Partida Rol por web

Siguiendo el origen de aquel ruido, te acercas con precaución hasta la puerta del sótano. Está cerrada, pero puedes ver por las pequeñas rendijas que separan la puerta de su marco, que hay luz al otro lado.

El ruido cesa por momentos continuando segundos después. Es algo áspero, pero no suena demasiado fuerte. De no ser porque la planta de abajo está en absoluto silencio, podría ser que ni siquiera te hubieses percatado. No sabrías decir con exactitud de dónde procede, sonaba similar al arañazo de una madera, o quizás al arrastrar algo sólido en el suelo. O tal vez no, también podría ser simplemente el rechinar de las bisagras de una puerta algo oxidada.

Durante algunos instantes se mantuvo examinando la puerta que daba acceso al sótano. Quizá valoraba la situación. ¿Sería otro invento del chiflado Krazmersky? Un instante después colocó la espalda contra la pared y alargó el brazo hasta agarrar el picaporte de la puerta.

Permaneció en esa posición unos segundos inspirando rítmicamente para controlar las pulsaciones. Morton estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones y tenía un perfecto control sobre ellas por lo que efectivamente no fueron más que unos segundos lo que tardó en girar rápidamente la muñeca y abrir la puerta de súbito permaneciendo oculto tras la pared esperando alguna reacción.

Estás absorto en tu trabajo, casi finalizando tus artefactos. Sabías que sería algo fácil, no hay nada que se te resista. Tan solo necesitabas tiempo, y afortunadamente lo estas teniendo.

El explosivo está listo, ya solo te falta terminar de preparar las trampas, pero tu labor se ve interrumpida por un fuerte ruido. Alguien ha abierto repentínamente la puerta de un golpe, haciendo que ésta golpease la pared bruscamente. La puerta continúa abierta, sin embargo no ves a nadie frente a ella.

Al no ver a nadie en la puerta, Uder trata de ocultarse. Se acerca a uno de los interruptores de la pared del fondo apagando la luz, y escondiéndose. Se agacha, con dificultad, pues los años no pasan en balde. Se acuclilla como buenamente puede tras una de las mesas de trabajo repletas de herramientas y trastos, con la esperanza de pasar inadvertido.

Tras esperar unos segundos, por precaución, ves como la luz que provenía del sótano se apaga. Ahora mismo no escuchas nada, incluso el áspero sonido que oías antes, ha cesado.

La luz apagada era una ventaja para Morton. Se deslizó a través de la puerta cubriéndose con ésta hacia el interior. Se movía despacio, con sigilo. El golpe que había dado la puerta cuando Morton la abrió repentinamente era lo que necesitaba para atraer la atención de lo que estuviera dentro; ahora tenía que ser sigiloso y tomar la mejor posición para poder ver a quien quiera que estuviera dentro sin ser visto.

Te adentras despacio, con cuidado. Está demasiado oscuro, no alcanzas a distinguir nada ahí dentro. Un paso más, otro, hasta que tu frente roza algo que parece colgar del techo. No sabrías decir qué es, tan solo has notado un ligero roce de algo sólido, algo duro que pareció balancearse al tropezar con tu cabeza.

Levantó la mano para palpar aquello con lo que se había golpeado y vaciló un instante antes de dar el siguiente paso. Se dirigió a tientas hacia la pared donde debiera encontrarse la luz para prenderla y desenmascarar el ruido.

La otra opción era olvidar el tema y volver al piso superior pero fuera lo que fuera lo que había alterado la atención de Morton sabía que él estaba ahí y no podía darle esa ventaja.

Uder intentó no hacer ruido y procuró rezar todo lo que sabía para que su Rack no hiciera nada por el estilo.

Si sólo pudiera recordar quién estaba arriba... Pero había sucedido otra vez, como siempre que usaba su arte. Había olvidado qué persona o personas estaban en la cocina cuando él bajó al sótano.

Frente a ti, vuelves a escuchar aquel ruido áspero e inquietante que antes habías oído, era... extraño.

Al levantar la mano tratando de tocar lo que antes te había rozado, encuentras algo alargado que cuelga del techo, lo palpas, es sólido y frío aunque puedes hundir lévemente tus dedos en ello, es... es como si estuvieses apretando un brazo, un brazo frío. Al deslizar tu mano un poco hacia abajo notas como ese cuerpo sólido se ramifica, ahora lo tenías más claro, eso era una mano. Estabas completamente seguro.

Buscas alcanzar la pared para dar la luz, pero al alargar tu brazo para hacerlo tropiezas con más cosas que cuelgan. La sensación es bastante desagradable, es como si un montón de brazos intentasen abrazarte, en tu mente comienzas a imaginar todos esos brazos colgados agarrándote. Sabes que no es así, tan sólo están rígidos tropezando contigo, como el que acababas de tocar, pero no puedes evitar que tu subsconsciente de rienda suelta a tu imaginación dando vida a aquellos brazos.

Se detuvo unos instantes inspirando profundamente. Miraba alrededor como intentando ver algo en la negrura del sótano, sin éxito. Inspiró una vez más profundamente controlando las pulsaciones. Una vez logrado avanzó un paso más, luego otro y uno más hasta encontrarse en el lugar donde debería estar la luz. Deslizó la mano por la pared buscando un interruptor para liberar el mal pesar que respiraba en la oscuridad del sótano.

Tras palpar a tientas durante unos segundos que se hacían eternos, das con el interruptor de la luz. Al encenderlo, lo primero que ves frente a ti, son aquellas manos que sentías rozándote por todo el cuerpo. Una bombilla solitaria, colgando del techo en el centro de sótano, es la única fuente de luz.

Tras el sobresalto a ver aquellos brazos colgados, miras a tu alrededor, pudiendo ver un taller donde, supones, Uder trabaja. Está plagado de toda clase de herramientas antiguas que puedas imaginar. En una de las paredes hay incontables latas de café, meticulosamente ordenadas, llenas de tuercas, pernos, engranajes, ruedas dentadas, cadenas, clavos, tornillos, etc, de diferentes formas y tamaños.

A lo largo de toda una pared, hay estantes de suelo a techo con lo que a primera vista parecen miembros humanos (cabezas, manos, ojos, torsos, piernas) pero que, inspeccionados más de cerca, no resultan más que imitaciones muy buenas. El efecto genera resulta un cruce entre una antigua tienda de reparaciones y un depósito de cadáveres.

Tras una esquina ves una especie de araña gigante de metal, ahora inmóvil y silenciosa, pero que al verte hace un pequeño y torpe movimiento hacia atrás, produciendo ese sonido áspero que antes escuchabas. Es demasiado grande, te preguntas cómo pudo haber entrado en ese sótano, pues con sus dimensiones es imposible que entrase por la puerta.

Torció el gesto insinuando una leve sonrisa. El taller no le sorprendía en exceso pero la situación anterior si que había puesto sus nervios al límite.

Por momentos pensaba en Uder como un sádico genio de los robots humanoides. El material era jodidamente real si uno no se detenía un instante a verlo.

Una vez relajado completamente se acercó hacia la araña. Una araña de metal no resultaba muy real así que dedujo rápidamente que se trataba de otro de los inventos del vuejo chiflado pero, ¿para qué había creado una araña? Se colocó en cunclillas junto al quelicerado y lo examinó detenidamente.

Tras un instante de detenida observación al arácnido exhaló el aire por la nariz emulando una burlesca sonrisa y se giró dando la espalda al robótico artrópodo.

Caminó de nuevo hacía el salón. El sofá era cómodo y quizá ese era el mejor lugar para pasar la noche y descansar. El sueño empezaba a apoderarse de Morton.

Morton se adentró en el sótano, sobresaltándose en un primer momento al dar la luz y ver aquellos brazos. Sin embargo continuó bastante tranquilo dadas las circunstancias, observando el resto del sótano y fijándose en el Rack. Se acercó a éste, lo admiró unos segundos y tal cual llegó, se fue. Por su actitud ante la araña, parece que Morton empieza a habituarse a los autómatas de Uder. Afortunadamente para el anciano, no reparó en su presencia dentro de aquel lugar.