algunos sin saberlo. Y personas como mi amigo no pueden decidir nada sobre su vida, nisiquiera intentar quitársela para acabar con todo. -
Apretó más su mano, mirándola con energía en los ojos: nadie debería estar pasando lo mismo que Nadeshiko. - Puedes enfrentarte a los problemas si pones tu empeño. Harás amigos y las voces que te critican desaparecerán. Crees que intentar acabar con tu vida es una decisión cobarde, pero si fuiste capaz de intentarlo es que tienes dentro de ti más fuerza de la que crees: sólo necesitas saber como sacar partido de ella. -
Lo miró con cariño, incluso cuando sujetó sus manos con tanta fuerza, él hablaba y con ejemplos le mostraba que no debía seguir padeciendo de esa pena crónica que le estaba consumiendo el alma de una manera que pocas personas podrían soportarlo. Ooji intentaba hacerle ver que debía tener valor para seguir viviendo, el mismo valor que tuvo para intentar matarse, porque aquello no fue un intento de llamar la atención, si no fuera por Yuno y él, ella estaría muerta ya. Ooji se hundiría en esos ojos de rubí, y vería como estos se iban llenando de lágrimas, más y más lágrimas, y lo terminó abrazando, rodeando su talle con sus brazos delgados y helados.
Nadeshiko lloraba, no podía contarle toda la historia, que no sólo eran los acosos de la escuela, sino esos sueños premonitorios, esas sensaciones de muerte que siempre la rodeaban y el no poder hacer nada para evitar esos terribles crímenes, lo estrechó hasta que los cateteres le dolieron y debió separarse de él.
- sí... tie... tienes razón - finaliza, no quería discutir sus decisiones, ya tendría a muchas personas cuestionándola, suplicando que no lo volviera a hacer, o la mirarían con pena, pero Ooji tenía razón en algo, al final la decisión era de ella, porque si no tenía control sobre su vida, tendría control sobre la manera de terminar esta, porque lo que realmente había gatillado todo había sido la noticia de su matrimonio, fue la gota que rebalsó su resistencia - gracias... por estar aquí y compartir... conmigo.. tu historia...- mordió su labio inferior y tomó su mano, sonriéndole aún, con mucha pena.
- Estaré para lo que necesites a partir de ahora, puedes confiar en ello. - le murmuró el joven nadador con una sonrisa, cogiendo una de sus manos una vez se hubieron separado. Se sentía mejor consigo mismo no sólo por intentar animar a la pelirrosa si no por haberse liberado en cierta manera del peso que había sobre sus hombros - Gracias a ti por escucharme... de verdad. Pero no quiero que nos lamentemos más por cosas. Tienes que salir de aquí rápido para que pueda invitarte a ir al distrito comercial -
Esbozó una amplia sonrisa: ella necesitaba cosas que la desconectaran de la rutina y de sus propios problemas, así que se sentía responable y quería ayudarsa a alejarse un poco de todo aquello. - ¿Sabes hasta cuándo estarás aquí? -
Lo acogió y sonrió, no lo juzgado ni mucho menos, lo tomó de las manos, y luego, fue a recargarse en su regazo, media adormecida, la anemia la hacía sentir muy cansada siempre. Luego se encogió de hombros, no sabía, pero imaginaba que pronto le darían el alta, así que se fue separando de él, con su cara cerca de la cara de él.
- no te preocupes... me gusta escuchar a la gente y darle paz - sonríe la joven, esa era su función, o eso sentía -y no sé, creo que en unos días más, ¿a que iremos al centro comercial? - pregunta ladeando su cabeza, no era muy asidua a esos lugares, e incluso en su ropa se notaba, no era muy a la moda que digamos.