Partida Rol por web

Dolor, culpa, arrepentimiento, vergüenza... ésos han sido los compañeros de Rayleigh desde el bombardeo de Nueva York, desde que él traicionó a su manada y provocó que los mataran a todos.

O al menos, es lo que creía.

Después del bombardeo Rayleigh intentó sobrevivir como pudo en las ruinas de la ciudad. Evitaba acercarse al túmulo de Central Park, que de túmulo ya sólo tenía el nombre puesto que había sido invadido por las Perdiciones. Sabía que Madre Larissa, "Fuegos-controlados", "Vigía-del-alma", Rheeta y muchos otros seguían luchando por sobrevivir y proteger a sus Parientes ¿Qué derecho tenía Rayleigh el traidor a estar junto a ellos?

Luego llegaron las inundaciones, tomando la ciudad con más eficacia que cualquier ejército del mundo y sumergiéndola bajo su frío manto. Pero para entonces Rayleigh ya había decidido huir. Los Estados Unidos se habían convertido en un infierno en el quefomori, Danzantes de la Espiral Negra (muchos de ellos antiguos Garou Gaianos corrompidos), Perdiciones y agresivas bandas de supervivientes humanos campaban a sus anchas haciendo presa en los más débiles y siendo aniquiladas por los más fuertes. No fue un viaje fácil. Rayleigh tuvo que luchar duro y sucio para sobrevivir, haciendo cosas que preferiría olvidar y ganándose nuevas cicatrices en su ya marcado semblante.

Sus vagabundeos le llevaron a Detroit, donde Pentex (¡La jodida y maldita Pentex!) había conseguido imponer el orden en forma de un régimen totalmente dictatorial gobernado por la empresa y su directoria regional, una mujer llamada Anne Diderot. Para cualquiera que supiera un par de cosas de Pentex resultaba obvio que la empresa había cambiado mucho desde antes de la guerra: si antes representaba al Wyrm utilizando sus propias armas contra los humanos, ahora esas armas estaban en disputa con la Tejedora. Si no, a ver de dónde coño sale tanto Autómata (1) con el uniforme de combate de la compañía, joder.

Pero Rayleigh no estaba para mierdas.. Si se unió a los Garou de Detroit fue por puro instinto gregario, pero de alguna manera siempre estuvo aparte. La jefa de la zona es una Anciana Galliard Wendigo llamada Taima "Manantial-Rojo" ¿Una Wendigo dirigiendo a un grupo de Urrah (2)? Bien, mientras no se metiera con él. Y Taima tenía muchas cosas que hacer como para preocuparse de un simple Morador al que le suda todo la polla.

Como ya se ha dicho antes, no escaseaban los problemas en Detroit. Pentex tiene más planes para la ciudad además de gobernarla con puño de hierro. En un comunicado reciente por todas las pantallas de la ciudad hizo pública la existencia de los cambiaformas y los declaró enemigos públicos número uno. Bien, buena suerte para intentar atrapar a un Morador del Cristal en una ciudad, capullos. Después un compañero de tribu de Rayleigh, un Theurge estirado y algo capullo llamado Clarence Bodicker, descubrió que Pentex estaba adulterando las raciones de comida y agua que la compañía reparte diariamente entre la población con pequeñas dosis de antidpresivos y antipsicóticos. No mucho. Sólo lo suficiente para mantener a los humanos dóciles y agilipollados. De nuevo Rayleigh no tenía a nadie por quien preocuparse salvo por sí mismo, así que pasó del tema.

Pero Taima y su gente no se daban por enterados de que la guerra había terminado y que a Gaia se la habían follado a base de bien. En vez de quedarse tranquilos y esperar cómodamente a que todo se fuera definitivamente a la mierda, se obstinaron en luchar contra Pentex e intentar proteger a la ciudad y a los humanos. Incluso llegó a organizarse una manada, guiada nada menos que por un puto Corax, para colarse en Pentex y ver si podían hacer algo para sabotear el proceso de alteración de la comida. Rayleigh fue allí por pura curiosidad. No tenía pensado meterse en mierdas pero resultaba divertido ver a esos capullos pensando que aún podían cambiar algo.

Y entonces uno de los fantasmas de su pasado volvió de la tumba.

Si alguien se hubiera fijado en él podría haberse partido el culo con la cara de gilipollas que se le puso a Rayleigh ante esa aparición. Ante todos los Garou, de pie sobre el techo de una de las casas prefabricadas que Pentex puso para la población, estaba el jodido...

Soy Joe Charcosombra, Philodox de los Contemplaestrellas, heredero -como vosotros-, de un mundo destruido por el Apocalipsis. Elegí dejar este mundo junto a los Nuwisha en la Diáspora, pero fue mi elección volver numerosas veces a la Tierra, escoltando a los supervivientes que quedaron aquí a Eshtarra. Me envía el Margrave Yuri Konietzo, líder de la Nación Garou. Pero hablo en mi propio nombre; él sólo me dijo que el mayor grupo de sobrevivientes estaba en Detroit, ya que mi deseo era llegar a vosotros.

Por si le quedaba alguna duda. Es cierto que Joe estaba más delgado, con cicatrices de quemaduras y que había perdido un ojo. Pero estaba vivo ¡VIVO, JODER! Y encima hablando del tipo que cogió la Corona de Plata después de que Jonas Albrecht la diñase peleando con aquella zorra Danzante ¿Cómo se llamaba? ¿Zigzag? Bueno, es igual. Rayleigh se escabulló como pudo antes de que el Contemplaestrellas se diera cuenta de que estaba ahí. Pero él le vio. Tal vez no lo reconociera entre el gentío, pero Rayleigh pudo sentir sus ojos en la espalda. O tal vez lo reconociera y no quiso decirle nada. Dani solía bromear sobre él llamándole "Hielo-en-las-venas", y Junk-Dog a veces lo provocaba sin más motivo que intentar sacarle de sus casillas. No sería tan raro que dejase el reencuentro para después. Siempre tuvo claro el orden de las cosas.

Rayleigh permaneció escondido hasta que Joe se fue con la manada de saboteadores...

Azufre, miedo, y remordimiento. Ése era el sabor de la guerra. Valentía, virtud, y honor. Esa era la otra cara del horror.

La follaperros Ingrid, aquella maldita Danzante que le había hecho llevar a su manada a una emboscada, aún andaba por ahí con la suya propia, junto a ese Primer Equipo de Pentex. Todos cabrones de primera a la que se las tenía jurada. Y si algo sabía Cablegrís, era ajustar las cuentas.

Su fachada de buen humor era sólo eso, una farsa. A pesar de que a la Luna la hubiesen reventado, su Rabia continuaba incólume, a tres malos pasos de la superficie. Por eso había practicado técnicas de autocontrol, que le copió a alguien de su antigua manada, Joe Charcosombra...

El mismo que aparecía frente a él en ese momento. Una ola de sentimientos golpearon tan fuerte al Morador, que estuvo a punto de entrar en frenesí, ponerse a llorar, y saltar en un pie, todo a la vez. Hiperventilando, a sabiendas de que Joe lo reconoció, se dejó caer contra la fachada de una casucha luego de escabullirse para recobrar el aliento.

— No seas una marica, Rayleigh —se dijo. Era hora de arreglar las cosas. Sabía lo que harían: intentar rescatar a la hija de Karl de las narices de esos cabrones. Se llevó la mano al cuello, donde estaba el dije con las mediaslunas entrelazadas, el símbolo de Estrépito Boom-Boom. Respiró profundamente mientras entraba en comunión con su madrastra espiritual, y sintió en la nuca el aliento de la Incarna, tan claro como una orden del comandante en el campo de batalla.

Se metió como una bala a la casucha desechable, aunque en buenas condiciones, que había mantenido desde que se unió a aquella comunidad. Colgado en un maniquí, estaba su Armadura de Batalla; un traje táctico que nada tenía que envidiar al de Batman. Tras enfundarse a toda prisa en él, se colgó al cinturón su Tonfa Electrizante, junto a los cartuchos del calibre .12 de su escopeta semiautomática, que terminó pendiendo de su espalda envuelta en poliuretano. Ambos fetiches, tanto la Armadura como la Tonfa, estaban decorados perfectamente con glifos propios de su Tribu.

Abrió la puerta, envuelto en su armadura, y sin que los demás del Clan lo advirtiesen, se fundió con la noche, cambiando a forma Lupus. Tenía que ser sin duda un espectáculo ver a un lobo blindado con una armadura táctica, pero aquél no era momento de dejarse ver. Emprendió una carrera a través de las sombrías calles de Detroit, en dirección al hospital donde atacaría la manada.

Los humanos toman a Rayleigh por algún tipo de soldado de Pentex, y el Garou ha estudiado las patrullas lo suficiente como para poder evitar a los verdaderos soldados, especialmente las patrullas de Autómatas ya que son mucho más difíciles de engañar que los malditos fomori.

Al llegar al hospital Rayleigh hace un reconocimiento rápido de la zona: todas las entradas están vigiladas por al menos una pareja de Autómatas. Tal vez por la Umbra sea algo más fácil, pero aquí la Celosía es tremendamente gruesa y...

Nuclear Alarm Siren

La alarma empieza a sonar cuando un edificio de gobierno de Pentex es alcanzado por un proyectil que volatiliza toda la planta de arriba. La gente empieza a correr de un lado para otro gritando presa del pánico. Los coches aceleran saltándose los semáforos, chocan unos con otros y en pocos minutos todas las calles están bloqueadas. No tardan en aparecer los primeros cadáveres, ya sea porque son atropellados por algún vehículo, pisoteados por una multitud enloquecida o por los cascotes que caen de los edificios alcanzados por las bombas que no dejan de caer.

Todas las puertas del hospital se cierran rápidamente y los soldados que se quedan fuera las defienden tirando a matar a todo el que se acerque. El pánico, la muerte indiscriminada, la crueldad de quien ataca desde la seguridad de la distancia... justo lo mismo que ocurrió en Nueva York. Cuando Rayleigh lo perdió todo...

Desde una de las esquinas cercanas al hospital, la anodina figura lobuna de Rayleigh se asomaba. Observaba todo con la mente calculadora del Ahroun experto, no del simple berserker. Su tribu entrenaba a excelentes guerreros, gracias a la lógica y la razón de la humanidad. Era un pensamiento reconfortante, a la vez que bastante falto de humildad, pero las cosas como eran.

Mientras se preguntaba cómo demonios entrar en aquél sitio, y... la locura se apoderó de las calles. Oh, por Gaia pensó mientras observaba el impacto del misil en el edificio de Pentex. Menudo sabotaje, si es que aquello podía llamarse así. Su mandíbula lobuna se abrió en una mueca de sorpresa imposible para un lobo común.

Sabía lo que venía a continuación; cuando empezaron a sonar las primeras detonaciones, la Rabia se agitó en su interior, pero su vasto entrenamiento para controlar su fuego interno -gran parte de él, lecciones aprendidas del mismísimo Joe que acababa de ver hacía media hora-, consiguió mantener su furia bajo control. Él era un Morador del Cristal, un guerrero de la razón.

Aprovechó el caos, y que los guardias estaban distraídos, para maquinar a toda marcha una forma de llegar hasta alguna de las ventanas superiores del hospital, y colarse. Las alcantarillas eran una opción sólo si disponía de más tiempo, y la Umbra era demasiado gruesa, así que tendría que apañárselas a este lado de la Celosía.

Saltando desde algún edificio cercano sería bastante fácil acceder a las plantas superiores del hospital, pan comido usando su Carrera Urbana.

Rayleigh se dirige hacia el costado del edificio sabiendo que es menos probable encontrar resistencia allí. Sin embargo, cuando está a punto de empezar a subir un proyectil abre un boquete en el extremo del cuarto y quinto pisos haciendo caer una lluvia de cascotes y las puertas antiincendios metálicas que le obliga a retirarse. Cuando vuelve a levantar la vista ve salir un cuervo volando del quinto piso. Poco después Joe asoma de las entrañas del edificio y hace una evaluación rápida de la situación.

Al poco una manada entera se reúne con él e intentan bajar por el edificio escalando. No lo van a tener fácil: Pentex ha desplegado tres drones armados con ametralladoras que se dirigen hacia los Garou...

Cablegrís se enervó automáticamente. La adrenalina, y el peligro que corrían sus compañeros, le hizo saltar hacia adelante casi sin ser consciente de ello.

Cambió a su Crinos, y tomó su escopeta de su espalda mientras se agazapaba, esperando el momento idóneo para irrumpir contra los drones armados. Estaba listo para la acción, y la forma de guerra enfundada en su Armadura de Batalla daba cuenta de ello.

La carrera del Crinos enfundado en su Armadura de Combate, con sus glifos urbanos brillando débilmente dando un aspecto de neón a su indumentaria, empezó casi al mismo tiempo que la de los drones armados. El fuego de Selene se encendió en sus venas a la vez que cruzaba la calle, manteniéndose en una distancia media y protegiéndose con una parada de autobuses cercana, efectuó sendos disparos hacia los drones.

La premura le hizo fallar el primero, pero el segundo sí que impactó de lleno en uno de los gadgets de la Tejedora.

— ¡ESPEJOSOMBRA, A MÍ! —Rugió Cablegrís en lengua Garou, llamando a su antiguo compañero de manada, mientras también atraía la atención de los esbirros del Wyrm y la Tejedora, como correspondía a su Auspicio, para que los Garou en lo alto pudieran escapar y unirse a la pelea.

Mientras Ray prepara su escopeta alguien derriba uno de los drones arrojándole un cascote del edificio. La caída del aparato distrae al Morador del Cristal por lo que su primer disparo no consigue acertar a su objetivo. Sin embargo el segundo hace explotar al aparato en el aire, dejando solamente un dron amenazando a la manada...

Desde detrás de la cobertura, el Ahroun ríe con sorna para sus adentros con su escopeta semi automática preparando una nueva ronda de balas. Pero empezaba a preocuparse: realmente no estaban del todo bien, y temía que en esa situación pudiesen quedar aún más expuestos.

El último drone es derribado por Joe. Al Contemplaestrellas nunca le gustó alardear de su Kailin-Do, pero cuando lo usaba era realmente espectacular. Saltando al vacío en su forma lupina cambia a Crinos en el aire y destroza el aparato con un golpe de sus zarpas. Tras agarrarse a un balcón del edificio del otro lado de la calle Joe baja con su agilidad y gracia características hasta aterrizar a poca distancia de Rayleigh.

¿Ray? - dice mirándole con los ojos muy abiertos - Hermano ¿Eres tú? ¿Eres tú de verdad?

El Morador encuentra a su hermano bastante cambiado. Tuerto, más enjuto y con cicatrices de quemaduras de aquella noche. Y cómo se alegra de ver a Rayleigh.

Si él supiera...

La alegría del Morador del Cristal duró poco. El remordimiento de lo que había causado empezó a carcomerle inmediatamente tras tener enfrente a su antiguo compañero de manada.

— Sí, Joe... —dubitó al pronunciar su nombre, como si fuera un pecado—. Soy yo. 

Los hombros de su forma Crinos cayeron imperceptiblemente, como si un inmenso peso le cayera sobre la espalda. Todo duró poco, pues la manada al completo venía detrás. Hablarían después.

Maldito seas - dice el Contemplaestrellas abrazándole - Creí que estabas muerto. Todo este tiempo creyendo que os había perdido a todos ¿Cómo lo hiciste?

La llegada del resto de la manada interrumpe la conversación - Hablaremos más tarde. Tengo infinidad de cosas que contarte...