Partida Rol por web

Aceptó la ayuda de su nieto para tomar asiento y comenzó a comer algo del queso que este le había traído. Al poco hizo un gesto de desagrado y tiró, aún sin terminar, el trozo que había comenzado a comer.

- Si yo descubriese que en mis bodegas tenían este queso, también me habría muerto. -Bajó su mirada, posándola nuevamente en la bandeja de comida y meditando qué sería lo siguiente que se llevaría a la boca. Al final cogió un higo, este no pareció desagradarle en absoluto.

Permaneció callada mientras comía, prestando atención (o toda la atención que su mal oído le permitía) a lo que ocurría a su alrededor.

El Gnomo y el Perro parecían estar pasándoselo bien. Olenna no pudo reprimir una carcajada cuando el primero hizo una referencia a lo que le salía a Tywin de sus posaderas.

Sí, sin duda si hay algo que los Lannister hacen bien es cagar oro. Eso nadie puede negarlo.

Y aunque luego su mirada se volvió a detener en la bandeja que tenía sobre sus rodillas, sus oídos estaban atentos a la conversación que Robert estaba teniendo, o intentaba tener, con Lyanna. Por todos era sabido que era un mujeriego, (y bueno, qué hombre no lo era, si hasta Eddard tenía un bastardo), pero que hiciese algo así delante de su propia mujer... de Cersei... Aquello era sin duda digno de ver. Olenna sonrió, y miró a esta última, a la espera de ver su reacción.

No me hizo mucha gracia el comentario del Tyrion que se creía que sus ideologías eran las más sensatas, cuando sabe que nunca llegara a reinar… pero escuche a lo que dijo también Sandor otro que también se pesaba que llegara gobernar algo, pero solo que quedara en la nada o en el olvido. Pero por lo visto solo podían dar opiniones sensatas ellos mismo. Les mire serios  a Tyrion y Sandor. – Como digáis ustedes, pero solo era una opinión, en ningún momento he dicho que se fuera hacer. En tono ironía les dije. – Ya que sois tan inteligente ustedes quien es el que debería ser el rey de todos lo que estan aquí.

-Lo que me ha sucedido viniendo hacia aquí no es más que el fiel reflejo de un reinado con una pobreza extrema que lleva a cualquier persona a la necesidad de robar para poder mantener a su familia. Por eso me apresuré para llegar y zanjar este asunto de la mejor manera para el reino.

Tras meditar sobre la oferta de aquel Baratheon:

-Claro que acepto con gusto algún refrigerio, tu si que sabes atender a una señorita tras un largo viaje- le sonrio.

Aquello parecía que se alargaría mucho, así pues ¿Por qué no esperar con el estómago lleno para poder reflexionar mejor sobre el futuro del reino?

-Quizás tengáis razón Lady Daenerys. Dijo Benjen al escuchar a la Targaryen -Tal vez ninguno de los presentes tengan buenas cualidades para ser Rey. Desde luego dudo que el reino viese con buenos ojos cualquier decisión que tomase un consejo lleno de...........gente muy variopinta. Termino diciendo mordiéndose la lengua  antes de decir que este consejo estaba formado por enanos, bastardos, retrasados y brujas, pues es lo que el pueblo vería al fin y al cabo, un circo más que un consejo.

A medida que transcurría el tiempo mas aburrido era todo. Al fin y al cabo estábamos aquí para arreglar temas mas importantes, como por ejemplo quién se sentará en el trono de hierro. Pero lamentablemente llegar a un acuerdo entre tantos interesados y ambiciosos sería algo que duraría décadas, incluso puede llevarnos a una guerra. -"Pero claro, hay que encontrar al hombre que reine con nobleza, sea experimentado y justo" -dice Danaerys... palabras tontas de una niña que ni siquiera sabe que hacer con su linaje- decía entre pensamientos, no pensaba hablar porque en este lugar hasta las copas de vino tienen oídos.

Cersei portando una actitud bastante hostil y desaprobación se mantuvo callada, no era el tipo de mujer que se convertiría en la voz de la reunión, prefiere escuchar, analizar y finalmente cuando todos se hayan cansado de manifestar sus ideologías, principalmente su hermano Tyrion tomaría la palabra o se marcharía del lugar. -Estando Ned Stark con sus cahorros no hace falta ni hablar... el honor, la lealtad... de que servirá si al final puedes terminar como este  rey... "muerto" porque aquel que logre sentarse ahí, con el transcurso de los días vendrán los buitres a comérselo.-sonríe. -Pero un Lannister es capaz de reinar con sumo cuidado, sabemos en donde nos metemos y actuamos acorde a ello.- con orgullo hablaba de su familia.

Mas tarde apareció quien en teoría es su esposo, pero como en la mayoría de las ocasiones ni siquiera se acercaría a saludar porque caerá rendido ante la primer mujer que desea abrirle las piernas o tomando vino a destajo invitando a todos a celebrar sin saber los motivos.- Es el mal de los matrimonios arreglados. Si al menos se dignara a entablar dialogo y ofrecerse como un candidato ideal para el trono, pero no... prefiere estar detrás de Lyanna Stark haciendo el ridículo.- pensaba mientras observaba a Robert Baratheon con desprecio.

La sacerdotisa quiso siempre guardar silencio porque en ocasiones, son más los silencios, los gestos y las miradas lo que trazaba un verdadero camino.

Las palabras de Tyrion y el Perro eran más que sólo satíricas, a lo cual la mujer sólo los observó con atención sin cambiar su rostro. Siempre era impasible y permanecía en una misma postura, pues su labor iba más allá de riñas familiares. Ella la mensajera del Señor de la luz y así permanecería, atenta a sus designios e impasible. Dejarse llevar por emociones que nada bueno traerían no era propio de una mujer como ella.

Se acercó con paso fino a Stannis, casi pensando cada paso que daba por la parsimonia con la que siempre caminaba. - Mi señor. Creo que debe dar a conocer su posición ante esto, al igual que su hermano ya lo ha hecho. Recuerde que mientras sea fiel a sus designios, el Señor de la luz estará siempre de su parte - lo mira directamente a los ojos sin ningún temor. Ella era de las pocas a las cuales se les permitía hacer algo así, pues su posición era diferente a la de la servidumbre.

Bryden en otro momento y con otras personas se habria unido sin mucha dificultad a los comentarios con humor que hacian Tyrion y su perro. Pero en este momento debia permanecer serio y en guardia vigilando la actuacion del resto esperando detectar quien trataria de ir por el trono. Aunque por extraño que pareciera nadie hacia movimiento alguno o sugeria a alguien de los presentes.

Si no me equivoco Benjen, sus hermanos hacen elecciones de comandantes entre un grupo que no nada singular excepto por la ropa que usan. Pero de igual manera votan y escojen...Como funciona el sistema de la guardia de la noche? pregunto curioso, al parecer se diriguirian a un sistema parecido para seleccionar al proximo rey.

Stannis frunció el ya de por sí fruncido ceño que solía tener cuando vio la aptitud de su hermano. Su flirteo con la hermana del lord de Invernalia se veía a la legua. Además, Stannis conocía a Robert y sabía como era con las mujeres, ni siquiera parecía disimular ante su bella esposa, que podría estar presenciando la escena sin demasiada dificultad.

Al fruncimiento de ceño le siguió un suspiro de resignación. Él, que tenía una esposa fea y dada a los delirios con la que no yacía en la cama desde hacía ya mucho tiempo, ni siquiera se había planteado el serle infiel, mucho menos a hacerlo en sus morros. Así que no pudo aprobar su aptitud. Así que cuando Robert le indicó para que se uniera a él, levantó su mano y declinó la oferta.

-Sabes muy bien que no me gusta beber demasiado, pero tú no te cortes- sin embargo, la mirada que tenía en su rostro no era la de alguien que bromeaba, si no que lo decía en serio, siendo su sarcasmo hiriente, y no jocoso.

Mientras tanto, el resto de presentes hablaba sobre qué familia era la más preparada para ocupar el trono, hasta los de la guardia de la noche tenían cierto interés, y eso que habían jurado que jamás participarían en esos temas. No pensaba tomar parte hasta que ella, Melisandre, le preguntó. Le miró con esa mirada ausente de miedo, cosa que la mayoría de gente que le servía apenas se atrevía a hacer. Pero él no se lo reprochó, no a ella. Por supuesto, no se lo perdonaba todo, Stannis tenía su orgullo, pero había algo en ella, su determinación y su fuerza, que le hacían especial, que la respetara a ella más que a otros.

-Ya lo dije, la opción siempre es un familiar. Y si no lo hay, no sé... ¿como podríamos decidir entre las 4 familias presentes cual es la digna del trono?- en su conteo, Stannis obvió deliberadamente a las capas negras, pues habían jurado no volver a tener tierras jamás, y para él un juramento era algo serio- Pues no sé, sinceramente. ¿Y vos, lady Melisandre, qué opináis? ¿vuestro Dios no os ha dicho nada de ésto? podéis preguntadle cual es la mejor opción.

Stannis sabía que aquella mujer tenía una fuerte convicción en sus creencias y en su deidad, hasta el propio Stannis a veces se dejaba amilanar por ellas, y a su mujer la habían convencido completamente. Pero no podía evitar a veces su escepticismo, hasta ahora la experiencia le había dicho que eran los actos de los hombres los que decidían el futuro, y no ningún Dios, al menos hasta que no tuviera una prueba convincente.

-Hablando de la noche-se alzó la voz de Lord Varys sobre todas las presentes - Fuera ya ha caído la luz, les sugiero que no abandonen la Fortaleza Roja por hoy. Unos pajaritos me han silbado que no es seguro. Os dedicó una sonrisa fría- Se me olvidó comentaros que la cabeza del rey se encontraba dividida en dos, y a estas alturas los revolucionarios ya habrán preparado y afilado sus armas, bien seguro estemos asediados.

Su tono no varió en ningún momento de su explicación y finalmente se recogió las manos en las mangas de su atuendo y con una seña de cabeza se despidió de los presentes. Buenas noches señores, señoras

Cayó la noche y seguíamos dialogando quien podría reinar el trono de hierro. Se acercó Lord Varys y comunico que no nos podíamos abandonar la Fortaleza, porque correríamos peligro.  Escuchaba atenta a lo que decía… Tendríamos que pasar la noche aquí, no estaba dentro de todo lo malo, que podría estar ocurriendo fuera.  Mientras seguirán debatiendo por el reinar quien lo deberá gobernar. Me fui a coger un vaso de agua que tenía la boca seca y será una larga noche, y debería de estar hidratada.

El Gnomo no se fijó en que la noche había caído hasta que Lord Varys lo mencionó. Sintió, entonces, un deje de amargura. Podría en ese mismo instante estar divirtiéndose con mujeres como las que Meñique había llevado a la sala. Y, sin embargo, se encontraba en una habitación enorme llena de personas a las que no quería ver y, en muchos de los casos, llegar a conocer, debatiendo quién sería el sucesor de un rey que lo mejor que supo hacer fue morir, donde le rugían las tripas de hambre y sufría una sed terrible, y sus piernas se quejaban a cada paso que daba mientras caminaba por el salón, mirando pies.

El que debería de ser el rey, pensó Tyrion, repitiendo en su mente las palabras que había dicho Daenerys de la Tormenta. La escrutó con la mirada, como al resto de los presentes. Y negó para sí mismo con la cabeza, como si ningún candidato fuera óptimo.

—Y, ¿por qué debe sólo de haber un rey?— preguntó de manera inocente el Gnomo—. ¿Por qué dejar esa carga sobre una sola persona?

Se encogió de hombros, como si esas preguntas se las hiciera al cuello de su camisa que al resto de los presentes. Sabía que en las ciudades de más allá del Mar Angosto había un concilio donde se ejercía el poder de manera colegiada. Tal vez, los Siete Reinos necesitaban algo parecido.

—Pero, si queréis sólo a uno…— dejó la frase morir y sonrió, de nuevo, al perro, buscando complicidad en su mirada.

Se dirigió hacia el Trono de Hierro, anadeando entre el bosque de piernas, y se colocó junto al asiento real, mirando a todos los presentes. Su sonrisa se convirtió en una mueca. Sabiendo que soltaría alguna carcajada que otra, trató de trepar hacia el trono, y aposentó su trasero en él.

Echó un suspiro de máxima satisfacción al encontrarse allí sentado, y miró hacia los demás, sonriente.

—Qué pequeños sois desde aquí— comentó, divertido—. Como yo. Exactamente igual que yo— una sombra cruzó sus ojos y frunció el ceño durante un segundo.

Carraspeó la garganta, y balanceó sus pequeñas piernas, divertido, y notando que, por fin, descansaba.

—Podemos seguir discutiendo, por favor. Yo sólo he buscado un lugar donde sentarme— dijo, encogiéndose de hombros, y recostándose en el trono—. Perro, ven aquí— indicó—. Los verás diferentes. Es curioso cómo el rey ve tan pequeño a su pueblo desde su Trono de Hierro. No somos más que hormigas a sus pies... 

Hodor estaba cansado. Todos hablaban mucho, pero Lord Eddard y la pequeña Arya eran los que mejor lo hacían, sin duda. Luego estaba el enano. Para Hodor todavía parecía más pequeño, dada la gran estatura del hombre del norte. Le resultaba curioso y sin duda debía ser ingenioso, aunque Hodor no comprendía bien las sutilezas de sus ironías. Cuando se subió al trono de hierro todavía pareció más pequeño, como un niño que trepa a una silla al poco de aprender a andar. Le recordó al pequeño Bran con su afición a la escalada desde que era un mocoso...echaba de menos el norte...

- ¡Hodor!- suspiró melancólico.

Y el eunuco advertía que había peligro fuera. Bien, no creía que pudiese entrar ningún revolucionario, pero mejor prevenir. Se posicionó tras Arya y Lord Eddard, atento para que nada les ocurriese.

La Sacerdotisa roja miró a Stannis mientras éste respondía y asintió aprobatoriamente. Era realmente un hombre sensato y era por esto que el Señor de la luz había cruzado sus caminos.

- El Señor de la luz marca el camino pero no la terminación, mi señor. Las opciones son de los hombres, pero suya es la verdad. Podría decirle cuál sería la persona idónea para esta tarea pero así lo hiciera, sucedería lo mismo que ha sucedido con el león y su perro - da unos pasos y mira a Tyrion aún sentado en el trono de hierro, junto al Perro.

- Esto es una cuestión de hombres, mi señor. Nada que pueda importar al Señor de la luz - sonríe de medio lado y calla por un momento para observar a la familia Stark. Ciertamente, Robert estaba dando un espectáculo y frente a su esposa, dándole menor cabida a la situación.

Las palabras de Varys hacen que Melisandre se gire hacia él y baja la mirada con un tanto de decepción - Pensaba que tardarían un poco más, pero por lo visto, tendremos que permanecer aquí, al menos mientras toda esta situación se resuelve -.

Muchas cosas ocurrieron ese atardecer, los minutos volaban dando paso a las horas y la tensión, las bromas fáciles, los reproches rápidos, y las falsedades poblaban la sala más que lo hacían los congregados. Intentaremos contaros aquí como Eddard reaccionó frente cada una de ellas. Pues no se había ausentado.

 Aquél rostro marmoleo vislumbró un atisbo de iluminarse con la presencia de viejos amigos como Robert, pues no era un ser ajeno a sentir alegría por mucho que algunos le acusaran de lo contrario. –Querido Robert, no crees que ahora no es momento para beber y divertirnos. Ya no somos un par de jóvenes caballerizos en busca de acción y aventuras. Ahora respondemos a responsabilidades. Recuérdalo. - Le amonestó, esbozando una excusa, sin perder su sonrisa y sin dejar por ello de abrazarlo. Celebraba que a pesar de su descuidada figura en el fondo ese chico al que conoció y con el que luchó codo a codo siguiese allí bajo esa espesa barba y esa abultada barriga. –Cuando solucionemos esto, habrá tiempo de beber antes de volver al norte.-

La voz de Stannis no se perdió, llegó clara a los oídos del guardián del Norte, quién a su vez intentó contestarle, afín de proseguir tratando los asuntos que allí les había reunido. No obstante, como hemos leído, Robert seguía eufórico, bromeaba sin reservas, y parecía completamente ajeno y nada dispuesto a aceptar las cuestiones del reino. No le había gustado nunca gastar el tiempo en preocupaciones, ni en disimularlo. Así que como no pudo desentenderse de su amigo, su oportunidad de responder pasó. La intervención de Lyanna sirvió para que la atención de su amigo se dispersase a otros lados. Robert siempre había sentido debilidad por su hermana, y Eddard le hubiese gustado de verles unidos en Sagrada Unión, lo que, por otro lado, no era ya posible y les permitiría otra cosa que una sencilla y pura amistad, al ser ya esta unión imposible. Miró con suspicacia aquellas atenciones, pero como su hermana sabría cuidarse volvió a lo que se decía, sin separarse de su familia y de Hodor, siempre sonriente, sencillo ingenuo y fiel.

De repente, sintió cercana la presencia de aquella mujer de rojo que tan nervioso, sin saber porque, le ponía. Agradeció cortésmente el cumplido con una inclinación de cabeza. Sin duda se sentía orgulloso de Arya quién a cada comentario entre adultos demostraba una inusitada madurez, que, aunque nunca lo confesaría delante de Catelyn o sus hijas, Sansa carecía ocupada por vanidades. Orgullo que también sentía por Jon cuyas palabras y reencuentro le reconfortó. Se alegró de verles juntos de nuevo, y festejar como se habían echado de menos. Pero no pudo evitar inconscientemente pasar un brazo alrededor de Arya en un ademán de protegerla, presa que liberó en cuanto Melisandre volvió a alejarse.

En cuanto a la acidez mordaz de lady Tyrell, o del mismo Tyrion, intentó hacerles oídos sordos, no le gustaba que asustaran a Arya, por valiente que esta fuera, y menos aún que intentasen mellar sus valores. Pero tampoco pretendía entrar en sus juegos. Se volvió a la pequeña, y poniéndole la mano bajo su mentón giró al rostro y le sonrió. –Siempre encontrarás gente con honor, aunque no siempre sea fácil, recuérdalo. Si no, te tocará a ti defender los buenos valores que justifican nuestro paso por la vida.- Le susurró al oído. –Y si ves que todos están al valle de la traición y la mentira y te dicen “ven”,  diles desde la cima de la verdad: No, venid vosotros. Y plántate donde estás con firmeza.-

El consejo casi fue interrumpido por la súbita y ostentosa con demasía aparición de Petyr Baelish, conocido como Meñique. Eddard sabía quién era, y no le costó en exceso reconocerle. Lo saludó con frialdad pero sin olvidar la cortesía y asintió como única y sencilla respuesta. Catelyn era, y seguiría siendo hermosa, él también era testigo, pero le desagradaba esa familiaridad dado que su esposa y su hermano le habían puesto en antecedentes. Pero, pronto, se pudo olvidarse de su presencia cuando el tesorero se dirigió al eunuco.

En cuanto a la intervención  de la Targaryen guardó sus observaciones para sí, que no eran pocas. Por más que quiso, no pudo estar en desacuerdo con los reproches que le espetó Tyrion Lannister. En su opinión la joven no podía pretender desentenderse completo de los sucesos de Poniente y tener voz en el improvisado concilio. Lo que no compartió fueron las bromas que, envalontoneándose el uno al otro, Sandor y Tyrion propinaron a su involuntario público.

Apretó puños y dientes, dispuesto a intervenir, estaban allí para tratados de estado, serios, no para hacer de ello un espectáculo, los miró con desaprobación marcada y abrió la boca. Pero sus quejas murieron con la invitación de Robert a la que insistió en rehusar puesto que no podía eludir a las necesidades del estado.

Cayó la noche, sin más aviso que el de Varys. La oscuridad que se adivinaba al exterior quiso hacer válidas sus palabras, y no parecía que fuesen a llegar a ninguna conclusión. Él se sentía cada vez más cansado, aunque se negó a relajar su peso sobre la esquina de una mesa o cambiando de postura.

Con asombro y perplejidad acogió la noticia sobre los hechos que habían segado la vida el Rey. Era un detalle que no podían pasar por alto. ¿Cómo qué revolucionarios?  ¿Tan avanzado estaba el caos en el reino? No había contado con nada de ello.

Su semblante pareció más serio de golpe. Acarició la empuñadura de Hielo. Sintió como Hodor se movía cerrándose protectoramente alrededor de la familia. Puede que no supiera hablar, y solo los dioses sabrían qué pensaría pero aquél pobre diablo, bien también podía sentirlo: quizás tenían asuntos más urgentes que atender.

Las palabras de mujer de rojo le produjeron un escalofrío y poco más se pudo contener: -¡Esto es un asunto grave!- Elevó la voz por una vez mirando al gnomo como hacía payasadas sentado al Trono. –Si queréis comportaos como bufones adelante. Otros quizás deberíamos averiguar que ha pasado con el Rey y ver si al menos el lugar es seguro.- Sí, quería encontrar quién debía de ser el próximo regente, sí, el país necesitaba de orden, sí, sí. Jamás sospechó que el desorden. Había un tiempo para cada cosa. Miró a sus hijos. Las prioridades habían cambiado, Varys no debió guardarse algo tan importante. Estaba furioso.

-Como. ¿Ya es de noche? Como pasa el tiempo en buena compañía.-Sonrió ante su propio comentario, la compañía era buena y la bebida no tenia nada que envidiar, hasta algo de comida llego también a sus manos mientras hablaba con la dama. Bien sabia él que el odio en forma de miradas se centraban en su cogote, pero poco podía importarle las miradas mientras tuviera alguien hermosa cerca de él, no obstante también debía ser esposo.

-Disculparme bella Lyanna y hacerlo también con vuestro hermano pero debo también mi tiempo a otras personas, no queremos celos en una fortaleza sin salida ¿Verdad?-Beso la mano de la dama y dejo que se reuniera con el resto de los Stark, al parecer Ned ya volvía a su tensión habitual, por lo que simplemente le dedico una sonrisa amable y no un toque en su hombro como pensó en un principio.

Volvió con su esposa quien era hermosa pero nada de delicada.
-Mi hermosa esposa a que viene esa cara tan larga, comprendo que esta situación no te guste y sea incomoda, pero somos invitados lo menos que podemos hacer es mostrar cortesía y tu eres muy hermosa como para mantenerse entre sombras.-Le ofreció la mano.-Ven, juntémonos con mi hermano, ahora que es de noche los Baratheon debemos mantenernos unidos. Usted también Melisandre, mantengámonos unidos.-Palabras amables pero recias, no esperaba ninguna negación por parte de los llamados.

-Vaya, parece que esa revolución no es tan grave si nos deleitan con bufones de la corte.-Susurro a su amante esposa mientras con los ojos señalaba a Tyrion.-Vaya, mi vista esta cansada, pues he confundido a un Stark con un bufón.-Sonrió a Cersei, corrigiendo su error.

Se puso mas tenso cuando escucho las palabras de precausion de Varys, no podia dejar de mirar con desconfianza al Eunuco. Pero no tenia prueba alguna de que fueran falsedades y ademas parecia que el Lord Stark lo tomaba con seriedad por lo que el pez negro hizo lo mismo.

Explicate mejor Eunuco, como sabemos que este lugar esta seguro y ninguno de los revolucionarios entrara aqui? pregunto queriendo ver con cuanta confianza se encontraba el ex-hombre por esta fortaleza, que vio morir a un rey hace poco.

El chiste de enano se perdio completamente en él, que veia aquello como una falta total de respeto. Gnomo baja de ahi, si no pretendes ser uno de los candidatos al trono. Ya tenemos suficiente con la situacion para que nos hagas de bufon. comento con una seriedad, que habria creido mas de su hermano que de él pero no podia dejar que todo se volviera un desorden.

Sandor tuvo que hacer grandes esfuerzos para contener una carcajada cuando Tyrion eligió el asiento más peculiar de aquella sala: el mismísimo Trono de Hierro. Con una amplia sonrisa, y no solo por ver cómo el Gnomo intentaba subirse sin ninguna ayuda al codiciado trono, disfrutó del espectáculo. Sin mirar a Stannis, Sandor casi podía notar la ira de sus ojos solo con imaginárselos. El segundo de los Baratheon ya se había quejado antes de la premura con la que se debatía sobre la sucesión del anterior rey, sin siquiera velarle un día de luto. El ver que alguien (¡no alguien cualquiera, sino un enano!) estaba sentado en el trono real cuando el rey Gregory estaba recién muerto debía estar comiéndole por dentro. Y eso era algo que a Sandor Clegane le hacía más gracia aún.

El Perro acudió obediente en cuanto su "amo" lo llamó, situándose su lado. Tyrion tenía razón, desde esa posición todos parecían más pequeños, más alejados, más inferiores, más... débiles. "Así que este es uno de los efectos del trono de espadas", pensó el hombre de la cara quemada. Desde allí pudo comprobar que no solo había severas miradas de ira o desaprobación ante la actuación del enano, sino que los primeros enfados manifiestos se hacían latentes, como bien demostraron los comentarios del lobo Stark o de Brynden Tully. 

A éste último fue a quien, con un tono elegantemente satírico, respondió el Perro:

- ¿Y quién ha dicho que mi señor Tyrion no pretenda ser un candidato al trono? ¿O acaso queréis que se quite y poder probar vos este cómodo asiento, Ser Tully, para ver si es de vuestro agrado? -sonrió misteriosamente.

Imaginarse al Gnomo como Rey de Poniente no le parecía tan descabellado como imaginarse a sí mismo reinando. El enano era mucho más listo de lo que aparentaba por su aspecto, como bien demostraba cada vez que abría la boca, y tenía un gran respaldo familiar... Sin hablar de lo polémico que sería que un deforme fuese rey. Sonrió encantado ante la idea, mientras se retiraba el pelo que le caía sobre la cara quemada.

Lamentablemente, al Perro no le parecía muy probable que el enano fuese rey. Sin embargo, su sugerencia de un gobierno colectivo había pasado muy desapercibida entre los asistentes; Sandor pensó que en aquella situación tan especial, donde no existía un heredero directo al trono, podía ser una opción a considerar.

Por otro lado, luego estaba la información que la araña había creído conveniente soltar a última hora: las revueltas. El Perro miró atento al eunuco, por si daba más detalles.

Loras se tensa cuando entra Varys y dijo que estarían en peligro si salen de la fortaleza. Se pone de brazos cruzados al lado de su abuela.

-Si de verdad estamos en peligro, yo le protegeré.

Luego escucha lo que dice Bryden Tully, preguntando si de verdad estaban seguros ahí dentro. Entonces mira a su al rededor, con desconfianza. ¿Quien dice que no estén ya dentro?

Una media sonrisa asomó en su rostro cuando vió a Tyrion sentarse en el Trono de Hierro. Ella misma había estado pensando hacer lo mismo de no encontrar asiento mejor, aunque agradeció que su nieto diese con algo. Realmente aquel trono no parecía demasiado cómodo.

El día se le había hecho más corto de lo que cabía esperar, pero sin duda que ya hubiese anochecido no le hacía la más mínima gracia. Aunque sabía que todo aquello llevaría tiempo, días, tenía la esperanza de que se acabase el primer día, por poco realista que fuese.

Cuando su nieto habló, hizo un gesto de negación con la mano.

- ¡Sandeces! ¿Crees que alguien tendría algún tipo de interés en una vieja como yo?