Partida Rol por web

-Lo siento niño, pero lo he dicho no voy a revelaros si en verdad soy capaz o no de hacer algo. Bien lo sabe mi hermano.-Contesto a Nieve sin un ápice de cortesía, antes de beber de su copa o la de cualquier otro, a estas alturas poco la importaba.

-Lo que tengo claro es que hay dos frentes bien pronunciados los Lannistes y Tu quien has cogido de malas formas a mi hermano para que este a tu favor, seas o no un traidor real, no me gusta que nadie mangonee dentro de la casa Baratheon, aunque sea a mi hermano. Y si lo que dices es cierto que dista mucho de tener sentido real, al menos para mi. Entonces esta claro que si mi hermano cayera te harías con otro pupilo como tu lo llamas, yo prefiero llamarlo esclavo, ¿Pues él no tiene opción alguna a votarte cierto?-Lo miro con cara de borracho, borracho cabreado a quien alguien le ha quitado algo muy preciado.

-Es una jugada arriesgada por parte de los 3 me gustaría saber quien miente de verdad. Pero supongo que me quedaría con la familia.-Dicho esto busco otra copa llena.

Nuevamente, lord Robert cuestionaba de mala forma al guardia de la noche. Jon, en un gesto resignado, responde al primero de los Baratheon Me temo que no puedo ser muy optimista respecto a lo que dice. Si algo interrumpiera mi pacto con su hermano, no contaría con mas posibilidades de tener a un pupilo mas, pues aquello hablaría mal de mi como mentor, por tanto, no es solo labor del pupilo el defender a su maestro, sino, también el maestro debe defender a su pupilo y cuidarse de enemistarse con él para no perderle. Así que verá, que para mi su hermano es mas que un esclavo. el venado era bastante testarudo y desconfiado, y los tragos no solían ayudar.

Miró a su hermano como si el tonto fuera Robert y no él.

-No tengo ninguna opción de votarle a menos que él lo haga antes sobre mi persona, pero tampoco lo haría aunque ese vínculo que mencionas se rompiera, pues está claro que el mentor es uno de los nuestros y no un traidor. Sigo siendo un Baratheon, y no hay mejor prueba de ello que la estupidez que nos une.

Cuando oyó la palabra esclavo estuvo a punto de desenvainar su espada, que la propia Melisandre le había forjado poco antes de ir a Desembarco del rey.

-Y no pienso dejar que ninguno de los dos me llame eso, ni siquiera ti, hermano, ni a vos Nieve.  Ni más que un esclavo ni cuernos, usted es mi maestro y le defenderé como se merece pero no dejaré que use ese lenguaje conmigo. Le saco más del doble de años, y como sugiera que le limpie el trasero, que le troceé la comida o lo que quiera que hagan los esclavos le mando a tomar viento fresco antes siquiera de que termines la orden.

La esclavitud estaba prohibida y era indigna para cualquier ser humano. No toleraría que nadie le quitara su dignidad, ni familia, ni mentores.

Por primera vez en mucho tiempo Martin no necesitó ningún descanso que le permitiera autoescucharse las ideas que su cerebro producía en esos momentos de adrenalina puntual. Por primera vez en mucho tiempo solo levantarse se dirigió  a su escritorio animado, motivado, listo para llenar siete tal vez ocho páginas de calma, paz y reposo para sus personajes.

Algunas ideas quisieron escapar aún por el pasillo, la energía positiva se apoderaba de él, se sentía eufórico, gigantesco, sentía que podía flotar, daba zancadas con la mirada alta y digna. Y aquello fue su perdición.

Primero sintió un ligero frío húmedo en su pie, luego contempló el charco de babas que había pisado cada vez más de cerca, hasta que su culo se topó con el suelo. Se levantó refunfuñando, maldiciendo el cachorro de San Bernardo que le habían regado a su nieta oportunamente el día antes de irse de vacaciones.

Luego llegó a su despacho, donde siguió con la mirada el rastro de babas del peludo intruso hasta su escritorio y la ira terminó de apoderarse de sus manos cuando comprobó que los manuscritos de la noche anterior no eran más que papel mojado, literalmente, flotaban en otro gigantesco charco de babas.

Corrió en busca de su pluma y al apartar la silla de la mesa para tomar asiento en su torno especial se encontró al pequeño usurpador durmiendo plácidamente.

Tan tierna era la bestia dormida que se achantó ante el animal pero sus entrañas no iban a dejarlo pasar tan fácilmente, así que se encorvó sobre la mesilla auxiliar y empezó a escribir.

El ambiente estaba candente en la Sala del Trono, los presentes se habían dividido en dos grupos uno frente a otro, señalándose mutuamente, la paz estaba lejos de mostrase por ese lugar, al contrario, cada vez la guerra necesitaba menos espacio y paradójicamente aquello le permitía apoderarse de toda la sala.

Las dudas se formaban en cada mente, las espaldas empezaban a sentirse intranquilas, aunque pocos miraban por encima del hombro, había quedado claro que si decidían acabar contigo tanto daba que estuvieras de frente como de espaldas al enemigo, tu cabeza rodaría.

El cuervo fue el primero en gritar antes de salir volando del hombro de Sandor. Era un grito que ponía punto y final a esa disputa bilateral. No se necesitaron más palabras, el cuervo alzo el vuelo y Sandor descendió a la tierra babeando, espumando, aterrando por el calor de la ira que irradiaban los que se cerraban sobre él, asfixiado como el fuego al que tanto temía.

Antes de caer la noche, su pupilo había hablado sobre la esclavitud y la dignidad, aquello sin duda no debió llegar, cuando Jon dijo más que un esclavo, trató de decir que no le veía como uno, esperaba que la molestia no fuera demasiada y que las cosas pudieran llegar a buen termino.

Al caer la noche, se reveló una verdad que el guardia de la noche no esperaba, él estaba convencido que el Perro era un autentico farsante, pero era cierto lo que decía sobre la habilidad que poseía, pero el si lo usaba para bien o para mal, eso, aún, claro claro no estaba.

Jon prefirió guardar silencio, mientras esperaba la ola de acusaciones que se avecinaba en su contra por promover la muerte del can.

Deseó en ese momento ser más alto, más fuerte, tener una espada enorme, blandirla con sus poderosas manos, enfrentarse a ese gentío encolerizado y enfadado por sus múltiples equivocaciones y errores, pero Tyrion sólo pudo protegerle la mitad del cuerpo. Y pronto cayó de rodillas, casi aplastado por la masa enfurecida que tenían el reflejo de Sandor en sus ojos locos.

El Gnomo se apartó, y los dejó hacer. Agachó la cabeza, totalmente culpable, y se dio media vuelta cuando Sandor terminó su trabajo en aquella vida. Tyrion sólo deseó que, allá donde fura, pudiera encontrar todo lo que se merecía.

—Buen Perro— murmuró Tyrion, y lanzó una plegaria al Desconocido, para que lo llevara en su seno y lo protegiera de los peligros del otro mundo.

Tras unos minutos de silencio, éste se vio roto por Jon. El enano quiso echarse a su cuello, y volvió a pensar que las personas tenían suerte de que no fuera tan alto ni tan fuerte como su hermano Jaime. Hubiera acabado con todos ellos antes de que el sol asomara su redonda y brillante cara por el horizonte.

Miró los rostros de los demás, escrutándolos con la mirada, tratando de que vieran el reflejo de su error.

Tomó aire, costándole mucho trabajo que ninguna de las cosas que hubiera hecho antes, y dijo:

—Os habéis vuelto a equivocar— maldijo en voz baja—. Sandor os mostró a uno de los traidores y lo único que se os ocurre hacer es acabar con él. Además… de la peor de las maneras— añadió, agachando la cabeza, aún culpable por no haber podido hacer nada por él. Si no fuera un enano…

Hizo una pausa, dándose cuenta justo en ese momento de lo solo que estaba, de lo que pequeño era. Chasqueó la lengua, molesto. Ojalá hubiera sido Melisandre para poder salvar con una de sus pócimas a Sandor. Pero, no tenía tal habilidad, y no creía en ningún dios de la Luz.

—¿A por quién iréis esta noche, Jon?— preguntó Tyrion, frunciendo el ceño—. Es vuestro movimiento el siguiente— se giró sobre sus talones mirando a su alrededor—. Guardaos esta noche, todos vosotros. Nadie está salvo... O casi nadie.

Olenna se mantuvo en silencio más de lo habitual, por respeto, y porque realmente ya no sabía qué hacer.

- Era inocente... -Comenzó- ¿Por qué le defendisteis? -Miró a Stannis, y luego a Jon.

Stannis asomo los cuernos por encima de él mismo y eso le hizo sonrier, al menos aun tenia los huevos puestos en su sitio. Eso le dio esperanzas en su hermano, aunque estúpido para ver que tener a Jon Nieve como su supuesto mentor era un tremendo error, aun mostraba la energía del venado.

Poco después llego lo inevitable y solo el cuervo de su amada Stark decidió que muriera el perro y no el lobo, una lastima. Y al conocerse la verdad sobre el sirviente de los Lannister. Robert bufo ligeramente, lleno su copa y bebió de ella.-Y ahora que.-Pregunto sin tono alguno de pregunta.

El enano ahora tenía la sartén por el mango, Que podía hacer Jon para demostrar que el Perro era en verdad culpable? pese a que se haya revelado que su don era el que este decía, Como es que podría creerse que no pudiera usarlo en beneficio de los asesinos y traidores.

Luego de la pregunta de lord Tyrion, una mirada indignada se dejo ver en los ojos del guardia de la noche Que por quien iré esta noche? Jon sencillamente quería acabarle por su cinismo Si yo fuese un asesino, serías tu por quien iría sin pensarlo dos veces, al fin y al cabo, ahora tomaras el don de tu perro para poder seguir revelando culpables, muy a tu gusto debería agregar, pues nada de lo que digas será real. tomó un pequeño respiro para continuar Si yo fuera el asesino, acaso no hubiese sido mas inteligente acabar con aquel que podía ver en el interior de nosotros, que acabar con una bruja o con un protector nocturno dice refiriéndose a Melisandre y ser Loras Pero no, tu vasallo sobrevivió todo este tiempo, y como habría de hacerlo sin tener un trato con los asesinos. Ustedes dos ya eran ratas de la misma madriguera desde hace mucho, todo lo han hecho en complicidad.

Lady Olenna pasó a cuestionar a su discípulo, Jon no dijo nada, silo miró a la anciana como si ya estuviera cansado de todo esto.

Apuró la copa de vino y dio un trago, largo, como si tuviera todo el tiempo de mundo. Dejó la copa con un leve sonido sordo, y sonrió de manera abierta.

Miró a todos los presentes, y señaló al Guardia de la Noche, divertido. Asintió varias veces su cabeza y lo escrutó con los ojos dispares.

—Lord Nieve— dijo Tyrion—, pero, si habéis sido muy inteligente— valoró el Gnomo, anadeando hacia él, con pasos lentos—. Os quitasteis de encima al Caballero de las Flores que no tenía más misión que proteger a sus seres queridos. Obviamente, lo primero que había que hacer era quitarse tal obstáculo. Ahora, que nadie pondrá su propia vida a cambio de otra, no tenéis más que señalar en la oscuridad para que vuestros oscuros planes se hagan realidad. Nadie podrá deteneros. Lady Melisandre no puede usar sus pociones desde el Más Allá contra vos. Y Ser Loras ha caído después de vuestra incursión nocturna. Nadie está salvo ahora. 

Hizo una pausa, y se encogió de hombros, haciendo un ademán con la mano, como si le quitara importancia al asunto.

—Obviamente, yo nunca he sido una amenaza para nadie— indicó el enano, tratando de evitar una risotada—. Los enanos no somos más que bufones, feriantes y trabajadores de circo. Dadme una cerda, la montaré y haremos justas— proclamó, agitando el puño en el aire.

Suspiró. Echaba de menos los comentarios desdeñosos de Sandor. Miró allí donde lo había visto por última vez, y agachó la cabeza.

—Puedo traeros a mi padre, si os place matar a alguien más, Lord Nieve. Su muerte no me traerá ningún remordimiento ni lástima— aseguró el enano, haciendo una mueca, sonriente.

La sorpresa del veredicto sobre el Perro lo dejó helado, no se lo esperaba. Quizá debía haber votado a lo que su presentimiento le dijo la noche anterior, al enano, antes de arriesgarse con Sendor. Si éste colaboraba con el enano no sentiría su muerte... pero le hubiera gustado obtener una prueba más feaciente de que iban por aquel camino y esa distaba mucho de serlo.

-Ya dije por qué defendí a Jon. En la mañana de hoy sentí que él era mi maestro, cuadrando con la historia de que Jon adquirió el don de mi compañero Meñique, que murió ayer por votaciones. Si Jon fuera un traidor no podría ser el mentor de nadie. -O al menos eso creía él, y, pese haber fallado con Sendor aún desconfiaba de Tyrion- Tampoco existe ya nadie de su misma casa, así que la opción de que colaborara con un traidor para que su casa prevaleciera tampoco parece una opción. Lo de Sandor me ha sorprendido como al que más, aunque es posible que confabulara con Tyrion para que su casa fuera la única.

La alternativa no era agradable para él, y no quería pensar en ella. Un pupilo siempre debía confiar en su maestro. Sin embargo, le apetecía desquitarse por el error de ese día. Si Melisandre aún estuviera con ellos le hubiera hecho una petición deshonesta, que no cuadraba mucho con él... pero cada día que pasaba le costaba más ser tan recto.

Pero ella estaba muerta, así que solo le quedaba ahogar sus penas en alcohol. Se acercó a Robert, con el que sentía que, a pesar de que siempre habían tenido sus diferencias, se distanciaba cada vez más. Llevaba dos jarras en la mano, y le ofreció una a su hermano.

-¿Te importa tomarte una conmigo? Luego puedes volver a dudar de mí... pero es que presiento que hoy y mañana van a ser muy largos.

Los ánimos del venado estaban alicaídos, si estaba expectante con el acierto de Aemon se le había esfumado con el fallo de hoy.

Robert clavo la mirada en el bastardo de su hermano lobo, cuando su hermano de sangre le invito a una copa.
-Anda acércate idiota, sabes que no digo que no a una jarra, quédate a mi lado y brindemos porque aun estamos convida, disfruta mientras puedas todo lo que quieras, eso es lo que siempre digo.-Era sabido por muchos que ninguno de los dos hermanos tenia mucho aprecio por el otro, pero como dicen muchos otros, la sangre es mas espesa que el agua.

Brindo con su hermano bebió de la jarra y acerco su hermano a su vera hasta tener su oído cerca de su boca.
-¿Sabes lo que mas lamento? Que estoy delante de mi verdadero amor y ni siquiera puedo decirle lo que siento y quiero, porque seguramente lo interprete de alguna forma que ni siquiera puedo imaginar y lo ultimo que quiero es que ella desconfié de mi.-Se sincero con su hermano mientras su mirada se calvaba en la ultima de los Stark; Lady Lyanna .