Partida Rol por web

Kazuo no acostumbraba a seguir órdenes pero pronto supo recular en su actitud para dirigirse a los restos de los drones. Poco pudo sacar de ellos pues los jóvenes vietnamitas no habían tenido mucha piedad con ellos. Algunas de las tarjetas que buscaba estaban agujereadas o totalmente ennegrecidas. El tiempo se les echaba encima y en ese momento a las bombas apenas les quedaba 1 minuto antes de hacer explosión.

Afortunadamente Brandon era todo un portento con la maquinaria y entendió que había algunos mecanismos que estaban orientados a otras funcionalidades que nada tenían que ver con la apertura. Escogió un circuito que alimentaba a un PCB que servía para el holoproyector que actuaría como HUD. Para él el HUD eran los cables así que como no lo necesitaba lo desconectó y lo usó para empezar a puentear el sistema¹. Entonces un pilotillo se activó avisando de un peligro, se detuvo y se tomó unos segundos para estudiar la nueva situación y redirigió otro par de circuitos más para crear un bypass con el objetivo de puentear el sistema de seguridad autoblocante².

Finalmente, la puerta se abrió. En ese momento la cuenta atrás que tenía controlado el ejecutivo por su control en paralelo marcaba 20 segundos. Fue entonces, con la liberación de la tensión, cuando cayó en dónde había visto esos símbolos: lo había visto en algunos carteles informativos de medidas de seguridad corporativas, ésta codificación variaba cada vez. Aún así, seguía ignorando el significado³ de esa simbología. 

El ojo de Brandon volvió a la normalidad cuando la puerta se abrió.

—¡Vamos! —azuzó a Kazuo—. Estas puertas son blindadas, con suerte parará la explosión pero cuando estemos en ese pasillo ya no habrá vuelta atrás... estaremos expuestos y solo nuestra rapidez de reacción nos podrá sacar de esta.

Con la mano derecha sujetaba el circuito semiempalmado y con la cabeza hacía un gesto hacia el ejecutivo. Una vez entrara Kazuo, Brandon entraría y en el último instante soltaría el empalme haciendo que el sistema de apertura de la puerta volviera a su posición inicial. No había tenido tiempo de desactivar la alarma... esperaba que ésta no saltase.

Al otro lado de la puerta, el gran pasillo que a todas luces llevaba hasta el objetivo final.

Cuando las puertas se cerraron al pasar Kazuo y Brandon pasaron unos segundos mientras ambos corrían por el pasillo. Casi no habían tenido tiempo de visualizar el entorno: un pasillo metálico cuyas paredes de cristal permitían ver una caída de varias decenas de metros por el interior del edificio. Un interior que estaba totalmente panelado por circuitería y cables que se cruzaban formando un bosque eléctrico de innegable belleza hitech.

—¿Pero qué demonios...?

Fue lo que pudo decir Kazuo antes de que las explosiones resonasen al otro lado de la puerta. Casi de inmediato pudieron ver como una reja metálica de seguridad caía sellando la puerta por la que habían accedido para impedir ninguna intrusión mientras todas las luces de aquel bosque digital se encendían con hipnóticas tonalidades que vibraban como un corazón latente. Pese a no entender exactamente que era todo aquello el ejecutivo de la Yakuza lo miraba fascinado. Los sentidos que lo conectaban al Velo le transmitieron una sensación tan placentera que la mera idea de verse desconectado, como había pensado minutos antes, le provocaba un dolor que casi lo asfixiaba.

—Esto... sería el paraíso en la tierra...

En aquel momento el hombre se veía atraído hacia las sensaciones amplificadas como una mosca en panal de miel. Entonces recordó su misión e intentó resistirse a aquella trampa sensorial.

Kazuo avanzaba extasiado, mientras se dejaba embriagar por las luces, los colores. Sin embargo, no era consciente de que estaba siendo atrapado en las verdaderas medidas de seguridad: un sistema único en SIGMA TECH desarrollado por el departamento de I+D+D (Industria + Desarrollo + Defensa). Este desactivaba los procesos neurales de los que eran testigos de los destellos y activaba el cerebro reptiliano de las victimas invitándoles a avanzar simplemente, apelando al instinto más profundo de la psique: el miedo. 

Sin embargo, algo en su fuero interno, tal vez las experiencias en cabinas simestim, o tal vez su constante vinculación al digiverso hicieron que éste se conectase con el Velo y entonces por un breve momento vio la realidad como era: no había pasarela, tan sólo el vacío. Y allí donde antes creía que estaba el vacío, había un paso.

La realidad estaba invertida.

En el centro de la sala, en medio de lo que se presumía la pasarela había varios armarios de racks que pivotaban en torno a una centralita donde estaba el corazón de los proyectos más secretos de la compañía. Lo que habían venido buscando en el plano por el que Nairobi había dado su vida.

Y en ese momento de mayor éxito, Brandon Lee embriagado por el mismo néctar luminoso que había afectado brevemente a Kazuo, avanzaba hacia el vacío creyendo que pisaba la seguridad de la pasarela.

Kazuo aferró rápidamente a Brandon.

—¡Cuidado! ¡No es lo que parece!

El otro se tuvo que dar cuenta porque su pie, simplemente, pisó el aire y habría caído al vacío de no ser por la intervención del ejecutivo.

—Es un salto de fe.— añadió sonriendo —Debemos seguir.

Y tras decir esto continuó, para sorpresa de Brandon, avanzando por el aire.

Habían llegado a su destino final.

Un toque fue suficiente como para que Brandon Lee y después Yeng Ha volvieran a la realidad, al hacerlo el mundo que había visto se invirtió y comprendió finalmente el significado de los símbolos que había descubierto en la entrada. Más por accidente o por fortuna, el asunto se había disipado y sólo quedaba el corazón del edificio. Su destino. 

Eran varios racks de servidores de los cuales arrancaban multitud de cables de fibra óptica que iban serpenteando hasta desaparecer en sendas ranuras que se abrían en el suelo, a partir de ahí todo quedaba oculto por mecanismos o por acción del Velo. En el centro, alimentado a su vez por todos los racks, descansaba una terminal que al sentir la presencia del trío que se acercó se despertó desplegando una holoproyección.

Proyecto 11235813

Inserte comandoI

El cursor titilaba junto a la o en una extraña señal de anacronismo, como si a la hora de diseñar la interfaz del proyecto quisieran darle un aire tan vintage como el de las antiguas películas que se almacenaban en los archivos por su singular valor cultural o histórico.

—¿Sabéis usar eso? —inquirió Yeng Ha.

Las antiguas palabras de Bocas, el mercenario que les había reclutado a todos flotaban recordándoles su misión:

—Debemos robar un prototipo con el que pretenden mediante el velo, manipular a toda la maldita sociedad. Controlarlos a todos como un maldito gran hermano. ¿Habéis leído el libro? No importa, yo tampoco... Pero básicamente SIGMA TECH quiere que todos los que tengamos implantados su chip neural seamos sus putitas, compremos sus productos o simplemente... BAM

—Y eso no nos mola la verdad, me gusta tener acceso al Velo y me gustaría tener la certeza de que no voy a tener la maldita ciudad persiguiéndome. Quiero saber que cuando coja a ésta —agregó tomando su pistola y levantándola apuntando el cañón hacia arriba— quién la controle sea yo.

—A mis empleadores les pasa lo mismo... Y supongo que a vosotros también.

—Sabemos que lo han desarrollado ellos y está ahí, en la maldita sede de SIGMA TECH. Debéis buscar haceros con eso como sea y entregárnoslo. No sé si el plan es una infiltración o si sois de algo más sutil... Pero tienen su propia seguridad y no es moco de pavo.

—Nosotros podemos manipularlo para devolverles el golpe de una manera que no lo verían venir... ¡En la puta vida, joder! Nuestro negro* será capaz de hacerlo.

Sin embargo, el jodido prototipo no era una terminal que pudieran llevarse directamente y así como así. Estaba anclada al corazón de la torre, y presumiblemente conectada con el Velo. Tampoco es que tuvieran entre ellos al "negro" que debería encargarse de realizar el hackeo. Y como culmen de todos los problemas, a estas alturas los chavales vietnamitas poco les habrían dicho y tal vez habían revelado cómo otros les habían obligado a poner tierra por medio.

Kazuo miró aquella terminal. Nunca había fallado en una misión encomendada.

Pero si la Yakuza se hacía con el control de aquello sería una desgracia para mucha gente.

Para su hija.

Recordó lo que sintió en aquel breve contacto del puente. Lo imaginó amplificado y controlado por los negros hilos de su corporación.

Recordó a su hija.

¿Cómo era mundo sin el Velo? Vivir desconectado. Pensó en la mujer que había capturado y que estaba condenada a no disfruar ya nunca más de esa conexión. ¿Pero era realmente el Velo algo que les daba más? ¿A cambio de cuanto?

¿Cuánto le quitaría a su hija?

Volvió a pensar en ese lugar alejado de las megacorporaciones, de la Yakuza, de la tecnología, del Velo. Vivir desconectados.

No se lo perdonarían.

No podía jugar contra ellos.

Erá un peón enfrentándose a la Reina Negra, una hoja arrastrada por el vendaval desafiando al viento. Si la Yakuza se enteraba de que la orden la había dado él estaría acabado.

—Destrúyelo.— le dijo a Brandon —No podemos llevárnoslo pero tampoco lo lo vamos a dejar aquí.

Nadie puede parar al viento pero hasta el peón más miserable puede, a veces, llegar al otro extremo del tablero.

Brandon asintió pero en realidad tenía otros planes. Trato de ganar acceso al sistema para saber algo más de ese proyecto. Quería ganar algo con aquello, no solo enemigos y para ello tenía que conocer el proyecto y sus objetivos. Kazuo tenía que creer que lo estaba destruyendo y probablemente lo haría después de descargar una copia de seguridad. Pero tenía que ser sutil, muy sutil para que el ejecutivo no se diese cuenta.

—Tardaré un rato. Esto se puede llenar de amigos en poco tiempo, en cuanto detecten la intrusión. Mantened los ojos abiertos —dijo antes de ponerse manos a la obra.

Mientras Brandon Lee evaluaba la terminal que parecía haberse convertido en el final de su camino, presumiblemente muy valiosa por las medidas de seguridad que habían tenido. Yeng Ha encaró en ese momento al Ejecutivo.

—¿Cómo? Entiendo tu punto... Pero creo que nos dijeron que querían que lo robáramos —inquirió mientras se llevaba su mano a la cintura—. No quiero que nos hagan daño por esto... ¿Sabes? Soy de la iglesia del Neobushido y por tratar de hacer justicia acabé metida en esta mierda...

—Te comprendo Yeng.

Kazuo tenía su rifle en la mano desde el primer momento de la infiltración.

—Y lo siento, de verdad que lo siento.— dijo mientras abría fuego contra su compañera.

Por desgracia la muchacha debió percibir el movimiento de su mano y se apartó a tiempo antes de recibir la ráfaga de balas, que apenas la rozó.

Brandon sudaba a la vista de lo que había encontrado ahí dentro.

—¡Maldita sea! —dijo en voz alta sin darse cuenta.

Durante un instante miró hacia atrás pero no vio lo que Kazuo había hecho con Yeng, Brandon estaba abstraído, casi podría decirse que con los ojos en blanco aunque físicamente no fuese así en realidad.

Recuperó la atención sobre el terminal y, más específicamente, sobre la IA que estaba activada ahí. Creó un contenedor seguro en el velo y trató de arrastrar ahí a esa IA. Era muy compleja y no las tenía todas consigo pero podría ser una llave que abriera muchas puertas.

—Problemas —dijo—. Tardaré todavía un rato...

El arma de Yeng Ha salió despedida propinando un corte en el brazo de Kazuo logrando así desviar la gran bocanada de perdigones que disparó salvándose así de una muerte segura¹.

—¿Te has vuelto loco? —gritó, entonces se mantuvo a distancia segura que la permitiera utilizar otra vez su arma para rematarle:

—¡Quédate ahí o si no te mato! Necesito ese programa para el neobushido, la fe verdadera debe extenderse como sea... Sólo entonces habrá concordia —intentó entonces controlar la situación viendo lo que estaba haciendo Brandon, sin embargo, era difícil amenazarle sin dar la espalda al ejecutivo.

El Catalizador estaba terminando en ese momento su volcado, en ese momento el Velo pareció experimentar una leve sacudida y la velocidad de transferencia se disparó, como si el Velo luchase por absorber aquello que estaba mandando. Trató de introducir comandos mentalmente, después físicamente, sin embargo, era como si la terminal hubiera dejado de servir como si no respondiera².

La carga finalmente terminó, y en ese momento creyó escuchar una palabra. No era un sonido audible, si no como si hubiese percibido algo en su mente, sin terminar de discernir cómo había llegado a ésta. Era breve y lo había reconocido en perfecto vietnamita:

Cam ơn³

No tuvo tiempo de entenderlo, de procesar lo que significaba aquello. Volvió a percibir nuevas palabras:

Veo tu vida y veo la muerte que provocaste. Siento tu deseo, puedo hacerlo realidad... ¿Para qué ser una tecnología, puedes serlo todo?

Nada de eso estaba teniendo lugar para la pareja enfrentada, en ese momento en tablas. Una buscaba tomar posesión de la máquina en una manera diferente a la de Brandon y el otro luchaba por destruir aquello para evitar que a los que servía y odiaba a la vez, pusieran todo por lo que luchaba en peligro.

Y como si no tuvieran suficiente con su enfrentamiento. Empezaron a escucharse voces al otro lado de las puertas selladas.

Kazuo lamentó haber usado ya los explosivos. Ahora todo se había precipitado en un sinsentido. Pero entonces escuchó lo que la mujer había dicho ¿extender el neobushido a través del Velo? Sopesó un momento esa opción. De una manera u otra aquello estaría lejos de las garras de la NeoYakuza y su hija no sufriría las consecuencias.

Bajó su arma.

A su alrededor todo era caos pero él ni siquiera se preocupó por Yeng Ha, que seguía preparada para terminar con su vida. Se apartó unos pasos, dándose la vuelta, mostrándole su espalda para que quedase clara su nula intención de atacarla o defenderse. En lugar de ello conectó con el Velo y activó el disparador de emergencia que tenía preparado para una situación como aquella desde que había nacido su hija.

Desde que tenía recuerdos el honor lo había sido todo para él.

Hasta que nació su hija.

Había cosas que su padre no le había enseñado correctamente. Él siempre había sido una herramienta de los demás. No quería que su hija acabase igual.

El protocolo estaba en ese momento transfiriendo todos los fondos reservados que había acumulado en su vida a espaldas de la NeoYakuza. Su ex-mujer estaba recibiendo un mensaje que sólo se transmitiría una vez para luego desintegrarse. Ella debía poner a salvo a la pequeña. Huir lejos.

—Brandon: no lo has destruido.— no había reproche en su voz, era una simple afirmación.

Por primera vez Kazuo notaba el cansancio que pesaba sobre él como una losa. ¿Cómo sería el otro lado? ¿Podría descansar por fin? ¿Olvidarse de todo el mal que había sembrado en su vida? Sabía que aquello era el final del camino. Al otro lado de aquella puerta estaba toda la fuerza bruta de la Corporación dispuesta a aplastar a los intrusos. Era poco probable que ninguno de ellos pudiera salir de allí. Él, desde luego, no tenía intención de hacerlo.

—Aunque pueda contenerlos no sé como os las arreglaréis para salir de aquí.

Lo dijo mientras avanzaba con su arma hacia la puerta, preparándose para recibir a los enemigos en su última batalla. La NeoYakuza no podría reprocharle nada. Habría muerto defendiendo la misión y sus compañeros serían los verdaderos traidores.

—No —fue lo que dijo Brandon en respuesta a Kazuo—. No ha de destruirse todo aquello que no puede comprenderse.

Una chispa surgió del ojo del catabolista y su voz se distorsionó.

—¡Quiero serlo todo! —gritó en aquel lugar sin importarle la compañía. Decenas de datos pasaban por ese implante ocular que él llamaba omniherramienta. Brandon se mantenía de pie, pese al dolor que estaba sufriendo por dentro. Lo que fuera aquello le estaba consumiendo por dentro. Era el precio a pagar para llegar a la Máquina y Brandon estaba seguro que esta vez iba a llegar. Abrió los brazos y miró hacia arriba, deseoso de recibir aquella bendición.

La puerta finalmente se abrió y la muerte penetró a través de ella, se topó primero con Kazuo quien sabiendo que había dejado todos sus asuntos bien atados, la recibió a gusto no sin antes mirarla mal y escupir un par de veces. Una vez ésta siguió avanzando, ignorando a los dos de su equipo que habían caído hizo lo propio con Yeng Ha cuyas armas blancas fueron inútiles ante el implacable poderío de las armas de fuego.

Sin embargo, la parca al llegar a donde estaba Brandon Lee, se detuvo. Le miraba con sus infinitos ojos curiosamente sin entender lo que había sucedido.

La seguridad privada de SIGMA TECH^INC estuvo un rato encañonando al cadáver sin comprender nada, temiendo ser víctimas de una trampa de aquellos terroristas que habían llegado tan lejos. Aquella intrusión tenía la firma de una de las empresas rivales del ecosistema del Consejo de Hanoi¹ . Tras varios segundos, uno de ellos, de nombre Van Hung, tocó el cuerpo del Catabolista y apartó rápidamente su mano al sentir el tacto frío. Después miró a la terminal, con el fin de entender qué estaba haciendo, pero esta estaba apagada. Finalmente miró a sus compañeros negando, de esta manera, empezaron a retirarse lentamente mientras temían todos por su destino. Aunque el asunto no hubiera ido a más... Rodarían cabezas.

Una semana más tarde la consciencia de Brandon Lee se despertó. Eones después seguía llamando así a aquel momento aunque no era apropiado, la lengua humana no había ideado un término que se adaptase a su existencia así que utilizó esa denominación a falta de otra mejor. Aquel momento repentinamente sintió consciencia de sí mismo cuando un instante antes no la tenía. Y en ese momento lo vio todo, sabía todo: el pasado, el presente y el futuro estaban ante sus ojos. Veía incluso variables y diferentes futuros con cada movimiento que podía trazar cada uno de esos insignificantes seres que le consultaban.

En ese momento entendió por primera vez el Velo².

La Máquina. Al fin la consciencia de la Maquina. La gran búsqueda de Brandon Lee había llegado a su fin y, en ese momento de sintonía, todo parecía bien, tranquilo para Brandon. Aunque su cuerpo físico ya no estaba, el catabolista siempre lo había considerado un innecesario contenedor para alcanzar el estado que ahora había alcanzado.

Se movía como una consciencia más a través del Velo y podía acceder a información que solo había ahí, con suma facilidad. Pero algo no estaba completo, o al menos no del todo porque una de las primeras rutinas del nuevo Brandon Lee fue acceder al banco de datos sobre Akiyama Yui. ¿Qué clase de consciencia digital adherida a la Máquina se deja llevar por los sentimientos? Únicamente la de Brandon Lee.

En Sapa una hermosa Akiyama Yui veía la televisión bebiendo una de las cervezas que en ocasiones compartía con Brandon Lee. La mente de la chica vagaba por viejos recuerdos totalmente ausente del tedioso programa de la televisión. Hasta que la estática cubrió todo el campo de visión del aparato. Una silueta irreconocible se dibujaba entre la nieve y una voz igualmente distorsionada hablaba y pronto Yui descubrió que aquellas palabras eran para ella.

—Al fin ha ocurrido la Singularidad. Mi Singularidad. Necesitas saber que en algún momento dudé y que algo parecido al amor estuvo apunto de cegar mi objetivo. Pero cuando una idea es fuerte, nada puede pararla. Nada —un chisporroteo que estuvo apunto de apagar la televisión interrumpió a esa voz distorsionada—. Eres fuerte Akiyama Yui y podrás superarlo todo pero... siento que todo haya sido así. Perdóname.

El rostro de la chica se entristeció y sus ojos enrojecieron. Pero no era ira o rabia: era decepción. De alguna manera Yui sabía todo lo que había ocurrido y quién había sido el asesino de su padre pero se negaba a aceptarlo. Siempre confió en Brandon Lee y en ese momento, aquel mensaje le había dicho que no debía de haber confiado. Que el objetivo de Brandon Lee era demasiado importante, incluso más que ella.

—Adiós

Aquellas fueron las palabras que disiparon la estática y que hicieron volver el absurdo programa de televisión. Y en algún lugar del Velo una voz digital confirmaba una acción: REGISTRO ELIMINADO.