Partida Rol por web

Erick parecía más que satisfecho cuando vio cómo Trueno se abalanzaba contra el tipejo que se había atrevido a desafiarlos. Le iba a demostrar a ese pedazo de chatarra que nadie jugaba con el único Dios verdadero. Saltó del sillón donde se había recostado cómodamente y aferró la guitarra. Mientras su compañero blindado saltaba hacia el contrincante por un lado, él abrió la boca y miró a Reed, aunque no pareció hacer nada. Su rostro se enrojeció ligeramente, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo.

Zyne observa el ataque de sus compañeros contra Roland, la máquina que emula tan bien la mentalidad humana, y se agacha mientras susurra a sus hermanas y les pide ayuda. Se concentra en la misma posición de siempre durante unos cortos instantes para hacer aparecer del suelo dos raíces gruesas para que atraparan los pies de la confiada abominación.

La estocada de Trueno se quedó en una mera intención cuando el filo de su espada chocó en el aire contra una barrera invisible. Un intenso fogonazo acompañó el golpe del arma, que fue repelido con fuerza en dirección opuesta, casi escapando de las manos del guerrero interdimensional. Roland Reed resultó ser un hombre de recursos protegido por un campo de energía invisible. Trueno, que poseía uno, sabía cuán efectivos podían llegar a ser los campos de fuerza y cuán difíciles de sobrepasar. Sonrió, altivo, cruzándose de brazos.

Sin embargo, el campo de fuerza no pudo evitar que el asalto de Erick cumpliera su objetivo. La mirada arrogante y altiva de Reed desapareció de su rostro, sustituida por una de confusión y sorpresa. Se llevó ambas manos a los oídos, sin entender muy bien qué estaba pasando. Mientras, y sin darle tiempo a reaccionar, del suelo crecieron unas lianas que se enroscaron en torno a las piernas del científico.

- ¡No se que estáis haciendo, pero no va a durar mucho más! - Exclamó alzando la voz un poco mas de lo necesario, afectado por el poder de Erick. Activó un dispositivo que llevaba en la muñeca derecha, no sin cierto esfuerzo mental de concentración por su parte, y una corriente eléctrica recorrió su cuerpo. Las plantas que lo atrapaban lo soltaron al momento, cayendo inertes al suelo. Zyne sintió el grito de muerte de sus compañeras en el interior de su mente.

El primer golpe me pillo de improvisto pero ya estoy preparado, confia demasiado en ese campo, estoy casi seguro que no es mágico como el mio, la tecnologia es más sorprendente de lo que creía.

Alibi ostium mumuro y un portal se abre justo delante mio y otro de identico tamaño se abre muy cerca del confundido Roland con un rápido movimiento introduzco la espada por el portal esperando que atraviese a Roland del otro lado, en el interior de su escudo protector si no calcule mal la distancia que lo separá de él con mi primer ataque.

- ¡Ja, ja! - gritó Erick mientras saltaba encima de la mesa de escritorio con suma facilidad. Tenía el pelo alborotado y unas perlas de sudor recorrían su frente, mientras aferraba el mástil de su guitarra como si se tratara de una estrella de rock subida a su escenario - Ésta te la dedico, ¡capullo!

Su lapidaria frase vino acompañada de un rasgueo de la guitarra que resonó por la habitación sin necesidad de amplificadores ni corriente eléctrica. Las habilidades del sacerdote eran extrañas, pero lo más raro era que parecía que las utilizaba sin ser consciente de ello.

De las oscuras simas de su garganta surgió un grito terrible que reventó los protectores de cristal de la lámpara halógena que iluminaba la estancia. Un alarido terrible que podría reventar los órganos internos de un ser humano sin la debida protección.

Al parecer sus compañeros lo tienen controlado, así que, para que todo salga aún mejor y sin imprevistos, Zyne vuelve a dar la misma orden a sus hermanas, para que se refuercen las ataduras del -ya no tan- arrogante ser o para que aparezcan más y le retuerzan las piernas y los brazos.

En el rostro de Zyne se dibuja una sonrisa.

Reed estaba preparado para cualquier contratiempo o por lo menos eso parecía. Al igual que había escapado la primera vez de las lianas de Zyne, lo hizo también de la hoja cargada de Trueno. En cuanto el terrano abrió el segundo portal dentro del escudo del científico, se activaron los protocolos de seguridad automáticos que tenía programados en sus sistemas defensivos.

En un abrir y cerrar de ojos se esfumó en el aire. La espada de Trueno hendió la nada con una descarga de energía dorada mientras el grito destructor de Erick barría el escritorio de la oficina y lo hacía pedazos, convirtiendo la gran pieza de madera, metal y cristal en un amasijo de hierros, astillas y esquilas de cristal. El gran ventanal que daba al piso inferior y a través del que se veía a los operarios trabajar abajo, se resquebrajó y a punto estuvo de estallar por la presión sónica del monje.

Chasqueo la lengua con fastidio, nunca me había dado cuenta de lo dificil que sería pelear con alguien con unos poderes tan parecidos a los mios.

Zyne, busca lo que vinimos a buscar, Erick y yo mantendremos ocupado al sujeto para que no te estorbe demasiado Le digo a la planta mientras a busco a Roland para seguir manteniendolo ocupado con una sucesión de ataques.

El sacerdote no dijo nada al respecto de las órdenes que había impartido Trueno, aunque por regla general habría molestado a propósito al terrano. El joven pelirrojo tenía una sonrisa sádica dibujada en el rostro, y la frente perlada de sudor. Parecía tremendamente complacido con el montón de astillas y acero retorcido en que se había convertido la mesa de la secretaria tras su ataque.

Luego miró a su alrededor y silbó distraídamente una melodía mientras se metía el dedo meñique en la oreja.

- Sal... ratita...

El silbido se extiende por toda la sala y revela al momento que no hay nadie a parte de Erick, Trueno y Zyne allí dentro. Reed se había ido utilizando algún aparato o quizá sus propios poderes al estilo del caballero dorado. Sin embargo, los materiales de los que está hecho todo el complejo impiden que el sonido se extienda de forma eficiente y le devuelva al monje una composición de la disposición de las salas adyacentes. Sabía que tras la puerta por la que había aparecido el científico había un largo pasillo y que la sala en la que se había escondido la secretaria era mas bien pequeña, quizá un archivo, un aseo o una sala de descanso.

El joven sacudió la cabeza, como si tuviera agua en el oído tras haberse dado un chapuzón y se dirigió hacia la puerta al fondo de la habitación. No se molestó en abrir la otra, por la que había salido la rubia secretaría.

- Joder, tanta historia para salir corriendo - dijo escupiendo al suelo lleno de astillas y polvo - ¡Tú, sal de ahí que quiero acabar lo que he empezado!

La puerta se abrió al paso de Erick gracias al sensor colocado sobre su marco. Ante él había un pasillo acristalado por ambos lado que discurría sobre el nivel inferior como un puente. A través de las ventanas podía ver la actividad que se llevaba a cabo abajo. Los operarios parecían ajenos al encuentro en la oficina mientras llevaban a cabo sus tareas con mecánica y aséptica precisión. Casi parecían moverse al mismo ritmo que los brazos robóticos que llevaban las cajas del suelo a las cintas transportadoras.

Treinta metros de pasillo más allá, otra puerta exactamente igual que la anterior y bajo su marco un hombre Reed. Le lanzó una mirada arrogante a Erick antes de dar un paso atrás y dejar que la puerta se cerrara delante suya. Lo estaba desafiando a seguirlo, con total seguridad, a una trampa.

Erick dio un paso adelante adentrándose en el pasillo, luego miró abajo, a los lados, y finalmente se giró, mirando a ambos compañeros con una sonrisa diabólica. El cabello rojizo cubría su cara, dejando entrever sus desquiciados ojos y sus dientes extremadamente blancos.

- Después de vosotros, señores - dijo, extendiendo la mano hacia la puerta.

El objetivo no es apresar o matar a ese hombre... les recuerdo a mis compañeros. Los papeles pueden encontrarse en esta sala, y esta claro que ese hombre lo que quiere es tendernos una emboscada o por lo menos alejarnos de aquí donde posiblemente este nuestro objetivo.

Como si fuera un niño al que le hubieran negado una piruleta, Erick dejó escapar una sonora pedorreta al escuchar a Trueno.

- El objetivo ñañaña y está claro que ñañaña - dijo, moviendo la mano como si fuera una marioneta mientras movía la cabeza de un lado a otro - Eres un gilipollas, eso es lo que eres. Buscamos una caja acorazada. ¿Ves aquí alguna puta caja fuerte? Está claro que no, porque esto es el puto despacho de la secretaria, y probablemente lo que buscamos esté en el despacho de ese tipo, del jefazo.

Se dio la vuelta colgándose la guitarra al hombro y se dirigió hacia el pasillo/puente.

- Eres un puto cobarde, cómo se nota que no está la rubia ahora para espolearte como si fuera un caballito...

Zyne se recupera de su confusión al ver desaparecer, aparecer y otra vez desaparecer a su oponente. Está claro que no será tan fácil derrotarlo, pero al menos han conseguido asustarle y quitarle esas palabras de la boca.

- Quiero ver a esa abominación arrogante arrodillada y pidiendo clemencia. Esa cosa sabrá dónde tenemos que buscar, así que yo digo que la cacemos y le hagamos hablar.- dice Zyne, cerrando sus puños y mirando a su alrededor.

El pasillo, de unos treinta metros de largo y seis de ancho, cruzaba el laboratorio taller que había en la planta inferior de lado a lado. El material con el que estaba construido era similar en forma, color y textura al empleado en el resto de la instalación subterránea salvo por las enormes cristaleras que ocupaban ambos laterales desde la altura de las caderas hasta el mismo techo. No se encontraron resistencia alguna mientras avanzaban con los sentidos alertas. A menos de diez metros de la puerta por la que se había escapado Rolan, esta se abrió de repente.

En el hueco apareció un tipo que bien podría haber encajado con Trueno o Zyne por su extraña apariencia. El tipo vestía una bata blanca de médico y sonreía de oreja a oreja. Tenía todo el aspecto de un empollón con pelo de cepillo y barba de un par de días que pasara mas tiempo en el gimnasio que en la biblioteca y que, en algún momento de su vida, se hubiera inflado a anabolizantes por su musculatura bien desarrollada. De espalda ancha y fuerte, llenaba por completo la bata blanca, resaltando la potencia de sus músculos pectorales. Sonrió de medio lado, alzando una ceja sobre las gafillas redondas de técnico con que protegía sus ojos. Tenía los brazos blindados con un extravagante armazón robótico de color rojo óxido que crepitaba con cada uno de sus movimientos. Chasqueó los dedos y una chispa eléctrica salto del guante.

En un abrir y cerrar de ojos valoró la situación, eligió objetivos y, sin dar tiempo al trío de aspirantes de reaccionar, atacó.

- ¡A la mierda, cabronazos! - Una poderosa descarga eléctrica salió proyectada cuando extendió los brazos hacia el caballero dorado, el blanco más claro de que disponía en el pasillo y el mejor armado. Un arco voltaico de gran potencia impactó de lleno contra Trueno liberando una colorida descarga de energía el encontrarse la electricidad azul de sus guantes generadores con el dorado campo mágico que lo protegía. Chispas doradas y azules saltaron por todas partes sobrecargando la atmósfera, erizando los pelos de la nuca de Erick.

La combinación de aura protectora y armadura terrana evitaron que Trueno fuera herido aunque no que fuera proyectado varios metros hacia atrás cayendo al suelo sobre una rodilla.

El impacto fue duro, por suerte iba debidamente protegido pero no sabía si alguno de mis compañeros podría recibir un impacto de esas caracteristicas sin recibir daño.

Yo os cubro, vosotros encargaros de él. Digo avanzando lento pero seguro con mi campo al maximo y la espada en la mano para rechazar los ataques con ella de ser necesario.

El ataque puso los pelos de la nuca de Erick de punta, pero eso pareció excitar aún más al joven, que corrió a toda velocidad hacia el tipejo de bata blanca como si fuera una bala. Una risa sádica surgió de su garganta, como si se estuviera riendo de un chiste de humor negro y no pudiera parar de reír. El volumen de la risa se hizo cada vez más alto, hasta que el joven saltó en el aire y liberó el poder que albergaba en su interior en forma de un chirrido demoledor. No sólo destrozaría al hombre, sino que también reventaría el pasillo probablemente.