Partida Rol por web

Ulf desenvainó las espadas, como tantas otras veces había hecho a lo largo del día. Ya no sabía decir donde empezaba el astartes y donde acababan estas. Formaban parte de él. 

Afianzó los pies al suelo y se dispuso al ataque. Les haría pagar a aquellos seres la traición de Gabius. 

La fiesta comenzó. Uno de aquellos seres, el que más cerca tenía, pagó la ira de Ulf. En un movimiento circular con ambas espadas, se abalanzó sobre él y descargó toda la rabia contenida por la traición. Era probable que aquella noche cenasen en con Russ en sus salones, y por él, que no llegaría con las manos vacías.

Descargó un tajo a la altura del tentáculo que le mantenía a flote, tratando de desestabilizar al xeno. Y acertó. Comenzó a flotar con un movimiento errático por el tajo del cuchillo, momento que Ulf aprovechó con la espada sierra y la propia inercia de su cuerpo para golpear en el cráneo.

Gunnar se unió al resto de sus hermanos en un combate crucial a vida o muerte, como casi todos los que habían tenido hasta ahora en aquel planeta. Parecía como si la misma voluntad de Russ estuviese poniendo a prueba a los cachorros.

Se aproximó al primer enemigo que vio, y descargó sobre él la espada. No llegó a darle, pero sólo fue un espejismo, porque rápidamente la giró impactando en aquel tumefacto ser. Y acto seguido, descargó el disparo del bolter con la esperanza de ir diezmando a los enemigos presentes.

No estaban dispuestos a guardarse nada...

Como fieras, comenzaron su cortejo de tajos y cuchilladas en una oda majestuosa del arte de la guerra. No tenían claro si hallarían una salida en aquel combate desigual, pero ya poco importaba. Las espadas-sierra rezongaban embravecidas mientras con sus dientes destrozaban los quitinosos blindajes de aquellas criaturas alienígenas.

La muerte zozobraba por doquier a cada lance de aquel épico combate donde un grupo de jóvenes garras buscaban la gloria con cada una de las inmundas vidas que arrancaban. Así fue, como varios de aquellos tentaculosos venotropos sucumbieron al poder de los Astartes.

Aun así, aquellos xenos eran demasiados y a cada muerte, un especimen igual, ocupaba el hueco dejado por la incontestable baja. Los tentáculos drebilitadores salieron despedidos en busca de víctimas que parasitar, pero casi todos en la escuadra evitaron ser alcanzados por aquel nefario apéndice. Tan sólo Grimm y Sigmund, recibieron la desagradable sorpresa de ser magullados por tan correoso psudópodo.

Pero cuando todo parecía perdido, el dolor hizo que Grimm entrara en trance. El antiguo skald fue asaltado por los espíritus de antiguos guerreros de Fenris. Durante unos segundos, el Garra Sangrienta pensó que se trataba del mismísimo Russ, pero aquellos entes portaban armaduras demasiado primitivas para formar parte de los Lobos Espaciales. El pelirrojo pensó que no era más que una premonición de la cercana muerte que se aproximaba a cada uno de ellos, pero nada más lejos de la realidad...

Cada uno de aquellos acorazados guerreros del pasado, señaló con su espada hacia los pies del Astartes. Cuando Grimm miró en un acto reflejo difícil de inhibir, contempló con alegría y sorpresa que se encontraban sobre la rejilla circular de lo que parecía un canal de desagüe. Aquella podía ser la única vía de escape de aquella trampa macabra.

Los guerreros indicaban impertérritos hacía la rejilla. Parecían tenerlo claro...

Una vez Grimm se desencalló de sus visiones lo tuvo tan claro como parecían tenerlo aquellos ancestrales guerreros que parecían sugerir pequeñas trazas de destino que, aunque se revelaban en forma de vía de escape por segunda vez, habían demostrado ser de lo más útiles a la hora de evitar aquello que en el fondo anhelaban, la gloria en combate, el final que te acerca a los salones de cerveza de Russ...

Con ambas manos agarró con fuerza aquella rejilla que no fue oponente para la brutalidad del antiguo skald y su servo armadura. Tras tirar con fuerza de ella la arrojó a modo de distracción más que para causar daño al xenos.

Por aquí hermanos, no les vamos a dar el honor a estos indeseables de darnos la gloria... al menos no ahora jajajajaja

y sin pensarlo se dispuso a escurrirse por aquella vía.

Desde el interior del casco, Björn sonreía, aguardando el golpe fatal que terminaría de segar su vida.
Cuando ya toda esperanza de supervivencia había sido desechada, el Magno Señor del Trono Dorado volvió a tenderles una mano salvadora.
Inspirado directamente por el aliento de su Señor, Grimm descubrió una posible vía de escape.
Aullando de puro júbilo, Björn corrió hacia el conducto abierto por su hermano.

El xeno que se encontraba con Ulf ya no era una molestia para el joven garra. Había comenzado un baile errático frente a él, como uno de sus hermanos cuando se pasaba con la cerveza. 

Se disponía a seguir a aquella bestia y acabar con ella cuando escuchó aullar a uno de sus hermanos. Parecía que el camino a los salones de Russ había comenzado para alguno de ellos. Giró en dirección al aullido, y se quedó sin habla ante lo ocurrido. Grimm tenía entre sus manos la tapa de lo que parecía una alcantarilla. Y bajo sus pies, lo que parecía una salida a aquella peliaguda situación. 

Sin mediar palabra, salió corriendo en pos de su única escapatoria, dejando vivir un día más al xeno para buscar venganza, si es que aquellos seres lo hacían. 

Gunnar, junto al resto de los hermanos, habían tomado su destino como única vía. Pero venderían cara su piel, dejando a sus pies cuantos más cadáveres pudieran de aquellos deleznables seres.

Todo parecía encajar para su final épico. Pero un grito de uno de los hermanos de camada, alertó de una posible salida. Gunnar, aún haciéndose la idea de una segunda oportunidad, fue retrocediendo poco a poco, con todos los ojos puestos en aquellos venotropos, hasta aquella salida, no muy convencido de que les dejaran marchar tan fácilmente ...

Cuando todo parecía indicar que el final estaba llegando, una posibilidad se abrió ante los cachorros de lobo. Una trampilla enmedio de aquel horror les permitiría huir del acoso de los xenos que les tenían rodeados pero..... ¿Era Sigmund capaz de huir? ¿No era un final glorioso el objetivo de su vida? ¿Qué diría el gran Russ si supiera que un puñado de xenos les había puesto en fuga? Dudas y más dudas....

La respuesta le llegó al ver la actitud de sus compañeros garras... Se dirigían a la trampilla mientras otros les cubrían... Sí, quizás fuera mejor así. A lo mejor podrían ser el puñal que se clavase en el corazón de la invasión alienígena.... Sigmund retrocedió luchando consigo mismo y con los impulsos que le urgían a dar batalla hasta su último aliento... Aquella vez no aulló, no había honor en la retirada....

No había honra en aquella huída, pensaban algunos, pero corrían en pos de las visiones que Grimm había marcado como destino de sus hermanos de camada. La presión que ejercían aquellos seres resultaba cada vez más insoportable. Allá donde daban una tajada, tres más emergían con sus tentáculos prestos para succionar sus hálitos vitales.

Mientras corrían, volvieron a sonar los bólter amparando una retirada que era tan incierta como el resultado de aquella batalla desigual. Aquello era una guerra, el medio para el cual habían sido forjados, pero una guerra estéril pues habían sido traicionados. 

Los primeros garras comenzaron a descender por aquel sistema de alcantarillado. Una película de agua legamosa discurría en el fondo de aquel túnel, pero Grimm seguía indicando la por dónde correr, sumido en su extasiado trance. Desde el borde del orificio, Marnus y Ulf disparaban sus pistolas en una oda mortuoria sinfín, mientras Sigmund, siempre reacio a abandonar una buena pelea, mutilaba sin cuartel a aquellos seres hijos de la Disformidad.

Gunnar y Björn gritaban desde el fondo del túnel. Grimm seguía corriendo sin esperar, pero arriba quedaba la mitad de la escuadra táctica. Entonces sucedió.

Cuando ya estaban a punto de alcanzar el punto de fuga, Thorberg fue apresado. El tambaleante gigantón, maltratado por los venenosos gases, cayó perdiendo el equilibrio al suelo. Sigmund se detuvo y por unos segundos estuvo a punto de lanzarse en pos de su hermano, pero el Último ya había comenzado a cimentar el lugar donde descansaría por siempre. 

Aquellos malnacidos los arrastraban hacía una muerte fatal y dolorosa, mientras Ulf amarraba a Sigmund para que no cometiera una estupidez. Thorberg llevaba en sus manos un racimo de granadas. Granadas que no dudaría en emplear para llevarse al mayor número de aquellos engendros por delante.

- ¡¡MARACHAAAAAAAAAAAOS!!- gritó y con sus postrímeras fuerzas arrancó las anillas de aquella bomba improvisada.

No hubo tiempo para nada más. Saltaron al túnel, mientras el estallido provocó que una lluvia de escombros y restos de bicho cayeran sobre ellos... la estructura de aquella cámara no aguantaría...

Corrieron a la caza de Gabius, el traidor que había matado a su hermano de camada. Los aullidos se alzaron en aquel túnel sin fin. Ahora ya podían huir, pues habían pagado el sacrificio de sangre necesario.