Se sentían en una oscuridad letárgica, como en un sueño. De pronto, la imagen se despejó y ante ellos se abrió un enorme desierto. De pronto se sentían como en casa. Pero aquello no era Nueva York ¿Verdad? pero... ¿eran de Nueva York? ¿O de más allá? pestañearon y miraron a su alrededor y vieron rostros que veían por primera vez, pero que los conocían de siempre. Sus nombres se difuminaron y pronto solo quedaron los de aquellos rostros. Ellos eran Los Hijos de Nyarlathotep.
Caminaban pesadamente por el desierto de Rub-al-Jali, guiados por unos beduinos mientras una incesante tormenta de arena parecía querer alejarles del lugar que llevaba buscando varios días en aquel desierto. Tal era la voluntad del Faraón negro. Durante la última noche las estrellas parecían haberles querido susurrar la posición de su objetivo, pero este seguía mostrándose esquivo. La tormenta parecía también querer mantenerles lejos, pues parecía nacer del corazón de adonde querían ir.
Los beduinos se habían mostrado tremendamente útiles para localizar puntos con agua y para no andar en círculos en aquel infierno de arena que parecía no quererlos ahí. Sin embargo, ahora, los beduinos parecían más asustados y dubitativos. Finalmente, uno se aproximó a los Hijos.
- Señores, debemos volver. Los dioses no quieren que sigamos avanzando. Solo muerte nos espera más adelante –
Y algo ha ocurrido y ya no sois vosotros mismos. Tomaos un tiempo en leer la ficha y la historia y preguntad lo que necesiteis y entonces empezad a contestar para vivir esta extraña parte de la aventura.
- No es momento para flaquear. - Le respondió con aire solemne el alto sacerdote del Faraón Negro. - Los dioses se sentirán dichosos por la determinación que demostramos. - Posó la mano sobre la cabeza de aquel beduino. - Ten fe, hermano. Sólo hace falta un poco de fe...
Aquellos beduinos debían seguir guiando a los hijos de Nyarlathotep a través de ese hostil desierto. Lo cierto era que Musim había mentido, pues sabía que los dioses para nada estaban contentos con su misión. Los dioses sentían miedo. Miedo al destierro y miedo al olvido. Sabía que todas las trabas con las que el desierto les estaba recibiendo eran causa de los falsos dioses a los que los hombres habían dedicado sus rezos durante milenios. No obstante Nyarlathotep Amo del Desierto, interpondría su voluntad si es que ellos eran realmente sus hijos y en efecto lo eran y él, Musim Kek, era su elegido para llevarlos a todos ante el Dios sin Rostro.
Los estúpidos beduinos conocían a Nyarlathotep, pues habían encontrado estatuas en su honor diseminadas por todo el desierto, algunas de las cuales, habían quedado sepultadas sobre toneladas de arena eones atrás y sólo azares del destino habían hecho que volvieran a surgir a la luz del mundo. Los nativos que les estaban guiando conocían bien su ubicación aunque fuera de forma aproximada y normalmente las evitaban a toda costa. Sólo la promesa de una recompensa, que por otra parte nunca llegaría aunque ellos no lo sabían, les había valido para romper sus ancestrales creencias.
Muchos de aquellos beduinos habían muerto o se habían sumido en la locura por profanar las estatuas sagradas. No todo el mundo podía contemplarlas y mucho menos apoderarse de ellas. Los profanados obtenían siempre su merecido. Nyarlathotep se encargaba de ello siempre, pues era implacable...
Oubastet Aswad asintió con la cabeza ante las palabras de Musim Kek. Guiados por el Faraón Negro, y guiados por un hombre de tanto fervor, no habrían de ser alcanzados por la muerte si esa no era la voluntad Nyarlathotep. Y si esa era su voluntad, bien sabía que su muerte serviría a un propósito superior y que intentar rehuirla sería fútil y probablemente aún más doloroso.
El soldado miró su kopesh, colgando de la silla del camello en que montaba, y luego, con lentitud y apatía, de nuevo hacia los beduinos. Se ajustó la kufiya para que le protegiera mejor de la arena y se preparó para seguir.
—Hay que seguir...— dijo sin más.
Sus compañeros hablaban para reforzar sus convicciones, pero no ella, ella sabía todo lo que había hecho, se había probado mas allá de toda duda, debía llegar al sitio que estaba en sus pensamientos y allí todo tendría sentido. La fé se vería recompensada. Esto no era solo por ellos, sino por todo el mundo.
Su mano se movió como una serpiente, rápida y encontró su cara, el bofetón fue sonoro y le hizo volver la cara.
- No iremos hacia atrás. - Dijo Tajante. - Casi estamos. - Le aseguró con fuego en los ojos. - Debemos proseguir adelante por el bien de todos, no solo por los que estamos aquí. - Añadió alzando un poco la voz.
Acto seguido se relajó y tomo su rostro entre sus manos.
- Al final todo tendrá sentido y agradecerás haber caminado hasta el final. - Añadió endulzando un poco la voz. Relajando su carácter para diluir el momento amargo del bofetón y la reprimenda y el hombre asimilara que ceder a su voluntad era más agradable que oponerse a sus designios. En su mirada había algo que expresaba incluso cariño por aquel hombre ignorante y la perspectiva de iluminarle le dio un tono cálido a su voz.- ¿Cuando lleguemos querrás caminar a mi lado para que pueda ver en tus ojos la luz del entendimiento? - Le preguntó con dulzura.
Motivo: tiradita
Dificultad: 0
Tirada: 4 7 8
Total: 7 = 7 Éxito
no tengo ni idea de que hacen los hechizos.
7 +10( voluntad + comunicación) 17 No tanto como por el señor abofeteado, sino por acallar a cualquier eco de protesta que genere el tipo que duda.
Las palabras de Musim parecieron tranquilizar algo al lider de los beduinos, pero fue el bofetón y la consiguiente mirada de la dama Nenofer lo que hizo que aquel hombre hiciera una señal a sus hombres y siguieran la marcha.
La tormenta a su alrededor parecía recrudecerse con cada paso que daban, sin duda había algo en aquellas arenas que no quería que llegaran a su objetivo. los granos parecían querer desgarrar la piel y apenas eran capaces de ver a unos metros por delante de ellos, pudiendo ver solo al compañero que tenían más inmediatamente en frente de ellos.
Entonces escucharon el primer grito y la enorme sombra de un camello que se perdía entre la arena. Y la tormenta se arrejuntó golpeándolos con fiereza. Parecían escuchar voces y gritos en la arena que les urgían a abandonar. Aquellas extrañas voces se mezclaban con las de los beduinos que gritaban de pánico y parecían estar escapando en desvandada
De acuerdo, todo el mundo hacedme una tirada de aguante CD 11 para no recibir daño de la propia tormenta. El que no la pase recibe daño m. Si queréis intentar convencer a los beduinos para que no huyan, podeis hacer una tirada de Voluntad + CD 18 pues están en pánico. Y como siempre, si se os ocurre alguna otra forma, soy todo oidos.
Aswad tenía un trasfondo militar, y eso significaba estar medianamente preparado para las inclemencias del desierto, pero aquella tormenta no se parecía a nada de lo que conocía.
Tuvo que hacer buen acopio de su voluntad para ignorar el millar de granos de arena, acribillando como agujas cada pequeño pedazo de piel descubierta.
Aullando contra el viento que amenazaba con tumbarlo y arrancarle las telas con las que se protegía, clamó por sus compañeros.
—¡MUSIM! ¡NENOFER! ¡HACIA MI VOZ!— estaba seguro de que no podía tenerlos a más de un par de metros, y sin embargo, apenas si intuía sus siluetas oscurecidas. Era importante no separarse ahora, si llegaba a poder tocarlos, trataría de trabar los antebrazos con ellos para evitar extraviarse. En lo que a él concernía, los beduinos ya estaban muertos.
Motivo: Aguante
Dificultad: 11
Habilidad: 0+8
Tirada: 2 9 10
Total: 9 +8 = 17 Éxito
Musim seguía avanzando a través de aquella tormenta. Pese a que casi no veía nada, el pañuelo con el que se tapaba la cara le estaba sirviendo para no recibir demasiado daño. Aquellos granos de arena parecían querer clavarse en su piel e ir arrancándola poco a poco. No obstante, su objetivo era más importante que cualquier otra cosa, incluso que sus propias vidas. La inmortalidad tenía un precio y solo la obtendrían los que estuvieran dispuestos a pagar una elevada cuantía.
- ¡Avanzad! - Le gritó Musim Kek a los beduinos. - ¡Avanzad hacia vuestro destino! ¡No tengáis miedo, pues lo que os deparará la suerte cambiará vuestra vida para siempre!
Y aunque aquellas palabras sonaban convincentes en labios de Musim Kek, el miedo que aquellos hombres del desierto sentían era mucho más grande que cualquier discurso que el mayor de los líderes pudiera pronunciar.
- ¡Te sigo! - Le respondió a Aswad tratando de imponer su voz sobre la tormenta de arena. - ¡Sigamos! ¡Sigamos avanzando! ¡Ya estamos cerca!
Motivo: Aguante
Dificultad: 11
Habilidad: 0+8
Tirada: 3 7 10
Total: 7 +8 = 15 Éxito
Motivo: Convicción
Dificultad: 18
Habilidad: 0+10
Tirada: 5 5 6
Total: 5 +10 = 15 Fracaso
La tormenta la sorprendió y en los primeros instantes guareciendo su rostro con el brazo y poniendo su cara a favor del viento para evitar que la arena la cegara se centro en encontrar una forma de respirar sin aspirar arena y comenzó a moverse, escuchó la voz de Aswad y comenzó a ir en esa dirección.
- ¡Cobardes! - Dijo la mujer cogiendo de la ropa a los que tenía alrededor, cuando intuyó que las gallinas abandonaban el gallinero. Había enfado mas no sorpresa, el mundo estaba poblada por rebaño en lugar de depredadores. - Ya casi estamos. ¡ Sangre fría ! ¡ En la tormenta os perderéis ! - Su voz sonó sorprendentemente bien entre el rugido del viento y la tormenta pero la atronadora tormenta siguió dispersando a los miembros de la caravana como un lobo dispersa a las ovejas.
Motivo: Comunicación + voluntad
Dificultad: 18
Habilidad: 0+10
Tirada: 3 7 8
Total: 7 +10 = 17 Fracaso
Motivo: Aguante
Dificultad: 11
Habilidad: 0+7
Tirada: 2 6 9
Total: 6 +7 = 13 Éxito
Fallo por 1, 17
Estado: Ojos velados. Al hablar apenas puede superar la intensidad de un susurro.<- no me había fijado esto en el pj
Las arenas se arremolinaban con violencia, pero su voluntad era más grande y cubriéndose las caras avanzaron decididos mientras intentaban gritar a los beduinos para que no se detuvieran. Por desgracia, solo recibían sus gritos por respuesta y se imaginaron que muy seguramente sus arengas estaban cayendo en saco roto. La arena parecía querer tragarlos, devorar su carne y huesos y avanzaban solo por convicción pues no veían absolutamente nada.
Y entonces, de golpe, la tormenta se detuvo de golpe. El cielo se mostraba totalmente despejado y a su alrededor los gritos se acallaron y la arena desapareció como si la tormenta que los hostigaba nunca hubiera existido. Solo estaban ellos, ningún beduino parecía haber conseguido atravesar aquella tormenta. Pero eso no era importante, sino lo que tenían en frente.
El disco solar se transformó en una línea sinuosa que barnizaba de fuego las crestas del desierto, y frente a ellos apareció la silueta de una titánica ciudad se hacía visible en el horizonte. Una avenida de columnas, cuya altura se intuía ciclópea desde la distancia, les daba la bienvenida. Su arquitectura resultaba extraña y perturbadora. Pese al evidente maltrato de las eras, se percibía una excelente factura y magnificencia. Su asimetría y las irracionales inclinaciones arquitectónicas representaban algo que no fue diseñado para ojos humanos. La disposición de la arena mostraba un comportamiento anómalo del viento, como si hubiera soplado desde el corazón de la ciudad hacia el exterior. Lo más curioso es que el viento había barrido con tal fuerza y de forma tan precisa los alrededores de la ciudad que su lecho había quedado desprovisto de arena, revelando en su lugar la costra de un valle rocoso y árido, casi lunar, bajo la luz del ocaso.
Habían llegado a su destino. Musim asintió satisfecho y llevó sus manos al fardo con el que cargaba y donde llevaba el elemento más importante. El códice del Faraón negro, donde se encontraban las instrucciones dejadas por el Faraón negro para que las siguieran a través de las eras cumpliendo su voluntad y con ello su plan.
El libro se componía de papiros sujetos por una esquina con una cuerda de lino entrelazada. Al abrirlo, las letras y símbolo ininteligibles hasta ahora fueron tomando forma clara en una página en particular.
Pronto caería la noche, pero no podían dormir, solo decidir como entrar y cumplir la voluntad del Faraón negro.
Perdonad la tardanza, el trabajo sigue absorbiéndome. Perdéis a los beduinos por las malas tiradas. Pero nueva info y pensar en un nuevo plan de acción ¿Cómo entrareis en la ciudad? ¿Qué buscareis en ella?
Musim se detuvo unos instantes a pensar y recapacitar acerca de lo que había leído. Al parecer tenían únicamente hasta el amanecer para llegar frente a aquel al que llamaban "el ermitaño" y que les fuera revelado que era lo que el Faraón Negro quería de ellos. Sólo así podrían salir de la ciudad llamada Jerm como los elegidos del dios al que veneraban y pudieran culminar la obra de sus vidas, devolviendo al Faraón a la Tierra para que reinara sobre todos los mortales y de esas forma ellos fueran recompensados.
- Símbolos de protección... - Se dijo a si mismo. - Necesitamos usar signos de protección...
Se mostró pensativo.
- Quizás el Signo de Koth pueda servir contra el mal que debamos enfrentar. - Se dijo a si mismo. - Dañar lo inmaterial podría servir también, pero no queremos combatir con ninguna fuerza que more en esta ciudad, sino pasar desapercibidos.
- Tendremos que ver más allá. - Les dijo a sus inseparables compañeros. - Tenemos que mantener los ojos bien abiertos, pero sobre todo, las mentes atentas a cualquier cosa que esté presente y no sea posible ver por los sentidos humanos. Un gran reto tenemos por delante, hermanos.
Motivo: Descifrar escritura
Dificultad: 0
Habilidad: 0+10
Tirada: 2 4 7
Total: 4 +10 = 14 Éxito
Inteligencia 6 + (Los edictos del Faraón Negro): 4
Total 14. ¿Qué interpreta mi personaje de todo lo que ha leído?
¿Tengo algún objeto ritual o mágico que pueda servir para algo o voy sin nada?
Musin había sacado el pergamino
- Leedlo en voz alta - Susurró Nenofer. - Dejadnos escucharlo. - Exigió con otro susurro evidentemente excitada al respecto.
Estuvo atentísima mientras susurraba cada uno de los puntos.
- Protecciones tras sortear los muros. -
- No leer los relieves. -
- Visualizar lo que fue -
- Mirada astral para para encontrar el templo que iluminó las 6 fachadas con el fuego que solo arde al medio dia y que duerme a las serpientes.
- Entregar parte de nosotros
- Hermitaño.
- Proteger la visión y al que contempla
- Las puertas se abrirán con el primer rayo del día
Enumero todo aquello lentamente, meditando cada paso. Podía ayudar con al visión astral, pero el tema de las protecciones parecía lo más inmediato.
- ¿Alguno puede hacer algo al respecto de las protecciones? Parece lo mas inmediato. Luego buscar una plaza hexagonal o un edificio, quien sabe.-
Motivo: tirada de designios del faraon(ocultismo)
Dificultad: 10
Habilidad: 0+12
Tirada: 3 7 10
Total: 7 +12 = 19 Éxito
19 para saber que puede ser todo eso que nos han leído.
¿Mi personaje puede saber algo de esto?(si procede por la tirada de saber oculto al respecto de algo de esto)
—No— corrigió Aswad, señalando uno de los símbolos en el pergamino, un modificador de la pronunciación que la Dama Nenofer había pasado por alto— no es fuego que arde solo al mediodía. Dice que "prenderá bajo la melodía que duerme a las sierpes".
Los símbolos danzantes en el pergamino eran difíciles de leer, y parecían retorcerse justo más allá de donde uno concentraba la vista, por lo que los errores de lectura eran más que entendibles.
Aswad miró el bulto de su manga, bajo el que descansaba la argolla de Nefren-Ka que llevaba en el brazo. Una serpiente de metal que se engullía a sí misma.
—¿Serán estos nuestros símbolos de protección? Mejor descubrirlas de tela, y llevar el brazo en alto. La única otra protección que puedo ofrecer es la de mi lanza.
En su posición de guardián y soldado, Oubastet no se sentía digno de tomar la iniciativa, su lugar era obedecer. Al Faraón Negro y a sus superiores. Pero su mirada impaciente dejaba ver que, si de él dependiera, se adentrarían cuanto antes a la ciudad en busca de ese "templo que antaño iluminó seis fachadas". No estaba seguro de decirlo en voz alta pero... ¿Eso significaba que estaban buscando un edificio rodeado de otras seis estructuras?
Con las órdenes en la mente de todos, el grupo se adentró en la ciudadela. Sus diminutas figuras fueron tragadas por las enormes e intrincadas murallas de la ciudad perdida de Irem. Nadie sabe lo que ocurrió exactamente en la ciudad, pero los pocos beduinos que sobrevivieron a la tormenta, atestiguaron que se escucharon unos horribles chirridos que no parecían de este mundo. El cielo se tiñó de colores danzantes, la tierra tembló... y algo salió mal. Las consecuencias de aquel error no se quedaron en aquel tiempo y en aquei lugar, sino que reverberaron a través del tiempo y el espacio.
Hasta nueva York.
La policía terminó de preguntar a la mujer que parecía estar acariciando a otra claramente enferma. El inspector cerró su libreta y volvió a la habitación donde estaban a punto de llevarse el cadaver. El cuerpo sin vida de el Padre Graham se encontraba tieso en la cama con expresión de terror. El inspector asintió y terminaron de cubrir el cuerpo antes de levantarlo y llevarlo a la morgue.
En el exterior, Brenda Reed negó con la cabeza
La subinspectora negó con la cabeza mientras terminaba de hacer las preguntas de rigor al agente que había encontrado el cadaver.
- Malditos crios, se creen inmortales jugando con las drogas. En fin, un desperdicio. –
Y echó un último vistazo al cuerpo sin vida de Rowan, que con expresión de terror en el rostro, parecía haber muerto de un ataque al corazón.
Al inicio de la calle, Brenda Reed negó con la cabeza
La noticia salió en todos los telediarios, Silvano Gravette había sido hallado muerto en su vivienda esta misma mañana. La rumorología no había tardado en dispararse y ya apuntaban a un envenenamiento por parte de la esposa de la que había sospechas de divorcio aunque también se hablaba del consumo de drogas y otros menesteres. Incluso algunos decían que simplemente le habían oído gritar de terror y morir del mismo miedo.
Sentada en la barra del bar, mirando a la televisión, Brenda Reed negó con la cabeza
Los ojos de Brenda Reed refulgieron un instante antes de desvanecerse en la multitud.
- Supongo que esta tampoco es la correcta –
Y aquel ser se desvaneció, dejando los ecos de sus últimas palabras, no con ira, solo decepción. Pero tenía tiempo para volver a intentarlo.
Todo el tiempo del mundo
FIN DE HIJOS DE NYARLATHOTEP